lunes, 20 de enero de 2025

Más agua, es la guerra

 Sigo sacando punta vía el Inde. Con el título de "Más agua, es la guerra" y con esta presentación en redes sociales: De los autores del bulo documental "el agua de los ríos que se pierde en el mar" viene ahora la serie:  "el agua se derrite y vuelve al circuito" con guión del presidente de la Junta de Andalucía. Una película inventada para intentar justificar la duplicación de la concesión de agua a la estación de esquí. 

No sé qué alcance habrá tenido, entre seguidores y per-seguidores, amigos y enemigos, pero sí es una de las últimas columnas que he escrito de las que ha tenido más comentarios directos favorables, especialmente en el ámbito académico y ambiental que creo que entienden mejor los argumentos que aquí despliego y que no caen tan fácil en los cánticos de sirena de la propaganda oficial. 


Enlace a la edición digital: '¡Más agua, es la guerra!' | El Independiente de Granada


¡Más agua, es la guerra!

Sacando punta

Ignacio Henares Civantos


El presidente de la Junta ha venido a desenterrar el hacha de guerra contra la conservación del Parque Nacional y a romper el consenso social de décadas en torno a Sierra Nevada.


La mayoría de las personas, de diferentes generaciones, están familiarizadas con la frase “más leña, es la guerra” que se relaciona con un origen ‘marxista’ (de la película “Los hermanos Marx en el Oeste”). En realidad Groucho nunca usó esta expresión en la versión original ya que lo que grita (en inglés) es Timber!, término que significa madera y que es empleado por los leñadores anglosajones a modo de "¡Tronco va!", cuando un árbol está a punto de caer tras su tala. En todo caso la expresión más leña, o más madera, o la de echar (más) leña al fuego, suele emplearse para indicar que algo se añade para contribuir a agravar una situación.


En algunos pueblos de Sierra Nevada, el agua, un recurso escaso y limitado, cada vez más, se dice que quema pues su uso ha sido históricamente fuente de conflictos y disputas por lo que aquí se puede decir que se aviva un fuego cuando alguien quiere arrimar el agua a su piscina siguiendo con las metáforas.


Es lo que ha ocurrido con la visita de JuanMa Moreno en el tramo final de las navidades a Sierra Nevada, que ha estado, como en otras ocasiones trufada de adanismo, que para los que no estén familiarizados con el término, apuntaré que es la tendencia a comenzar una actividad sin tener en cuenta los progresos que se hayan hecho anteriormente. Parece como si el presidente de la Junta, y la abundante corte de palmeros acompañante, hubieran descubierto el deporte del esquí, inaugurado la estación e inventado los telecabinas y la nieve producida.


De manera suavona, como suele ser habitual en el personaje creado por el aparato propagandístico en torno al presidente de la Junta, ha soltado unas cuantas frases, aparentemente inocentes pero que constituyen una carga de profundidad contra el Parque Nacional y contra el consenso fraguado durante años para buscar el equilibrio entre desarrollo y conservación en Sierra Nevada.


Ha escogido el JuanMa el primer acto político del año, nada más y nada menos, para destaparse pidiendo a las autoridades del Parque Nacional de Sierra Nevada, “más agua para la estación de esquí, con el fin de que pueda producir más nieve artificial”. No sé a quien se refiere el presidente de la Junta con las “autoridades del Parque Nacional” ya que la gestión de este espacio natural protegido, integrado junto al Parque Natural en el Espacio Natural Sierra Nevada, corresponde a la propia Junta de Andalucía, por lo que la máxima autoridad del Parque Nacional es el mismo Moreno Bonilla y su consejera de Medio Ambiente. Yerra también en el tiro el presidente de la Junta ya que la concesión de aguas corresponde al organismo de cuenca, en este caso la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, si bien previo informe, (preceptivo y vinculante), del Espacio Natural de Sierra Nevada, que debe ir incardinado en el procedimiento de evaluación ambiental que requieren estos proyectos con potenciales impactos en la biodiversidad y en el paisaje, especialmente si están en un espacio protegido.


Pero lo que más me interesa destacar es que el presidente justificaba la petición de ‘más agua’, (duplicar la concesión actual de 350.000 metros cúbicos nada más y nada menos), con el argumento de que “este agua se transforma en nieve y luego se derrite y no tiene ningún impacto”. Aparte del aparente desconocimiento normativo del presidente de la Junta y, mucho más grave, de sus múltiples asesores, hay que considerar que Moreno Bonilla debió aprender lo del ciclo hidrológico, estando de juerga, con la canción de “mi agüita amarilla” y Los Toreros Muertos, que no digo yo que no sirva de forma ilustrativa para entrar en materia en un ámbito infantil, pero que se queda un poco corto para el asunto en cuestión y para fundamentar la ampliación de una concesión de aprovechamiento hidráulico en un espacio natural protegido tan singular como es Sierra Nevada.


La afirmación y cito textualmente, de que “no se pierde ni una gota de la sierra ya que vuelve más tarde al circuito”, expresada por el presidente de la Junta, no se sostiene y ha sido refutada de manera repetida por gestores y científicos especializados. En primer lugar, porque ha quedado demostrado que parte de la nieve se “sublima”, es decir, no se funde, sino que se evapora y se pierde en la atmósfera, o sea, que pasa del estado sólido al estado gaseoso. Para más inri, en la estación de esquí de Sierra Nevada, la más meridional y la de mayor altitud de Europa, esta sublimación es superior a otras latitudes y altitudes y se ha calculado que se sitúa entre el 25 y el 30%.


Siento chafarle el argumento a Moreno Bonilla, al que los gestores de la estación de esquí que han contratado a investigadores que se dedican a cuantificar estas pérdidas debieran haberle advertido, pero es que además, en ocasiones, el retorno llega a lugares distintos de los que se capta el agua produciéndose un ‘trasvase’ entre valles, en nuestro caso del de Dílar al de Monachil, con las consecuencias derivadas para otros usuarios de esta circunstancia.


Además debe tener en cuenta el presidente de la Junta, que asistió en el pasado mes de noviembre en Bakú (Azerbaiyán) a la Conferencia de la ONU sobre el clima, que Andalucía está entre los lugares más vulnerables al cambio climático, que ya ha experimentado una reducción de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas. Como ha certificado el último informe del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada ello conlleva temporadas de esquí más cortas e irregulares ya que la cobertura de nieve está experimentando una marcada reducción que se corresponde con los cambios globales.


Hay que valorar el esfuerzo de Cetursa, de los actuales gestores y de los anteriores, para adoptar medidas de lo que conocemos como gestión adaptativa, optimizando el uso del agua y de la energía, en la producción de nieve y en otras operaciones de la estación de esquí, pero no es de recibo querer “forzar la máquina” aludiendo a la manoseada frase de creación de riqueza y empleo pues la sostenibilidad incluye también dimensiones sociales y ambientales que no se miden con el incremento del PIB. La sostenibilidad no puede fragmentarse, no se es más o menos sostenible, es como el embarazo, o se está o no se está embarazada, o se es o no es sostenible, no caben sostenibilidades parciales ni ‘mediopensionistas’. El desmesurado incremento que se pretende de la concesión de ‘más agua’, es la antesala de la tapada, por ahora, intención recurrente de ampliación de la estación de esquí, el objetivo final perseguido por un sector poderoso de la sociedad granadina que supone un ataque directo a la biodiversidad y al paisaje nevadense.


Como no somos ingenuos no vamos a creer que esta comparecencia y estas declaraciones han sido reflexiones a pie de pista, improvisadas, ante el deslumbramiento de la (escasa) nieve de esta temporada sino que el momento y el lugar ha sido elegido para lanzar mensajes directos a determinadas instancias para ir creando presión y dando instrucciones según proceda.


Quiero creer que será una casualidad que haya coincidido esta salida de tono de Moreno Bonilla, (muy cuestionada en algunos ámbitos por la falta de rigor y de conocimiento que contrasta con cómo han comprado el flojo argumentario la mayoría de los medios de comunicación), con la marcha del presidente del Consejo de Participación del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada. No podemos relacionar ambos hechos pero hubiera colocado al admirado Manuel Titos, defensor a ultranza de la conservación de Sierra Nevada, otra vez más en una posición delicada, y ha soportado varias durante su mandato. Quizás la más sonada fue la de la propuesta de final de etapa de Vuelta Ciclista a España en el corazón del Parque Nacional, en contra de la normativa que regulan las actividades deportivas en este espacio natural protegido. En esta ocasión chocó con el director del Parque, que sorprendentemente estaba a favor de una actividad con un alto impacto ambiental y tuvo que aguantar una situación incómoda en la que la Consejería de Medio Ambiente y los encargados de la conservación de Sierra Nevada intentaron promover la modificación ad hoc del Plan Rector de Uso y Gestión para facilitar esta competición. Afortunadamente un Consejo Extraordinario de este órgano de colaboración de las diferentes administraciones y de participación ciudadana, rechazó mayoritariamente esta locura, haciéndose eco de la movilización social impulsada por científicos, montañeros y ecologistas.


A mí lo que más me duele es que el presidente de la Junta, no tuviera ese día ni una palabra para el resto de Sierra Nevada, mucho más que la estación de esquí, ni una referencia sobre los proyectos para el Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, ni una frase para los 60 municipios de las diferentes comarcas que son también Sierra Nevada. 





lunes, 13 de enero de 2025

Quo vadis, Parque de las Ciencias?

De nuevo escribo sobre el Parque de las Ciencias. Durante mucho tiempo escribía para felicitar los cumpleaños, destacando en ese sentido el reportaje que realicé en Granada Hoy en el vigésimo aniversario, con tres páginas en papel más entradilla en la portada, que en la edición digital podéis leer en los siguientes enlaces:

Parque de las Ciencias, 20 años creciendo

Claves del éxito

y que podéis ver aquí:  El Blog de Ignacio Henares: Parque de las Ciencias: 20 años creciendo.






Hace 3 años y medio, me parece ya una eternidad, al inicio de una nueva etapa,  tras la salida como director de Ernesto Páramo, 'ofrecí' públicamente unas ideas para afrontar el futuro, al haber quedado fuera del 'concurso de méritos' para optar a la gerencia.  Sabía por mis conversaciones con muchas personas, de dentro y de fuera del Parque, que se encontraba en un momento crítico pero no imaginaba la deriva que iba a tomar después y que nos ha conducido al polémico momento actual. También Granada Hoy me brindó esa oportunidad y me salió este artículo:  Apuntes para el futuro del Parque de las Ciencias de Granada. No tuvo mucho eco en los nuevos gestores y responsables públicos. 




Hace ya casi un año hubo una movilización ciudadana para defender el Parque de las Ciencias, que retomó aquél momento de diciembre  de 2019 en el que se produjo el abrazo simbólico de la sociedad granadina a este referente nacional e internacional de la divulgación científica. Yo contribuí con un artículo que, más que escribir, vomité ya que estaba especialmente enfadado y molesto por el ataque y desprecio que se estaba haciendo a nuestro Museo de la Ciencia. Hasta el título me salió fuerte: '¡Basta ya, ni pollas!' | El Independiente de Granada  

Ahora vuelvo a la carga con mi particular análisis de por qué hemos llegado a la situación actual y quiénes son los responsables para intentar contribuir a la justa y necesaria movilización de los 'amigos del Parque de las Ciencias' que somos la inmensa mayoría de la sociedad granadina. 

'Quo vadis?' | El Independiente de Granada


Quo vadis?

Sacando punta.

Ignacio Henares Civantos


El Parque de las Ciencias carece actualmente de un Plan Estratégico y necesita la recomposición de la alianza social e institucional para poder despejar su futuro. Las últimas decisiones nos alejan cada vez más de definir y aclarar hacia dónde va este importante equipamiento educativo, cultural y turístico para Granada.


En los últimos días el Parque de las Ciencias, catedral de la divulgación científica del sur de Europa, (tengo el copyright de esta expresión que utilicé públicamente por primera vez hace más de 20 años y he repetido en diferentes ocasiones en distintos artículos y conferencias), está siendo noticia desgraciadamente por una ‘mala prensa’ que nada tiene que ver con los objetivos y actividades de este equipamiento y que rompen con una tradición que lo había acompañado desde hace (casi) 30 años, en los que el Parque (casi) siempre aportaba nuevas y buenas noticias.


Conozco muy bien su historia y fui protagonista, en vivo y en directo, de su génesis. El día de su apertura oficial al público fui el primero en pasar la bóveda del área ‘Biosfera’, junto a Ernesto Páramo, ya director del Parque, acompañando a Jesús Quero, alcalde de Granada en aquel momento y uno de los principales actores que propiciaron su construcción, y a la por entonces consejera de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía, que asistía a aquella solemne inauguración. Era el 8 de mayo de 1995, que durante muchos años se conmemoró con un “día de puertas abiertas”, que en los últimos años se ha pasado al Día de Andalucía. Los reporteros gráficos de los medios de comunicación granadinos presentes en aquél remoto día me enviaron fotografías del dulce momento.


La presencia del gobierno andaluz no era una casualidad ni meramente protocolaria. La especial invitación se debía a que por aquellos días estábamos preparando desde el ayuntamiento de Granada los estatutos del Consorcio y cerrando el modelo de gestión que, tras algunos retoques posteriores, ha servido para colocar al Parque de las Ciencias como uno de los referentes en su materia dentro y fuera de España a la vez que una de las instituciones públicas de las que la sociedad granadina se ha sentido más orgullosa. Era una forma de implicarlos en la necesaria colaboración en la gestión futura de la Junta, conscientes de la dimensión que pretendíamos y que pronto se alcanzó. En este punto fue especialmente determinante la influencia de Manuel Pezzi, consejero de Medio Ambiente y de Educación en los 90, cuya apuesta por el Parque de las Ciencias había arrancado siendo teniente de alcalde de Obras Públicas y Urbanismo del ayuntamiento de Granada con Jesús Quero hasta su marcha al gobierno andaluz, ya con las obras bastante avanzadas del Parque de las Ciencias.


Últimamente desde ‘el Parque’ nos llegan demasiadas noticias negativas. La más reciente que nos ha deparado ha sido el despido, ‘ejecutado’ mediante burofax la semana pasada, (aunque ya se rumoreaba con anterioridad), de los tres asesores científicos. Al parecer el cañonazo iba dirigido al anterior director y las otras dos personas han sido lo que se llama víctimas colaterales. Hay que considerar, al menos, que esta medida se ha realizado “con malas artes”, si es que no hay también alguna irregularidad en la forma en la que se ‘coló’ el acuerdo en el Consejo Rector, según las manifestaciones recogidas por los asistentes a esta reunión en distintos medios de comunicación.

Las explicaciones dadas por los responsables de la Junta y el director ‘saliente’ no son satisfactorias y, ni los implicados merecen esa respuesta, ni la opinión pública puede quedar satisfecha ante esta inadecuada forma de proceder por lo que las sospechas que circulan por los mentideros de que las verdaderas razones están ocultas están más que justificadas.


Pero puestos a dimensionar en justicia esta última polémica hay que relativizar su importancia. A mí me parece lo menos relevante de los problemas que se están produciendo sobre el funcionamiento y la gestión del Parque de las Ciencias en los últimos años. La más grave quizá, y la que podrá tener peores consecuencias futuras, es el anunciado recorte en más de un millón de euros, (un uno y seis ceros), del presupuesto que la Junta de Andalucía aporta al Consorcio para el 2025. Y no he visto ni escuchado una contundente respuesta social. Pero supone que los problemas de infraestructuras denunciados, la falta de personal (que no se ha aumentado proporcionalmente al crecimiento del Parque), el evidente deterioro de las instalaciones, (con módulos que deben ser sustituidos y otros fuera de funcionamiento)... se verán agravados inexorablemente con este tijeretazo del gobierno de Moreno Bonilla que supone más del 10% del total del presupuesto con respecto a ejercicios anteriores.


Igualmente se va a resentir uno de los atractivos que deberían ser revulsivos pero que se está convirtiendo en uno de los grandes déficits actuales de la oferta de actividades del Parque de las Ciencias. La ausencia de exposiciones de gran nivel e interés está suponiendo ya un ‘atascamiento’ que priva de captar nuevos visitantes y supone una queja de los asiduos o frecuentes. Como ejemplo paradigmático de esta carencia tenemos la broma de la exposición secuela del Titanic del año pasado de la que la gente salía preguntando: ¿por dónde continúa la exposición?


En todo caso, este último incidente con el cese fulminante de los asesores científicos honorarios, ¿qué prisa había, podían haber seguido mientras sigue el que los propuso?, sí es un síntoma de lo que está ocurriendo y del ‘mal ambiente’ interno reinante que debe servir como toque de atención, para los que aún no habían advertido la deriva que acompaña al Parque de las Ciencias de Granada de un tiempo para acá, y como señal de que requiere una reacción de la sociedad granadina como la que se dio con la propuesta del ejecutivo de Moreno Bonilla de creación del Instituto Andaluz de Divulgación Educativa. Esa movilización encabezada por la Asociación de Amigos del Parque de las Ciencias sirvió para frenar el intento del gobierno andaluz de llevarse a Málaga este chiringuito de nuevo cuño. Les toca ahora de nuevo abanderar y vertebrar una respuesta ciudadana contundente y, espero, que definitiva. Yo contribuí modestamente a sacudir el avispero y fui, por lo menos, uno de los primeros en alertar con mi columna en el Independiente de Granada: '¡Basta ya, ni pollas!'


Es difícil encontrar una explicación a por qué está ocurriendo esta devaluación y adivinar por qué se está consintiendo por los responsables políticos. En conversaciones al respecto con personas que comparten este análisis y preocupación, he escuchado opiniones que señalan que esta doble circunstancia de no tener en la presidencia del Consorcio, (ni alrededor), ni en la dirección del Parque a nadie que le duela, conozca y tenga clara la importancia de esta institución y lo que supone para nuestra ciudad desde el punto de vista educativo, cultural, científico e incluso emocional. No hay nadie liderando el futuro y el Plan es que no hay planes. Se vive de la inercia y lo que han hecho los nuevos directivos es ‘okupar’ físicamente el sitio pero no ocuparse de planificar y gestionar.


Otros, por contra, piensan y temen que sí hay planes y se están desarrollando y los problemas que afloran son los síntomas que nos conducen a una mayor externalización de la gestión, dicho en román paladino, a una privatización encubierta. En este sentido las preocupantes declaraciones de los responsables de la Junta indicando que “estamos en una etapa de transición”, en la que no se sabe hacia dónde, confirmarían estas tesis.


Desde mi estrecha relación con el Parque de las Ciencias y con sus trabajadores desde su origen y durante estas tres décadas, he elaborado mi propia teoría, que sumo a los argumentos anteriores, al respecto de la crisis económica, de gestión y reputacional, que está viviendo desde hace unos años. Previamente quisiera señalar que en mi opinión, una de las razones del incuestionable éxito (de público y de crítica) de nuestro Museo de Ciencia, que ha supuesto a la vez una de sus fortalezas, ha sido que siempre tuvo un Plan, uno a corto/medio plazo y otro con visión estratégica, perfectamente alineados, que explican su evolución y crecimiento en el que se han ido acometiendo diferentes fases que estaban en la cabeza, en los planos y proyectos del equipo gestor capitaneados por el hiper-liderazgo de su director (que fue muy útil en algún momento pero al final se ha convertido en una rémora). Asociada a esta visión iba una implicación de todo el equipo (desde los principales responsables hasta ‘el último mono’) en la misión del Parque de las Ciencias, que podemos resumir en que remaban “todos a una” para convertirlo en el mejor de España. La complicidad de todos los trabajadores y el acompañamiento y respaldo de las instituciones, y de la mayoría de la sociedad granadina, han sido esenciales y decisivas en este difícil logro.


Esta visión y misión, que han sido claves para entender la historia del Parque de las Ciencias, se truncan coincidiendo con el nuevo modelo de gestión y la crisis de crecimiento derivada de la inauguración de la Cuarta Fase. Desde entonces se han ido rompiendo lazos internos y externos y se ha ido deteriorando progresivamente la gestión, desde fuera de manera aparentemente inexplicable. Y esta crisis se ha acelerado en los últimos años con dos elementos objetivos: el cambio de gobierno en Andalucía primero y después el relevo en la dirección.


La llegada del Partido Popular al gobierno de la Junta de Andalucía supuso un distanciamiento, no sé si intencionado, de estos postulados y un desprecio a ‘lo granadino’. Primero, consolidando el alejamiento de la toma de decisiones y desplazando hacia Sevilla la gestión hasta de los más nimios asuntos cotidianos. Además, desde que Moreno Bonilla es presidente, en estos últimos seis años, la cabeza del Consorcio ha estado fuera de Granada. Hasta entonces siempre había habido algún granadino o granadina ocupando este importante puesto que ejercía de puente, de defensor, de impulsor y promotor, de avalista principal... hacia dentro y hacia fuera del gobierno andaluz, de este Museo. Y lo hicieron de manera ejemplar y extraordinaria, todos y todas con gran pasión y dedicación, destinando una parte importante de su agenda a estas tareas.


Un proyecto granadino de éxito, concebido e impulsado desde lo local, convertido, por méritos propios, en una seña de identidad del conjunto de Andalucía, como consta en el propio logotipo actual (Parque de las Ciencias. Andalucía-Granada), se está convirtiendo en un problema del gobierno andaluz, (hasta los actuales dirigentes granadinos del Partido en el gobierno de la Junta, de la Diputación y del ayuntamiento lo consideran así y pasan de tomar cartas en el asunto). Y eso parece confirmarse cuando los sucesivos presidentes/as del Consorcio de los últimos años nos los han colocado desde Sevilla y todos/as han pasado con más pena que gloria. A ninguno/a le ha dolido y/o no ha sabido entender el momento que vivía esta institución y proyectar el camino a recorrer.


Por otra parte, la llegada de Luis Alcalá, al relevo de Ernesto Páramo, a la vista está, ha supuesto uno de los principales errores y herencias de su sempiterno director ya que él tuvo una gran influencia en su aterrizaje por estos lares. El todavía director, no sabemos si en funciones, interino o en prórroga, no tenía ninguna conexión anterior, ni profesional ni sentimental, con nuestro Parque de las Ciencias, y su paso por la dirección-gerencia ha ahondado más en esta brecha de conexión con la sociedad granadina y ha profundizado las grietas en la gestión del equipo humano que trabaja en el Parque de las Ciencias, a la vez que está conduciendo a una mayor precarización del empleo en las empresas que trabajan para el Consorcio. Lamento haber tenido razón en mis pre-juicios, pero hoy podemos constatar, con pesar, que del todos a una se ha pasado a que cada uno va a su bola”, (menos el director y su nuevo equipo que van a la suya). Y en el último tramo parece que se le ha encomendado una suerte de limpiar la era para la nueva etapa que se avecina. Este es uno de los lastres principales para la necesaria reconducción de la situación actual.


La salida anunciada en diferido de Luis Alcalá, en un momento crítico como es la celebración del 30 aniversario y con el consabido recorte de los presupuestos por parte de la Junta de Andalucía, me parece una irresponsabilidad, además acrecentada por la toma de decisiones que se están produciendo. Pero habrá que hacer de la necesidad virtud y construir en torno a este cambio una solución al manifiesto problema de gestión interna, económico-administrativa y de personal, que arrastra desde hace años. En honor a la verdad estos problemas son previos a la llegada del actual director para ser justos, aunque también es cierto que en los últimos tres años no han hecho más que empeorar.


De paso hay que abordar la recomposición dellazo (social) que se rompió cuando el abrazo. La restauración de la conexión del Parque de las Ciencias con nuestra sociedad, reforzando el sentimiento de identidad de los granadinos con ‘su’ Museo de la Ciencia y el orgullo de contar con este equipamiento emblemático en Granada, es una conditio sine que non, para relanzar su imagen y para afrontar los retos pendientes y futuros. Volver a ser lo que fuimos”, como dice nuestro himno, la catedral de la divulgación científica del sur de Europa. Hagámoslo, por Granada, Andalucía, España y la humanidad siguiendo con el estribillo (adaptado) de esa canción