sábado, 13 de julio de 2013

Las primarias no son para el verano ¿o sí?


Empezaré diciendo que soy partidario de las primarias abiertas a los simpatizantes, desde hace muchos años (puedo presumir que el ahora comisario europeo liberal Joaquín Almunia, me amenazó con abrirme expediente de suspensión de militancia por defender públicamente esta opinión cuando él era secretario general del Partido Socialista y yo dirigía la Agrupación Local Granada-Chana).

La decisión de Griñán pone en marcha el mecanismo de las primarias en Andalucía
Las primarias, en un partido tan pequeño en militancia pero con una responsabilidad social tan grande como el nuestro, deben ser abiertas a los simpatizantes ya que los militantes socialistas somos un subconjunto de nuestra base social, tan amplia, heterogénea (y biodiversa) como nuestra Tierra. Y deben ser cercanas a la convocatoria electoral para aprovechar el impulso, atención y movilización que puede suponer una convocatoria de un proceso de participación directa como éste. Sobre estas cuestiones estamos debatiendo de cara a la Conferencia Política de otoño, (D.m.), “Ganarse el Futuro”, tanto en los encuentros periódicos temáticos como en el debate abierto en red. La convocatoria de las primarias en Andalucía a la candidatura a la presidencia de la Junta de Andalucía se han anticipado y con ello perdemos esta estupenda oportunidad de abrir el partido a la sociedad y establecemos una diferencia con el proceso que se producirá en otras federaciones, en otras Comunidades Autónomas.

Por otra parte, pienso que las primarias por sí solas no son la panacea, la solución a la necesaria y sempiterna renovación-regeneracion-refundación del Partido Socialista (táchese lo que más fastidie). Las primarias, como la limitación de mandatos, incompatibilidades y otras medidas más demandadas por los militantes y ganadas en los procesos congresuales, aunque luego retrasadas en su aplicación, son instrumentales, herramientas hacia una mayor democratización del partido, que requieren de tiempo para su implantación y de un cambio en lo que se maldenomina “la cultura del partido”.

El consejero Luis Planas sorprende con el anuncio de su candidatura
Hecha esta introducción aclaratoria expongamos que las primarias están concebidas para recabar la voz y el voto de los militantes (un militante = un voto), una oportunidad para que expresen su opinión sobre sus preferencias, se supone más cercanas a la opinión del electorado y menos a las intrigas palaciegas. En ese sentido son una conquista de las bases para hacer oír su voz en lugar de una cesión gratuita del “aparato” para imponer la suya. Por eso se reclaman en momentos de distanciamiento de la dirección de las bases (directamente proporcional a la distancia que hay entre la clase política y el resto de la sociedad), como fórmula para renovar los liderazgos y para sacudir un poco la “nomenclatura”.

Por eso hay un vicio en la convocatoria de estas primarias en Andalucía, porque van dirigidas a legitimar una opinión/decisión de las direcciones regionales y provinciales, (opinión legítima de quien ostenta democráticamente esta representación y que suponemos además bienintencionada), en lugar de una convocatoria para recabar la opinión, las preferencias del cuerpo electoral al que se convoca.

El alcalde de Jun judicializa el proceso de primarias
La convocatoria en verano de “estas primarias Express”, amarrándose a los plazos que establecen estatutos y reglamentos, atornillando las normas para impedir, o al menos dificultar, la posibilidad de que haya otras opciones con las que comparar las preferencias de “la Dirección”, más que un ataque a la igualdad de oportunidades, (que lo es, lo estamos comprobando), es un desprecio a la esencia verdadera de un proceso de participación, de profundización de la democracia, una desconsideración, otra más, a la madurez política de la militancia.

Es frecuente oír recelar de la vena anarquista de la militancia socialista para justificar las limitaciones a la participación directa, argumentando que hay que poner vacunas a la supuesta irresponsabilidad de las bases del PSOE, amparadas quizás en que cuando se les ha dado alas, no hayan respondido a las previsiones de “los mejor informados y preparados” y considerando que es un peligro poner el voto en manos de los militantes. En contra de estas “precauciones” diré que, al menos en lo que a la memoria de mis 33 años de militancia me alcanza, los militantes socialistas han estado muy por encima de sus dirigentes en responsabilidad, madurez y compromiso. Y eso es lo que nos ha salvado en buena medida, en el partido en Andalucía en el que las crisis las han organizado, por luchas de poder, los de arriba, en repetidas ocasiones, a las que han arrastrado al conjunto de la organización. Baste recordar al respecto el origen de la liquidación de Rafael Escuredo (alineado ahora con Susana Díaz), el descabalgamiento de Pepote Rodríguez de la Borbolla, (que está más bien en el otro lado) o la más reciente sucesión, (y luego distanciamiento), de Griñán a Chaves.

¿Fair play? ¿Pacto de no agresión?
Pero volviendo a la actualidad de las Primarias de Andalucía, señalemos que hay otro vicio, otro defecto en  su convocatoria, que está en la necesidad de conseguir los avales previos a la condición de candidato –que implica por otro lado una limitación a las posibilidades de serlo, al no poder acceder a censos, por ejemplo-; no dudo en la necesidad de establecer un mínimo para concurrir a un proceso de primarias (me parece excesivo el 15% y ya se baraja su rebaja en la referida Conferencia Política al 10%, que me sigue pareciendo excesivo), sino que se ha convertido en un proceso de primarias de las primarias, en un mecanismo que puede ser utilizado torcidamente no para conseguir un mínimo que permita optar a la condición de candidato, sino para obtener un máximo de avales que impida que otros puedan optar. Y sobre todo me parece que es un sistema que se ha convertido, digamos que por el exceso de celo de alguna gente, en una petición primaria de voto a mano alzada, que disuade y espanta a mucha gente de la que reclamamos mayor participación y que supone una conculcación del voto libre, secreto y una presión directa en la que hay poco de pregunta, de consulta de la opinión a la militancia sobre qué opción se considera mejor y mucho de llamada a la disciplina, de reclamo de fidelidad, (disfrazada de petición de lealtad). Vamos que hay bastante más por parte de las direcciones provinciales de toque de corneta y llamada al desfile que de invitación a escuchar las diferentes partituras en liza, como debiera ser el papel de los que están llamados a organizar el proceso. Cabría decir aquello de lo de “la mujer del César…”.

José Antonio Rodríguez basa su campaña en la red social twitter
Me dirán que la obligación de los líderes es la de liderar y la de las direcciones de dirigir y no lo cuestiono pero hay que tener en cuenta las circunstancias extraordinarias en las que se produce esta convocatoria para el partido y para la sociedad andaluza, el desapego a la política que va in crescendo y la desafección y distanciamiento de la militancia, contra lo que se supone debemos luchar y debe servir un proceso de mayor democratización, de mayor implicación del conjunto de los socialistas. Una sobrepresencia de las élites, puede significar una desmovilización y un resultado contrario al esperado y convertirse en un elemento que alargue la distancia entre la sociedad y las instituciones y ahonde el abismo que separa la base (cada vez más exigua) del Partido y el llamado “aparato”.  

A pesar de todo, de los déficits señalados, el día de la votación de las primarias en Andalucía, puede (y debe) ser un gran día, una oportunidad única para los militantes socialistas andaluces (el único partido que ha puesto en marcha una iniciativa como ésta). Una oportunidad, que no debemos dejar escapar, para abrir un nuevo tiempo, para escribir la primera hoja de un nuevo libro, (como escuché decir a Susana Díaz en directo el otro día). Aprovecharla o que pase de largo depende de la militancia que es la que puede evitar que una supuesta genial jugada política se convierta en una jugarreta a la participación si este proceso no acaba en las urnas, si al final no hay votos (libres, iguales, directos y secretos) no hay primarias (como viene reclamando Luis Planas) y al desaparecer los focos estaremos quizás juntos pero no unidos y no habremos disminuido la separación entre la sociedad y la Política.


Los militantes no tenemos la culpa de cómo y cuándo se han convocado estas primarias pero si tenemos la responsabilidad de compensar las limitaciones con las que se está conduciendo, facilitando los avales a los candidatos que los necesiten y reclamando que las normas en el interior del Partido se ajusten a las normas de la sociedad (como reclama José Antonio Rodríguez, aunque en este caso yo soy partidario de que lo haga internamente), para permitir la expresión de todo aquél que crea que tiene que decir algo.

El éxito más importante de las primarias para el conjunto del Partido, para el futuro del Partido, está en conseguir la máxima participación de militantes en esta decisión colectiva y para eso tiene que haber, primero la posibilidad de acudir a las urnas a optar entre dos o más candidaturas (lo contrario restaría credibilidad al proceso y lanzaría un mensaje de un partido muerto, anquilosado, sin debate interno, sin alternativas) y segundo, debe haber un debate abierto, público, entre l@s candidat@s, en igualdad de condiciones y accesible en primera instancia al conjunto de la militancia y en segunda a toda la sociedad andaluza.

Ese éxito colectivo será también un aval, un gran aval, sea cual sea el margen de la victoria en las urnas, que reforzará el liderazgo, la credibilidad y la fortaleza de quien resulte vencedor, mucho más que el escenario dibujado y deseado por algunos estrategas de ganar sin despeinarse, sin pasar el Rubicón, sin urnas y sin papeletas. Esa victoria sería a la larga pírrica y se podría convertir en una losa, en un hándicap, que algunos, en circunstancias similares han sufrido ya en el PSOE.

Las primarias tienen que salir bien, tienen que terminar bien, tienen que ser un ejemplo de democracia auténtica del que nos sintamos orgullosos y podamos mostrar dentro y fuera. Eso nos dará también fuerza para combatir las políticas del Partido Popular, para defender a los trabajadores, a los parados, a los estudiantes, a las mujeres, a los enfermos, a los investigadores… a todos los que están sufriendo los recortes en derechos y en servicios públicos con la excusa de la crisis. Una oportunidad única para decir en alto, claro y fuerte, “que el PSOE no es lo mismo que el PP”, tampoco en el funcionamiento interno.

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