martes, 7 de diciembre de 2021

Glasgow, tan lejos, tan cerca de Granada

Vuelvo a asomarme a las páginas del periódico Granada Hoy, en esta ocasión con un artículo en el que me meto en un par de charcos, a sabiendas. 

"El partido de la COP26 de Glasgow también se juega en otros campos y en la ciudad de Los Cármenes ahora tenemos el balón en juego, botando, en dos competiciones importantes: Cierre del Anillo y ampliación de la estación de esquí".  

Enlace a la edición digital: https://www.granadahoy.com/opinion/analisis/Glasgow-lejos-cerca-Granada_0_1631837214.html

Glasgow, tan lejos, tan cerca de Granada


Aunque ahora estamos inmersos en el recurrente turno de quejas y lamentaciones sobre la carencia de infraestructuras de transporte de nuestra provincia y en el sempiterno debate sobre el aislamiento de Granada, mi artículo no versa sobre la distancia física entre Glasgow y Granada y las conexiones entre ambas, sino que va destinado a hacer una relación entre lo discutido en la Cumbre del Clima COP26, celebrada en la capital escocesa entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre, (al final acabada el día 13), y algunos temas de candente actualidad en nuestra provincia.

Pretendo contribuir con ello a poner de relieve que todos somos Glasgow, (como antes París, Copenhague, Madrid-Chile…), que lo que pasó en la última cumbre nos afecta y sobre todo poner el acento en cómo estamos abordando desde aquí el debate, o mejor dicho, no abordando ni afrontando, las cuestiones que allí han congregado a cerca de 40.000 personas entre representantes institucionales, científicos, técnicos de las diferentes administraciones, empresarios, periodistas, organizaciones no gubernamentales…

Es cierto que la lucha contra el cambio climático, depende principalmente de los grandes contaminadores, las grandes industrias, las grandes potencias mundiales, que suponen la mayor parte de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Pero ello no debe llevarnos a pensar que nuestra contribución no es significativa y que nuestra capacidad, y responsabilidad, para revertir la situación es mínima o insignificante. Focalizar la responsabilidad en terceros, en el conjunto del planeta y en la distancia, aleja la toma de conciencia y desplaza la necesidad y la posibilidad de acción individual y colectiva a escalas más pequeñas.

Los efectos del cambio climático son globales, pero se producen y tienen su solución a escala local. Todos somos culpables y todos tenemos protagonismo en su reversión. Tenemos que hacer el esfuerzo para relacionar nuestras decisiones individuales y colectivas, nuestro modelo de producción y consumo, con el calentamiento global. Tenemos que saber y reconocer que nuestra forma de movernos, de alimentarnos, nuestros hábitos de vida, de compras, inciden en el problema y por tanto, no debemos eludir nuestra responsabilidad despejando hacia arriba la pelota.

El partido de la COP26 de Glasgow también se juega en otros campos y en la ciudad de Los Cármenes ahora tenemos el balón en juego, botando, en dos competiciones importantes: Cierre del Anillo y ampliación de la estación de esquí.

Cierre del Anillo

Empezaré diciendo que el nombre está mal escogido y llama al engaño. En nuestra ciudad no hay un anillo que haya que cerrar y la pretendida infraestructura, también conocida como Ronda Este, no cierra nada, en todo caso abre una conexión entre la Ronda Sur y la Autovía del 92, la carretera de Murcia o de Baza para los más antiguos. Esta nueva carretera está proyectada sobre una zona de gran valor ambiental y patrimonial que supondría un elevadísimo impacto aparte del brutal coste económico calculado para su ejecución (que probablemente como sabemos, sería incrementado luego aplicando la teoría de la sumas de las dudas). El tráfico que evitaría atravesar la ciudad es muy bajo y no justificaría en ningún caso este obrón.

Cuestiones económicas y ecológicas aparte, el cierre del anillo, según todos los expertos consultados, -Aunque no hace falta más que sentido común para llegar a esta conclusión-, no solucionaría los problemas de movilidad de entrada y salida de la ciudad de Granada y, lo que es peor, supone favorecer más aún el uso del transporte privado. Y eso sin hablar de las tensiones urbanísticas y de la especulación agazapada bajo este proyecto.

En la lucha contra el cambio climático y la contaminación que sufre nuestra área metropolitana las soluciones al problema de la movilidad, y de la accesibilidad, deben centrarse en el fomento del transporte público, y en un nuevo modelo urbanístico que promocione la rehabilitación y la rehabilitación frente a la ocupación de nuevos suelos y que disminuya la necesidad de continuos desplazamientos para ir al trabajo, realizar gestiones, compras u ocio.

En conclusión, el Cierre del Anillo incrementaría nuestra aportación al incremento de GEI y al cambio climático en la línea contraria de las propuestas surgidas de la COP26 de Glasgow.

Ampliación de la estación de esquí

El otro tema que debería hacernos pensar sobre nuestra responsabilidad ante el cambio climático y que Glasgow no está tan lejos es el recurrente proyecto de la ampliación de la estación de esquí de Sierra Nevada.

Tenemos las 3 ‘E’ como razones para desaconsejar esta iniciativa: ÉticasEstéticas y Ecológicas. No confío demasiado en la sensibilidad ambiental del gobierno andaluz para frenar este proyecto porque, desgraciadamente, hay mucha gente en su entorno que por ignorancia, por inconsciencia o mala leche (que diría Serrat), está dispuesta a sacrificar una parte del Parque Nacional de Sierra Nevada al becerro de oro del contri más mejor. Pero con el escenario climático que viene y con las evidencias científicas que disponemos de que la cubierta de nieve está de capa caída, (con temporadas cada vez más cortas y a cotas más elevadas), hay que sumar razones Económicas para desaconsejar destinar inversiones que apuesten por esta vía. No caben más huevos en esta cesta.

La alternativa en este caso es gestionar la adaptación de la estación de esquí, (y de montaña), en su emplazamiento actual, haciendo un uso más racional y eficiente del agua y de la energía, apostar por el cuanto mejor, más, por la calidad y la excelencia y por la diversificación y la desestacionalización.

En ambos casos, aparte de ser ideas, proyectos, que van en la línea contraria a la lucha contra el cambio climático, se lanzan mensajes muy negativos que alientan el negacionismo por un lado y, por otro, alimentan conductas y hábitos insostenibles. A nivel educativo el efecto es criminal, como me han confesado muchos profesores que intentan educar en un comportamiento respetuoso con el medio ambiente, en una cultura del consumo responsable, o en la necesidad de fomentar el uso del transporte público, por poner algunos ejemplos. Lo que se predica en las aulas choca con lo que desde los púlpitos de algunas élites políticas y económicas se nos intenta colar desde los medios de comunicación. Imagino la dificultad de hacer educación ambiental centrada en la crisis climática con los manchurrones aislados de nieve producida allí en lo alto, por resumirlo gráficamente.

¿Estoy reclamando un freno al desarrollo? Al contrario, quisiera que distinguiéramos progreso de desarrollo y que no confundamos crecimiento con desarrollo. No se trata de renunciar a nada, sino saber por qué derroteros, podemos y debemos avanzar. Granada tiene muchas potencialidades basadas en el conocimiento, la I+D+i, la inteligencia artificial, la cultura, la salud, el turismo (otro modelo de turismo), etc.

Hagamos que la Ecología y la Economía, que tienen un origen etimológico común, vuelvan a encontrarse. Hagámoslo por nosotros y por las generaciones venideras. Ya va siendo hora. Es la hora, ahora o nunca.