domingo, 14 de septiembre de 2025

Un pez muy 'burro'


Esta semana en La Mar de Biodiversidad, dedico un reportaje a una especie curiosa. 

Un pez muy ‘burro’


Un pez muy ‘burro’

"La Mar de Biodiversidad"

Ignacio Henares Civantos



El pez burro debe su nombre a la característica forma de su cabeza en los ejemplares más grandes y a los sonidos que emite.


Características morfológicas

El pez burro, también conocido como borriquete o burro chiclero, se distingue por un cuerpo oblongo, alto y comprimido lateralmente. Posee una cabeza corta y una boca pequeña con labios gruesos que termina por delante del borde anterior de los ojos. Sus escamas son pequeñas y duras, adherentes al tacto. Las aletas son generalmente azules y, en todo caso, oscuras. La dorsal cuenta con 11 espinas duras y 18 radios blandos, la anal con 3 radios duros y 9 blandos sobre una amplia base carnosa.

Su coloración varía desde un gris parduzco, con reflejos plateados, hasta un gris violáceo, con un dorso más oscuro y un vientre más claro. Los juveniles presentan 2 o 3 bandas longitudinales marrones sobre fondo claro que van desde la frente hasta el pedúnculo caudal.

El tamaño medio ronda los 50-75 cm aunque algunos ejemplares pueden superar el metro, oscilando el peso medio de los adultos entre los 800 gramos y los 2 kilogramos.




Hogar en las profundidades

El borriquete se encuentra distribuido por la costa este del océano Atlántico, desde Francia hasta Angola, y también en la zona occidental del mar Mediterráneo, por lo que es un ‘vecino’ habitual de las aguas del mar de Alborán. De hábitos demersales, es decir, que vive pegado al fondo marino, prefiere los fondos arenosos y fangosos, y a menudo se le puede encontrar en cuevas y oquedades, a profundidades que van desde los 10 hasta los 180 metros.

Desempeña un papel vital en estos ecosistemas marinos. Se alimenta de pequeños invertebrados, como moluscos, equinodermos (incluidos los erizos de mar) y crustáceos, así como de zooplancton, contribuyendo a la limpieza y el equilibrio de los fondos marinos, regulando las poblaciones de estos organismos. Sus mandíbulas fuertes y robustas están adaptadas para romper las conchas de sus presas.

Tienden a formar cardúmenes, conocidos como ‘burreras’, que se agrupan por tamaño y edad. Durante el día, pueden permanecer en la misma zona, a menudo cerca de grietas y cuevas, y por la noche se dispersan para buscar alimento.


Es un pez que se considera común, incluso abundante en algunos lugares. Se puede encontrar fresco en muchas lonjas durante todo el año, siendo más destacable su presencia entre la primavera avanzada y principios de otoño, siendo el momento álgido, finales de verano. Se captura mediante técnicas de arrastre y también de enmalle pero la sobrepesca junto con la degradación de su hábitat pueden afectar a sus poblaciones.


Depredador sigiloso

Aunque no es un pez que destaque por su velocidad, el borriquete es un depredador voraz. Su boca pequeña y las escamas que recubren su cuerpo le permiten alimentarse de manera eficiente de su variada dieta. Su comportamiento, al igual que el de muchos otros peces de fondo, se centra en la búsqueda constante de alimento, moviéndose sigilosamente entre el lecho marino y las oquedades donde se refugia.



Una familia de roncadores

El nombre científico del pez burro es Plectorhinchus mediterraneus y pertenece a la familia de los haemúlidos, un grupo diverso y extendido de peces marinos que habitan en aguas tropicales y subtropicales de todo el mundo, especialmente en el Atlántico, el Pacífico y el Índico. Su nombre común, ‘roncadores’ o ‘burros’, proviene de la particular capacidad de muchos de sus miembros para producir un sonido audible, similar a un gruñido o ronquido. Este sonido se produce al frotar sus dientes faríngeos (placas dentales en la garganta) y amplificarlo con la vejiga natatoria.



Etimología

El origen del nombre del género (Plectorhinchus) proviene del griego plektos=plegado y rhynchos=hocico, una referencia a los pliegues que presenta la boca de estos peces. El epíteto de la especie (mediterraneus) hace referencia al mar Mediterráneo, donde fue descrita la especie, aunque su distribución actual se restringe a la parte occidental y por contra está presente en buena parte del Atlántico oriental.

La denominación más frecuentemente empleada y extendida en Andalucía es borriquete, que encontramos desde Ayamonte hasta la Caleta de Vélez y también en la costa almeriense. A veces se pronuncia como burriquete o borriqueta siempre evocando el color grisáceo de la piel del asno.



Apuntes gastronómicos



El tipo de alimentación de este pescado lo convierte en un exquisito manjar en la mesa. Aunque es una especie menos ‘famosa’ y su precio en la actualidad tiende al alza, sigue siendo uno de los pescados más sabrosos y asequibles que podemos encontrar en el mercado. Es muy apreciado en la cocina local, especialmente aquí en el sur de España y sobre todo en el Golfo de Cádiz, donde algunos chefs lo han alzado a la máxima categoría.

Su carne es de excelente calidad, comparable a la del besugo o la dorada, y se considera un pescado blanco semigraso, con una carne bastante magra, según el momento de la temporada pero aportando siempre ácidos grasos saludables poli-insaturados como los omega 3 y 6. Es además una fuente importante de vitaminas del grupo B y de minerales esenciales.

En la gastronomía andaluza, se consume fresco y tiene una gran diversidad de posibilidades de preparación, siendo el horno una de las más populares, admitiendo una preparación “a la sal”. La textura firme y el sabor delicado de su carne, lo hace ideal para sopas, guisos, estofados, arroces y cazuelas o simplemente frito con buen aceite. En las Islas Canarias, su carne es valorada para la elaboración de caldos de pescado, y se considera que su caldo es uno de los mejores.

En algunos restaurantes famosos sorprenden con elaboraciones más refinadas como a modo de carpaccio a partir de una semisalazón rehidratada, bien aliñado con toques cítricos y tomates secos. O, aprovechando su mayor momento de grasa, cocinando al punto los lomos a la brasa, servidos con pimientos confitados.

Nota: Las imágenes han sido cedidas por la web: litoraldegranada.ugr.es un espacio dedicado a la divulgación de la biodiversidad marina.


lunes, 8 de septiembre de 2025

Interés 'popular' versus interés general

Sacando punta en mi columna esta semana al tema de la quita de la deuda de las CCAA 

 Interés 'popular' versus interés general | El Independiente de Granada


Interés ‘popularversus interés general

Sacando punta

Ignacio Henares Civantos

De nuevo Moreno Bonilla en lugar de elegir defender los intereses de Andalucía se pone a la cabeza de la estrategia marcada por la dirección del Partido Popular.


    Moreno Bonilla con los presidentes de Galicia y Castilla-La Mancha y la presidenta de Cantabria. Junta de Andalucía


Transcribo una conversación mantenida, más o menos, con un amigo mío, votante confeso del Partido Popular en Andalucía en las últimas elecciones autonómicas. Mi amigo es de ese grupo, del que quizás usted pueda conocer alguna persona, que dicen que han votado anteriormente a otras fuerzas políticas, (hubo unos años que presumía ser de Ciudadanos pero ahora procura ocultarlo).

Alguna vez he oído decir a mi amigo que antes votaba al PSOE, aunque en todos lo años que lo conozco, que son muchos, nunca, por sus opiniones e ideas, me lo ha parecido ni recuerdo una declaración pública al respecto. Aunque nunca se lo he recriminado, argumenta, (casi a la defensiva), que Moreno Bonilla es un líder centrado y moderado que “lo está haciendo bien”, aunque cuando nos ponemos a desgranar en qué cree que está mejorando la vida de los andaluces, ¿en sanidad, en educación, en equilibrio territorial…?, no encuentra respuestas satisfactorias ni para él mismo y se refugia en el carácter personal y en el talante de Juanma.

Aunque cada vez es más difícil, aún es posible dialogar con personas con diferentes opiniones, con respeto, sin insultos y sin descalificaciones y a mí me encantan estos encuentros dialécticos.

Yo: ¿Qué te ha parecido el plante de Feijóo al rey de la semana pasada?, -empiezo provocando sobre la injustificada e injustificable ausencia del líder del Partido Popular al acto institucional de apertura del Año Judicial-.

Mi amigo: Ya sabes que a mí Feijóo no acaba de convencerme y me parece un nuevo error suyo como el de las pensiones o la reforma laboral.

Yo: Pues fíjate, a mí me parece que es un magnífico líder de la oposición, -comento con sorna-. Por mí debería continuar en ella como premio a lo bien que lo está haciendo… (je, je).

Mi amigo: Pero el tema principal de la semana pasada y, lo será durante mucho tiempo, es el asunto de la quita de la deuda, -me dice cambiando de tercio-. No acabo de entender por qué el presidente andaluz no ha aprovechado para desmarcarse de Ayuso y de Mazón. Habría salido reforzado aquí en Andalucía -se lamenta, no sé si más por el perjuicio para los andaluces o por el desgaste que pueda tener en este asunto Moreno Bonilla-.

Yo: Ni tú ni nadie... sobre todo cuando hace poco más de un año, nuestro presidente andaluz, hacía la petición al gobierno de Pedro Sánchez de una quita de la deuda, por cierto, inferior a la que ahora rechaza.

Mi amigo: Pero parece ahora que la quita no sirve para invertir en servicios públicos, como dice el gobierno y que Andalucía no la necesita aunque yo ya me pierdo en esos debates leguleyos.

Yo: Deshacerse de los enormes intereses que pagan las comunidades autónomas cada año, es un alivio presupuestario que puede dedicarse a diferentes objetivos pero que viene principalmente de aquellos gastos que en época de crisis se han debido hacer para asumir las competencias propias y en parte de la infrafinanciación a causa del modelo actual.

Mi amigo: Lo que no me gusta y resulta inapropiado es que esta medida se haga ahora por imposición de los independentistas catalanes…

Yo: ...Y republicanos -remacho subrayando la animadversión que en otras ocasiones ha señalado hacia los de Rufián y Junqueras-. No caigas como el tonto que se queda mirando al dedo cuando alguien señala la Luna. Las medidas se analizan por si son buenas y convenientes, no por quién las ha planteado. Y ya está bien de demonizar los acuerdos políticos necesarios para hacer frente a la fragmentada composición parlamentaria, fruto de lo que han decidido los ciudadanos en las urnas, que también ocurre en otros países de nuestro entorno. Pero en ninguno he oído que los consideren cesiones, humillaciones ni mucho menos genuflexiones vergonzosas.

Aquí la imposición mayor es la que ha hecho Feijóo a sus barones, prohibiéndoles expresamente que se acojan a la quita de la deuda aprobada por el Consejo de Ministros y cerrando la puerta a aquellos presidentes autonómicos que habían declarado que se acogerían a la condonación de la deuda según fuera la cuantía.

Mi amigo: Pero sería una irresponsabilidad política sin precedentes beneficiar a aquellos que peor han gestionado y mancomunar la deuda que han provocado los independentistas catalanes.

Yo: Si ese es el cuento del portacoz del PP ‘Corín Tellado’. Pero las comunidades más beneficiadas serán precisamente comunidades con presidentes del PP. Siete de cada 10 euros de los 83.252 millones de deuda que el Estado se ha ofrecido a asumir, corresponden a deuda de comunidades gobernadas por el PP desde hace muchos años. Ello les permitiría además de la rebaja de la deuda, un ahorro de entre 6.600 y 6.700 millones de euros, que son cifras que marean, que no tendrán que destinarse al pago de intereses y podrían ir a otras partidas presupuestarias autonómicas como las de sanidad, educación o dependencia, que tanta falta hacen.

Mi amigo: Pero, en todo caso, debes reconocer que esta medida es insuficiente y que Andalucía debe reclamar el cambio de modelo de financiación autonómica porque como tú mismo has dicho hay comunidades como la andaluza en la que está reconocido que estamos infrafinanciados.

Yo: Por supuesto, lo reconozco. Un modelo de financiación que, no sé si sabes, caducó en 2013 y que MpuntoRajoy, -siempre lo cito así para provocarlo jocosamente-, con mayoría absoluta, no quiso o no pudo cambiar, (ni siquiera sabemos si Don Tancredo lo intentó) -sigo abundando en la herida-, por lo que debe ser un asunto complejo, difícil de negociar, ¿no te parece?

Hay comunidades gobernadas por el PP que mantienen posiciones muy dispares sobre el nuevo modelo a aplicar que están dificultando un acuerdo. Tienen instrucciones claras por parte de Génova, además, de “no regalar” una solución a ‘Perro Sanxe’. Como en este tema de la quita de la deuda, que no te engañen, es un interés popular, del Partido Popular, no un interés general el que defienden, (caigo ahora en la cuenta que este puede ser un buen titular que sustituya al “quita y pon” que había ideado).

Mi amigo: No me pinches con ‘Perro Sanxe’, tú sabes que yo estoy en contra de esas formas y me parece una falta de respeto al presidente del gobierno de un país por muy diferentes que sean las ideas y por muy en contra que se pueda estar de las medidas de su gobierno. A mí no me verás nunca en esas posiciones.

Yo: Por supuesto por eso podemos dialogar, debatir e incluso no estar de acuerdo en algunos temas. Te lo decía porque el argumento principal que he oído sobre la negativa a la quita de la deuda es que no se debe ‘salvar a Pedro Sánchez’ confundiendo el objetivo político de la medida, destinada en todo caso a ‘salvar a la gente’, con un objetivo particular de Fakejóo -sigo metiendo el dedo en el ojo- y partidario del Partido Popular. Y no es la primera, ni la segunda, vez que ocurre… lo que abona la mezquina estrategia (confesada en privado) del “cuánto peor, (España), mejor (para el PP)”.

Mi amigo: Sigo pensando que es un parche que no resuelve el problema de la financiación autonómica en el que Andalucía es una de las principales perjudicadas como tú mismo has reconocido en ocasiones.

Yo: Tanto como parche… me parece exagerado, todo suma para aliviar el déficit de financiación de las comunidades autónomas. Pero ten en cuenta que desde el gobierno central en estos últimos años, para amortiguar esa situación, se han realizado otras medidas como las entregas a cuenta que suponen una inyección de liquidez importante, el mayor volumen de recursos transferidos (300.000 millones de euros más de recursos en comparación con los siete años anteriores, siendo Andalucía una de las principales beneficiadas), o las transferencias directas para crisis como las realizadas para hacer frente a las consecuencias de la COVID-19.

Me despido de mi amigo, como siempre con un chascarrillo para rebajar la posible tensión de nuestros debates, ya andando en dirección contraria y para no dejarle lugar a réplica: “fíjate si será adecuada la iniciativa que hasta García Page la ha defendido, a pesar de que desde el PP se le ha invitado a la revuelta de los presidentes autonómicos y a aprovechar la ocasión para desbancar a Pedro Sánchez (no sé si él recordará pero yo no he olvidado, que nuestra última conversación, antes de las vacaciones de verano, acabó con una puya que me lanzó aludiendo a declaraciones del presidente socialista de Castilla-La Mancha sobre la corrupción).


domingo, 31 de agosto de 2025

El secreto de la doncella de colores

El secreto de la doncella de colores



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La doncella o julia (Coris julis) ‘baila’ en los fondos marinos. Autor Juan Fernando García



Hay una leyenda que cuenta que en las aguas que abrazan el Mar de Alborán, hay un pez que baila como si supiera que lo están observando. Con destellos azulados, naranjas y cobrizos que se deslizan entre las praderas submarinas, parece ir ‘vestido’ para una celebración perpetua. Quizás por eso los pescadores lo bautizaron como ‘doncella’ por su actitud elegante, casi cortesana, al nadar. Como si supiera que la belleza también puede ser su defensa frente al olvido.


    Detalle doncella macho. Web litoraldegranada.ugr.es


Su éxito evolutivo radica en su adaptabilidad: desde su capacidad para cambiar de sexo según las necesidades reproductivas del grupo, hasta su comportamiento diurno y territorial que le permite optimizar recursos y proteger su espacio. Además, su estrategia reproductiva, con larvas planctónicas que se dispersan ampliamente, asegura una colonización eficaz de nuevos hábitats.


La etimología del nombre científico del género de esta especie (Coris) proviene del griego korys=casco, tal vez en referencia a la forma arqueada de su cabeza o al modo en que se desplaza con elegancia entre las corrientes. El apellido (julis), por otro lado, parece evocar el mes de julio, cuando su actividad reproductiva alcanza el clímax y sus colores se intensifican como si la naturaleza misma le diera un toque de maquillaje estival.


Características morfológicas


La doncella, también denominada comúnmente julia, tiene el cuerpo alargado, de hasta 25 cm de longitud, y algo comprimido lateralmente. Es un pez teleósteo, perteneciente a la familia de los lábridos, orden de los perciformes. Su cuerpo está revestido de escamas y su carne es bastante apreciada.


Los ojos y la boca son pequeños, con dobles labios carnosos que cubren sus mandíbulas. Una de sus características más distintivas es la aleta dorsal, larga y espinosa, que a menudo muestra una mancha oscura en la parte delantera. En el macho, los primeros radios de esta aleta dorsal son mas del doble de largos que el resto. Las aletas pectorales son grandes y transparentes, y la aleta caudal es bilobulada.


La hembra es más pequeña que el macho porque Coris julis es una especie hermafrodita secuencial proterogínica, es decir, los individuos más pequeños son hembras porque los órganos sexuales femeninos maduran antes. Cuando las hembras alcanzan cierto tamaño, las gónadas femeninas entran en regresión y comienzan a madurar las gónadas masculinas, por tanto, cambian de sexo a machos.


Se reproducen durante el verano, cuando los machos terminales forman harenes que vigilan de otros machos terminales y de los primarios.


Un mosaico de colores y formas


Las julias o doncellas presentan un marcado dimorfismo sexual y cambios de coloración a lo largo de su vida, lo que puede llevar a la confusión en su identificación. Los individuos jóvenes y las hembras poseen el cuerpo más alargado y delgado de coloración variable, con tonos que van del marrón rojizo al naranja o verdoso en el dorso, con el vientre más claro, casi blanco. Una línea longitudinal oscura y sinuosa, a menudo interrumpida, recorre su flanco desde la cabeza hasta la aleta caudal.


Sin embargo, los machos adultos lucen un traje mucho más llamativo. Su cuerpo adquiere un tono azul verdoso intenso en el dorso, con una banda anaranjada o rojiza brillante que se extiende a lo largo de su flanco. Esta banda está flanqueada por una línea azul eléctrico en su parte superior y otra en la inferior. La cabeza también presenta intrincados dibujos de color azul y naranja. Esta coloración, asociada a su nado característico, es utilizada para impresionar a otros machos y atraer la atención de las hembras, aunque a veces también puede atraer a sus depredadores.





    Doncella macho. Web litoral de Granada


    Doncella hembra. Juan Fernando García


















Un inquilino de los fondos rocosos


Coris julis es una especie bentónica, lo que significa que vive asociada a los fondos marinos. Se encuentra en una variedad de hábitats, pero prefiere los fondos rocosos, los arrecifes de coral, las praderas de fanerógamas marinas y las zonas mixtas de arena y roca. Son de hábitos diurnos, enterrándose lateralmente durante la noche o bien para huir de alguna amenaza. Las hembras suelen nadar en grupos pequeños mientras que los machos, al ser territoriales, viven aislados.


Macho de doncella enterrándose durante la noche. Web litoraldegranada.ugr.es


En el Mar de Alborán, es un habitante común de las áreas costeras poco profundas, desde la superficie hasta unos 60 metros de profundidad. Su distribución abarca todo el Mar Mediterráneo, oriental y occidental, y se extiende al Atlántico oriental, desde las costas de Noruega hasta Senegal, incluyendo las Islas Canarias, Madeira y Azores.


El jardinero de los fondos marinos


La doncella no solo es un espectáculo visual, sino que desempeña un papel crucial en el equilibrio ecológico de su entorno. Su comportamiento alimenticio y su ciclo de vida la convierten en una pieza fundamental de la red trófica marina. Al alimentarse de pequeños invertebrados como moluscos, crustáceos o equinodermos, contribuye al control de poblaciones bentónicas y a la limpieza del lecho marino. Su presencia en praderas de Posidonia oceanica y fondos rocosos favorece la biodiversidad, ya que al buscar su alimento, remueve el sustrato, contribuyendo a la aireación del sedimento y a la disponibilidad de nutrientes para otros organismos.


Un futuro incierto


A pesar de su relativa abundancia, la doncella enfrenta diversas amenazas para su conservación, muchas de ellas ligadas a la actividad humana. La degradación del hábitat es una de las principales preocupaciones. La contaminación de las aguas, el arrastre de las redes de pesca y la alteración de los fondos marinos por la actividad turística y la construcción costera impactan negativamente en su hogar, las praderas de fanerógamas marinas y los arrecifes.

    Los fondos rocosos con arrecifes son el hábitat preferido de Coris julis


Aunque no son objetivo principal de la pesca comercial, es capturado accidentalmente en redes de arrastre y artes de pesca de pequeña escala. La sobrepesca de otras especies puede alterar el equilibrio de la cadena trófica, afectando a las poblaciones de sus presas o depredadores. El cambio climático, con el aumento de la temperatura del agua y la acidificación de los océanos, también representa una amenaza a largo plazo para esta especie y todo el ecosistema marino.


Una familia muy colorida.

Se han descrito 27 especies del género Coris que comúnmente son conocidas como ‘doncellas’, aunque este término también puede referirse a otros géneros cercanos como Thalasomma. En algunas regiones, estas especies también se llaman ‘peces arcoíris’ en referencia a su amplia variedad de colores.

Foto de Thalasomma pavo. Fishipedia


La mayoría de las especies de Coris se encuentran en la zona tropical del Indo-Pacífico. Sólo Coris julis está presente en el Mediterráneo y hay otra especie presente en el océano Atlántico tropical, cerca de las costas africanas. Todas son exclusivamente marinas y los juveniles y los adultos frecuentan generalmente los mismos hábitats. Los hábitats costeros como los arrecifes rocosos y los praderas marinas proporcionan numerosos escondites. Solamente Coris bulbifrons está clasificada como ‘Vulnerable’ en la Lista Roja de especies amenazadas elaborada por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza. Las demás especies del género incluida nuestra doncella del mediterráneo, no están amenazadas, aunque son peces particularmente objeto de la pesca recreativa y capturados accidentalmente por los pescadores profesionales.


Un tesoro a proteger




La doncella o julia, con su extraordinaria belleza y su compleja biología, es un claro ejemplo de la riqueza que esconde el Mar de Alborán. Su presencia en las aguas costeras no solo enriquece la experiencia de buceadores y aficionados al esnórquel, sino que también es un bioindicador de la salud del ecosistema.


Proteger a la doncella y su hábitat es proteger la biodiversidad y garantizar la supervivencia de un mar único y vital para el planeta. La concienciación sobre la importancia de la conservación marina y la implementación de prácticas sostenibles son esenciales para asegurar que este tesoro de colores siga adornando nuestros fondos marinos por muchas generaciones.


En la web litoraldegranada.ugr.es se da a conocer la biodiversidad de nuestro litoral y sus problemas de conservación.




viernes, 22 de agosto de 2025

Competencias versus incompetentes

 Mi contribución al debate sobre los incendios forestales. 

Competencias 'versus' incompetentes | El Independiente de Granada


Competencias versus incompetentes

Sacando punta

Ignacio Henares Civantos


Espóiler: los incendios forestales que están asolando especialmente a las regiones de Galicia, Castilla-León y Extremadura no es un problema de falta de competencias de esas comunidades autónomas sino de incompetencia en su prevención y en su gestión de los gobiernos regionales.



Como en el famoso chiste de Gila me he debatido repetidamente estos días con el “¿me meto, no me meto?”, en el debate en el que, como siempre, y ante cualquier tema, los todólogos o expertos en todo, saltan a la palestra con el atrevimiento que les da su ignorancia y con la seguridad que les proporciona la cobertura que van a disponer arrimando el ascua a su sardina, (perdóneseme la metáfora en un asunto tan delicado en el que desgraciadamente se está produciendo, además del desastre ecológico, la pérdida de vidas humanas).


Finalmente he decidido mojarme en el asunto, respetando a todas las personas que intervienen, de buena fe, e incluso aquellos que lo hacen de manera más o menos interesada, en este debate, pero despreciando las opiniones que se están vertiendo por los negacionistas del cambio climático o por aquellos que se apuntan a un bombardeo, siempre que sea contra ‘el Sánchez’, (he sentido vergüenza ajena al escuchar al presidente de una comunidad autónoma referirse así al presidente del gobierno, en comparecencia pública, lo que da muestra del nivel barriobajero al que han llegado algunos representantes institucionales).


Escribo desde la experiencia de haber trabajado durante muchos años años en la gestión forestal, de haberme aterrorizado por el ruido y el calor de las llamas, incluso a mucha distancia del fuego; de haber llorado al sobrevolar en helicóptero un incendio días después de la catástrofe, y de haber pateado todo el perímetro de varios de ellos para elaborar un proyecto de restauración; de conocer a muchos profesionales que trabajan en la prevención y en la extinción de incendios (de los que se juegan la vida literalmente); y escribo desde mi actual dedicación como profesor de restauración de la biodiversidad en la Universidad de Granada, en el que analizamos hacia dónde deben ir dirigidas las políticas forestales y la gestión de los espacios naturales en un contexto de cambio global en el que se incluye el cambio climático como uno de los principales motores, aunque no el único. En este campo hay, afortunadamente, mucha ciencia y lo que debe hacer la Política es aplicar el conocimiento disponible a la acción pública en esta materia.


A esta alturas del verano, estamos ante uno de los peores años en incendios forestales en España. Según datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales y del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a fecha del 21 de agosto, 2025 se ha posicionado ya como el año más destructivo de la última década. Se estima que más de 396.791 hectáreas (datos provisionales) han sido arrasadas por el fuego, una cifra que supera las 306.555 hectáreas quemadas en 2022, que hasta ahora era el peor año de este siglo.


Las estadísticas señalan también que estamos ante un año con menos incendios pero más grandes (230 fuegos hasta mediados de 2025, en comparación, por ejemplo, con los 493 del año 2022) siguiendo la tendencia en la que hay menos eventos pero los que ocurren son de una magnitud mucho mayor, conocidos como Grandes Incendios Forestales (GIF), -aquellos que superan las 500 hectáreas-. Estos GIFs, aunque representan un pequeño porcentaje del total de siniestros (alrededor del 0,2% en la última década), son responsables de aproximadamente el 50% de la superficie total quemada.

Esta situación pone de manifiesto la vulnerabilidad de nuestros bosques y la complejidad de su gestión. El debate sobre sus causas y soluciones es tan recurrente como las llamas que arrasan nuestro territorio cada verano, pero suele ocurrir con demasiado calor ambiental y en las cabezas. Analizaré el fenómeno desde tres perspectivas que considero clave: la división de competencias, el papel del cambio climático y la urgente necesidad de adaptar nuestras políticas de gestión forestal, dejando para el final algunas conclusiones que espero sirvan como “call the action”.


La división de competencias: un entramado complejo.


La gestión de los incendios forestales en España es un perfecto ejemplo de la estructura administrativa del país, derivada de la arquitectura constitucional del Estado Autonómico. Las comunidades autónomas ostentan las competencias en materia de prevención y extinción de incendios. Ellas son las responsables de elaborar los planes de prevención, de organizar los equipos de bomberos forestales y de coordinar las labores de extinción a nivel regional. Sin embargo, el Gobierno central, a través del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, mantiene un papel de coordinación y apoyo, en el caso de incendios de gran magnitud, movilizando medios aéreos y terrestres de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ministerio de Defensa y del propio MITECO para reforzar a las comunidades autónomas.


En el momento en el que escribo hay 2.400 militares de la UME en acción (1.400 en ataque directo y 2.000 en misiones de apoyo y relevo) que cuentan con 450 medios (maquinaria, drones, vehículos…). El MITECO tiene en los diferentes frentes activos 640 bomberos forestales con 56 medios aéreos, 7 autobombas y las pick-ups necesarias para el funcionamiento del operativo. A la aportación del gobierno central habría que añadir la inestimable colaboración de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (5.000 agentes de la guardia civil, 350 policías nacionales y 200 miembros de Protección Civil a día de hoy).


No parece por tanto adecuada la queja de algunos dirigentes políticos regionales y del líder de la oposición que, como en otras ocasiones, están orientadas a desviar la atención y a intentar difuminar la disminución de las inversiones en prevención y extinción de incendios forestales y utilizar de nuevo una catástrofe para confrontar con el gobierno de Pedro Sánchez. Pondré solo un ejemplo que puede resultar ilustrativo. Mientras el gobierno de Castilla-León reclamaba más medios al gobierno de la nación, mantenía aparcados, inutilizados, otros medios recibidos. Al desvelarse el asunto y ser pillados con el carrito de los helados, se han despachado con un simple “lo siento, no volverá a ocurrir”, emulando al ‘emérito’.


Lo que sí está resultando evidente es la incompetencia en la gestión de los dispositivos regionales contra incendios, (fallos de coordinación, falta de previsión en algunas contrataciones, opacidad informativa...), la disminución de la inversión de las comunidades autónomas en los últimos años, tanto en prevención como en extinción y, en algún caso, la deriva hacia la privatización de estos servicios públicos.


El cambio climático: el acelerador de la tragedia.


Negar la incidencia del cambio climático en los incendios forestales es ignorar la realidad. Todas aquellas personas que declaran que “siempre ha hecho calor en agosto” o los que nos llaman ‘fanáticos climáticos’ a los que señalamos que estamos ante un escenario diferente al que nos enfrentábamos hace unas décadas, están haciendo un flaco favor a la hora de enfrentar y resolver la delicada situación. El aumento de las temperaturas, la reducción de las precipitaciones y la proliferación de fenómenos meteorológicos extremos -como la prolongada ola de calor de este mes de agosto- crean un escenario perfecto para la propagación de las llamas. La vegetación se seca, se convierte en un combustible altamente inflamable y los días de alto riesgo se multiplican. El cambio climático no provoca los incendios -es cierto que la gran mayoría son de origen humano, ya sea intencionado o accidental-, pero sí aumenta su probabilidad, los magnifica y dificulta su extinción. Convierte fuegos pequeños en gigantes, conocidos como megaincendios o incendios de sexta generación, que escapan al control de los equipos de extinción, ya que alteran la dinámica de las capas altas de la atmósfera y generan vientos que pueden ser muy difíciles de modelar, por lo que se hace muy difícil predecir el comportamiento del fuego.


Pero igualmente influyente son otros motores de cambio global como la urbanización en interfaces urbano-forestales, la ausencia de medidas de gestión adaptativa en nuestros montes o, en algunos casos, el insuficiente dimensionamiento de los dispositivos de prevención y extinción y la precariedad de salarios y de medios con la que trabajan los profesionales.

La adaptación de los montes: la clave para el futuro.

Si el cambio climático ha cambiado el tablero de juego, nuestras políticas forestales también deben hacerlo. Es urgente dejar atrás la visión de ‘bosques intocables’ y adoptar una gestión forestal activa. Ello implica silvicultura preventiva, impulso de la ganadería extensiva tradicional, recuperación del mosaico agroforestal y una adecuada ordenación del territorio.


Este debe ser el verdadero significado de los que se ha dado en llamar, de manera simplista, “apagar los fuegos en invierno”, o actuaciones de gestión de las masas forestales para la prevención de los incendios. Sería más adecuado considerar que lo que debemos realizar es una gestión adaptativa de nuestros montes, lo que en Andalucía se ha bautizado como una transición hacia el paisaje mediterráneo del siglo XXI, esto es, montes con discontinuidades, heterogéneos, multifuncionales, lo que implica políticas públicas de restauración de la naturaleza basadas en la gestión adaptativa ante el cambio global. El objetivo es avanzar hacia ecosistemas con mayor biodiversidad, más resilientes y más resistentes ante el fuego y también ante otros agentes agresivos causados o favorecidos por el cambio climático: decaimiento forestal, incendios, plagas, sequías extremas, pérdida de biodiversidad… Esta reorientación de la política forestal debe servir además para frenar la despoblación y para la creación de empleo en el medio rural, así como para dinamizar un tejido económico asociado a estas actividades.


Lo que debemos desterrar de nuestro lenguaje (y sobre todo de nuestras cabezas) es lo de “los montes están sucios y llenos de matojos y maleza”, y por lo tanto hay que dejarlos ‘limpios’ (lo que algunos entienden sin ninguna vegetación). Es cierto que desgraciadamente hay mucha suciedad, mucha basura, en algunos espacios naturales, como en los ríos o en las playas, que proviene de la mala educación (así, sin el apellido ambiental) y del comportamiento irrespetuoso con la naturaleza de demasiadas personas. Pero no es adecuado referirse a que el monte está sucio cuando hay diferentes estratos de vegetación, que forman parte de una sucesión natural, en muchos casos originada por el abandono rural y que en función de las condiciones meteorológicas va variando cada temporada.


En primer lugar debemos entender que a mayor biodiversidad los montes son más ricos y más resilientes y en segundo lugar hay que saber que no es sostenible (ni económica ni ambientalmente) mantener los bosques como si fueran un parque urbano. La teoría, que ya ha calado en USA en la segunda era Trump, de cortar los árboles para que no se quemen, encierra un concepto antiguo y productivista de los montes muy alejado del papel que en la actualidad debe otorgárseles como fuentes de bienes y servicios ecosistémicos necesarios para el bienestar de nuestra sociedad. El monte no tiene la culpa de que alguien lo queme, a veces con un interés más o menos oculto (urbanístico, generación de pastos… o ahora probablemente en algún caso para el despliegue irracional de energías renovables).


En este contexto el Pacto de Estado frente a la emergencia climática, ofrecido por el presidente del Gobierno, no solo es oportunísimo sino que es necesario para establecer una más clara co-gobernanza, (que implique también a los ayuntamientos), lo que supone un gran desafío para la colaboración y coordinación entre administraciones, dejando claro que las competencias en extinción y prevención de incendios, residen fundamentalmente en las comunidades autónomas.


También debe resultar meridianamente claro que la necesaria respuesta debe ser abordada con políticas basadas en la evidencia de la emergencia climática, dispositivos públicos de extinción bien dotados y profesionales bien formados y dignamente remunerados, que implica, entre otras cuestiones, una mayor inversión en la capacidad de detección y en la extinción temprana.


En todo caso debemos aprender, de una vez por todas, que la lucha contra los incendios forestales no se libra solamente en verano con cubas de agua, mangueras, aviones, drones y toda la parafernalia que se quiera, sino durante todo el año con políticas activas en los montes y con una mayor conciencia de la sociedad. El cambio climático exige anticipación y una transformación de la gestión forestal hacia “paisajes adaptados” que reduzcan la vulnerabilidad y aumenten su resiliencia.


Hablemos, en caliente si queremos, de quién tiene la culpa de los incendios forestales, echémonos en cara “quién puso más” como dice la canción, pero cuando llegue el otoño, no nos olvidemos de la necesaria reorientación de las políticas públicas de prevención y extinción de incendios teniendo en cuenta el impacto del cambio global en los ecosistemas mediterráneos.


Por una vez, y a ver si sirve de precedente, la derecha centrada y moderada, la que aspira a gobernar, aunque se haya quedado anclada en ser oposición a todo, sin alternativas, (de la ultraderecha no espero nada positivo tampoco en este campo), debe apostar por políticas de Estado con mirada larga y abandonar el “cuanto peor, mejor”, que lleva practicando tantos años; Feijóo debe dejar de sucumbir al populismo demagógico y utilizar cualquier asunto como una política de confrontación contra el gobierno de Pedro Sánchez. Y, si le queda autoridad, el líder de la oposición debe ordenar a sus barones, y baronesas, que se sienten a dibujar una estrategia, que más allá de pensar en las próximas elecciones sirva para dejar una mejor herencia a las siguientes generaciones. Si el PP gobernara en el futuro se vería beneficiado de este asunto de gran calado y, aunque no llegara a hacerlo, también porque demostraría, al menos en esta ocasión, que es capaz de llegar a acuerdos de interés general. En ambos casos, la sociedad en su conjunto vería que sus representantes públicos son capaces de alcanzar un consenso ante la acción ante el cambio climático lo que serviría para cambiar el clima político, cada vez menos respirable.


sábado, 16 de agosto de 2025

Salmonetes, dos vidas diferentes bajo el mar

 ¿Distingues el salmonetes de roca del de fango? Esta semana en "La mar de biodiversidad" te ayudo a reconocerlos (el de roca es más apreciado) aunque lo más importante que quiero divulgar es que debemos rechazar y denunciar el consumo  por debajo de la talla mínima de captura -11cm- o no podremos disfrutar de su 'baile' en el agua o de su sabrosa degustación. 

Salmonetes, dos vidas diferentes bajo el mar (enlace a la web del diario Granada Hoy)


                    Video: Salmonetes de fango. Autor: Juan Fernando García.

Salmonetes, dos vidas diferentes bajo el mar

La mar de biodiversidad

Ignacio Henares Civantos

Salmonetes de roca y salmonetes de fango, dos especies muy similares pero con hábitats, comportamientos y funciones ecológicas distintas.

Roca o fango: cómo distinguir a los salmonetes.

El Mar de Alborán, este cruce de aguas atlánticas y mediterráneas, es un lugar con una gran riqueza biológica. Bajo sus aguas se libra una danza silenciosa entre dos actores marinos que comparten nombre, pero ‘bailan’ en diferentes escenarios. Estas dos especies de salmonetes, para muchas personas difíciles de distinguir, en realidad son peces de hábitats, comportamientos y funciones ecológicas diferentes.

El salmonete de roca (Mullus surmuletus), (también llamado rojo o común) y el salmonete de fango (Mullus barbatus), son morfológicamente muy similares, con un cuerpo alargado, de color rojizo o rosado. Su cabeza es pequeña, presentando ambas especies bajo la boca dos largos característicos barbillones (algo más largas en los de roca) con sensores para la detección de sus presas: pequeños invertebrados, crustáceos y gusanos que encuentran habitualmente escarbando entre los sedimentos marinos.

Ambas especies presentan un tamaño y un peso similar, pudiendo alcanzar algunos ejemplares de salmonete de roca los 40 cm frente a los 30 de máximo en los de fango, aunque lo habitual es que ninguna de las especies superen los 20 cm. El salmonete de roca tiene el cuerpo más robusto y comprimido, con la frente ligeramente curva; el salmonete de fango tiene un cuerpo más estilizado y la frente recta y muy caída.



En todo caso, la diferencia principal entre ellas son las bandas grisáceas presentes en los salmonetes de roca y las líneas longitudinales que parten del ojo, (la primera roja y tres más estrechas debajo, de color amarillo). Además tienen la primera aleta dorsal con bandas marrones o amarillentas. El color rojizo-rosado es más intenso que en los de fango, que tienen no obstante una coloración muy variable según la época del año.




Hábitat y distribución

Son más comunes en aguas someras pudiendo llegar hasta los 100 metros de profundidad los salmonetes de roca y hasta los 300 m los de fango. Este último prefiere fondos blandos (arenosos, fangosos), mientras que el salmonete de roca habita en acantilados rocosos sumergidos salpicados de zonas arenosas y praderas de fanerógamas marinas.

Las dos especies de salmonetes se distribuyen actualmente por todo el Mediterráneo y por el Atlántico Oriental. La época de reproducción de M. barbatus se sitúa entre mayo y septiembre, mientras que la de M. surmuletus se comprende entre los meses de mayo y julio. La esperanza de vida está en torno a los cuatro años.

Importancia ecológica

Los salmonetes tienen un papel clave en los ecosistemas bentónicos del Mediterráneo:

  • Son depredadores de invertebrados, ayudando a mantener el equilibrio de las comunidades biológicas.

  • Son a su vez presas de peces mayores y aves marinas, integrándose en la cadena trófica.

  • Los salmonetes actúan como bioindicadores de la salud de los fondos marinos, su presencia en distintas profundidades refleja la conectividad entre hábitats marinos, desde las zonas rocosas hasta los fondos blandos.

Aunque, como hemos señalado, su aspecto es muy parecido, sus diferencias son esenciales para los pescadores artesanales, que conocen dónde lanzar sus artes según la especie buscada.


Amenazas y problemas de conservación

  • La pesca intensiva, especialmente con métodos de arrastre, muy presente en el Mar de Alborán, captura ambos tipos de salmonetes, especialmente el de fango, de forma no selectiva. Esto causa una gran presión sobre juveniles y poblaciones reproductoras.

  • Las praderas de Posidonia, hogar del salmonete de roca, están en declive por el fondeo de embarcaciones, contaminación y cambio climático. Del mismo modo, los fondos fangosos sufren alteraciones por dragados y vertidos. La pérdida o degradación de hábitats significa menos lugares para que estas especies se alimenten, se refugien y/o se reproduzcan.

  • El aumento de la temperatura del agua y la acidificación derivadas del cambio climático, afectan a los ciclos reproductivos y a la distribución geográfica de ambas especies.

  • Aunque están incluidas en algunas normativas pesqueras generales, incluida la prohibición de capturas por debajo de la talla mínima, no existen planes de gestión específicos que regulen la captura sostenible de salmonetes en las diferentes regiones de su área de distribución.

¿Qué se puede hacer?

  • Pesca más selectiva y sostenible, con tallas mínimas bien aplicadas y vedas durante la época de reproducción.

  • Protección y conservación de hábitats clave, como las praderas submarinas y fondos blandos profundos.

  • Monitorización sobre la evolución de sus poblaciones e investigación científica continua.

  • Concienciación ciudadana: elegir productos pesqueros sostenibles y conocer qué comemos también es conservación.

    ó

    s:Del fondo marino al plato


La carne de los salmonetes es muy apreciada en la gastronomía mediterránea, habiendo citas de su consumo en la época romana donde era considerada un manjar. El de roca, con carne firme y sabor intenso, es el favorito de las mesas gourmet. Su aroma recuerda el mar abierto y combina de forma sublime con preparaciones sencillas: a la plancha, al horno, o sobre arroz caldoso. El de fango, más suave y menos apreciado es también delicioso y suele utilizarse en guisos y frituras que realzan su delicadeza.




Este placer culinario implica responsabilidad, lo que significa apostar por salmonetes de temporada, capturados por pescadores locales con métodos sostenibles, cuestión clave para evitar la sobreexplotación. Especialmente importante es rechazar y denunciar el consumo de ejemplares por debajo de su talla mínima de captura (11 cm en nuestras costas mediterráneas).


¿Pescado blanco o azul? El salmonete es considerado un pescado semigraso, ya que tiene un contenido moderado de grasa en su carne (1 o 2%). Aunque no llega a ser tan bajo en grasa como los pescados blancos, tampoco tiene el alto contenido de grasa de los pescados azules.