Nuevo artículo publicado en el Independiente de Granada, en mi rincón "guerrero" denominado "En mi ambiente". Con este hago 12+1 columnas rojiverdes.
En esta ocasión va dedicado a la campaña de comportamiento responsable en el parque nacional y natural de Sierra Nevada. El artículo fue inspirado escuchando la canción "Llanto al mar" de Serrat.
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No dejes huella
No
dejes huella
Nunca
está de más una campaña de Educación Ambiental, o desgraciadamente de educación
sin adjetivos, para conservar nuestro rico patrimonio. La campaña en defensa de
nuestra gran montaña mediterránea es una campaña justa y necesaria. Más vale prevenir que llorar como hacía
Serrat con el Mar
cuando lloraba con las tropelías que se cometían –y se siguen
cometiendo- (…Por ignorancia, por imprudencia, por inconsciencia y por mala
leche).
En
las últimas semanas se está desarrollando una campaña para promover el
comportamiento responsable en el parque nacional y natural de Sierra Nevada con
el sugerente títul o
de “No dejes huella”. Los mensajes de dicha campaña son muy sensatos, nada
extraordinarios, pero tampoco los Diez Mandamientos son nada singulares y hubo
que tallarlos en piedra para que la gente “no
matara, no robara, honrara a sus padres…” y demás cosas sencillas de
cumplir para la inmensa mayoría de la población. Por algo ‘Él’ las recopiló y
con ello no quiso acusar a todo su Pueblo de ser unos desalmados salvajes sin
escrúpulos y sin ninguna moral.
En
el caso de Sierra Nevada, extrapolable a otros espacios naturales protegidos,
se ha utilizado otro número también bíblico, el siete, para compilar una serie
de mensajes que significan el Manual del
Buen Montañero, a saber:
1. Deja a los animales
tranquilos.
2. Que no se note que has estado aquí
3. Sé responsable con el
patrimonio cultural, deja todo como está.
4. Respeta a la gente del
lugar así como a los visitantes con los que te encuentres.
5. Disfruta de Sierra
Nevada pero seguro.
6. ”Las normas están
para cumplirlas” por tu bien y por el de Sierra Nevada.
7. Ayúdanos a conseguir un
modelo de uso público y ecoturismo responsable.
La
realización de esta campaña no debe hacernos pensar que los numerosos
montañeros, senderistas, ecoturistas o aficionados a la Naturaleza que visitan
Sierra Nevada, en general, tengan un mal comportamiento y haya que reprenderles;
al contrario, una inmensa mayoría de los que la visitan tienen un
comportamiento respetuoso, acorde con el singular espacio natural que
constituye el macizo montañoso nevadense.
Tampoco
hay que ser ingenuos y pensar que esta campaña es gratuita o innecesaria. Nadie
debe darse por molestado con los diferentes mensajes lanzados en la campaña,
pero como las meigas, gente que no se comporta de manera adecuada, “haberlos
haylos” y sus acciones pueden provocar impactos ambientales o diversas
afecciones al genuino paisaje de nuestras altas cumbres.
Se
suma con esta campaña nuestra Sierra a otras iniciativas similares en otras
áreas protegidas que han visto que conforme se incrementaba el número de
visitantes se elevaba el impacto sobre la flora, la fauna y la gea. Y hay que
tener en cuenta que Sierra Nevada ha incrementado notablemente el número de visitantes
en la última década y ser conscientes de la fragilidad, de la vulnerabilidad de
muchos de sus ecosistemas, de muchas de las especies botánicas o faunísticas
que habitan en Sierra Nevada. Digamos que el problema no es endémico de nuestro
espacio natural protegido pero sí nuestros endemismos pueden verse afectados de
manera particular.
Yo
destacaría dos elementos diferentes de esta iniciativa. Por un lado es una
necesaria campaña de Educación Ambiental, en sentido estricto, de
concienciación y sensibilización ambiental para promover un comportamiento
respetuoso con la naturaleza a partir del conocimiento de la complejidad de los
ecosistemas y del funcionamiento de los equilibrios ecológicos. Pongo ejemplos.
Hay gente que da de comer, de manera bienintencionada entiendo, a los zorros, o a las cabras monteses y no
saben que esta actitud es perjudicial para estas especies y que no es
conveniente para su supervivencia alimentarlos, aparte de los problemas que
puede ocasionar este cambio de hábitos a otros senderistas y montañeros como
los muchos que se han visto atacados por zorros, o que ven como entran en las
tiendas de campaña o les han hecho pasar una mala noche.
También
habría que incluir en este apartado otras malas prácticas como el baño en las lagunas
y lagunillos de alta montaña. Su prohibición no es banal, la simple inmersión
de una persona con el uso de cremas corporales puede provocar la alteración de
los frágiles equilibrios de las aguas, no digamos si el baño es de muchas
personas. He escuchado esa frase tan recurrida de “siempre se ha hecho y no ha
pasado nada” que aparte de ser mentira, no tiene en cuenta los efectos
sinérgicos de la mayor afluencia actual a estos enclaves, cada vez más
accesibles.
Otra,
vamos a dejarlo en creencia equivocada, es la que considera que tirar una
cáscara de plátano, o de naranjas u otra ‘basura’ no tiene consecuencias ya que
son biodegradables y la naturaleza las recicla. Craso error. En primer lugar
porque en la alta montaña ese proceso ocurre de manera mucho más lenta pero
sobre todo porque significa un impacto importante ya que es una alteración de
las condiciones naturales que puede favorecer el desarrollo de unas especies
más oportunistas en detrimento de nuestros singulares endemismos exclusivos.
Eso sin contar con el impacto visual y paisajístico de los alrededores de
algunos de los lugares más frecuentados.
Lo
último que he escuchado que no sé si es de risa o para llorar es a algún
paisano decir que “qué saben los botánicos, la manzanilla real está en
decadencia porque no se recoge, que lo que realmente asegura su conservación es
que se corte…”. Ya este fundamentalismo anticientífico requiere de una actitud
combativa para no dejar que crezcan estas ‘boutades’.
Por
eso no está nunca de más una mayor información para que se comprenda bien cuál
es el sentido de la regulación de estas actividades y las repercusiones
ecológicas de nuestras acciones como mejor manera para propiciar ese necesario
comportamiento responsable.
Hay
por otro lado una serie de indicaciones, de mensajes, en la campaña que son
sólo de ‘educación’, así sin adjetivos y sin mayúscula. Me refiero a cuestiones
como las de respetar el patrimonio, no molestar, ni maltratar a la fauna ni
recolectar especies vegetales o la demasiado frecuente costumbre de dejar la
basura, en bolsas o esparcida, en el interior de los refugios. Hasta estos lugares no llega el servicio de
recogida de residuos sólidos urbanos porque no es posible y porque además sería
inconveniente. Estas cuestiones no deben hacerse ni en un espacio natural
protegido ni sin proteger pero es especialmente grave en el primero.
Lo
que se trata es de convertir al parque nacional y natural de Sierra Nevada en
un espacio natural protegido que destaque como destino de ecoturismo
responsable y que la gente que acude a nuestras cumbres se contagie de un
comportamiento adecuado y pueda darnos una nota de excelencia en este apartado
que suma bastantes puntos en la ‘calidad’ de la visita. Sierra Nevada, en
correspondencia con otros elementos como la apuesta decidida por la
conservación de su extraordinaria biodiversidad, o como observatorio
privilegiado del cambio climático, debe ser también un referente a nivel
regional, nacional e internacional en educación ambiental, en compromiso de la
ciudadanía con la conservación de nuestro vasto patrimonio natural y cultural.
Depende de nosotros mismos y es muy barata esta inversión en la ‘marca Sierra
Nevada’.
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