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Hay quien llama la atención sobre el posible ‘efecto llamada’ de la llegada del Aquarius. Yo espero que al contrario pueda ser una llamada de atención a la Unión Europea y al mundo.
Faltó muy poco la noche del viernes para que millones de gargantas lanzaran el grito de guerra del orgullo patrio “yo soy español, español, español...”, (en la versión local se completa con: y de Graná casi ná). Faltó un gol más de la roja o uno menos de CR7; o sobró el penalti tempranero o el fallo de De Gea o faltó que entrara el disparo al larguero de Izco o la espuela de Koke. Cualquiera de esos lances hubiera conducido a la victoria y desatado los gritos de euforia, en el arranque del Mundial de Rusia. Apenas 48 horas después del relevo del seleccionador que presagiaba el fracaso de la ‘roja’ en quinielas, porras y en las apuestas, estuvimos a punto de lanzar las campanas al vuelo y de salir con las pinturas de guerra lanzando cohetes.
A mí también me gusta la fiesta futbolera pero el grito del titular lo lancé durante la mañana dominical, cuando el Aquarius entraba por la bocana del puerto de Valencia. No pude contener el grito en twitter ni en facebook y me puse a escribir estas líneas para manifestar que me siento orgulloso de que el gobierno de mi país tomara la decisión humanitaria de acoger a los ‘pasajeros’ del barco abandonados por el gobierno italiano (que no por Italia donde esa decisión ha molestado a tantos ciudadanos incluidos algunos viejos amigos ecopacifistas que esta semana enviaban mensajes felicitándome por la decisión del gobierno de Pedro Sánchez y avergonzados por la xenofobia del presidente Giuseppe Conte y Salvini -el apellido del vicepresidente no haca causa con su actitud en este asunto-).
Y siento orgullo también por la respuesta del gobierno de la Comunidad Valenciana y de muchos ayuntamientos y organizaciones no gubernamentales que se han aprestado a colaborar en la recepción de los migrantes. Y siento especial orgullo por los numerosos voluntarios que están participando en la atención durante la acogida en suelo español.
Orgullo de ser español que he sentido también esta misma semana cuando el Consejo de Ministros anunciaba que iniciaba el camino a la sanidad universal, los trámites para revertir en unas semanas aquél aciago Decreto de 2012 que quitaba el derecho a la asistencia sanitaria a “los inmigrantes no regularizados”. Esa medida devuelve la decencia política a nuestro país y recoge el mandato de organismos internacionales y del Defensor del Pueblo. Pero además de ser una medida indigna e insolidaria se ha demostrado que tenía un planteamiento falso y se ha mostrado ineficaz económicamente y con nefastos resultados según lo expertos en salud pública.
También hay algunos españoles que han llamado la atención sobre estas decisiones advirtiendo de su posible ‘efecto llamada’ en los países subdesarrollados. Eso piensan y dicen para alimentar a su seguidores con ese podrido argumento o eso dicen para los que así pudieran pensar se identifiquen con esas fuerzas políticas. No sé que es peor. Me dan pena y repugnan esos ‘buitres’. Son los mismos carroñeros que de producirse la derrota de la selección se lanzarían a atacar a Rubiales, a Diego Costa o a De Gea, por distintas razones pero con el mismo objetivo. Patriotas de hojalata todos que diría aquél. Yo espero por el contrario que la medida tenga un efecto de llamada de atención a la Unión Europea y al mundo y sirva de revulsivo para replantear de manera unida y solidaria la situación de los inmigrantes y la situación de los países de donde vienen los inmigrantes.
Esta semana yo seguiré cantando ‘yo soy español’ por las dos razones y me uniré al grito de ‘a por ellos’ pero no contra los catalanes, sino a abrazar a los que han llegado en los barcos a nuestra tierra, porque eso nos ha hecho grandes a los españoles como país y a ellos les hace dejar de ser pequeños y les devuelve a la Humanidad. Y gritaré ‘a por ellos’ también estos días frente a Irán y a Marruecos, pero sólo en sentido deportivo.
Nota: No me pidáis que cante el himno español con la letra de Marta Sánchez, que yo soy un ciudadano español orgulloso, pero no tengo el orgullo de ser español de Ciudadanos, a tanto españolismo no llego.
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