viernes, 11 de octubre de 2024

¿Cómo está España?

 Vuelvo a sacar punta en mi columna/blog en "El Independiente de Granada"

'¿Cómo está España?' | El Independiente de Granada

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En esta ocasión doy la vara con una comparativa de la evolución de la economía, los grandes números, luego la microeconomía es otra cosa, en España y en Andalucía. 





SACANDO PUNTA

Ignacio Henares Civantos


¿Cómo está España?

Recuerdo que esta pregunta era formulada de manera retórica por un gran amigo y compañero, a modo de saludo, cuando nos encontrabamos tras un tiempo sin charlar y nos disponíamos a ‘ponernos al día’. No quiero nombrar a mi interlocutor, (para no perjudicarlo), pero diré que es un político-intelectual, o un intelectual con compromiso político, capaz de conectar la política local, regional, española, europea y mundial en un análisis. La mayoría de las veces, eso sí, sus discursos requieren de talla XL (Extra Large), aunque luego sea capaz de resumirlos con un aforismo o sentencia hurgada en algún libro famoso de esos que han leído solamente unas cuantas personas, aunque muchos los citen y refieran. Mucho antes de que existiera Twitter, luego X, ahora una jaula de grillos, o más bien una jauría humana, mi compañero, y sin embargo amigo, ya era capaz de sintetizar un razonamiento en algunas cuantas palabras, a menudo tomadas prestadas de algún prohombre y traídas hábilmente a colación.


Para responder a esta cuestión sobre la situación de nuestro país la mayoría de las personas en la actualidad se ponen “en prevengan” ya que el clima de confrontación política que se ha instalado (mejor dicho que ‘ha sido’ instalado) condiciona la respuesta. Encuentro que muchas veces, más de cuatro veces, muchas personas, más de dos y de tres, se sienten incómodos al responder a este interrogante o lo hacen para alinearse con el ‘clima’ en el que sospecha que se plantea la pregunta. Esta es una de las razones fundamentales de que aparentemente a los españoles nos va mejor que a España y de que nuestro país se esté convirtiendo en uno de los que peor se vive y se convive, si exceptuamos a los demás.


Se me ha ocurrido intentar objetivar el asunto del interrogante del titular y he repasado el análisis de los datos macroeconómicos de la situación de la época en la que JoseMari Aznar, se inventó aquello del “España va bien” para subrayar la buena marcha de la economía española, en aquellos momentos. La comparación con este momento es odiosamente favorable a la situación actual. Los números son incontestables, en PIB, en empleo, en balanza comercial, en I+D+i, en inversión en infraestructuras… El crecimiento económico del país y la generación de empleo están a la cabeza de Europa, habiendo revisado al alza el crecimiento del PIB la OCDE para este año 2024, hasta medio punto más de las previsiones iniciales.


Es curioso que los estudios macroscópicos indiquen que la mayoría de los que cuestionan estos indicadores están entre los que mejor viven y los que, a pesar de la buena situación económica general, más problemas tienen, son los más optimistas.


Hay dos elementos a destacar de esta situación que son singulares y peculiares: uno, que el buen panorama de la economía, (en circunstancias complejas y difíciles como todo el mundo conoce pero casi nadie reconoce), se ha producido en paralelo a avances sociales; y dos, que las medidas que han propiciado los buenos indicadores se han producido con la oposición de las derechas reunidas que en muchas ocasiones además, han puesto todos los palos en las ruedas que han podido y han sabido.


Pero como digo hay datos que matan los relatos como los más de 21 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social en el mes de septiembre, 2,6 millones de personas más trabajando que con Don Tancredo Rajoy, con un récord histórico de mujeres y jóvenes trabajando. Este mes un pensionista ha cobrado unos 300 euros más, de media, que con MpuntoRajoy. Hoy el salario mínimo interprofesional es de 1.134 euros (14 pagas), frente a los 735 de cuando el anterior presidente del gobierno se fue al bar mientras se debatía la moción de censura en su contra siendo sustituido por un bolso. Un 54% más, os ahorro que hagáis el cálculo.


Yo entiendo que el PP no se dedique a alabar la gestión del gobierno en lo económico (que no sea el elemento central de la agenda política de las derechas ya es un indicador relevante) pero lo que devalúa la seriedad de una fuerza política que aspira a gobernar y que cuenta con experiencia de gobierno es que no se alegre de los buenos datos y se dedique de manera sistemática a montar bulos sobre las estadísticas oficiales y a propagar las mentiras que salen de las distintas sucursales de la factoría del odio y la confrontación.


Pero aunque no seamos conscientes, que el PP y Vox hayan cuasi abandonado “el España se hunde” y vuelvan a poner los huevos en la cesta del “España se rompe” y el “pacto con los herederos de ETA”, (cuando no directamente con los etarras), es la prueba más evidente de que pese al catastrofismo de la oposición sobre la marcha de la economía española, el PSOE ha logrado arrebatar la bandera de la buena gestión económica, sobre todo si advertimos que las recetas de los homólogos del PP en otros países no están obteniendo comparativamente tan buenos resultados. Eso por no hurgar en la herida del fracaso de las propuestas de los conservadores británicos que Feijóo abrazaba con fervor religioso y ardor guerrero y que tuvieron que borrar de sus registros con precipitación (no creo que tuvieran que emplear el martillo de los discos duros de su contabilidad).


Y Andalucía ¿cómo está?


Pero si la pregunta que nos hacemos es ¿cómo está Andalucía?, la respuesta, siguiendo los mismos indicadores económicos, es que “no tanto”. La escandalosa, costosa e intensa propaganda en medios públicos y privados, sobre el supuesto milagro andaluz y que nuestra región es la locomotora de España, no puede ocultar la realidad del deterioro de los servicios públicos y que la convergencia de nuestra región ha dado pasos atrás. Además la brecha de las desigualdades se está incrementando y eso que el gobierno andaluz ha contado con los presupuestos más elevados de la historia de nuestra autonomía y las mayores transferencias de fondos del gobierno central. Aparte de una mala gestión, por ejemplo, en algunos fondos europeos, la razón hay que encontrarla en dos razones fundamentales, la nula sensibilidad social y la dependencia de la estrategia marcada por la sede central de los populares.


En primer lugar el gobierno de Moreno Bonilla está favoreciendo la privatización de los servicios públicos, con medidas que conducen al deterioro y descrédito de lo público y derivando cantidades millonarias hacia las empresas para incrementar sus ganancias y propiciar su capitalización. El camino ya lo habían marcado otras CCAA gobernadas por el PP y JuanMa, aunque con una sonrisa y un aparente estilo distinto, no se diferencia mucho de las políticas de Ayuso, aunque sin tener en cuenta que Andalucía no es Madrid. Cada vez que oigo a los representantes del gobierno andaluz justificar la mala situación sanitaria con el presupuesto que se dedica veo como se entierran aún más ya que más dinero invertido y peor situación de un servicio público es la peor combinación, porque el camino iniciado significa que nuestra salud no va a depender ya del dinero que nos cuesta sino de otros elementos ajenos. Suelo explicar que el discriminatorio e injusto modelo americano, con una sanidad pública de bajísima calidad y escasas prestaciones, es más caro para las arcas publicas norteamericanas que los sistemas públicos europeos.


Otro de los hándicaps con los que nos topamos en Andalucía es que tenemos un ejecutivo andaluz dedicado más a la confrontación con el gobierno de España, que a la solución de los problemas que preocupan a la ciudadanía, incluso a costa de ello, en algún caso.


En lo que sí se ha mostrado ser un adelantado el presidente del gobierno andaluz y su troupe ha sido en encontrar fórmulas para favorecer el enriquecimiento de los amigos y para saltarse las normas de adjudicación de contratos, con lo que se conoce en el argot como ‘salchichonaje’ de los proyectos para la adjudicación de manera directa, sin concurrencia, sin publicidad y abusando de una presunta urgencia para buscar la opacidad de miles y miles de contrataciones. Como dice mi amiga M. Ángeles Prieto, (en este caso la nombro para resaltar la incansable labor de oposición que está haciendo en el Parlamento -que cunda el ejemplo-), mucha campaña de “toda la Junta, junta” pero luego los contratos se hacen en lonchas finas para poder ‘colarlos’ poco a poco.


Y yo que creía que cuando se decía que se iba a avanzar en la digitalización y la simplificación administrativa de la Junta me había ilusionado en que se dirigía a su modernización y lo que ha resultado era que se refería a digital de “a dedo” y a saltarse los controles de la intervención y las garantías legales.


Recuerdo que la última vez que conversé con mi ilustrado amigo y compañero sobre la gestión del gobierno andaluz me comentó que nunca había visto un gobierno tan flojo (y él ha conocido de cerca a muchos gabinetes andaluces) y que era sorprendente que un presidente de la Junta de Andalucía que había hecho tan poco hubiera llegado tan alto. Y yo añadí que me había equivocado cuando dije, acerca del último gobierno socialista andaluz, “que no se podía ir a peor”. Bonilla et al. han demostrado que la Ley de Murphy se cumple y todo es susceptible de empeorar.


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