martes, 18 de agosto de 2020

Contra el mando único vivíamos mejor.

Me apetecía desarrollar esta idea del título desde hace tiempo pero en estos momentos de "la vuelta al cole" y de rebrotes o de nueva oleada anticipada se ha mostrado más evidente y me he decidido 'elevarla' a la categoría de artículo y sacarle punta en mi columna de El Independiente que siempre acoge mis colaboraciones de manera rápida y me ayuda a ampliar la cobertura de mis ideas. Aquí el enlace a la edición del periódico digital: https://www.elindependientedegranada.es/blog/mando-unico-viviamos-mejor
Transcribo aquí la versión original: Contra el ‘mando único’ vivíamos mejor. Ignacio Henares. En los albores de la transición se acuñó la expresión: “contra Franco vivíamos mejor”, que tuvo vigencia, como actitud política, durante muchos años en ciertos sectores de nuestra sociedad hasta muy avanzada la llegada de los socialistas al gobierno, según recuerdo. Con ella se quería expresar la frustración que producía, para algunos de los que lucharon denodadamente contra la dictadura, ‘chocar’ con la realidad de la democracia, con las limitaciones y con los plazos necesarios para alcanzar las reformas que nos condujeran a una sociedad moderna, avanzada, como la que se había soñado; en el fondo esta posición política no les dejaba ver cuánto y cómo estábamos dejando atrás esa oscura etapa de nuestra historia, e incluso no les dejaba disfrutar de la nueva situación ni valorar objetivamente los avances realizados. Ahora, de manera paralela, muchos se han quedado atrapados en el ‘contra el mando único vivíamos mejor’ y después de haber criticado todas las actuaciones del gobierno de coalición progresista, daba igual en qué sentido o cuándo se tomaban. Para estos ‘espíritus de la contradicción’ las medidas del gobierno de Pedro Sánchez o eran equivocadas, o eran tardías o precipitadas y siempre insuficientes. Se criticaba que el Estado tomara iniciativas que lo endeudaban y a la vez se pedía que el Estado tomara más medidas que lo endeudaban. Se decía que el gobierno no actuaba y a la vez que el gobierno se metía en asuntos que tenía que dejar en manos de las Comunidades Autónomas. Aunque el mando único no significaba que las demás instituciones del Estado hubieran perdido sus competencias ni tuvieran que ‘abdicar’ de sus responsabilidades, se enfocaba todo hacia el gobierno de la nación y hacia su presidente, (y por disparos indirectos hacia el ‘Coletas’), para concentrar todo el descontento e incertidumbre que generaba una situación tan excepcional como la que se estaba, y se está, viviendo, sobre las espaldas ajenas. En esto muchos medios de comunicación han sentado cátedra y han creado escuela que se podrá estudiar en el futuro en periodismo comparado repasando las portadas de los periódicos y las entradillas de los informativos en nuestro país y otros países europeos. En este caso a la roja nos han ganado por goleada en patriotismo y en jugar con la misma camiseta en casi todos nuestros colegas europeos. Pero la contradicción más flagrante, en el sentido de actual y evidente, y menos fragante, porque huele a ese miedo ‘trasero’ a tener que asumir la responsabilidad de la toma de decisiones en momentos difíciles, es la de Pablo Casado. que se opuso al estado de alarma en la desescalada, reclamando mayores competencias para que las CCAA asumieran la gestión de la crisis sanitaria y económica, y pasó, casi sin solución de continuidad, a reclamar un mando único sanitario ante los rebrotes. Estos bandazos de Casado son frecuentes en otros asuntos. A mí el que más risa por un lado, y vergüenza por otro, me ha dado ha sido el de la reconstrucción europea. Un día, el portavoz del PP emerge como responsable del acuerdo gracias a sus gestiones con las lideresas europeas y al siguiente lo critica por ser un ‘rescate’, intentando devaluar la importancia histórica del acuerdo y minusvalorar el más que evidente protagonismo del presidente Sánchez en su consecución. Pero no es el líder de la oposición, cuesta trabajo referirse de esta forma al inconsistente presidente interino del PP (hasta que los poderes fácticos y Feijó decidan), el único que ha patinado en este asunto. Los 'indepes' que decían que ellos hubieran gestionado mejor la pandemia, escondiendo que ellos seguían teniendo las competencias de gestion, de ejecución, de la sanidad en su territorio, se están mordiendo la lengua ahora que tienen todas las competencias y se están mostrando bastante incompetentes ya que los resultados les colocan en la cola de las CCAA y a la cabeza en los índices de contagios y de hospitalizados. Eso sin entrar en la forma de afrontar la gobernanza en esta gestión, despreciando al Parlamento catalán, (empeñado y entretenido en señalar ahora a la Corona como responsable de todos sus males). La Generalitat está afrontando esta crisis sin contar con los ayuntamientos y sin aplicarse ninguna de las exigencias que hacían al mando único y que era la queja constante del president ‘co-Torra’ a la salida de las conferencias de presidentes autonómicos con el presidente del gobierno. No han sido los únicos los catalanes a los que se les ha visto el plumero en este asunto. Los mismos nacionalistas vascos, más prudentes y comedidos que los catalanes, también presumían en la campaña de las elecciones que ellos habrían gestionado la pandemia del coronavirus mejor que el mando único. Pero ahora que “las tienen todas consigo” no parece que sus resultados sean mejores y los indicadores sanitarios no brillan precisamente. En este asunto se lleva la palma la presidenta madrileña y sus ayusadas. Como ariete del PP contra los socialistas ha destacado por su alimento constante de la estrategia de confrontación y de confusión, pero como modelo de cómo se debe gestionar una crisis está siendo el peor ejemplo que la coalición de las derechas puede exhibir, antes y después del mando único. Pero por aquí cerca, en Andalucía y en Granada, es donde se hace más patente la expresión de “contra el mando único vivíamos mejor”. A los ‘adelantados’ del gobierno andaluz y del gobierno municipal del PP y de Ciudadanos, los azules y los naranjas, les ha caído la autonomía y la responsabilidad en lo alto y no saben qué hacer. Su falta de planificación en asuntos claves como la vuelta al cole es más que preocupante, a pocos días ya del regreso a las aula; su inhibición y falta de iniciativa en el asunto de los rebrotes y la ausencia de criterio político para tomar las riendas es exasperante. A estas alturas de la película es lamentable escuchar al ‘matón’ Bendodo, tras los Consejos de Gobierno, querer despejar balones fuera: para arriba al gobierno de la Nación y para abajo a los ayuntamientos, a los directores de los centros educativos o hacia la propia responsabilidad de la ciudadanía en cumplir las recomendaciones sanitarias. Antes era más fácil escurrir el bulto y escoltarse tras ‘la culpa es de Pedro Sánchez’ y toda esa batería de simplezas de gobierno ilegítimo, bolivariano, amigos de los etarras y estupideces varias dirigidas al estómago de los ciudadanos más que a la inteligencia. Su estrategia de escupir hacia arriba, la del ‘cuanto peor, mejor’, ahora les cae encima literalmente aunque quieran mirar para otro lado o esconder la cabeza bajo tierra. Igual ocurre con el alcalde granadino que pasará a la historia como el Bolsonaro nazarí tras sus nefastas declaraciones del “no hay mal que por bien no venga” y su teoría de la inmunidad de rebaño. El gobierno andaluz, los que decían que se anticipaban al gobierno de la nación y presumían de ir por delante, ahora se han quedado rezagados, esperando a verlas venir, a ver qué hacen, (o no hacen), otros, rezando a las ‘vírgenes confinadas de agosto’ para que se complique la cosa y el gobierno de España retome las riendas o a que llegue la ansiada vacuna que permita afrontar con otra perspectiva el asunto. Un gobierno que está gastando más en propaganda que en prevención de los rebrotes, que está invirtiendo más tiempo en su remodelación que en preparar los exámenes de septiembre. Mientras tanto, amparados en esa situación excepcional, la administración autonómica se ha quedado refugiada en el coronavirus y vive una hemiplejia preocupante, ya que sólo funciona la parte dirigida a favorecer una salida a la crisis con las fracasadas recetas de la vuelta al ladrillo y a la especulación, encubiertas parcialmente por la cacareada propaganda de la ‘revolución verde’. En lo único que están siendo muy ‘avispados’ y raudos es con las medidas alentadoras del nepotismo más descarado e infantil; en este asunto lo más evidente aunque sólo es la punta del iceberg, es la contratación irregular de los vigilantes de la playa o las contrataciones de funcionarios interinos exprés, a través de solicitudes por correo electrónico en un plazo de 24 horas, con el mensaje de absténgase embarazadas, diabéticos, personas mayores y otros excluidos, despreciando los principios constitucionales de mérito y capacidad y pisoteando los de publicidad, transparencia y buen gobierno.

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