El topillo nival o neverón es un
‘refugiado’ de la época glaciar que tiene en Sierra Nevada su residencia más al
sur y las citas a mayor cota de la Península.
El
nival es nuestro topillo de mayor
tamaño. Su principal característica es que vive en las altas cumbres, en
ecosistemas de pedregales y cascajales, formados por la erosión glaciar y gran
parte del año habita en las galerías que forman esas grandes piedras debajo de
la nieve. Pertenece a la misma familia (Cricetidae) que otros topillos y aunque
tradicionalmente se incluía junto al género Microtus
que agrupa a otras especies de topillos, (campesino, agreste, mediterráneo…), estudios
recientes, genéticos y morfológicos avalan su inclusión en un género diferente. El topillo nival o neverón, (cuyo nombre
científico es Chionomys nivalis), es
un ‘refugiado’ de la época glaciar que hoy en día presenta una distribución muy
discontinua por la mitad septentrional del Paleártico occidental, desde el
suroeste europeo hasta el sureste asiático. En Europa se encuentra en los
grandes macizos montañosos: Alpes, Cárpatos, Balcanes y Cáucaso. En la
Península Ibérica se distinguen cinco núcleos poblacionales principales
localizados en Pirineos, Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, Sistema
Central y Sierra Nevada. El macizo nevadense representa el límite meridional
del área de distribución de esta especie.
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Descripción:
Es el topillo ibérico de mayor tamaño, que
puede llegar hasta 140 mm de longitud y alcanzar entre 35 a 70 gramos de peso. Su
pelaje es de una tonalidad grisácea bastante uniforme, con la región ventral de
color blanco; la cola y las patas son del mismo color, generalmente también
blancos.
Hábitat:
Especie muy adaptada a la vida en zonas
con acumulaciones rocosas estables y zonas de alta montaña (1.000-4.700 m de
altitud). Es muy rara en altitudes menores, aunque hay citas en Europa a nivel
del mar. Es más común donde los acúmulos de piedras y rocas son más frecuentes,
siendo más escaso en zonas arbustivas y boscosas.
Alimentación:
Son básicamente herbívoros que gustan de
plantas que se dan en zonas frías y altas, como las siemprevivas, romperrocas, senecios, valerianas… pero debido a las
restricciones de alimentación que supone el hábitat que ocupan son unos oportunistas
que complementan su dieta con insectos, pequeños invertebrados e incluso con crías
de otros micromamíferos, almacenando
todo lo que no pueden consumir como reserva para el invierno ya que no
entra en letargo durante esta etapa. El topillo tiene una curiosa costumbre: acumula
gramíneas sobre las rocas y las deja que se sequen al sol, después las
introduce en sus galerías para alimentarse de ellas durante el invierno.
Un ejemplar de topillo busca plantas para
alimentarse y para llevar a su despensa.
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Reproducción:
La edad reproductora, en relación con
otros topillos, es relativamente tardía, y las camadas del neverón son menores que
las del resto de sus ‘primos’, lo que es compensado con una elevada tasa de
supervivencia juvenil y mayor longevidad de los individuos que superan los 24
meses.
Amenazas:
Es una especie protegida que se encuentra
en la Lista Roja de los Vertebrados de España y de Andalucía. La principal
amenaza se deriva del escaso número de colonias, de su pequeño tamaño y de la
escasa o nula conectividad entre las diferentes poblaciones. En las altas
cumbres de Sierra Nevada, no tiene muchos depredadores, salvo las rapaces y
algún zorro que en verano se aventura por las altas cumbres.
Bioindicador del cambio climático
El topillo nival es una las especies protagonistas de los
estudios que se realizan por parte del Observatorio del Cambio Global de Sierra
Nevada, integrado por científicos de la Universidad de Granada y técnicos del Parque
Nacional y Natural de Sierra Nevada y de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de
la Junta de Andalucía.
En el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada se lleva a cabo un seguimiento y manejo de las poblaciones de neverones al ser un buen bioindicador del cambio climático |
Se estudia la tendencia de la población de
topillo nival en un gradiente temporal y altitudinal. En total se han estudiado
ocho colonias situadas entre los 2.000 y los 3.100 m. de distribución de la
especie en el área de estudio. El método de trabajo ha consistido en la captura
de ejemplares y ha permitido conocer aspectos de la densidad poblacional, la
biometria, la supervivencia y en general la composición de la comunidad de
micromamíferos.
Se ha constatado que las poblaciones en
los últimos años permanecen estables aunque la densidad está bajando sobre todo
en las colonias de las cotas más bajas, ‘resistiendo’ mejor las de zonas
elevadas. Según los estudios realizados recientemente en Sierra Nevada hay 9
topillos de media por hectárea en las cumbres, 9,5 en la parte intermedia, y 11
en la zona baja.
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