"Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer cosas juntos". Esta cita la escuché ayer en un Encuentro de Centros de Educación Ambiental, pero creo que es aplicable a la situación del país en general.
Nos encontramos en estos momentos
con la necesidad de lograr un gran consenso, un Pacto de Estado entre los
principales partidos políticos, (y que integre a los agentes sociales), que nos
permita superar la crisis económica –y cada vez mas también social- salvando
los pilares básicos del modelo social y democrático construido en estos últimos
30 años en España y diseñando un remate del modelo autonómico de articulación
del Estado en el que quepan, y se encuentren razonablemente cómodos, la inmensa
mayoría de los españoles (léase en sentido amplio, incluyendo a catalanes y
vascos).
Pero un consenso no es un
trágala, no puede ser enarbolado como un lema pero sin diálogo, amparado en la
mayoría absoluta y gobernando por Decretos. Un consenso, un gran acuerdo, no
puede esgrimirse como una mera petición de cierre de filas ni como una llamada
a que no se secunden las protestas contra los recortes sociales que está
imponiendo el gobierno de Rajoy. Requiere de diálogo sincero, de búsqueda en
común de soluciones (las menos malas al menos) y de una nueva forma de elaborar
y de desarrollar las respuestas a la, (cada vez más, cada vez peor), situación
económica de nuestro país y a las dramáticas consecuencias sociales que ya está
produciendo y que todos los pronósticos indican que van a empeorar en los
próximos meses con los Presupuestos Generales del Estado, “el rescate” y los
nuevos “ajustes”.
Y un consenso tampoco es utilizar la Constitución para darle con ella en la cabeza a nadie. Se equivocan los que creen que el éxito de la Constitución se basa en que es inmutable (máxime cuando se reformó con nocturnidad y alevosía con la connivencia de los grandes partidos para otros menesteres). El éxito, hasta ahora, se ha basado en dar respuesta en un momento determinado a los grandes problemas/cuestiones de España. Los momentos son diferentes y las respuestas no tienen por qué ser las mismas en otros contextos sociales, históricos distintos. (Advierto que tampoco es para que nos peguemos con ella en nuestras propias partes).
Rubalcaba y el PSOE deben hacer el esfuerzo, en
mi modestísima opinión, de seguir intentando ofrecer esta salida al gobierno. Sé que es
frustrante y se me revuelven las tripas cuando recuerdo la oposición que
practicó el Partido Popular en la pasada legislatura (y en la otra) y me dan
nauseas al evocar aquella frase de “que se hunda España, que ya la levantaremos
nosotros”. Pero los socialistas han sido responsables desde hace 30 años,
(ahora celebramos el primer triunfo de Felipe González el 28 de octubre de
1982), de la construcción de la
España que ahora peleamos por defender, de la sociedad del
bienestar que ahora tememos que se desmorone, y la ocasión merece dejar
aparcadas unas ansias justificadas de pagarles con la misma moneda por el interés
colectivo.
Soy consciente, a nadie se le
escapa, que un gran acuerdo político podría beneficiar a corto plazo a Rajoy y su partido,
pero los socialistas debemos intentar que esto no ocurra con una buena pedagogía política y socializando este gran acuerdo que debería implicar a una serie de instituciones y agentes sociales y económicos (comunidades autónomas, ayuntamientos, sindicatos, empresarios, universidades...), y estar dispuestos incluso
a sacrificarse, a asumir una pérdida de votos si se consigue un beneficio para
el país. Con una conditio sine qua non: que el acuerdo implique la defensa del modelo de estado y de sociedad
al que me he referido, lo que significa que el Partido Popular debería
renunciar a aprovechar la crisis para darle la vuelta al modelo educativo, para
privatizar la sanidad y, en definitiva, debería abandonar la senda neoliberal que
ha trazado como respuesta y utilizando la crisis como coartada.
NOTA: Ya sé que estoy pidiendo imposibles pero sigo siendo un utópico que
piensa que estamos donde estamos porque muchos creyeron que era posible un modelo de convivencia democrática en nuestro país que superara las dos Españas, de la misma manera que otros creyeron que se podía llegar
a la Luna , que
se podía encerrar la música en una caja, que las mujeres también tenían alma y
cosas así. Por otra parte, a la vez, soy de los que temo que también somos capaces (lo hemos demostrado) de
echar por tierra grandes conquistas, de desmoronar grandes civilizaciones
(desde dentro y desde fuera), de la estrategia de la tierra quemada…
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