viernes, 25 de septiembre de 2020

Salud, NO Responde

Nueva entrada en mi columna 'Sacando Punta' en el periódico digital El Independiente de Granada.

Ir a la web del periódico 👉  http://elindependientedegranada.es/blog/salud-no-responde



En Andalucía cada vez se está volviendo más difícil poder decir, siquiera por teléfono, qué me pasa doctor/a? La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía está haciendo que recobre sentido la palabra ‘pacientes’ para referirnos a los usuarios de la sanidad.

Hace días que la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública denunció que la Atención Primaria estaba colapsada que los profesionales están agotados y saturados y que se tardan hasta 15 días para un primer contacto, telefónico, con nuestro ‘médico de cabecera’. (Ayer pedí cita y tuve la suerte de que ‘sólo’ tengo que esperar 11 días para la consulta, telefónica, con mi médico. Lo de que puedan realizarme algunas pruebas diagnósticas ya se verá...). Y no hay atisbos de mejora sino todo lo contrario, el panorama es susceptible de empeorar.

Nos quejábamos del cierre de centros de salud y de la eliminación de las consultas por las tardes, pero la situación está derivando en insostenible con el riesgo de que aumente la presión asistencial sobre los hospitales y “se arme el follón padre”. Pondré un ejemplo de lo que me pilla más cerca y conozco de primera mano. En mi centro de salud no se han cubierto cuatro bajas de médicos desde hace seis meses, una situación que en cualquier circunstancia resultaría complicada de resolver para el resto de profesionales, pero que en la excepcionalidad de la actual significa que estamos a un paso del reventón del sistema.

La situación en la Atención Primaria se complica cuando los trabajadores de Salud Responde, (un servicio que ha pasado en un año de tener una valoración de más de un 9, sobre 10, a pasar a menos del 2), han contado que tienen órdenes de no facilitar citas médicas. Estos operadores, con empleos precarios, contratos por horas y sueldos inferiores a 500 euros mensuales, han revelado el bucle maldito en el que enredan a los que acuden al servicio telefónico de Salud Responde: la llamada se pasa a una ‘máquina’, si no pueden atenderla les contesta un operador que debe pasarlo a una cola de llamadas infinita y cuando por fin se contesta, la obligación de dicho trabajador, es volverlo a pasar a la máquina y vuelta a empezar. La otra opción es llamar al centro de salud, que no suele contestar porque están desbordados, con mucha gente en la cola, precisamente, porque no se contesta al teléfono de Salud Responde. Lo que se consigue es que acabamos exponiendo a los usuarios/pacientes a mayores posibilidades de contagio, que era lo que se quería evitar y además se están utilizando los servicios de urgencias para dolencias y recetas que deberían tratarse en Atención Primaria.

Durante meses el aparato de propaganda del gobierno de San Telmo se ha dedicado a realizar campañas para promocionar que el ejecutivo andaluz era el campeón en la gestión de la pandemia, en Anticipación, bordeando -si no vulnerando- la normativa vigente sobre publicidad institucional; ahora se está demostrando que lo único que lidera es la ausencia de planificación. Ahora que tienen todas las competencias y responsabilidad en las decisiones, el presidente JuanMa Moreno y su equipo están cayendo en la improvisación y actuando a remolque de los acontecimientos, a rebufo de los medios ante el aumento de las ‘malas curvas’. Lo que antes calificaban  de improvisación referiéndose al gobierno central ahora lo llaman flexibilidad e ir adaptándose a las circunstancias pero se puede calificar con más exactitud de ‘estar a verlas venir’, una actitud en la que fue maestro durante años MpuntoRajoy al que pronto se referirá su sustituto Pablo Casado,  entonces diputado por Ávila, como “esa persona que entonces dirigía el partido que ahora se dirige en otro sentido”, siguiendo la escuela creada en el Partido Popular para intentar escurrir el bulto.

En lo que sí se ha colocado en el pelotón de cabeza Andalucía es en el número de contagios, y eso teniendo en cuenta que hay que tener ‘en cuarentena’ los datos que aporta el gobierno de la Junta, dada su opacidad y falta de transparencia también, en este asunto, que llegó a su máximo cuando desde el Servicio Andaluz de Salud prohibieron a los profesionales sanitarios que ofrecieran información a los medios de comunicación acerca del coronavirus y su incidencia en los distritos sanitarios mediante un escrito que los sindicatos médicos calificaron por entonces de ‘amenaza’.  Por contra, en Andalucía nos hemos colocado a la cola, de farolillos rojos, en la realización de pruebas PCRs. Todavía resuenan los ecos de los que pedían “tests masivos ya” cuando no eran necesarios ni efectivos, durante el confinamiento. Tengo un vecino que ha retirado hace poco un cartel que lo reclamaba, ahora que es cuando es justo y necesario pedirlos en la ‘nueva normalidad’, cuando se tiene contacto con casos confirmados y su realización es esencial para controlar en primera instancia los brotes.  

Y es que sabemos que en la Andalucía de la #Anticipación se tarda hasta una semana (o más) para confirmar un positivo, un tiempo fundamental para seguir el rastro de los contagios y evitar la transmisión comunitaria (lo de contagio comunitario es un camelo, un invento del consejero de Salud para intentar disminuir la gravedad del asunto y disimular la falta de control). Los gestores de esta nueva situación no están a la altura y están consiguiendo que el retraso de la realización de estas pruebas extienda de una manera mayor los contagios durante los días que se pierden en la realización de las PCRs y logrando que se pierda el rastro de los focos de los brotes. Porque el asunto de la más que evidente falta de rastreadores es de juzgado de guardia. Este era uno de los elementos esenciales para pasar de fase durante la desescalada. Por entonces los ‘responsables’ de la Consejería de Salud presumían de que estaba todo preparado y se disponía de suficientes rastreadores para hacer frente a los eventuales rebrotes. Era cuando el quejío y el agravio comparativo tan genuinamente ‘granaíno’ se apoderaron de la opinión publicada clamando contra el mando único.

Tampoco ayuda mucho ni genera confianza que un responsable político como el delegado territorial de Málaga de la Consejería de Salud y Familias, que en un alarde de sinceridad ha confesado que la situación de la Atención Primaria está colapsada en esa provincia, haya pedido a los médicos “que tengan fe” y haya declarado: “Yo rezo todos los días para que haya vacuna, se acabe la pandemia y la situación mejore y podamos respirar”.

Pero es que hay que tener mucha fe y más moral que el Alcoyano para confiar en la mejora de la cuestión de la salud andaluza estando a los mandos de este barco el consejero Jesús Aguirre, el  que se refería a la interrupción voluntaria del embarazo como ‘el chupetón’, el que llegó al cargo presumiendo que “en tres días ya teníamos montados el staff de la Consejería, todos son amigos míos”, el que arrancó con una pésima gestión de la listeriosis, el que manipuló las listas de espera para maquillar el fracaso del Plan de Choque...

Lo más grave de este asunto es que el gobierno andaluz no parece ser consciente de la importancia de la Atención Primaria en el Sistema de Salud, y en concreto y de manera especial, para la gestión de la emergencia sanitaria del coronavirus que se requiere en esta coyuntura. Aunque también hay mal pensados que sostienen que más que incapacidad hay un plan trazado para deteriorar la sanidad pública y derivar fondos hacia la capitalización de la medicina privada, para imponer copagos y otras ‘soluciones’ a la financiación del sistema sanitario.

Porque ¿dónde están los 600 millones que ha aportado este verano el gobierno de España a Andalucía para hacer frente a esta crisis? En este asunto (la Consejería de) Salud, NO (tampoco) responde.  Ocurre como en Educación, con una apertura de curso con apenas cambios respecto a la situación del curso pasado, en la que también se reclama en qué y a dónde irán destinados los casi 400 millones recibidos del gobierno ‘social-comunista’ de Pedro Sánchez.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Sierra Nevada, ¿desarrollo o conservación? | El Independiente de Granada

He publicado un nuevo artículo en el periódico digital "El Independiente de Granada" que tiene como lema "alguien tenía que contarlo. Sumándome a este leit motiv me he mojado en defensa de la conservación de Sierra Nevada y de un modelo de desarrollo 'sostenible', de verdad, sin cuentos chinos ni de los otros. Espero que los que tienen la obligación legal, competencial y funcional de la gestión de este espacio natural protegido singular, Reserva de la Biosfera, Parque Nacional y Parque Natural, estén a la altura del momento y de la Sierra y cumplan con su cometido, no se dejen llevar por cantos de sirena, (en nuestro caso serían de ondinas), y no se dejen arrastrar por los del grnadino 'contri más mejó'. Sierra Nevada, ¿desarrollo o conservación?




Sierra Nevada, ¿desarrollo o conservación? Ignacio Henares Civantos Siempre que me han hecho esta pregunta trampa he contestado de manera rápida: CONSERVACIÓN, y he continuado explicando que no hay auténtico desarrollo sin conservación. Puede que haya crecimiento económico, o enriquecimiento, de algunos, pero el único desarrollo que merezca denominarse de esta manera, muy especialmente en un espacio protegido tan singular como Sierra Nevada, es el que va ligado a la protección y conservación de su rico patrimonio natural y cultural. Es lo que viene a denominarse desarrollo sostenible aunque este adjetivo esté tan manoseado que vamos a ir teniendo que echarnos mano a la cartera cuando lo oigamos, ya que se aplica en ocasiones con una soltura que le hace ir perdiendo su original sentido. Traigo a colación este eterno debate desarrollo versus conservación con la enésima campaña desatada a favor de la ampliación de la estación de esquí de Sierra Nevada, de nuevo con abundante artillería propagandística en algún medio de comunicación. De manera renuente, normalmente tras una nevada copiosa, con la ‘deslumbrante’, (en el doble sentido), capa de nieve cubriendo todo el macizo nevadense, o tras una jornada de colas en la carretera, re-surge en los medios de comunicación el debate sobre la necesidad y la conveniencia de la ampliación de la estación de esquí y las supuestas bondades económicas y “para generar riqueza y empleo” con las que se adorna. Lo curioso de esta ocasión es que el ataque efectuado hace unos días, haya sido en pleno verano y con una ‘Sierra’ absolutamente desprovista de mancha alguna de nieve y que el instigador sea un particular, un ‘filántropo’ que pone su dilatada experiencia en el sector, de manera altruista, al servicio de la Junta de Andalucía, entiéndase y permíntame la ironía. Y la otra gran novedad es que el debate se produce ahora con un gobierno andaluz de las derechas que históricamente han declarado estar a favor de dicha ampliación e incluso lo han reflejado sistemáticamente en sus programas electorales. La propuesta lanzada ahora consiste básicamente en tres elementos: * la creación de un inmenso aparcamiento de 5.500 plazas en la Fuente del Mirlo, más del doble del actual de Pradollano, lo que supone un efecto llamada, este sí que es real, al uso del transporte privado. Por ahora no sabemos qué iría en lo alto del aparcamiento, pero yo entiendo que no se va a ‘desaprovechar’ el espacio. * la mejora de las carreteras de acceso, con la adaptación de la antigua carretera desde el Dornajo y el desdoble del tramo desde la cantera del Barranco de las Víboras hasta el Centro de Visitantes, punto cero del sendero circular de gran recorrido GR240 que circunvala toda Sierrra Nevada y conocido como Sulayr. * la ampliación del dominio esquiable con el objetivo de ¿duplicar? la presencia diaria de esquiadores hasta los 33.000. La propuesta ha puesto el ojo en tres zonas: Montebajo, Valle de San Juan y Tozal del Cartujo. La primera está enclavada en Parque Natural, (lo que los promotores consideran de ‘autorización fácil’). Sólo indicaré al respecto, por ahora, que es una zona muy escasa de nieve durante toda la temporada en la actualidad, y que en el futuro las previsiones son menos halagüeñas incluso. Las otras dos zonas previstas están dentro del Parque Nacional en las que la normativa actual prohíbe expresa y taxativamente la creación de pistas de esquí y las infraestructuras necesarias en ellas por lo que es un ejercicio gratuito debatir al respecto sin antes iniciar, al menos, la tramitación de la modificación legal necesaria. Un apunte al respecto. Una de las leyes estatales que impide estas actuaciones fue aprobada por el Partido Popular en 2014, cuando tenía mayoría absoluta en las Cortes Generales y tuvo la oportunidad de modificar los límites del Parque o las actividades prohibidas y digamos que ‘no se atrevió a hacerlo’ aunque sé que lo plantearon en algunas instancias para responder a la presión de algún lobby empresarial. Además, para más inri, una de las nuevas zonas, la situada en el Barranco del San Juan, está incluida en una propiedad pública del Estado de gran interés ecológico, que precisamente se compró, entre otros motivos, para evitar la especulación con su inclusión como zona esquiable y para salvarla de las intenciones de sus anteriores propietarios. No se me ocurre que un gobierno de coalición progresista autorizara en una finca que gestiona esta barbaridad. Hay muchas razones ambientales y de otra índole que desaconsejarían ‘okupar’ estos terrenos pero dejaremos el análisis para otra ocasión. De lo anunciado en noviembre sobre dos nuevas zonas residenciales, una de ellas en pleno espacio natural protegido, en suelo no urbanizable, por ahora, no se habla y respetaremos el silencio, (también por ahora). De lo conocido hasta el momento se desprende que los promotores deben ser unos negacionistas del cambio climático, tan evidente en Sierra Nevada que lo ha convertido en uno de los principales Observatorios de este fenómeno, de referencia mundial. También se advierte que ocultan que para convertir un terreno virgen en zona esquiable no basta, y mucho menos a nuestra latitud tan meridional, con ‘colocar banderitas y pasar una máquina’ para preparar la nieve. En Sierra Nevada el acondicionamiento de pistas de esquí supone la instalación de empalizadas, drenajes, preparación de pistas, movimientos de tierras, desbroces de la vegetación, innivación… actuaciones que suponen una transformación total del suelo, eliminación de la vegetación e impactos graves sobre la fauna. Las comparaciones son odiosas pero pretender comparar, para lo que nos interesa, los Alpes y sus estaciones de esquí, (por cierto muchas de ellas en grave crisis también por el cambio climático), con la nuestra evidencia un grave desconocimiento geográfico, geológico, climático, biológico… Pero no todo es negativo en la exposición pública del proyecto de ampliación de la estación de esquí revelado estos días. En el mismo se reconoce que el teleférico desde Granada a Pradollano no es viable y que no tendría utilidad para los esquiadores, y recoge también su promotor que hay que quitarse de la cabeza “soluciones siderales como la de Nigüelas, Lanjarón y otras...”. ¡Con la que me ha caído a mí por decir eso mismo! Muchos me calificaron entonces de ‘ecologista radical’ -sin saber qué querían decir con ello y si era una acusación o una calificación-. Volviendo al debate del título, a la Junta de Andalucía sí que le toca ahora decidir entre conservación y desarrollo, no puede querer a la vez, como el cura de Almería, joder y letanía; teta y sopa no caben en la boca. No se puede apostar por un modelo de desarrollo sostenible, (por cierto hay un Plan de Desarrollo Sostenible del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, aprobado en Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, en octubre de 2018, del que no sabemos nada), y defender la ampliación de la estación de esquí y el desarrollo de nuevas infraestructuras y equipamientos en las altas cumbres. No es compatible que la estación crezca invadiendo el parque nacional y produciendo graves impactos irreversibles en la flora y la fauna, necesarios para el acondicionamiento de pistas, con la conservación de la extraordinaria y singular biodiversidad nevadense. No es viable hacer una ampliación de la estación de esquí ‘sostenible’, como se predica. “Eso se lo cuentas al Pichi y te pela de balde”, como decía mi padre. El gobierno de la Junta debe elegir si hace caso a los científicos que pronostican escenarios climáticos de disminución de la capa de de nieve y de aumentos de la temperatura (que ya se han evidenciado en las últimas décadas) o si hace caso a los del “contri más kilómetros de pistas mejor”, los que creen que en economía multiplicar por dos una variable, (por ejemplo el número de kilómetros de pistas), supone directamente el doble del beneficio, (doble de empleos, doble de visitantes, de millones de euros…). Se ve que el día que explicaron lo de los rendimientos decrecientes y las externalidades negativas, por apuntar algunos elementos más a considerar, les pilló en la cafetería de la Facultad. ¿Qué Sierra Nevada queremos?, y me refiero aquí al conjunto y no a la parte. Esta es una decisión trascendental que requiere de menos pulsos políticos y de más meditación, visión de futuro y planificación. Quizás, desgraciadamente no se haya producido en la sociedad granadina el necesario debate público, sereno, real y riguroso al respecto y por el contrario se ha derrochado demagogia, publicidad y propaganda. Nuestra sociedad granadina, por distintas circunstancias, en este y en otros asuntos relativos a las infraestructuras como el mal llamado ‘cierre del anillo’ o la conexión ferroviaria con la Costa, se ha dejado llevar por prejuicios o sesgos ideológicos o corporativos y no ha ‘digerido’ adecuadamente estos asuntos, en parte porque hemos estado huérfanos de liderazgos que nos hubieran orientado a qué ser de mayores. Necesitamos más debate social y no ‘licencias exprés’ como reclaman algunos gurús. En mi modesta opinión, en estos momentos parece más acertado orientar nuestro futuro en una apuesta clara por la cultura y el medio ambiente que por el monocultivo del turismo y en todo caso virar hacia un turismo sostenible en todo el conjunto del macizo nevadense, que ya está bien de centrar y concentrar las inversiones y el ‘desarrollo’ en la misma esquina ignorando el resto de Sierra Nevada y condenando a la despoblación y al subdesarrollo al resto de municipios nevadenses, a las comarcas del Marquesado del Zenete, del río Nacimiento, de la Alpujarra (granadina y almeriense) y del Valle de Lecrín, que también son Sierra Nevada. No estamos apreciando adecuadamente la capacidad de creación de tejido empresarial y de empleo que el ecoturismo está demostrando y para los que el Parque Nacional y el Parque Natural es un lugar privilegiado y una ‘montaña de oportunidades’ en múltiples facetas: turismo botánico y de naturaleza en general, turismo activo, astroturismo, geoturismo, turismo cultural y etnográfico, birdwatching… Me extrañaría mucho que los promotores de la ampliación de la estación de esquí desconocieran que sus proyectos chocan con la legislación actual, nacional y autonómica, (sin contar con la eventual autorización de la Unión Europea por estar incluida Sierra Nevada en la Red Natura 2000 y afectada por las directivas Hábitat y Aves), y que en su caso incluso requeriría un informe favorable de la UNESCO al afectar a la ‘zona núcleo’ de la Reserva de la Biosfera. Se me ocurre entonces que lo que se pretende es aprovechar la coyuntura política y económica y la desmoralización y depresión social en torno a la pandemia para colarnos un gol por la escuadra de uno de nuestros iconos colectivos al grito de (lo escribiré en inglés que queda más fino): “Labour goes first”. Eso y que hay varios interesados particulares en la cuestión que se disputan el protagonismo y el modelo a aplicar (pero eso ya lo dejo para otra ocasión). En esta dicotomía conservación o desarrollo, he leído, con pena, incluso a alguna gente decir que si hay que sacrificar el Parque Nacional, o una parte de él, pues que no hay problema y a otros decir que “a ver si van a ser más importantes las planticas y las mariposas que las personas”. Contra estos argumentos ‘tan serios’ y documentados me declaro incapacitado, me rindo. Necesitaría horas para explicar el funcionamiento de los ecosistemas, el origen de la biodiversidad nevadense y los bienes y servicios ecosistémicos, (de abastecimiento, de regulación y culturales), que aporta Sierra Nevada a nuestra sociedad, a nuestro bienestar, y lo que supone ese sacrificio del becerro de oro, esa concentración de huevos en la misma cesta. No me caben en un artículo (ni en varios siquiera) ni mucho menos en un hilo, por muy largo que sea, de Twitter. Me conformaré con seguir divulgando, donde pueda, la grandeza, singularidad y extraordinaria biodiversidad de nuestro Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, para que sepamos de qué estamos hablando y qué nos jugamos en este debate sobre desarrollo o conservación.