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LA HUELLA DEL CAMBIO GLOBAL EN SIERRA NEVADA
¿Qué le está ocurriendo a los pájaros?
En las últimas décadas se están
observando importantes cambios en las comunidades de aves nevadenses. El clima
y los cambios de usos del suelo son los responsables.
CAMBIO GLOBAL Y BIODIVERSIDAD
El cambio global constituye un problema
emergente que amenaza el futuro de los ecosistemas y su capacidad de
proporcionar bienes y servicios a nuestra sociedad. Uno de los aspectos en los
que se ha demostrado que los impactos de este fenómeno son de mayor envergadura
es sobre la biodiversidad. En Sierra Nevada los efectos son similares a los que
se están produciendo en otras regiones
montañosas de nuestro continente con la particularidad de tratarse de un macizo
montañoso aislado, con un amplio gradiente altitudinal y un mosaico variado de
ecosistemas, y por su latitud meridional, en el cruce entre diferentes regiones
biogeográficas.
Los cambios en la distribución y
abundancia de las especies constituyen
quizás la respuesta más evidente a las alteraciones ambientales. El seguimiento
de las tendencias poblacionales es una herramienta esencial para evaluar la
capacidad de adaptación de las especies en un contexto de cambio global como el
que estamos viviendo.
Uno de los patrones más comunes, (en
Sierra Nevada y en otros sistemas montañosos), entre diferentes grupos
taxonómicos consiste en un desplazamiento altitudinal hacia cotas superiores
buscando entornos climáticos más frescos en los que resguardarse de unas
temperaturas que están experimentando un incremento significativo.
Conforme
ascendemos en altitud, los efectos del cambio climático se hacen más patentes y
dominantes. El calentamiento está generando ambientes cada vez más propicios
para especies generalistas de montaña como el colirrojo tizón o el
pardillo. Por el contrario, especies
tradicionalmente dominantes en estos ecosistemas y en los enebrales y sabinares
de alta montaña van desapareciendo progresivamente como es el caso de la
collalba gris. Este migrador de larga distancia se está rarificando, no sólo en
Sierra Nevada sino también en el resto de Europa. Los migradores transaharianos
están en franca regresión como consecuencia de una combinación de factores de
lo que ocurre en sus territorios de reproducción, en sus zonas de invernada (a
miles de kilómetros) y en los largos y extenuantes viajes a los que se
enfrentan dos veces al año.
CAMBIOS EN LAS COMUNIDADES DE PÁJAROS
En el Observatorio de Cambio Global de
Sierra Nevada se han estudiado con detalle los cambios en la composición y
abundancia de las comunidades de paseriformes en un gradiente altitudinal,
comparando los datos obtenidos por el profesor de la Universidad de Granada,
Regino Zamora, mediante censos realizados en un gradiente atitudinal (1.450 a
3.000 m) y en hábitats diferentes (robledal, matorral espinoso, enebral-sabinar
y ambientes de altas cumbres) a principios de los años 80, con los transectos
de seguimiento que se realizan, anualmente, desde el 2008 hasta la actualidad,
por el parque nacional y natural de Sierra Nevada, bajo la coordinación de José
Miguel Barea.
Los resultados indican que Sierra Nevada
se comporta como una isla biogeográfica sujeta a fluctuaciones
espacio-temporales que está muy influenciada por el territorio circundante. Los
principales motores de cambio global en nuestro entorno, cambios en los usos
del suelo y cambio climático, tienen efectos diferentes en función de los
distintos ecosistemas y del rango temporal analizado y, por sí solos, no
parecen explicar las sustanciales modificaciones en las comunidades de aves
acaecidas a lo largo de los últimos 30-35 años. El desacople observado entre
cambios ambientales y cambios en las comunidades se relaciona con el
carácter insaturado de las comunidades
de montaña, expuestas a constantes entradas y salidas de especies.
En los últimos años se ha detectado un
incremento moderado de las poblaciones de aves paseriformes reproductoras de
Sierra Nevada que ha corregido la disminución poblacional significativa de
muchas especies en la última parte del siglo pasado. (Entre el año 1980 y el 2.
000 se había reducido a casi un tercio la densidad de aves en algunos
ecosistemas como el robledal o el matorral de alta montaña).
Este aumento actual es muy patente en
determinados ecosistemas como los robledales y algo menos acentuado en la orla
de matorral espinoso. En los ecosistemas de alta montaña esta tendencia es
menos clara, con patrones estables en los enebrales-sabinares y un predominio
de tendencias ligeramente negativas en las localidades situadas en las altas
cumbres.
Lo que sí parece confirmarse es la
tendencia a que la comunidad de aves nevadenses, en los pisos bioclimáticos
oro- y crioromediterráneo, va perdiendo
su carácter alpino, homogeneizándose con las condiciones mediterráneas de su
entorno, debido a la matorralización de la alta montaña y al efecto del cambio
climático. En 1982 se localizaron sólo 3 especies reproductoras, mientras que actualmente la cifra total
asciende a 5.
Por el contrario, la evolución hacia
etapas más maduras de los ecosistemas situados a baja y media altitud, tanto
por el abandono de los cultivos como por el efecto de las políticas activas de
conservación y de gestión adaptativa, están teniendo un balance positivo sobre
buena parte de estas aves paseriformes.
Unos ganan y otros pierden
Las
aves son consideradas unas mensajeras y centinelas de los efectos del cambio
global. Diversos estudios sobre el impacto del cambio climático en las aves
europeas advierten de la reducción del área de distribución de la mayoría de
las especies de aves, aumentando el riesgo de extinción de muchas de ellas.
Además, muchas aves no podrán modificar su distribución a la velocidad con la
que avanza el cambio climático, teniendo como resultado declives poblacionales.
El primer indicador a escala mundial de los impactos del cambio climático sobre
la fauna salvaje se ha encontrado en la variación de las poblaciones de aves
europeas a causa del calentamiento global. Aquellas especies mejor adaptadas al
cambio climático han registrado un incremento en sus poblaciones mientras que
aquellas especies menos adaptadas al cambio climático han visto cómo sus
poblaciones se veían reducidas. En todo caso se constata que el cambio
climático generará más ‘perdedores’ que ‘ganadores’, ya que, según los informes
de SEO-Birdlife, se calcula que hasta tres veces más de aves son afectadas
negativamente por el cambio climático que las que se ven afectadas
positivamente.
Sierra
Nevada tiene un comportamiento diferente debido a sus peculiaridades
biogeográficas y a la combinación de los efectos del cambio climático y los
cambios de uso del suelo. Estos últimos, en la media montaña, están
favoreciendo ambientes forestales cada vez más maduros y densos, lo que permite
la recuperación de especies como muchos páridos (carboneros común y garrapinos
y herrerillos común y capuchino), el chochín o la reciente colonización y
expansión del trepador azul. Por el contrario, otras especies como el mirlo
común o el zorzal charlo presentan una tendencia negativa. Esto es debido a la
reducción de claros en el bosque por el abandono agrícola y ganadero.
En descenso (pierden). La
collalba gris y
el roquero rojo
son dos ejemplos de especies en regresión en el macizo nevadense.
En aumento (ganan). El chochín y el carbonero son especies que han tenido
un incremento fuerte en sus poblaciones en la última década.
Pie
de foto: Ascienden de cota. El colirrojo tizón y el
pardillo cuentan con un mayor número de territorios
reproductores en las zonas altas y cada vez crían a mayor altitud.
Pie
de foto: En el matorral de alta montaña se está produciendo la
sustitución de la curruca zarcera por su ‘prima’ la curruca
tomillera, especie más termófila.
Pie de foto. El trepador azul apareció en Sierra Nevada hace aproximadamente
una década y sus poblaciones crecen a una tasa anual del 20%.
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