Desde que escuche este proverbio que se atribuye a una tribu africana, he encontrado muchos momentos y muchas personas a las que dedicársela. A pesar de la evolución de la especie el porcentaje de tontos no mengua. Los más tontos son, sin duda, los que al escuchar la frase creen que ellos son los que están señalando y el tonto el que señala.
Esto es lo que ocurre con la visita de Al Gore y con los ataques que está recibiendo desde muchos frentes por sus mensajes sobre el cambio climático. Hay mucha gente en la Red, y de los que se han tirado al charco del debate sobre el cambio climático sin red, que están atacando al ex-vicepresidente de USA, Premio Nobel (junto al IPCC, más de 3.000 científicos) y Premio Principe de Asturias, y se agarran a las declaraciones de un trasnochado juez británico, celoso y envidioso del éxito del norteamericano, y están rebuscando en su vida y denunciando que viaja en un jet privado, que tiene una lujosa mansión que gasta mucha energía eléctrica y otras muchas contradicciones más entre su mensaje y su vida. La crítica más grande que podría hacérsele es que no hace una denuncia global del modelo capitalista, pero curiosamente los que más critican a Al Gore son neocons, liberalconservadores o simplemente fachas que quieren ser "más papistas qe el Papa".
Desde que leí "La Tierra en juego", hace quince años ya, cuando estábamos con lo de la Cumbre de Río, Al Gore predica una reforma del actual modelo de sociedad desde dentro. Confía en la política para cambiar las cosas y confía en la sociedad para mover la política. Desde entonces propone un Plan Marshall Verde, no se ha quedado nunca en la reflexión, en la concienciación sino que siempre ha querido la acción. Y se ha mantenido coherentemente en estas posiciones. Digamos que no se ha subido a la ola del cambio climático sino que la ha empujado.
Bienvenido y enhorabuena Mister Al Gore.
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