Hemos perdido las elecciones y sobre todo se ha producido una profunda desafección de nuestro electorado, no tanto por la crisis económica sino por la forma en la que la hemos encarado, las respuestas que hemos dado, la manera en la que hemos comunicado y, sobre todo, por la (no) relación que hemos mantenido durante este proceso con los ciudadanos.
La mayoría de la gente piensa que los políticos no nos representan, que son unos corruptos, que no se seleccionan bien. Eso significa que entre nuestras bases, entre nosotros, una mayoría o bien se siente identificada con lo que opina la sociedad o bien no representamos bien a la sociedad, y no sé que es peor.
Entre los indignados estamos muchos de nosotros, no hay que buscar fuera. No son sólo los que se nos han escapado hacia la derecha, (lo que más duele y peor entendemos), hacia los votos blancos o nulos, hacia UPyD, los verdes o IU, o los que se han quedado en casa. También hay muchos que nos han votado indignados, sin entusiasmo, más por miedo a la derecha que por convicción, quizás por pen-última vez.
Arrancamos con una pérdida de la credibilidad al pasar de la desaceleración a la profunda crisis. Es cierto que no fuimos nosotros solos los que no la vimos venir pero no podemos decir que no había señales, externas e internas, de que el modelo era insostenible durante mucho tiempo. No vale decir que Rajoy también pedía en su programa electoral pleno empleo y que los analistas financieros no acertaron a ver las dimensiones de la crisis y todas esas cosas.
Se tomaron medidas de manera sucesiva que han mostrado una sensación de continua improvisación y de gran ineficacia que han puesto en evidencia la incapacidad del gobierno para resolver la crisis solo (y ya sabemos que no hemos tenido ayuda ni la vamos a tener por parte del PP y de sus aliados mediáticos y económicos en el tramo final de la legislatura).
No hemos conectado con un nuevo modelo económico que hemos formulado pero no nos hemos atrevido o no hemos podido abordarlo con decisión. Hacemos cosas contradictorias, estimulando a sectores que nos han traído hasta aquí y no apostando de manera contundente por otra nueva economía. Parece como si tuviéramos miedo a desarrollar la estrategia de economía sostenible que ha quedado como un eslogan atrapado por la coyuntura.
A veces ha aparecido ZP con los únicos avales para su política de los banqueros y de los burócratas europeos, poderes económicos que además se muestran insaciables y nos dejan con el culo al aire cada 3X4.
Hemos quedado como un partido de izquierdas que le saca las castañas del fuego a la derecha y cuando los partidos de izquierdas hacen (o parece que hacen) políticas de derechas les va generalmente mal ya que la gente piensa que es mejor que la haga el auténtico que el sucedáneo, se genera desconfianza y desafección entre los propios y además se generan comportamientos y actitudes de derechas que luego buscan su representación política más genuina.
El problema más grande con el que se enfrenta la izquierda en general y el PSOE en particular es que necesitamos apoyo social, base social que respalde nuestras políticas y hemos creído que el marketing, la propaganda (Z, guiños, cejas y otros recursos mediáticos) eran suficientes. Necesitamos +PSOE, +Partido, se requiere para combatir a la derecha movilización social que hoy día hay que re-conquistar de otra manera, por otras vías, a las que los socialistas nos hemos acostumbrado, demasiado institucionalizados, convertidos en un partido, pequeño, demasiado pequeño sobre todo en las grandes ciudades, de cuadros.
La mayoría de la gente piensa que los políticos no nos representan, que son unos corruptos, que no se seleccionan bien. Eso significa que entre nuestras bases, entre nosotros, una mayoría o bien se siente identificada con lo que opina la sociedad o bien no representamos bien a la sociedad, y no sé que es peor.
Entre los indignados estamos muchos de nosotros, no hay que buscar fuera. No son sólo los que se nos han escapado hacia la derecha, (lo que más duele y peor entendemos), hacia los votos blancos o nulos, hacia UPyD, los verdes o IU, o los que se han quedado en casa. También hay muchos que nos han votado indignados, sin entusiasmo, más por miedo a la derecha que por convicción, quizás por pen-última vez.
Arrancamos con una pérdida de la credibilidad al pasar de la desaceleración a la profunda crisis. Es cierto que no fuimos nosotros solos los que no la vimos venir pero no podemos decir que no había señales, externas e internas, de que el modelo era insostenible durante mucho tiempo. No vale decir que Rajoy también pedía en su programa electoral pleno empleo y que los analistas financieros no acertaron a ver las dimensiones de la crisis y todas esas cosas.
Se tomaron medidas de manera sucesiva que han mostrado una sensación de continua improvisación y de gran ineficacia que han puesto en evidencia la incapacidad del gobierno para resolver la crisis solo (y ya sabemos que no hemos tenido ayuda ni la vamos a tener por parte del PP y de sus aliados mediáticos y económicos en el tramo final de la legislatura).
No hemos conectado con un nuevo modelo económico que hemos formulado pero no nos hemos atrevido o no hemos podido abordarlo con decisión. Hacemos cosas contradictorias, estimulando a sectores que nos han traído hasta aquí y no apostando de manera contundente por otra nueva economía. Parece como si tuviéramos miedo a desarrollar la estrategia de economía sostenible que ha quedado como un eslogan atrapado por la coyuntura.
A veces ha aparecido ZP con los únicos avales para su política de los banqueros y de los burócratas europeos, poderes económicos que además se muestran insaciables y nos dejan con el culo al aire cada 3X4.
Hemos quedado como un partido de izquierdas que le saca las castañas del fuego a la derecha y cuando los partidos de izquierdas hacen (o parece que hacen) políticas de derechas les va generalmente mal ya que la gente piensa que es mejor que la haga el auténtico que el sucedáneo, se genera desconfianza y desafección entre los propios y además se generan comportamientos y actitudes de derechas que luego buscan su representación política más genuina.
El problema más grande con el que se enfrenta la izquierda en general y el PSOE en particular es que necesitamos apoyo social, base social que respalde nuestras políticas y hemos creído que el marketing, la propaganda (Z, guiños, cejas y otros recursos mediáticos) eran suficientes. Necesitamos +PSOE, +Partido, se requiere para combatir a la derecha movilización social que hoy día hay que re-conquistar de otra manera, por otras vías, a las que los socialistas nos hemos acostumbrado, demasiado institucionalizados, convertidos en un partido, pequeño, demasiado pequeño sobre todo en las grandes ciudades, de cuadros.
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