(http://www.elindependientedegranada.es/autor/121)
Para la vuelta he preparado un artículo sobre la (recurrente) propuesta de los empresarios de ampliar la estación de esquí a la que se ha sumado hace unos días el presidente del PP-A que para el que no lo sepa se llama Juan Manuel Moreno Bonilla (Juanma para sus amigos).
Enlace a la versión en el periódico:
http://www.elindependientedegranada.es/blog/des-lumbrados-des-nortados
Des-lumbrados
(y des-nortados)
La
propuesta de ampliación de la estación de esquí es un atentado
ambiental y una mala apuesta económica, pero antes que nada es
imposible legalmente.
Hace
unas semanas en la inauguración oficial del Congreso Internacional
de las Montañas, Cimas, el representante de los empresarios
granadinos pedía al conjunto de las instituciones “que se
abriera un diálogo y se estudiara la viabilidad de la ampliación de
la estación de esquí”. Quedaba así como Dios ante su clac y
generaba un estupor ante el resto, la mayoría, de los asistentes,
entre los que abundaban científicos y gestores de espacios
protegidos. Entre los asombrados había también alcaldes y
alcaldesas y ediles de los pueblos de las distintas comarcas que
conforman el macizo nevadense, y pequeños empresarios y autónomos
que se buscan la vida apostando por un turismo sostenible, que se
quejan, con razón, de que siempre se mire a la estación y al esquí
y se olvide el resto del territorio y otras formas alternativas de
desarrollo. La respuesta la tuvo a lo largo del Congreso pero se la
resumo en dos momentos: en la conferencia inaugural del profesor
Eduardo Martínez de Pisón que afirmó que “el
desarrollo sostenible es la clave para que las montañas perduren en
los valores que siempre han tenido”
y
en la intervención
magistral en la jornada de clausura del
naturalista Joaquín Araújo que dijo que “mirar Sierra Nevada
es contemplar las almohadas del cielo”.
El
pasado fin de semana, quizás sobre-animado por las extraordinarias
precipitaciones de esta temporada, deslumbrado, tal vez por la
blancura de la hermosa capa de nieve que podemos disfrutar, ¡a
mediados de abril!, el presidente del PP-A, también se ha tirado al
charco y ha reavivado este recurrente debate aludiendo a “que
se vea la posibilidad de la ampliación del dominio
esquiable”.
La
ceguera de los primeros y su obcecación en reducir Sierra Nevada a
la estación de esquí y no pensar en las oportunidades del resto del
territorio, es ya conocida pues sólo ‘ven’ los proyectos
especulativos, los pelotazos urbanísticos o de otra índole y ni se
les ha visto, ni se les espera, nunca apoyando alguna iniciativa de
lo que se ha dado en llamar desarrollo sostenible. Hablarles de
transición hacia un nuevo modelo productivo o de economía circular,
eso debe sonarles ya al idioma del presidente del Granada CF a los de
la confederación granadina de empresarios, que no consta que
aprovecharan la ocasión para pedirle a Moreno Bonilla que haga algo
por los más de tres años de aislamiento ferroviario, por poner una
reivindicación concreta, cierta y cercana.
Lo
del presidente del PP, un señor sonriente que llaman los suyos
JuanMa y que se desplaza en estos días por tierras andaluzas
intentando hacernos creer, frente a cualquier análisis medianamente
serio, que los Presupuestos del gobierno de Rajoy son estupendos
para Andalucía, es mucho más grave si cabe. No tiene que apelar a
nadie para ‘explorar ese camino’. Saben los populares, si no lo
supieran sería todavía peor, que la ampliación de la estación de
esquí actual o la creación de una nueva estación de esquí, es
inviable, en primer lugar desde el punto de vista legal. La Ley de
Parques Nacionales, aprobada en solitario por la mayoría absoluta
del PP en 2014, prohíbe taxativamente esta posibilidad. Y digo que
saben los populares, o debieran saber, porque los empresarios
andaluces promovieron una enmienda a esa ley para ‘abrir una
puerta’ a la ampliación de la estación, iniciativa que el
gobierno y el grupo parlamentario del Partido Popular no secundaron,
no se atrevieron en mi opinión. Es decir, con la actual ley en la
mano, no se puede plantear siquiera la cuestión que reclaman algunos
empresarios. Otra cosa sería sacar del parque nacional las zonas ‘a
demoler’, una cuestión que nunca han planteado, quizás
sospechando la ‘mala prensa’ que tendría. Ambas ‘soluciones’,
modificar los límites del parque o modificar las leyes requieren
que se debata en las Cortes Generales por lo que no tienen que mirar
a nadie si de verdad quieren plantear el asunto aparte de regalarle
el oído a cuatro incorrectamente denominados empresarios de la nieve
o querer sumarse al peligroso deporte de crear agravios entre los
andaluces.
Porque
seamos claros y no mareemos la perdiz, nadie en su sano juicio se
cree eso de las estaciones sostenibles, ‘verdes’. Una estación
de esquí provoca un gran impacto en su construcción y en su
funcionamiento y supone una alteración grave del medio natural. No
hay otra manera. Una cosa es intentar reducir los impactos negativos
de una estación ‘heredada’ y otra seguir ‘comiendo’ los
ecosistemas singulares de la alta montaña. Por mucho que diga algún
charlatán de feria sobre “una estación ecológica”, la
habilitación de pistas de esquí, su mantenimiento, la creación de
drenajes para el deshielo, la instalación de empalizadas, la
fabricación de nieve ‘producida’, la construcción de remontes,
la preparación de la nieve con máquinas (que hay que guardar en
algún sitio), las instalaciones para el personal que mantiene la
estación … no son de quita y pon de 9 de la mañana a 6 de la
tarde. No se puede desconocer estas exigencias o lo que sería peor
pensar que va a colar un engaño que intente ocultarlas.
Este
debate sobre el debate de la ampliación de la estación de esquí o
de crear nuevas estaciones, no es serio, sería gratuito si no fuera
porque se juega con las cosas de comer alegremente. Con este tipo de
propuestas en una provincia como la nuestra, con el nivel de paro y
las carencias que tenemos, resulta absolutamente irresponsable y
tiene toda la sospecha, viniendo de donde viene, de querer desviar la
atención sobre la falta de respaldo y compromiso con otros
proyectos.
En
conclusión, la propuesta del Bonilla tiene una clara respuesta: si
están a favor de descatalogar una zona del parque nacional y/o
considerar que en un parque nacional es compatible “la ampliación
del dominio esquiable”, lo que deben hacer es echarle valor y dejar
de entretener la pelota o echarla a otros tejados y promover la
modificación de la, reciente, Ley de Parques Nacionales que ellos
mismo aprobaron. Pueden pedirle respaldo a Ciudadanos a ver si la
formación naranja muerde este anzuelo y compiten entre ellos a ver
cuál de los dos es más depredador del medio ambiente, quiero decir
‘defensor del activo y dinámico sector empresarial granadino’.
Contra la Junta, responsable de velar por la conservación del
patrimonio natural y promover un modelo de desarrollo respetuoso con
el medio ambiente en los espacios naturales protegidos, los naranjas
granadinos, pueden tener la tentación de apuntarse a cualquier
bombardeo.
Antes
de que se metan en honduras advierto que ganar esa batalla
legislativa no supone ganar la guerra. Ese cambio legislativo no es
el único obstáculo que se encontrarán en el camino hacia la
destrucción de la alta montaña. Aparte de la movilización social
que espero que se produjera debo informar, por si no lo saben, que un
proyecto de esas características no cuela como ligado a la
conservación del espacio y a las actividades tradicionales por lo
que al estar en la Red Europea Natura 2000, es Zona de Especial
Conservación (ZEC) y Zona Especial de Protección para las Aves
(ZEPA), deberá ser remitido a la Unión Europea y convencerles de
que es compatible con la conservación de la extraordinaria
biodiversidad y el paisaje de las cumbres. Y también deberán
recibir el informe favorable de la UNESCO al estar incluido en la
zona núcleo, la de mayor protección y de mayor fragilidad, de la
Reserva de la Biosfera.
Suponiendo
que todos esos ‘trámites’ se superan, que se producen las
modificaciones legislativas a nivel nacional y autonómico y que
engañamos a todos los organismos internacionales, dentro de unos
¿12-15-20? años, en el mejor de los casos, podríamos entrar en el
debate sobre la viabilidad económica, técnica, ambiental de los
proyectos, aunque quizás ya para esas fechas no haya que preocuparse
porque, a este este paso, y a pesar del excepcional año de
precipitaciones y temperaturas, que a muchos ha deslumbrado, para
entonces el cambio climático haya resuelto el debate.
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