Me gusta Ana
Belén, como cantante me refiero, y desde hace muchos años me gusta la canción que lleva el título de "España camisa blanca de mi esperanza", que toma el nombre de
un poema de Blas de Otero. Me gusta tanto que su música
la utilizamos en mi murga de carnaval en el año 1998, un año en el que íbamos
disfrazados de jueces y cantábamos "España con manos blancas, de la esperanza", el año siguiente
al asesinato por ETA de Miguel Ángel Blanco, (curiosamente el 13 de julio, el
mismo día en que se han celebrado las primarias a secretario general del PSOE).
En los últimos
artículos escritos en mi blog, relativos a esta elección mediante el
procedimiento de un militante = un voto, comunicaba mi opinión al
respecto del complejo y difícil proceso en el que los socialistas estaban
inmersos y sobre cuál era la opción que yo prefería.
Los militantes
han hablado y el resultado es inapelable aunque las interpretaciones son de lo
más variopintas. Ha ganado de manera
rotunda Pedro Sánchez con su lema “cambiar el PSOE para cambiar
España”, el título que daba a un artículo en el País los últimos
días de campaña, y con el mensaje de “el socialismo que une”.
El día antes
de las votaciones pude compartir mesa con el entonces candidato, vi en su cara
que iba a ser el ganador del proceso y creo que también el futuro presidente
del gobierno, más temprano que tarde.
No tiene nada
de científico pero lo vi en su rostro, en su movimiento, en sus gestos y en sus
palabras pero sobre todo lo vi en los rostros, reacciones, gestos y palabras de
los que lo observaban. Y me vino a la cabeza el título de esta canción y le
comenté a Pedro Sánchez públicamente que ya tenía título para mi artículo
siguiente aprovechando que pude tomar la palabra en el acto para hacerle una pregunta
(habéis acertado pregunté sobre la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo
compatible con la conservación del medio ambiente y sobre el cambio climático).
Cambiar el PSOE. Primarias generalizadas en el interior del Partido y para la
elección de los candidatos, limitación de mandatos, incompatibilidades... el
mismo partido de siempre, con los mismos valores y principios, pero un partido nuevo, más democrático, más
participativo más cercano y conectado a su base social, a sus propias bases de
las que se ha alejado demasiado.
Cambiar España. Una España más solidaria, más libre e igualitaria, en la que la diversidad
de territorios, lenguas, razas u orientaciones sexuales sea un elemento enriquecedor;
una España más educada y más culta, más respetuosa con su patrimonio natural y
cultural; una España más justa con una reforma profunda del sistema fiscal…
Internamente
para este proceso, que no será de la noche a la mañana por la profundidad del
cambio necesario, viviremos las
resistencias a “soltar el poder” y los “vértigos a los cambios” en esta organización
centenaria.
Externamente,
“todas las derechas concentradas” y buena parte de la “izquierda fragmentada”,
junto a casi todos los medios de
comunicación, jugando con la desafección a los políticos y en buena medida a la Política , se emplearán, ya han empezado, en deslegitimar el proceso
histórico de la elección de Pedro Sánchez y en cuestionar todo su programa
político. Y lo van a hacer con fuerza, tanta como sea la capacidad de formular un
proyecto político radical de restitución de los derechos y libertades y un
nuevo modelo económico.
En estos días
me estoy divirtiendo mucho con algunas reacciones a su elección como secretario
general de las que quiero destacar a la MariCospe que ha dicho que sólo ha oído palabras de Pedro Sánchez que faltan
obras. “Esta gente tan preparada…” que dice mi tía la facha, como se columpia.
También es
meritoria la de los portacoces (perdón portavoces) del PP que han saltado a
decir que le falta liderazgo y carisma al flamante secretario general del PSOE. Manda
huevos, los que tienen de jefe (y lo digo sin metáfora, sin comillas) a
Marianico y antes -y ahora- han sufrido a JoseMari, hablando de líderes sin
carisma... Esto sí que tiene guasa.
Igualmente me
he reído mucho con los que han criticado (dentro y fuera) a Pedro Sánchez por
ser guapo o bien parecido, insinuando o acusando directamente de ser sólo un
producto de marketing político. Como si estuviera reñido tener buen aspecto
físico y capacidad política. Diremos al respecto que con lo bajo que está el
nivel –el físico y el otro- es fácil destacar. Y me he sentido solidario y
consciente de cómo muchas mujeres atractivas tienen que luchar en sus ámbitos
profesionales para que las vean y juzguen por su trabajo y no por su
apariencia, sufriendo prejuicios y juicios insultantes sobre qué pretenden o cómo
habrán llegado tan alto.
Pero lo que ya
es de cachondeo es la de los hooligans (también de dentro y de fuera del PSOE)
que saltan con un “a mí no me gusta”, “no me parece tan guapo” o “yo no lo veo
bien parecido”.
Yo creo que
además de ser un buen tío, se le
nota en la cara, y en la de su mujer y en la de su madre cuando lo miran, (estos
indicadores no fallan), “el candidato en la carretera” es un tío bueno en el mejor sentido de la
palabra y no hay que ser mujer ni cambiar de orientación sexual para
reconocerlo, y a mí me parece que eso ayuda a crear empatía con la gente y si
no ayuda al menos no es negativo. Si perjudica tener buena planta me veré
obligado a hacerme una cicatriz en la cara y alguna lesión para mejorar mis expectativas
en los próximos procesos electorales si decidiera dar un paso adelante
(tranquilos, que no cunda el pánico, me estoy quitando y no voy a cambiar mi
perfil en las redes sociales: de joven
promesa a vieja gloria).
El caso es que
a falta de la ratificación por el Congreso Federal Pedro Sánchez ya está
ejerciendo y ya se le puede juzgar por su acciones, (“mi primera medida será derogar la reforma laboral”, el voto negativo al nombramiento de Juncker o las
reservas de las eléctricas a su elección, por citar tres ejemplos), que apuntan
en una dirección que me gusta mucho.
Pues es eso que el PSOE y España necesitan una camisa blanca, nueva, limpia que nos dé esperanzas. Yo tengo fe en él y por caridad dejémosle, ayudémosle a que lo consiga. (Hala ya he juntado las tres virtudes teologales en la misma frase).
Pidamos que también tenga nuestro nuevo secretario general las virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza, falta le van a hacer.
Pues es eso que el PSOE y España necesitan una camisa blanca, nueva, limpia que nos dé esperanzas. Yo tengo fe en él y por caridad dejémosle, ayudémosle a que lo consiga. (Hala ya he juntado las tres virtudes teologales en la misma frase).
Pidamos que también tenga nuestro nuevo secretario general las virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza, falta le van a hacer.
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