Ha querido el destino que el viernes pasado, último día de
mi trabajo en la Consejería
de Medio Ambiente, (no es que haya cambiado ya de trabajo sino que a partir de
la semana que viene pasaremos a formar parte de la nueva Consejería de
Agricultura, Pesca, Medio Ambiente, y Ordenación del Territorio y
Urbanismo-CAyPMAyOTU-), haya sido un día bastante especial, nada rutinario, si es que en mi caso hay algún día
“normal”.
Empecé el día con una visita a los compañeros del SEPRONA de
la Guardia Civil
que han estrenado hangar e instalaciones en el aeropuerto de Granada y nuevo
helicóptero que cubrirá, entre otros, los servicios en Sierra Nevada, con lo
que a partir de ahora, no será necesario desplazar desde Sevilla la unidad para
rescates en alta montaña.
Teníamos la excusa, entre otras razones, de acompañar a un especialista en
telecomunicaciones para identificar lugares donde poner antenas que mejoren la
cobertura en algunas zonas de sombra
tanto en la zona norte como sur. Nuestro conocimiento del terreno era esencial
para hacer una incursión y completamos nuestra aportación con la cartografía de
detalle con una visita in situ en la que teníamos como misión mostrar algunos
referentes geográficos. Vamos que el paseo en el helicóptero estaba más que
justificado y al fin y al cabo el viaje
tenía que hacerse así que un par de personas más pues no era problema.
El viaje de 46 minutos (en este mundillo no se mide por
kilómetros si no en tiempo) fue espectacular porque desde el aeropuerto hacia
el Veleta las vistas son impresionantes y luego en el regreso el piloto nos
premió con una vuelta por encima de la Alhambra y una propina por Granada capital al
hacer un reconocimiento por el Cuartel de la Guardia Civil y por la nueva
Comisaría, a un paso de casa por lo que pude ver mi propio patio desde una
perspectiva desconocida.
Del aeropuerto partí apresuradamente porque a las 12 de la
mañana tenía concertada mi participación en el Máster sobre Biodiversidad en el
que colabora el Colegio de Biólogos. Una tarea imposible tenía encomendada:
hablar en 45 minutos sobre el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada, y
explicar unos cuantos ejemplos prácticos de Gestión Adaptativa de los que
estamos desarrollando en el parque nacional y natural. En realidad sólo me dio
tiempo a poner fotos para presumir sobre la biodiversidad de Sierra Nevada para
luego contar que lo más importante no es tenerla (la lista) más larga que nadie, sino que el
reto de los espacios naturales protegidos en el siglo XXI es construir
“espacios más resilientes” para que puedan seguir prestando los servicios
ecosistémicos a nuestra sociedad en un escenario de cambio global. O algo así.
Pero al menos tuve oportunidad y tiempo de decirles dónde podían encontrar más
información sobre estos temas.
Al acabar la clase los coordinadores del módulo, habían programado una visita a las obras del
Metro a la que me sumé sin dudarlo. El lugar elegido era el tramo subterráneo
del Camino de Ronda, donde nos esperaban el director (mi buen amigo Paco Ruiz
Dávila) y el gerente del Metro, que nos contaron los pormenores y entresijos de
este obrón y con los que pudimos recorrer a pie buena parte del trazado y
visitar los restos arqueológicos encontrados a la altura del Alcazar Genil (relacionados con este hermoso y próximo palacete).
Como soy un malafollá reconocido no me quedé a la cerveza
posterior organizada por el Colegio con los alumnos y la empresa, pero es que
en esta ocasión, además, tenía que recoger a Ángeles y a Ignacio. Yo me lo
perdí.
Y como no tuve suficiente para andar entre el cielo y el
suelo por la mañana pues por la tarde tuve examen de chino en el que también
deambulé entre Tiān (cielo) y Tiàn
(tierra). Esta vez mis dos Ángeles me superaron en nota aunque todos superamos
la prueba, mejor en el oral que en el escrito.
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