El próximo jueves comenzará formalmente la campaña para el referéndum de la Reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía. Mis dos primeras reflexiones:
Me gustan las campañas por el contacto directo con la gente. El otro día montamos un reparto de ejemplares del nuevo Estatuto en Puerta Real, ( kilómetro cero de la malafollá granadina), con Javier Torres Vela como principal protagonista, y a pesar de ser, al menos en la teoría, territorio comanche, pudimos dialogar tranquilamente con muchas personas que nos animaron en la carrera hacia la vecina Plaza del Carmen. A mí me gusta este contacto directo pero sobre todo es muy importante para muchas personas que aprovechan esta oportunidad para comentar sus opiniones, trasladar sus demandas o simplemente para saludar a políticos a los que quizás ha votado en varias ocasiones pero nunca ha conocido en persona ni nunca ha tenido la oportunidad de charlas con ellos. A mí me sirven, más que los titulares de los periódicos, para saber qué opina la gente, nuestra gente, de verdad, sus problemas y sus sensaciones (cómo dicen ahora los futbolistas). Recuerdo especialmente los comentarios de un hombre, muy lúcido, jubilado de la banca, que me decía que los que tienen dinero no tienen alma y me dijo que lo peor del actual alcalde de Granada es su mala gestión económica con la subida brutal del IBI, la venta de Emasagra y las hipotecas que están dejando para el futuro. ¿Las sensaciones sobre el 27 de mayo? Moderadamente optimistas.
El principal enemigo del referéndum está en la abstención. En este caso la abstención no puede interpretarse como en Cataluña como una respuesta a la errática actuación de los partidos políticos. Curiosamente cuando el presidente de la Junta de Andalucía y los partidos andaluces han hecho un esfuerzo para hacer causa común (salvando la actitud patética del PA), lo que piden los ciudadanos para las cuestiones fundamentales, para los grandes temas, la ausencia de confrontación entre las principales fuerzas con representación parlamentaria, puede convertirse en un elemento en contra de la participación de la ciudadanía. Los que están haciendo todo los posible por desincentivar el voto, incluida la desgraciada decisión de la Junta Electoral sobre la campaña institucional, luego hablarán de la desafección, del poco interés de los andaluces por el Estatuto.
Sobre el esfuerzo del PP en esta campaña escribiré otro día. Ahora sólo tengo sospechas.
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