Esta colaboración en Granada Hoy estuvo dedicada a un lugar menos conocido de Sierra Nevada, en las estribaciones orientales, en la parte almeriense: la Rambla de los Yesos y el Cordel de la Solana. Lo he titulado la Rambla del Colorado lo que queda justificado por las imágenes que he seleccionado "prestadas" de Juan Carlos Poveda de Natureda, una de las empresas de ecoturismo que trabajan en Sierra Nevada y por Antonio Ramos uno de los estupendos guías del parque, como comparación con el "gran cañón" dada la espectacularidad del paisaje.
El recorrido por la Rambla de los Yesos y el Cordel de la Solana
encierra un paisaje singular, en el extremo oriental y más bajo del
macizo nevadense, en la confluencia de los ríos Nacimiento y Andarax.
Muy cerca de Sierra Nevada se encuentran las Hoyas de Guadix y Baza y el
desierto de Tabernas, que constituyen quizás los ejemplos más
representativos del paisaje acarcavado subdesértico conocido como bad-lands.
Pero en las propias estribaciones orientales de la Sierra se esconde
uno de los paisajes más sobrecogedores del sur de Europa, lejos de las
cimas nevadas, de las grandes cotas y contrapunto del desierto frío de
la alta montaña. La Rambla de los Yesos es un lugar que merece la pena
visitar por su singular paisaje, al que se asocia una flora y fauna
especialmente adaptada a las condiciones de extrema aridez y a la
acusada amplitud térmica entre la noche invernal y el tórrido mediodía
estival.
Para conocer este paraje vamos a aprovechar un sendero de pequeño recorrido señalizado denominado Rambla de los Yesos y Cordel de la Solana.
El recorrido arranca en la plaza del pueblo de la localidad de Alboloduy a 35 kilómetros de la capital almeriense y a 125 kilómetros de la capital granadina. Este pueblo, junto a su estampa norteafricana, guarda un árbol singular, de origen americano: una imponente araucaria, plantada a finales del siglo XIX, y con más de 30 metros de altura, que preside la plaza compitiendo en protagonismo con la iglesia de estilo mudéjar. Ascenderemos hasta el punto más alto del pueblo en donde se hallan los carteles interpretativos y mapas que nos mostrarán nuestro itinerario. Las balizas nos marcarán la ruta a seguir, que en este primer tramo coincide con dos senderos: Senda del Caballo y Rambla de los Yesos y Cordel de la Solana (PR-A16).
Unos metros más arriba iniciamos la bajada, junto a un peñón calizo característico cuya ladera está cubierta de chumberas. Al otro lado del río Nacimiento está el Peñón de la Reina, donde se han encontrado restos arqueológicos, que demuestran que esta zona ha estado habitada desde hace miles de años.
El sendero va paralelo al río. Junto al camino, a nuestra derecha, se suceden pequeñas huertas con diversos árboles: olivos, granados, naranjos… Nos internamos posteriormente en un bosquete de pino carrasco, avistando al mismo tiempo las vegas de frutales de la ancha rambla.
Continuando nuestra ruta, descendemos por la vereda para seguir un murete de piedra bordeado de cañaveras y candilillos para remontar hacia la izquierda, hasta acabar en la misma rambla atravesando un bosquete de pinos por una vereda escalonada junto a una antigua yesera y un aprisco.
Para conocer este paraje vamos a aprovechar un sendero de pequeño recorrido señalizado denominado Rambla de los Yesos y Cordel de la Solana.
El recorrido arranca en la plaza del pueblo de la localidad de Alboloduy a 35 kilómetros de la capital almeriense y a 125 kilómetros de la capital granadina. Este pueblo, junto a su estampa norteafricana, guarda un árbol singular, de origen americano: una imponente araucaria, plantada a finales del siglo XIX, y con más de 30 metros de altura, que preside la plaza compitiendo en protagonismo con la iglesia de estilo mudéjar. Ascenderemos hasta el punto más alto del pueblo en donde se hallan los carteles interpretativos y mapas que nos mostrarán nuestro itinerario. Las balizas nos marcarán la ruta a seguir, que en este primer tramo coincide con dos senderos: Senda del Caballo y Rambla de los Yesos y Cordel de la Solana (PR-A16).
Unos metros más arriba iniciamos la bajada, junto a un peñón calizo característico cuya ladera está cubierta de chumberas. Al otro lado del río Nacimiento está el Peñón de la Reina, donde se han encontrado restos arqueológicos, que demuestran que esta zona ha estado habitada desde hace miles de años.
El sendero va paralelo al río. Junto al camino, a nuestra derecha, se suceden pequeñas huertas con diversos árboles: olivos, granados, naranjos… Nos internamos posteriormente en un bosquete de pino carrasco, avistando al mismo tiempo las vegas de frutales de la ancha rambla.
Continuando nuestra ruta, descendemos por la vereda para seguir un murete de piedra bordeado de cañaveras y candilillos para remontar hacia la izquierda, hasta acabar en la misma rambla atravesando un bosquete de pinos por una vereda escalonada junto a una antigua yesera y un aprisco.
Enlace a El sendero gira a la izquierda a la altura del cruce de la Rambla de los Yesos con el río Nacimiento. En unos metros la senda desciende a la rambla hasta un alto dique de contención que hay que rodear serpenteando por la izquierda. Continuaremos hasta llegar al área recreativa denominada Salto del Caballo. Tras tomar un respiro continuamos nuestro camino para volver a conectar con la gran rambla que comenzamos a ascender.
Según remontamos el cauce seco del valle, en el que crecen grupos de adelfas y tarajes solitarios, éste se va estrechando hasta llegar a un espectacular cañón de paredes de barro y yeso. Estas paredes verticales se alzan separándose en algunos tramos tan sólo unos metros. Un kilómetro más arriba por esta garganta llegamos a una formación característica denominada chimenea de hadas que localmente recibe el nombre de La Seta. La angosta rambla de la derecha es muy difícil de andar y es propensa a derrumbes en época de lluvias, por lo que no se aconseja seguir por ella. Subimos con precaución y lentamente por la Rambla del Arquillo, a la izquierda, siguiendo siempre las balizas indicadoras.
Según remontamos el cauce vamos acercándonos a la parte alta del barranco, hasta alcanzar el Cordel de la Solana, donde podremos disfrutar de unas bellas panorámicas del Valle del Andarax y la Sierra de Gádor, a cuyas faldas están pueblos como Íllar o Instinción.
Hacia el este podemos ver Sierra Alhamilla y aún más lejos el parque natural del Cabo de Gata. Conforme avancemos aparecerán a nuestra derecha más pueblos como Canjáyar o Padules, mientras que a nuestra espalda se encuentra Montenegro, una de las zonas más interesantes del parque nacional de Sierra Nevada.
Este camino finaliza en una pequeña charca desde la que mejora la vista, ya que a todo lo anterior, sumamos la visión del valle del río Nacimiento, pudiendo contemplar Santa Cruz, Alsodux y Alhabia.
Para el regreso giraremos 90 grados respecto al camino que nos ha traído hasta aquí. La vegetación ahora será un matorral bajo, albardinal y espartal que nos acompañará en nuestro sendero que ahora será de descenso, en ocasiones con bruscas revueltas.
Pasamos junto a una pequeña era abandonada que hay junto a un precipicio. De repente, a través de un cortado aparecerá la imagen del pueblo de Alboloduy, justo debajo de nosotros, completamente blanco y rodeado de pencas.
He completado el reportaje con la posibilidad de aprovechar este sendero como un lugar para observación de aves, una especie de "santuario ornitológico". He aprovechado las imágenes del Libro de Aves de Sierra Nevada (descargar aquí) y he recreado el texto que hicimos en el itinerario propuesto en este libro Jorge Garzón y yo.
Uno de los aspectos más interesantes de nuestro recorrido por la Rambla
de los Yesos está en la posibilidad de observación de aves. La gran
variedad de especies eventualmente presentes en este itinerario lo ha
convertido en una de las propuestas recomendadas por el parque nacional y
natural de Sierra Nevada para el creciente turismo ornitológico
especializado. Al inicio de nuestro paseo podemos encontrarnos con
currucas cabecinegras, con su áspero reclamo, palomas bravías
(probablemente domésticas ya que las silvestres originales son difíciles
de encontrar), verderones, tórtolas turcas, zorzales y mirlos.
En los riscos calizos cercanos al pueblo o sobre el Peñón de la
Reina, podemos ver planear al águila-azor perdicera. En los pinos es
fácil la observación del carbonero garrapinos, del herrerillo común y
familias completas de mitos. En las rocas de los cortados, ya en el
interior de la Rambla, se posan grajillas y es posible escuchar el
bronco reclamo del cuervo que frecuenta los cantiles para nidificar; en
las zonas más altas se distingue la inconfundible silueta del roquero
solitario.
Entre los matorrales es fácil descubrir a la curruca
rabilarga, o el vuelo amariposado de la cogujada montesina sobre
nuestras cabezas o podemos detectar la población local de camachuelo
trompetero, con su inequívoco canto, del que toma el nombre.
En época
migratoria sumaremos a la lista al papamoscas cerrojillo y currucas
(mosquiteras y carrasqueñas), junto a tarabillas norteñas y carracas,
que vuelan hacia el Valle del Andarax y el litoral mediterráneo. En
invierno grupos de pardillos. En primavera el verdecillo, zarcero común y
papamoscas gris y hacia abril podremos localizar a los escasos
alzacolas que ascienden por la rambla buscando sus territorios de cría.
En verano podremos disfrutar del colorido de los abejarucos, o la
estilizada figura de la collalba rubia, oír el conocido chasquido de las
currucas tomilleras o el gorjeo de una de las aves más interesantes de
Sierra Nevada, el zarcero pálido, que casi siempre permanece oculto
entre el follaje.
El artículo ha sido publicado también en esta ocasión en el Diario de Almería
+ complemento del itinerario ornitológico.
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