sábado, 25 de enero de 2025

¿Por qué el mar es azul?

Tras un paréntesis vacacional vuelvo con mis artículos de la serie #LaMarDeBiodiversidad en Granada Hoy. Esta semana doy respuesta a por qué el mar es azul. Spoiler: no es aquello que te dijeron que era un reflejo del cielo. De extra incluyo un anexo de "mares de colores"




Enlace a la edición digital: ¿Por qué el mar es azul?


¿Por qué el mar es azul?


  • Vemos el mar azul porque el agua dispersa más la luz de este color, en todas direcciones, que la de otros colores

  • El color del mar puede variar dependiendo de otros factores como la profundidad del agua o la presencia de algas, sedimentos o minerales disueltos.


Desde pequeños nos intriga el ‘misterio’ que se esconde detrás del color del mar y saber responder a por qué si el agua es transparente el mar es azul. En muchos momentos no hemos encontrado respuesta satisfactoria o no han sabido resolvernos esta aparente paradoja; en ocasiones la explicación que recibimos no es la adecuada o acertada como cuando escuchamos que se debe a un “reflejo del cielo” que además nos lleva a otro interrogante enigmático: ¿por qué el cielo es azul?

Quizás esta insatisfacción, como en otras cuestiones, se deba a que nos faltan unos conocimientos científicos básicos, en este caso de la física óptica. Para adentrarnos en el fenómeno del color del mar, es fundamental comprender cómo percibimos los colores en nuestro entorno. Debemos partir de que los objetos no poseen colores intrínsecos en sí mismos. Nuestros ojos captan la luz que es reflejada por los objetos y, a través de un proceso en el cerebro, esta información se traduce en imágenes que interpretamos como colores y formas.

La absorción y dispersión de la luz

La luz es la principal responsable del color del agua marina. El sol nos envía un amplio espectro de radiaciones electromagnéticas, de las cuales solamente es visible una parte, la incluida entre el rojo y el violeta (los dos extremos del arco iris), cuya suma nos da la luz blanca, compuesta por todos los colores del espectro visible. Todo lo que vemos a nuestro alrededor es debido a que los objetos absorben o reflejan unos determinados colores. En contraposición el negro sería la ausencia de todos los colores, de todo reflejo de la luz.

En el caso del agua de mares y océanos el característico color azul ‘marino’ surge de su interacción con la luz solar. Cuando esta penetra en la superficie del agua, es absorbida por las moléculas del líquido que tienen una mayor afinidad por los colores más cálidos, lo que resulta en la absorción de las longitudes de onda más larga (rojas y naranjas). En contraste, las longitudes de onda más corta (azules y verdes) son reflejadas hacia arriba. Nuestros ojos captan esta luz reflejada como el característico y evocador color azul que asociamos con el mar.

Variabilidad del color del mar

El color del mar puede cambiar por diferentes factores físicos o biológicos como las partículas en suspensión, turbidez o presencia de diferentes microorganismos. En primer lugar, en relación con la absorción de la luz blanca, el color del mar cambia en función de las horas del día y de las estaciones del año, por la diferente incidencia de los rayos solares sobre la superficie terrestre.

Cuando el cielo está nublado, el agua se ve menos brillante, y el cielo también, ya que este dispersa la luz de manera diferente haciendo que el mar pierda sus colores más intensos viéndose más gris, verde oscuro e incluso marrón. Sin la luz solar directa los reflejos en el agua no son tan fuertes por lo que el mar nos parece más opaco y menos ‘vibrante’.

Más profundo, más azul


La influencia de la profundidad marina en el color es un fascinante fenómeno. A medida que nos adentramos en aguas más profundas, la intensificación de la absorción selectiva de los colores cálidos refuerza la presencia del azul, más azul cuanto más profundo es, debido a la atenuación de la luz, hasta parecer negra en las profundidades oceánicas, donde la luz solar ya no llega, pintando un panorama sereno y cautivador que evoca la inmensidad del océano.

Por contra, en una playa poco profunda de arena blanca, el agua es transparente sobre todo en los primeros metros junto a la orilla. En zonas someras, la luz solar penetra hasta el lecho marino, produciendo tonalidades azules más claras.

Y el verde, ¿de dónde viene?

El agua del mar se pone verde cuando existen elementos que provocan el reflejo de dicho color. Este fenómeno de las aguas verdes resulta otro intrigante enigma de la naturaleza. Esta variación cromática es el resultado de una compleja interacción entre rayos solares, organismos marinos y elementos disueltos.

La presencia de algas microscópicas, conocidas como fitoplancton, es uno de los principales protagonistas de este fenómeno. Estas diminutas plantas acuáticas contienen pigmentos verdes, como la clorofila, que absorben la luz solar para realizar la fotosíntesis. Cuando su concentración es alta, el agua puede adquirir un tono verdoso. Además, la composición química y los minerales en suspensión también contribuyen a esta coloración. En algunos casos, las aguas ricas en nutrientes pueden favorecer la proliferación del fitoplancton, intensificando el color verde. El cambio climático y la contaminación orgánica están provocando que los mares y océanos se estén volviendo más verdes al incrementarse la energía que reciben y los nutrientes.

Observar este espectáculo natural es un recordatorio de la asombrosa diversidad y complejidad de los ecosistemas marinos, donde cada matiz cuenta una historia única.

Mares color turquesa. Se da esta tonalidad en mares en los que el agua es cristalina y poco profunda y los fondos son arenosos o de rocas claras, en el que las partículas microscópicas (algas y el plancton) ayudan a reflejar una luz de gran intensidad de manera que crea ese hermoso color. Este fenómeno es común, aunque no exclusivo, en lugares tropicales con fondos de coral o arena blanca, como en las islas del Caribe o el Pacífico.

‘Mareas rojas’. Se conoce así a un fenómeno producido por una proliferación excesiva de algas, (conocida como FAN -floración de algas nocivas- o HABs, sus siglas en inglés). Con frecuencia producen pigmentos que dan al agua un tono rojizo o marrón oscuro. No todas las FAN provocan una marea roja visible, ya que algunas pueden ser de colores distintos o incoloras. Pueden ocurrir en cualquier parte del mundo, pero son más comunes en aguas costeras y en regiones donde las condiciones ambientales favorecen el crecimiento de algas, como la temperatura del agua, la salinidad y la disponibilidad de nutrientes.

Mar Púrpura: En algunos lugares esta tonalidad puede producirse por la presencia de cianobacterias.

MARES (con nombres) ‘DE COLORES’

Mar Rojo

Se encuentra en el océano Índico, entre los continentes de África y Asia. Este mar conecta con el océano por el sur, puesto que al norte se encuentra la península del Sinaí. Su área total es de unos 450.000 km2, llegando a medir 2.200 km de largo y alcanzando una profundidad media de 490-500 metros, aunque su punto más profundo se encuentra a 2.130 metros bajo del nivel del mar. La temperatura de la superficie del agua no varía demasiado, unos 2ºC en invierno y llegando a los 30ºC en verano, lo cual convierte al mar Rojo en el mar más cálido del mundo. Además, se trata de un mar con una salinidad elevada, ya que debido a sus altas temperaturas el fenómeno de evaporación es muy frecuente, mientras que las precipitaciones son escasas y poco frecuentes.

Con todo ello, el mar Rojo posee especies animales y vegetales únicas que no se encuentran en otros mares y océanos debido a su aislamiento relativo de otras masas marinas. Más del 10% de sus especies son endémicas. Asimismo, debido a la calidez de sus aguas abundan los arrecifes coralinos, llegando a alcanzar los 2.000 kilómetros de longitud y dan soporte a una enorme biomasa y diversidad de vida animal. Se pueden encontrar varias especies de tortugas, (algunas en peligro de extinción), así como almejas gigantes, rayas, tiburones de punta blanca o diversas especies de delfines.

¿Por qué se le llama mar Rojo? La respuesta no es clara barajándose diversas teorías en la actualidad para explicar el origen de esta denominación. La primera hace referencia a mareas rojas producidas por afloramientos estacionales cercanos a la superficie del agua de una especie de cianobacteria denominada Trichodesmium erythraeum que tiñe las aguas de este color rojo. Otras teorías apuntan a que el nombre deviene de las algas que se encuentran en él en grandes cantidades. Durante algunas estaciones del año, estas algas sufren un proceso de desarrollo que hace que las aguas se tiñan de un tono marrón rojizo.

Otros buscan el origen suponiendo que el Mar Rojo recibe su nombre a causa de los paisajes montañosos que lo rodean y se reflejan en sus aguas señalando que los navegantes antiguos lo denominaron así al ver reflejados sobre él los acantilados rojizos. De forma equivalente ocurre con la hipótesis que busca la explicación en el Monte Sinaí que se encuentra muy próximo a este mar. Estas montañas son ricas en minerales rojizos, razón por la cual también se denominan montañas rubí. Durante las primeras horas de la mañana los rayos del sol alumbran dicho monte, lo cual hace que se refleje en el agua y que esta adquiera esta tonalidad rojiza característica.

Existe otra hipótesis similar que hace referencia a las últimas horas de la tarde cuando cae el sol en la frontera entre Israel y Egipto. En este momento el mar adquiere una tonalidad rojiza al servir de espejo al cielo y, a la idea anteriormente mencionada, a las montañas y acantilados de tonos rojizos que lo rodean.

Hay otras explicaciones que quieren encontrar el origen en los textos bíblicos, en especial al episodio en el cual Moisés, amparado por el poder de Dios, logró separar las aguas de este mar a ambos lados para poder escapar con el pueblo de Israel. Sin embargo, cuando los egipcios intentaron perseguirlos las aguas del mar se cerraron sobre ellos y su sangre tornó las aguas del mar de color rojo.

También podemos encontrar otras teorías menos ‘románticas’ como la que achaca la denominación de mar Rojo a un simple error de traducción al convertir los textos bíblicos del hebreo al griego. Originalmente la traducción correcta era "mar de juncos", y que la errata proviene de confundir en inglés “reed” (junco) con “red” (rojo).

Finalmente hay quien busca la explicación en los puntos cardinales, señalando que el nombre hace referencia a una localización geográfica concreta, puesto que en algunos pueblos asiáticos, como los antiguos persas, se utilizaban colores para denominar las orientaciones. Concretamente, el rojo haría referencia al sur, y de forma equivalente el negro correspondería al norte, donde precisamente se encuentra el Mar Negro.

Mar Negro

El Mar Negro está entre Asia y Europa, rodeado por 6 países: Turquía, al Sur; Bulgaria y Rumanía, al Oeste; Ucrania, al Norte de este mar y Rusia y Georgia al Este. Antiguamente se llamaba Ponto Euxino, y aunque parece estar lejos de otros mares y de océanos, en realidad está conectado con el mar Mediterráneo a través del estrecho del Bósforo. Mide unos 600 km de norte a sur y unos 1.175 km de este a oeste. Su superficie es de 436.400 km². La profundidad máxima de este mar es de 2.245 metros y su capacidad es de 547.000 km3.

¿Por qué se llama mar Negro? El nombre actual no coincide con el que era conocido en civilizaciones antiguas que lo llamaron de diferentes formas. Pero entre las razones más reconocidas de por qué se llama ahora con este nombre, encontramos que el mar Negro se llama así porque su color es muy oscuro, de hecho no se puede ver nada más allá de 100 metros de distancia. El motivo de que tenga este color tan oscuro y se llame así se considera que es porque en el fondo hay gran cantidad de materia vegetal y lodo negro que se han formado porque en estas aguas hay un alto contenido en sulfuro de hidrógeno.

Este mar no tiene una tasa de sal elevada, al contrario que el mar Muerto, en el que es muy difícil la vida tanto animal como vegetal. En cambio, en el mar Negro, principalmente, se puede encontrar fitoplancton, mejillones cebra, carpas comunes y gobios redondos.

Costa Azul

Costa Azul es un término utilizado para describir una región costera en el sur de Francia, que se extiende desde la frontera italiana hasta la ciudad de Marsella. Esta región es conocida por su belleza natural, el clima cálido y por ser un destino turístico popular para los viajeros de todo el mundo. El nombre proviene del intenso color azul del mar Mediterráneo que baña esta costa, especialmente en los días soleados, aunque también algunos defienden que este término propagandístico se debe a la gran cantidad de días soleados y despejados que hacen que el cielo luzca de un color azul brillante. Además, el término azul también se asocia con la idea de lujo y sofisticación, ya que esta zona ha sido durante mucho tiempo un destino preferido de la jet set europea.

Costa Verde

Costa Verda es el nombre turístico asignado a la costa de Asturias, situada en el mar Cantábrico. Incluye la costa de la provincia marítima de Gijón más la de Avilés. Es la quinta costa de España por extensión, con 345 km de longitud. Está considerada como uno de los litorales mejor preservados del país.

El nombre, adoptado también con fines turísticos, hace alusión al color verde de los campos y montes durante todo el año, que se prolonga hasta las playas. Se trata de una costa escarpada, con acantilados, pero también con extensos arenales y calas.

Costa Dorada

La Costa Dorada, también conocida por su nombre en inglés, Golden Coast, es una región costera en el noreste de España bañada por el mar Mediterráneo. Su nombre evoca imágenes de playas doradas, sol brillante y aguas cristalinas, y se remonta a los años 50 cuando el turismo comenzó a florecer en nuestro país. La denominación se atribuye a la combinación de dos elementos clave: el color dorado de sus playas y la intensa luz del sol que brilla sobre ellas. Este nombre no solo describe visualmente la belleza de la costa, sino que también transmite una sensación de lujo y exclusividad que ha atraído a visitantes de todo el mundo. La Costa Dorada cuenta con un total de 81 kilómetros de playas, desde Salou hasta Cambrils, litoral que se reparten en hasta sesenta playas, buena parte de ellas tienen como común denominador la fina arena dorada y un acceso poco profundo en el interior del mar. La combinación de la arena dorada y el azul intenso del mar crea un contraste visual único que ha cautivado a viajeros durante décadas.

lunes, 20 de enero de 2025

Más agua, es la guerra

 Sigo sacando punta vía el Inde. Con el título de "Más agua, es la guerra" y con esta presentación en redes sociales: De los autores del bulo documental "el agua de los ríos que se pierde en el mar" viene ahora la serie:  "el agua se derrite y vuelve al circuito" con guión del presidente de la Junta de Andalucía. Una película inventada para intentar justificar la duplicación de la concesión de agua a la estación de esquí. 

No sé qué alcance habrá tenido, entre seguidores y per-seguidores, amigos y enemigos, pero sí es una de las últimas columnas que he escrito de las que ha tenido más comentarios directos favorables, especialmente en el ámbito académico y ambiental que creo que entienden mejor los argumentos que aquí despliego y que no caen tan fácil en los cánticos de sirena de la propaganda oficial. 


Enlace a la edición digital: '¡Más agua, es la guerra!' | El Independiente de Granada


¡Más agua, es la guerra!

Sacando punta

Ignacio Henares Civantos


El presidente de la Junta ha venido a desenterrar el hacha de guerra contra la conservación del Parque Nacional y a romper el consenso social de décadas en torno a Sierra Nevada.


La mayoría de las personas, de diferentes generaciones, están familiarizadas con la frase “más leña, es la guerra” que se relaciona con un origen ‘marxista’ (de la película “Los hermanos Marx en el Oeste”). En realidad Groucho nunca usó esta expresión en la versión original ya que lo que grita (en inglés) es Timber!, término que significa madera y que es empleado por los leñadores anglosajones a modo de "¡Tronco va!", cuando un árbol está a punto de caer tras su tala. En todo caso la expresión más leña, o más madera, o la de echar (más) leña al fuego, suele emplearse para indicar que algo se añade para contribuir a agravar una situación.


En algunos pueblos de Sierra Nevada, el agua, un recurso escaso y limitado, cada vez más, se dice que quema pues su uso ha sido históricamente fuente de conflictos y disputas por lo que aquí se puede decir que se aviva un fuego cuando alguien quiere arrimar el agua a su piscina siguiendo con las metáforas.


Es lo que ha ocurrido con la visita de JuanMa Moreno en el tramo final de las navidades a Sierra Nevada, que ha estado, como en otras ocasiones trufada de adanismo, que para los que no estén familiarizados con el término, apuntaré que es la tendencia a comenzar una actividad sin tener en cuenta los progresos que se hayan hecho anteriormente. Parece como si el presidente de la Junta, y la abundante corte de palmeros acompañante, hubieran descubierto el deporte del esquí, inaugurado la estación e inventado los telecabinas y la nieve producida.


De manera suavona, como suele ser habitual en el personaje creado por el aparato propagandístico en torno al presidente de la Junta, ha soltado unas cuantas frases, aparentemente inocentes pero que constituyen una carga de profundidad contra el Parque Nacional y contra el consenso fraguado durante años para buscar el equilibrio entre desarrollo y conservación en Sierra Nevada.


Ha escogido el JuanMa el primer acto político del año, nada más y nada menos, para destaparse pidiendo a las autoridades del Parque Nacional de Sierra Nevada, “más agua para la estación de esquí, con el fin de que pueda producir más nieve artificial”. No sé a quien se refiere el presidente de la Junta con las “autoridades del Parque Nacional” ya que la gestión de este espacio natural protegido, integrado junto al Parque Natural en el Espacio Natural Sierra Nevada, corresponde a la propia Junta de Andalucía, por lo que la máxima autoridad del Parque Nacional es el mismo Moreno Bonilla y su consejera de Medio Ambiente. Yerra también en el tiro el presidente de la Junta ya que la concesión de aguas corresponde al organismo de cuenca, en este caso la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, si bien previo informe, (preceptivo y vinculante), del Espacio Natural de Sierra Nevada, que debe ir incardinado en el procedimiento de evaluación ambiental que requieren estos proyectos con potenciales impactos en la biodiversidad y en el paisaje, especialmente si están en un espacio protegido.


Pero lo que más me interesa destacar es que el presidente justificaba la petición de ‘más agua’, (duplicar la concesión actual de 350.000 metros cúbicos nada más y nada menos), con el argumento de que “este agua se transforma en nieve y luego se derrite y no tiene ningún impacto”. Aparte del aparente desconocimiento normativo del presidente de la Junta y, mucho más grave, de sus múltiples asesores, hay que considerar que Moreno Bonilla debió aprender lo del ciclo hidrológico, estando de juerga, con la canción de “mi agüita amarilla” y Los Toreros Muertos, que no digo yo que no sirva de forma ilustrativa para entrar en materia en un ámbito infantil, pero que se queda un poco corto para el asunto en cuestión y para fundamentar la ampliación de una concesión de aprovechamiento hidráulico en un espacio natural protegido tan singular como es Sierra Nevada.


La afirmación y cito textualmente, de que “no se pierde ni una gota de la sierra ya que vuelve más tarde al circuito”, expresada por el presidente de la Junta, no se sostiene y ha sido refutada de manera repetida por gestores y científicos especializados. En primer lugar, porque ha quedado demostrado que parte de la nieve se “sublima”, es decir, no se funde, sino que se evapora y se pierde en la atmósfera, o sea, que pasa del estado sólido al estado gaseoso. Para más inri, en la estación de esquí de Sierra Nevada, la más meridional y la de mayor altitud de Europa, esta sublimación es superior a otras latitudes y altitudes y se ha calculado que se sitúa entre el 25 y el 30%.


Siento chafarle el argumento a Moreno Bonilla, al que los gestores de la estación de esquí que han contratado a investigadores que se dedican a cuantificar estas pérdidas debieran haberle advertido, pero es que además, en ocasiones, el retorno llega a lugares distintos de los que se capta el agua produciéndose un ‘trasvase’ entre valles, en nuestro caso del de Dílar al de Monachil, con las consecuencias derivadas para otros usuarios de esta circunstancia.


Además debe tener en cuenta el presidente de la Junta, que asistió en el pasado mes de noviembre en Bakú (Azerbaiyán) a la Conferencia de la ONU sobre el clima, que Andalucía está entre los lugares más vulnerables al cambio climático, que ya ha experimentado una reducción de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas. Como ha certificado el último informe del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada ello conlleva temporadas de esquí más cortas e irregulares ya que la cobertura de nieve está experimentando una marcada reducción que se corresponde con los cambios globales.


Hay que valorar el esfuerzo de Cetursa, de los actuales gestores y de los anteriores, para adoptar medidas de lo que conocemos como gestión adaptativa, optimizando el uso del agua y de la energía, en la producción de nieve y en otras operaciones de la estación de esquí, pero no es de recibo querer “forzar la máquina” aludiendo a la manoseada frase de creación de riqueza y empleo pues la sostenibilidad incluye también dimensiones sociales y ambientales que no se miden con el incremento del PIB. La sostenibilidad no puede fragmentarse, no se es más o menos sostenible, es como el embarazo, o se está o no se está embarazada, o se es o no es sostenible, no caben sostenibilidades parciales ni ‘mediopensionistas’. El desmesurado incremento que se pretende de la concesión de ‘más agua’, es la antesala de la tapada, por ahora, intención recurrente de ampliación de la estación de esquí, el objetivo final perseguido por un sector poderoso de la sociedad granadina que supone un ataque directo a la biodiversidad y al paisaje nevadense.


Como no somos ingenuos no vamos a creer que esta comparecencia y estas declaraciones han sido reflexiones a pie de pista, improvisadas, ante el deslumbramiento de la (escasa) nieve de esta temporada sino que el momento y el lugar ha sido elegido para lanzar mensajes directos a determinadas instancias para ir creando presión y dando instrucciones según proceda.


Quiero creer que será una casualidad que haya coincidido esta salida de tono de Moreno Bonilla, (muy cuestionada en algunos ámbitos por la falta de rigor y de conocimiento que contrasta con cómo han comprado el flojo argumentario la mayoría de los medios de comunicación), con la marcha del presidente del Consejo de Participación del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada. No podemos relacionar ambos hechos pero hubiera colocado al admirado Manuel Titos, defensor a ultranza de la conservación de Sierra Nevada, otra vez más en una posición delicada, y ha soportado varias durante su mandato. Quizás la más sonada fue la de la propuesta de final de etapa de Vuelta Ciclista a España en el corazón del Parque Nacional, en contra de la normativa que regulan las actividades deportivas en este espacio natural protegido. En esta ocasión chocó con el director del Parque, que sorprendentemente estaba a favor de una actividad con un alto impacto ambiental y tuvo que aguantar una situación incómoda en la que la Consejería de Medio Ambiente y los encargados de la conservación de Sierra Nevada intentaron promover la modificación ad hoc del Plan Rector de Uso y Gestión para facilitar esta competición. Afortunadamente un Consejo Extraordinario de este órgano de colaboración de las diferentes administraciones y de participación ciudadana, rechazó mayoritariamente esta locura, haciéndose eco de la movilización social impulsada por científicos, montañeros y ecologistas.


A mí lo que más me duele es que el presidente de la Junta, no tuviera ese día ni una palabra para el resto de Sierra Nevada, mucho más que la estación de esquí, ni una referencia sobre los proyectos para el Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, ni una frase para los 60 municipios de las diferentes comarcas que son también Sierra Nevada.