domingo, 12 de diciembre de 2010

ADIÓS CANCÚN, HOLA DURBAN

Entre la euforia del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que dijo que las negociaciones de Cancún "han arrojado un importante éxito para un mundo que lo necesitaba (…) Los gobiernos se unieron para una causa común, por el bien común, y acordaron avanzar para enfrentar el desafío de nuestro tiempo", y la posición de los grupos ecologistas que han calificado como de “rotundo fracaso” y “un paso atrás” lo acordado, hay un punto de equilibrio que explica mejor lo que ha ocurrido en la COP16.

Podíamos resumir que Cancún se ha avanzado más de lo que se hizo en Copenhague pero que se ha dejado mucho pendiente para Durban. La consigna en los últimos días de los máximos dirigentes asistentes a la Conferencia era que más vale poco a poco pero seguro, que aspirar a mucho y darse de bruces contra el suelo, que es lo que pasó en Copenhague. Después de jornadas de tensión por puntos de vista que parecían irreconciliables entre países desarrollados y en desarrollo y naciones industrializadas entre sí, como Estados Unidos y Japón, el mayor mérito de la conferencia de Cancún fue haber re-encarrilado el proceso climático de las Naciones Unidas. Nadie quería volver a casa marcado por el fracaso, como ocurrió el año pasado y eso ha condicionado el cierre de la Conferencia en el que, salvo las objeciones de Bolivia, que ha anunciado que denunciará los acuerdos al Tribunal Internacional de la Haya, en general el ánimo de las delegaciones fue de satisfacción.

¿Qué se ha decidido en la cumbre?

Los acuerdos tomados en Cancún se dividen en dos apartados:

1. La renovación de un esquema para la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero por parte de los países industrializados;
2. La creación de un fondo verde para que los países en desarrollo adopten tecnologías amigables con el ambiente y con la conservación de bosques y selvas, aunque sin especificar de dónde provendrá la financiación.


El Fondo Verde Climático (GCF) creado dentro de la Convención Marco contará con un consejo con veinticuatro países miembros. Un fideicomisario que en un primer momento sería el Banco Mundial (BM) rendirá cuentas al consejo. Será diseñado por un comité de transición que formarán 40 países, quince de ellos países desarrollados y 25 menos avanzados.

Se incorpora el compromiso de proporcionar 30.000 millones de dólares de financiación rápida para el período 2008-2012. Se reconoce la necesidad de "movilizar 100.000 millones de dólares por año a partir de 2020 para atender las necesidades de los países en desarrollo".

Los países acuerdan "elevar el nivel de ambición en la reducción de emisiones" de gases causantes del efecto invernadero (GEI), y propone que los países con vínculo jurídico con ese protocolo deberían "en 2020 reducir sus emisiones en un rango entre el 25 y el 40% en relación a los niveles de 1990".

En contraprestación los países decidieron aplazar la decisión sobre si habrá o no una segunda fase del Protocolo de Kioto. El documento final pide adoptar "tan pronto como sea posible" una decisión sobre compromisos para una segunda fase para "garantizar que no haya una brecha entre el primer y el segundo período de compromisos".

Cancún incorpora los compromisos de todos los países en materia de reducción de emisiones al proceso de negociaciones de Naciones Unidas, lo que vincula el Acuerdo de Copenhague a la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC).

En adaptación los países acuerdan que ésta "debe ser atendida con la misma prioridad que la mitigación" y que necesita "requerimientos institucionales apropiados para mejorar las acciones y apoyos en adaptación".

Periodo de adaptación.

Se ha decidido crear un Marco de Adaptación que pretende potenciar el modo en que se hace frente a los desastres naturales desde la Convención Marco, así como un Comité de Adaptación que proporcionará apoyo técnico y que recibirá sugerencias de los países hasta el 21 de febrero de 2011.

El texto incluye en la Convención la decisión tomada hace un año que establecía una meta climática de un aumento de 2 grados centígrados respecto a niveles preindustriales para el presente siglo. Sin embargo establece "la necesidad de considerar" el fortalecimiento del objetivo global a largo plazo a la luz de la evidencia científica, incluida la posibilidad de bajarla a 1,5 grados.

También se alcanzó un compromiso para que "lo antes posible" se fije una fecha para establecer un máximo de emisiones, misma que se pondrá a consideración de la próxima Conferencia Climática de Durban (2011).

En transparencia los países decidieron que las acciones de mitigación con apoyo internacional serán sometidas a medición, reporte y verificación (MRV) "doméstica" e "internacionalmente". Además habrá Consultas y Análisis Internacional (ICA) "de manera no intrusiva, ni punitiva, y respetuosa de la soberanía nacional" que realizarán expertos.

En cuanto al mecanismo de reducción de emisiones por deforestación y degradación de los bosques (REDD, por sus siglas en inglés) el acuerdo establece que habrá actividades en ambas áreas, para conservar los bosques desarrolladas en fases. El texto señala que habría que "explorar opciones de financiación" para posibilitar el desarrollo de REDD. Se especifica que se tomarán en cuenta las provisiones de la Declaración de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas, de 2007 para el programa REDD.

Se establece un mecanismo de tecnología así como una Red y un Centro de Tecnología Climática encargado de identificar la tecnología más adecuada que podría ser proporcionada a los países que la requieran.

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