Me he estrenado en mi nueva 'carga' como secretario de Acción Climática y Transición Energética de la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE-A con la celebración del Día Mundial del Clima este 26 de marzo. Hemos impulsado un Manifiesto y hemos realizado varias acciones en redes sociales. Entre los diversos medios que han recogido mis declaraciones está 'mi Inde'.
El PSOE-A "reafirma su compromiso" contra el cambio climático y rechaza "un negacionismo que no hará que desaparezca" | El Independiente de Granada
En la previa he publicado un artículo de esos que gustan tanto a mis amigos como 'pinchan' a mis contrarios que he titulado fanatismo climático que me ha servido para 'contextualizar el marco en el que se celebra esta efemérides que surgió en la Convención del Cambio Climático de la ONU allá por el año 1992.
'Fanatismo climático' | El Independiente de Granada
‘Fanatismo climático’
Sacando
punta
Ignacio Henares Civantos
En la semana en la que se
celebra el Día Mundial del Clima nuestro columnista ambiental de
cabecera nos facilita un argumentario para desmontar el fanatismo de
los negacionistas climáticos.
No
soy fanático, ni del clima ni de nada, ni siquiera del Barça mi
equipo preferido, ni de ningún cantante o grupo musical, incluidos
mis admirados Ceronoventayuno o Niños Mutantes. Pero como buen woke,
tengo que asumir ser considerado
así por los fanáticos, estos sí verdaderos y literalmente,
negacionistas del cambio climático.
Pero
me confieso woke en
el sentido literal del término (=despierto),
no en el despectivo que conservadores y ultraconservadores lo
utilizan. Por eso me veo en la obligación ética de intentar
despertar a los adormilados que se dejan llevar por lo que ahora
peta/mola, por los que se han
empoderado con el ascenso de la extrema derecha y el triunfo de
Donald Trump, ridiculizando y haciendo chistes con el cambio
climático, y sacando pecho
cada vez más envalentonados.
Una sucesión de borrascas y una ‘deslumbrante’ capa de nieve a
estas alturas de la temporada, bien venidas sean, les sirven para
darle brillo al argumentario negacionista, confundiendo de nuevo
tiempo (atmosférico) y clima. La osadía ha llegado a tal punto que
en Valencia, sufridores de la bestial DANA del 29 de octubre del año
pasado, (una consecuencia del cambio climático, según los
científicos), han pactado PP y VOX incluyendo algunos puntos en el
acuerdo presupuestario que lo niegan y que dan oxígeno a Carlos
Mazón, el del Ventorro, y que han sido denominados como Pacto de la
Vergüenza por este y otros motivos.
Fanatismo
climático es lo que se vivió en la internacional fascista reunida
en Madrid en la que se escucharon burradas como que “en
lugar de restaurar la naturaleza lo que hay que hacer es dominarla”,
que eructó el portavoz de VOX. Esta idea de la dominación es
consustancial a la extrema derecha que se extiende al objetivo de
dominar a las personas. Con
estas proclamas están intentando
(y consiguiendo en muchas ocasiones y ámbitos) arrinconar o
acomplejar a las personas que usamos y nos apoyamos en la ciencia
como primera aproximación a la interpretación de lo que ocurre a
nuestro alrededor.
En
este alarde de exabruptos ha llegado a manifestar Santiago matamoros
II que “el fanatismo climático mata”.
¡Qué manera de darle la
vuelta a la tortilla! Porque es la
contaminación la que mata verdaderamente
y es el negacionismo
climático el cómplice de las muertes que ocasiona y de
las que ocasionará de
ahora en adelante. Aunque
la palma se la lleva Donald Trump cuando se proclama como abanderado
del sentido común. Manda huevos que el más loco de los dirigentes
mundiales, (y mira que está la cosa competida), utilice expresiones
como “fanatismo climático”
y “excesos ecologistas”
para referirse a las advertencias
del mundo científico sobre la crisis climática.
La motosierra del chapa
argentino de las patillas y el taladro del crazy
yanki
del pelo naranja convertidas en las herramientas para construir un
nuevo mundo…
Los
científicos nos llevan advirtiendo desde hace mucho tiempo que, si
no frenamos el ascenso de la temperatura media del planeta, la
seguridad alimentaria e hídrica estarán cada vez más
comprometidas. Unas amenazas que vienen acompañadas de otros
fenómenos como la fusión de la nieve de los Polos y el
calentamiento (y aumento del nivel) del mar, pandemias o conflictos,
que afectarán a las especies y a los ecosistemas más vulnerables
pero que sobre todo afectará a millones de personas en el mundo y al
bienestar de la inmensa mayoría de la población.
Es
curioso como muchas personas,
incluidos unos pocos
científicos, habitualmente fuera de su campo de estudio, se atreven
a cuestionar o a desprestigiar los
informes del IPCC, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático, el organismo de las Naciones Unidas para evaluar
la ciencia relacionada con el cambio climático;
más curiosidad, si cabe, me
despierta el silencio con
el que una parte de los
científicos asiste a
este debate. Advierto mucha pasividad e
incluso resignación a los ataques que se hacen a
sus estudios o el desprecio
e ignorancia del conocimiento atesorado y de las respuestas que
aportan las ciencias (utilizo aquí el plural más comprensivo e
inclusivo) a los problemas del mundo actual.
Lástima
que estos conservadores en contra de todo lo que signifique progreso
social hayan perdido la ocasión de abanderar una causa de la
conservación de algo tan preciso y tan precioso como es la
naturaleza. Y si además de conservadores son católicos se han
debido quedar en lo de crecer y multiplicaos porque no tienen miedo
a acabar con la obra del Creador.
Pero
lo verdaderamente
sorprendente es que se manejen con cuatro argumentos banales que no
resisten el más mínimo debate. Yo estoy muy entrenado, he asistido
a muchos debates sobre
el cambio global y climático desde
hace más de 20 años. Entonces
costaba
más trabajo desmontar
sus fáciles y burdas consignas, era más difícil defender
y entender los cambios que ya estaban ocurriendo pero, sobre todo,
los
que
iban a venir; pero en la actualidad solo hay que tener un poco de
memoria, abrir los ojos y ver las evidencias.
Suelen
comenzar su relato los negacionistas afirmando que "los
humanos no pueden influir en el clima global" pero
lo cierto es que las emisiones de gases de
efecto invernadero provenientes de actividades humanas han alterado
el equilibrio climático. La quema
de combustibles fósiles y la deforestación han aumentado la
concentración de CO2
y
metano en la atmósfera.
Uno
de los argumentos de los negacionistas es que “el
clima siempre ha cambiado, esto es natural”,
ignorando o encubriendo -aquí se da la ignorancia y el cinismo a
partes iguales- la magnitud y la velocidad del cambio climático
actual sin precedentes en la historia
geológica reciente. Valga como ejemplo que los 5 últimos años han
sido los más cálidos desde que hay registros oficiales y que la
concentración de CO2 en la atmósfera es la más alta de los últimos
800.000 años. Para defenderse suelen atacar al mensajero afirmando
que “los modelos climáticos no son fiables”. Pero
la verdad es la verdad, la diga Agamenon o su porquero y estos
modelos climáticos no solo han predicho con precisión los patrones
de temperatura y los eventos climáticos extremos como las olas de
calor y los incrementos significativos en frecuencia e intensidad de
estos eventos en todo el mundo, sino que en algunos casos incluso se
están superando esas predicciones.
Más
ridículo es el argumento esgrimido de que “no hay
consenso científico" cuando
el 97% de los científicos especializados en
el estudio del clima están de acuerdo en que el cambio climático es
real y de origen antropogénico. Y no es sólo el IPCC al que atacan
e intentan desprestigiar como un organismo ‘politizado’ sino
también la NASA, (Administración Nacional de Aeronáutica y el
Espacio), la NOAA, (Oficina Nacional de Administración Oceánica y
Atmosférica), y en nuestro país la AEMET, las que respaldan esta
posición con investigaciones exhaustivas. Si llegamos a este punto
del debate nos atacarán diciendo que “ la acción
climática es demasiado costosa”,
a
lo que es fácil contrarrestar explicando que lo que verdaderamente
nos está costando mucho es los daños por desastres
naturales y la pérdida de biodiversidad por no actuar. Y cuanto más
tardemos en reaccionar más caro nos saldrá. Un dato que les suele
abrumar y descolocar es referirse a los 70.000 millones de dólares
causados por el huracán Sandy en USA, a los que podemos sumar los
más de 3.000 millones que ha costado por ahora la DANA en la
Comunidad Valenciana.
Los
que estén acostumbrados a los postulados de los fanáticos
climáticos, los auténticos, caerán en que cuando se sienten
acorralados saltarán por el asunto de que “las
energías renovables son insuficientes”.
Curiosamente
las ‘factorías’ que fabrican los argumentarios negacionistas, y
los bulos, están financiadas por los lobbys asociados a los
combustibles fósiles, pero no pueden negar que las tecnologías
de energías renovables han avanzado significativamente y pueden
satisfacer ya gran parte de nuestras necesidades energéticas. España
llegó el año pasado al 53% de la producción total de la matriz
energética y alcanzará un 56% de energía renovable en 2025,
liderada por la eólica con un 23% y seguida de cerca por la energía
solar fotovoltaica. Nuestro país puede alcanzar el objetivo de
alcanzar el 81% de energías renovables para 2030.
Cuando
ninguno de estos argumentos funciona se pone en marcha la maquinaria
para retrasar o aplazar las necesarias acciones con diferentes
tácticas: desviar responsabilidades (el problema lo causa
China, y las grandes empresas que conduce a la actitud de que no
podemos hacer nada individualmente); confiar ciegamente en la
tecnología que nos salvará aunque a veces se caiga en
soluciones ridículas como la propuesta de capturar los gases de los
tubos de escape; enfocarse en los aspectos negativos de la acción
climática como cuando se dice que abandonar los combustibles
fósiles aumentará los precios o rendirse al fatalismo: “no
merece la pena esforzarse, si nos vamos a morir todos
al final” (curioso paralelismo
con lo expresado por Isabel Díaz Ayuso en relación con los 7.291
fallecidos en las residencias de mayores de Madrid durante el covid).
Aunque
hay una amplia mayoría de la población en España que rechaza a los
fanáticos negacionistas climáticos, muchas personas se preguntarán,
pero entonces ¿por qué hay tanta gente aún que se
cree a los negacionistas? ¿por qué tienen tanto éxito sus
incosistentes postulados? La respuesta no es fácil ni simple, pero
en la actualidad sabemos que hay algunas causas psicológicas tras el
negacionismo climático porque sus mensajes caen en un terreno
abonado y sus mensajes se aprovechan de ello y se aplican de igual
manera a otras creencias, como los terraplanistas o los seguidores de
otras teorías conspiranoicas.
Hasta
ahora una de las ventajas principales con las que contaban era que
había una distancia en el tiempo en el que se percibirían los
peores efectos del cambio climático, lo que lo convertía en algo
complejo y abstracto. Pero les cuesta trabajo rechazar algo que ya
está aquí.
Muchos
mensajes fatalistas han conducido a ver el cambio climático como
algo inevitable, muy complicado y caro abordarlo, y ya sabemos que el
paso entre el catastrofismo y la anestesia es muy estrecho. Pero lo
más significativo es que se produce una identidad cultural y
política con las personas que niegan el cambio climático, (o contra
las personas que lo defendemos), a las que muchas personas se aferran
para evitar el conflicto con sus referentes.
Finalmente
parece que pesa mucho lo que se conoce como disonancia cognitiva que
funcionaría como una resistencia a los cambios culturales, de modelo
de vida y de consumo que requeriría tomar conciencia del problema,
vértigos al cambio que muchas personas resuelven negándolo o
metiendo la cabeza en el agujero.
Sobre
estas bases psicológicas se apoyan las fuerzas políticas que
alientan y sustentan, de manera irresponsable y con gran cinismo en
muchas ocasiones, que han hecho del discurso negacionista uno de sus
principales argumentos que aderezados con el antifeminismo, el
racismo y la xenofobia han hecho un cóctel explosivo que alimenta la
idea de que el enemigo es otra persona un poco más débil y pobre y
acumulan ya legiones de seguidores fanáticos que con cuatro ideas
prestadas, varias noticias falsas y unos cuantos videos manipulados
se manejan con la seguridad y el atrevimiento que les da la
ignorancia.
No
es exclusiva de nuestro país esta deriva de la ultraderecha lo
curioso es que en el nuestro hayan comprado los principios y
argumentos la ‘derecha moderada. Cuando llegó Feijóo el PP pasó
del escepticismo de MpuntoRajoy y su primo al retardismo en su
discurso de investidura fallida. En el único momento en el que
podemos decir que presentó un (amago de) proyecto político, expresó
aquello de “transición ecológica sí, dictadura activista en
ningún caso”. Y ahora el
líder del PP da un paso más, hacia atrás, avalando el acuerdo con
el partido de Abascal y oponiéndose al Pacto Verde Europeo, una
iniciativa liderada por Ursula Von der Leyen y apoyada por sus
homólogos del Partido Popular Europeo. ¡Estamos aviados!