Esta semana escribo junto al profesor Julio de la Rosa además (autor de las imágenes) sobre un alga invasora que ha llegado a nuestras costas: impactos ecológicos y económicos, cómo llegó, su vertiginosa expansión y cómo actuar frente a ella.
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ALGAS
‘INVASORAS’
Una
especie de origen asiático está poniendo en riesgo la
biodiversidad, el equilibrio natural de los hábitats marinos y puede
ocasionar perjuicios económicos tanto a la pesca como al turismo.
Las
invasiones biológicas son consideradas como la segunda causa en
importancia en relación a la pérdida de biodiversidad de los
océanos y mares. Catorce especies de algas exóticas con carácter
invasor (una de ellas de agua dulce) se han catalogado en los últimos
años en nuestro país con diferentes grados de expansión y
consecuencias ambientales. Entre ellas destaca la llegada del ‘alga
asiática’, cuyo nombre científico es Rugulopteryx okamurae,
una especie de alga parda, con talos de entre 11 y 33
centímetros, originaria del océano Pacífico noroccidental,
(Corea, Japón, China, Taiwan, Filipinas…), donde se desarrolla
sobre fondos rocosos entre la superficie y los 7 metros de
profundidad, aunque puede llegar hasta los 15. Rugulopteryx
okamurae presenta talos planos, acintados y ramificados
dicotómicamente, con tonalidades variables entre el verde oliváceo,
el marrón y el ocre, morfología y color típicos de la familia en
la que se incluye.
Alga
asiática. Detalle de los talos
Este
alga es muy similar a otras especies de la familia Dictyotaceae
nativas del mar de Alborán, por lo que diferenciarla de otras
especies autóctonas como, por ejemplo, Dyctiota dichotoma, es
difícil y para hacerlo de forma positiva debe hacerse mediante el
uso de un microscopio, lo que a veces imposibilita su detección
rápida en el terreno incluso a ojos de un experto. No obstante,
ninguna de las especies autóctonas de esta familia protagonizan
fenómenos de acumulación masiva, o lo hacen rara vez, por lo que la
detección de estos acúmulos puede ser ya un indicativo bastante
fiable de la presencia de esta especie invasora.
Rugulopteryx
okamurae exhibe una capacidad competitiva y de colonización
extraordinaria con un incremento de biomasa anual desmesurado, y nada
comparable respecto a otras especies de algas invasoras que han
llegado al litoral español. La reproducción de este alga es
tremendamente eficaz y tiene lugar por mecanismos sexuales (gametos),
asexuales (esporas) y vegetativos (formación de propágulos), si
bien fuera de su área nativa solo se ha podido constatar la
presencia de los dos primeros. Esta elevada capacidad reproductora
explica que, en los fondos invadidos, compita de manera muy efectiva
con las especies autóctonas de las comunidades de algas fotófilas,
fondos de coralígenos o praderas de fanerógamas marinas, mostrando
una amplitud batimétrica que puede superar los 50 metros de
profundidad, muy superior a la observada en su área nativa.
Además
de este desarrollo masivo sobre los sustratos marinos R.
okamurae puede encontrarse y proliferar en suspensión en la
columna de agua. Esta espectacular proliferación produce importantes
acúmulos de biomasa que pueden quedar depositados sobre el lecho
marino o sobre la línea de costa y playas.
Fragmentos
de Ruguloptery okamurae en suspensión
El
impacto ambiental que está produciendo en los fondos marinos
españoles no tiene precedente y, en contra de su procedencia de
origen, su expansión no es nada ‘pacífica’.
Una
vertiginosa expansión.
El
‘alga asiática’ se identificó por primera vez en España en los
arribazones que llegaron al litoral de Ceuta a finales de 2015,
aunque desde el 2002 ya se había constatado su presencia en el sur
de Francia, en la laguna de Thau, si bien aquí nunca ha mostrado un
comportamiento invasor. En 2016 se observa por primera vez en aguas
del Estrecho de Gibraltar, expandiéndose de manera rápida a ambos
lados del mar Mediterráneo, desde las costas de Cádiz y Málaga, a
la costa levantina, sur de Francia y costas italianas y hasta las
islas Chafarinas en la parte africana. Por el oeste, ya se ha
expandido por las costas portuguesas tanto continentales como
insulares y en las Islas Canarias, y las últimas observaciones
sitúan su presencia en el mar
Cantábrico.
Los
primeros indicios sobre la presencia del alga en aguas de la costa de
Granada provienen de la obtención en octubre de 2019 de restos
provenientes de arrastres pesqueros faenando a unos 250 m de
profundidad en el entorno de Guardias Viejas-La Rábita. A finales de
2019 investigadores del Aula del Mar de la UGR dirigidos por Julio De
la Rosa detectaron por primera vez en nuestra costa granadina esta
especie exótica invasora de forma asentada en la localidad de
Cambriles, asociada una pradera de Posidonia
oceanica,
alertando de los problemas ligados a la propagación de esta especie.
A partir de ese momento se empezaron a descubrir nuevas localidades a
lo largo de todo el litoral de la provincia de Granada, donde
actualmente se encuentra bastante extendida.
En
la imagen se muestra el carácter ‘invasor’ de Rugulopteryx
okamurae
Un
ambiente propicio.
El
Estudio
del seguimiento del alga Rugulopteryx okamurae y sus implicaciones en
la actividad pesquera y economía azul,
desarrollado por la consultora ambiental Gestemasur, (especializada
en estudios marinos), y financiado por la Junta de Andalucía a
través de fondos europeos, ha avanzado que la ‘tropicalización’
de nuestros hábitats marinos, propiciada por el fenómeno del cambio
global en general, y el cambio climático en particular, puede ser
uno de los factores que esté ayudando al asentamiento de esta
especie invasora que se ve favorecida por su amplitud térmica. Su
rápida
diseminación
se ha visto facilitada además
por
las corrientes
marinas que
fluyen por el mar
de Alborán.
Diferentes
estudios científicos han certificado también que el deterioro de
las playas andaluzas ha favorecido esta expansión ya que las aguas
están muy cargadas de nutrientes a causa de una deficiente
depuración de las aguas residuales y el deficiente estado de
conservación de las comunidades nativas, cuando no la pérdida de la
biodiversidad local por diferentes motivos, también ha facilitado
la colonización de este alga invasora que ocupa los ‘espacios
vacíos’ dejados por la vegetación autóctona.
La
fuerte presión que ejercen los propágulos y la carencia de una
política de detección precoz y de prevención contra las especies
invasoras cierran las causas de este rápido, críptico y
‘silencioso’ avance.
¿Cómo
llegó a España el alga asiática?
Se
considera que la llegada de R. okamurae a Europa fue no
intencionada y muy probablemente esté asociada a las aguas de lastre
–la que se toma o suelta para estabilizar el buque durante su
navegación– de buques y navíos mercantes, y/o a los
cultivos marinos, (fundamentalmente de ostras o almejas). Según los
expertos, el alga asiática llegó a las costas españolas por el
tráfico marítimo y los análisis
genéticos realizados apuntan a que todos los ejemplares colectados
hasta ahora provienen de una única oleada llegada a un puerto del
Estrecho. Experiencias realizadas con este alga, simulando las
condiciones presentes en el agua de lastre en los mercantes, han
confirmado que son capaces de ‘resistir’ el largo viaje ‘a
oscuras’ de varias semanas desde los remotos hábitats originarios.
Una
vez llegadas a nuestras costas, aunque puedan moverse debido a las
corrientes marinas, se considera que las artes de pesca, los
sistemas de fondeo de embarcaciones recreativas, los equipos de buceo
sin limpiar o la propia basura marina son los elementos de dispersión
secundaria que multiplican la propagación y la rápida expansión a
nuevas áreas.
Impactos
ecológicos y
económicos.
Además
de la rápida expansión de esta alga invasora, que se presenta en
forma de “arribazones” como grandes montones tanto en el fondo
del mar como en las playas, (especialmente en la época veraniega),
lo que caracteriza a esta especie es que, además de los impactos que
produce sobre los hábitats marinos y la biodiversidad, afecta
directamente a sectores productivos como la pesca o el turismo.
' Arribazones'
del alga asiática en una playa andaluza
A
nivel ecológico. La rápida colonización del
alga asiática está modificando
los hábitats y su rápido crecimiento y la
demanda de nutrientes afecta
a la biodiversidad, generando una homogeneización y empobrecimiento
de los ecosistemas marinos. Esta situación afecta a prácticamente
todos los
espacios y hábitats marinos en los que está presente, incluyendo
espacios protegidos de gran valor ecológico como los Parques
Naturales andaluces del Estrecho y del Cabo de Gata o el Paraje
Natural Maro-Cerro Gordo, entre las provincias de Granada y Málaga.
A
nivel económico, el alga asiática está produciendo
importantes impactos en el sector pesquero produciendo disminuciones
de capturas, (se ha calculado que para el sector pesquero granadino
hay ya una merma del 30% de las descargas en la lonja de Motril),
aparte del deterioro de las artes de pesca (arrastre y trasmallo) e
inversión de tiempo y recursos en la limpieza de los equipos
infectados por el alga.
Igualmente,
la llegada masiva de algas a las playas también está incrementando
los costes de mantenimiento, retirada y gestión de los
arribazones que llegan por las corrientes y el oleaje y se acumulan
en las orillas.
Estos
arribazones llegan a tener grandes dimensiones, impidiendo el
tránsito de personas en las playas y produciendo malos
olores
que
se ven incrementados
con las altas
temperaturas
veraniegas. Un
gran
número
de playas andaluzas
padecen
esta presencia masiva cuya
retirada
incrementa notablemente
los
gastos de limpieza
y mantenimiento
que
soportan los ayuntamientos.
Los
riesgos de pérdida
de potenciales turistas que buscan sol y playas
‘limpias’
es también una cuestión cultural ya que el
rechazo afecta
a
las
especies autóctonas cuya retirada no es una exigencia ‘sanitaria’.
¿Cómo
combatir esta expansión?
Las
invasiones de especies de flora y fauna en el medio marino son muy
difíciles de abordar por diversas razones y deben de acometerse en
los estadios iniciales por lo que la mejor manera de combatirlas es
la prevención y, en su caso, la detección precoz en aquellos
lugares en los que aún no ha llegado, con especial atención a los
‘puntos calientes’ de entrada como son los puertos deportivos y
comerciales, cumpliendo entre otras medidas las derivadas del
Convenio internacional para el control y la gestión del agua de
lastre y los sedimentos de los buques, 2004) o Convenio BWM, un
tratado adoptado por la Organización Marítima Internacional que
España ratificó en 2015.
Para
controlar la
expansión de las
algas invasoras se
han
propuesto diversas
estrategias: monitoreo
y detección temprana, retirada manual, barreras físicas, control
biológico, educación y sensibilización, restricciones en el
transporte marítimo… En
el caso del alga asiática, y dada la envergadura y extensión de
la invasión ya
producida, lo más adecuado debe ser seguir monitoreando, de la
manera más amplia posible, y observar la respuesta que los propios
ecosistemas están haciendo, adaptando
las diferentes acciones que
puedan adoptarse para
un control eficaz de la expansión
del alga asiática y la
protección de los
ecosistemas locales, poniendo
especial énfasis en los espacios y especies más valiosos y
sensibles. Mientras tanto, se puede, y se debe, mitigar los impactos
sobre los sectores afectados con ayudas que podrían provenir en
parte de la valorización de la retirada de la biomasa de las playas.
Catalogación,
¿solución o problema?
Rugulopteryx
okamurae se
incluyó en 2020
en
el Catálogo español de especies exóticas invasoras y
más
tarde, en 2022,
en
la Lista
de Especies Exóticas Invasoras preocupantes para la Unión Europea.
Por
dicha razón, en cumplimiento de
la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, el
Ministerio de Transición Ecológica aprobó en el
año 2022
una
Estrategia
Nacional
para luchar contra esta especie invasora, teniendo en cuenta la
naturaleza e intensidad de los impactos ecológicos y económicos que
produce sobre los bienes y servicios ecosistémicos del litoral
español. Las
acciones
incluidas
en esta
Estrategia van
desde la erradicación, contención o control poblacional hasta el
manejo de hábitats, prevención de su
dispersión
y monitoreo y seguimiento
de los focos detectados.
En
la actualidad hay diferentes proyectos en
desarrollo así como varías líneas de investigación abiertas al
respecto entre
las que se incluyen iniciativas
que analizan
la
valorización de la
extracción de estas algas invasoras en base a usos
posibles derivados
de sus
eventuales
propiedades
médicas, o
bien para su utilización en
agricultura, en la construcción o para producción de metano. Todos
estos usos
aún están en fase piloto. La
posibilidad de una eventual explotación
a nivel comercial choca
con la normativa actual ya
que la inclusión en el Catálogo
de Especies Exóticas Invasoras que prohíbe la comercialización de
estas especies.
El
citado estudio de “Seguimiento del alga Rugulopteryx okamurae y sus
implicaciones en la actividad pesquera y economía azul”, a partir
de los trabajos de campo y las encuestas realizadas, propone una
serie de recomendaciones para el sector pesquero granadino en las que
incluye una zonificación con áreas de riesgo en las que deben
seguirse unas medidas preventivas así como una exclusión de la
actividad pesquera en las zonas detectadas de acumulación masiva de
algas.