Ya escribí anteriormente "Doñana no se toca" , una carta abierta al Consejero de Medio Ambiente, Sostenibilidad y Economía Azul, c/c al Presidente de la Junta de Andalucía, en la que les advertía que: “Cuando se está al borde del precipicio la única manera de avanzar es dar un paso atrás”. Vuelvo ahora con Tarjeta Roja para Doñana | El Independiente de Granada, al conocerse que la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza ha retirado de la Lista Verde Mundial a Doñana (y también según hemos sabido a Sierra Nevada, aunque confío que en nuestro caso, aunque estén haciendo méritos para lo contrario, pueda recuperarse esta importante acreditación).
TARJETA ROJA PARA DOÑANA
Sacando punta
Ignacio Henares Civantos
Hemos arrancado la semana con un ‘manotazo duro, un golpe helado’. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que está celebrando en este 2023 el 75 aniversario de sus fundación, la mayor organización ambiental del mundo, con más de 1.500 miembros pertenecientes a 160 países, ha expulsado de su ‘Lista Verde’ al Espacio Natural de Doñana por la mala gestión de la Junta de Andalucía de este espacio natural, cuya biodiversidad se ha visto deteriorada en los últimos años por culpa de la la agricultura intensiva, el turismo y la sequía.
La UICN (La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) está formada por miembros que pertenecen a gobiernos, a universidades y centros de investigación y a organizaciones de la sociedad civil, que trabajan juntos para promover el desarrollo sostenible y crear un mundo justo que valora y conserva la naturaleza.
La UICN creó la Lista Verde Mundial (Green List) en 2014 en el congreso mundial de Parques celebrado en Sídney de esta organización para distinguir a las ‘Áreas Protegidas Bien Gestionadas’, contraponiendo a las famosas ‘Listas Rojas’ de especies en peligro, modelos de gestión de espacios protegidos a seguir, lugares donde se estén desarrollando políticas que cumplan unos determinados estándares de calidad en torno a la planificación, la gobernanza justa, representativa y participada y la eficacia en la gestión y resultados tangibles en cuanto a la protección de los valores naturales y de los beneficios culturales, naturales, económicos y ambientales. En definitiva modelos de sostenibilidad. Doñana y Sierra Nevada fueron los primeros espacios protegidos españoles en cumplir con los criterios exigidos que entraron a formar parte de este selecto club que en la actualidad aglutina a 77 enclaves de 60 países.
El gobierno andaluz, abonado al adanismo, al que tanto le gusta eso de ser pioneros, vanguardia, “los primeros en…”, que en ocasiones parece que han inventando la pólvora, han conseguido por fin, de verdad, algo extraordinario: “Doñana es el primer espacio protegido del mundo EXPULSADO de la Lista Verde por la UICN”. Ya escribí al respecto en este mismo blog, que cuando se estaba al borde del abismo, la única manera de avanzar era dar un paso atrás, pero como ya advertía entonces, el daño reputacional infringido, (aparte de otras agresiones y amenazas), iba a ser difícil de reparar. Porque en el ámbito internacional y muy especialmente en los foros académicos y ecológicos la propaganda y los bulos no iban a colar. Así ha ocurrido con la comisión de expertos que han evaluado ahora, tras un exhaustivo análisis durante dos años, el estado de una de nuestras joyas de la corona desde el punto de vista natural.
El anuncio de esta ‘tarjeta roja’ supone un enorme mazazo para Andalucía, una gran pérdida de prestigio internacional y una merma de confianza en todos los foros de conservación de la naturaleza, no sólo para la propia Doñana sino por extensión para toda la Red de Espacios Naturales Andaluces, que ha gozado de una excelente tarjeta de presentación hasta ahora.
El detonante de esta decisión quizás haya sido la proposición de ley de mejora de los regadíos de la Corona Norte, afortunadamente no aprobada finalmente, ya que decayó, tras la firma a finales del mes pasado, del Acuerdo entre la ministra Ribera, en representación del Gobierno central y el presidente de la Junta. El suspenso que ha llevado a la UICN a esta expulsión de Doñana de la Green List (esperemos que temporal) ha sido rotundo.
Según ha trascendido el informe emitido por los 10 expertos del Comité español de la Green List (conocido por EAGLe por sus siglas en inglés), tras el estudio de un total de 50 indicadores, Doñana solo aprobaba 17. De los cuatro bloques evaluados: buena gobernanza, diseño y planificación del parque, administración efectiva y conservación exitosa, Doñana solo superaba el segundo y con apenas un suficiente raspado; hay que destacar que los expertos critican especialmente la "falta de acciones específicas" para gestionar las amenazas que enfrenta este espacio natural.
Lo más grave es que en la situación actual, en plena sequía, la peor que se conoce, y con el escenario que plantea el cambio climático en nuestra región, la Junta de Andalucía haya apostado por políticas desarrollistas en el interior y en la periferia de Doñana en lugar de reorientar hacia otro modelo en el que se equilibre la conservación de la naturaleza y el bienestar social de la población. Moreno Bonilla ha estado mas preocupado por la ‘amnistía’ (en este caso sí es partidario) a los regantes ilegales que por un modelo de desarrollo sostenible para este espacio natural único en el mundo. Los expertos no han visto, más allá de algunas declaraciones pomposas, que haya habido ni dolor de los pecados ni propósito de la enmienda por parte del gobierno andaluz. No se fían, vamos, y la recuperación de la confianza costará mucho más que un par de ruedas de prensa del portavoz del gobierno, a la sazón, consejero de la cosa en cuestión presumiendo de hitos, de logros y de “las acciones más importantes en los últimos 50 años”, como hoy mismo, en estas tristes circunstancias, ha pregonado el consejero de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul (ya explicaré otro día lo que opino de la denominación del nombre y competencias de este departamento).
Hay razones para dudar de esta conversión forzada del gobierno de Moreno Bonilla que en los temas ‘verdes’ ha demostrado estar muy verde y carga con varias iniciativas ‘marrones’ por la geografía andaluza (en Nerja (Málaga), en Barbate (Cádiz), en Cabo de Gata (Almería)…. No basta con colgar la etiqueta de sostenible a cualquier idea ni con practicar el #greenwashing un día si, otro también, con la ayuda inestimable de los medios de comunicación, incluidos los formalmente públicos pero sometidos al férreo control y al servicio particular y partidario del gobierno andaluz.
No sería afortunado decir, con los dos años que llevamos y las perspectivas para los últimos días de 2023, “que llueve sobre mojado”, aunque podemos entender el significado metafórico de la expresión. El crédito del gobierno andaluz en temas ambientales está en cuarto menguante por la gestión de Doñana y por otras muchas cuestiones.
Sin ir más lejos, aquí en Sierra Nevada, que para Moreno Bonilla es principalmente una estación de esquí, el mismo día que el presidente andaluz, (que no de todos los andaluces), se paseaba con un puñado de colaboradores por Dubái, en la cumbre del cambio climático, señalando la vulnerabilidad de nuestra región ante el cambio climático y pintando un negro panorama para las próximas décadas, (eso sí despejando balones hacia arriba y hacia abajo y sin asumir responsabilidades ni compromisos), los responsables de CETURSA seguían lidiando con la extracción de agua, para la producción de nieve, por encima de la concesión otorgada y a pesar de las sanciones impuestas; los mismos gestores que este verano se despacharon con la idea de cubrir la nieve con lonas para aprovecharla en invierno (¿qué nieve?, ¿dónde?, ¿cómo? ¿a que coste, energético, económico, ambiental?), descabellada propuesta que la meteorología se encargó de desbaratar; los mismos que en sus planes estratégicos, -o como los quieran llamar ahora para ahorrarse el trámite de evaluación ambiental-, a pesar de esos escenarios climáticos dibujados por el propio presidente andaluz en la COP28, sueñan con la ampliación de la estación de esquí, a costa de cargarse un buen trozo del Parque Nacional, y proyectan la construcción de más hoteles para masificar, aún más, Pradollano, los Peñones de San Francisco y lo que haga falta.
¿Han reparado alguna vez, en qué parte de Europa, a qué latitud está Sierra Nevada? ¿Se han puesto, en algún momento, a cruzar los datos meteorológicos y las proyecciones para las próximas décadas con estas ensoñaciones? Echen mano del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada y pongan los pies en la tierra y planifiquen bien teniendo en cuenta la opinión, ya contrastada, de los científicos. Y utilicen el Consejo de Participación para articular consensos, para la colaboración y coordinación institucional y la canalización de la participación de los diferentes stakeholders en lugar de buscar la confrontación; cumplan en definitiva con los objetivos de las Áreas Protegidas Bien Gestionadas o terminaremos viendo también salir de la Lista Verde Mundial al Parque Nacional y Parque Natural de Sierra Nevada.
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