Ejemplar capturado y fotografiado por Jose A. Hódar |
En mi último reportaje sobre las mariposas nocturnas dedicado a las
especies presentes en Sierra Nevada ("Pues a mi me gustan. Las mariposas nocturnas, ¿quién dice que son feas?"), no pude recoger una bellísima especie ya
que actualmente no se ha citado en nuestro macizo montañoso, aunque podría
encontrarse por sus requisitos ecológicos. La población más al sur conocida de
esta mariposa está en a Sierra de la Sagra (donde está tomada la imagen que abre este artículo) y en la Sierra de Cazorla. Las otras
poblaciones conocidas están en otros sistemas montañosos de la Península y en Francia.
La mariposa Isabelina es considerada la más bella de Europa y
está en peligro de extinción. Tiene una
coloración predominantemente verde surcada por venas de color marrón rojizo.
Además poseen en las cuatro alas ocelos de varios colores y las alas
posteriores de ambos sexos presentan unas llamativas colas de una longitud más
acusada en el macho. Mide de 45 a 65 mm. El macho tiene antenas que son de
color pardo rojizo y se distinguen también porque son plumosas para detectar
las feromonas de atracción sexual emitidas por las hembras que, en cambio,
tienen antenas simples y el abdomen más
robusto.
El hábitat de esta
especie es la media y alta montaña. Vive en bosques de una altitud comprendida
entre los 1000 y 1800 metros. Las orugas son arborícolas y se alimentan sólo de
las acículas de algunas especies de pino, principalmente de las especies Pinus sylvestris, Pinus nigra salzmannii y
Pinus uncinata. Los adultos vuelan solamente durante la noche, en los meses
de mayo y junio principalmente.
El descubridor de este bello lepidóptero fue, en el año
1848, el eminente científico Mariano de la Paz Graells (1808-1898), botànico,
médico y zoólogo, uno de los fundadores de la Real Academia de Ciencias.
Mariano Graells bautizó la nueva especie como Saturnia isabelae, un espléndido regalo para la reina Isabel II de
España. Posteriormente la especie fue rebautizada como Graellsia isabelae, esta vez en recuerdo del ilustre naturalista
que por primera vez la describió. En la actualidad este saturnino se denomina Actias isabelae.
Los focos luminosos tanto de luz blanca como de luz
ultravioleta las atraen, lo que constituye un problema para sus poblaciones
debido a que los ejemplares que acuden a las luces no vuelan más hasta la noche
siguiente, lo que se convierte en un gran problema dado su corto periodo como imagos.
Sus mayores enemigos son la desforestación y los incendios;
el tratamiento fitosanitario de los pinares para combatir diversas plagas como
la procesionaria, afecta gravemente a las larvas. El coleccionismo ha diezmado
sus efectivos de manera drástica.
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