domingo, 14 de febrero de 2016

Enterrar, desenterrar, soterrar

Una nueva entrada en mi columna en El Independiente de Granada, En mi ambiente, mi lado más guerrillero. En esta ocasión propongo hacer de la necesidad virtud y aprovechar el (nuevo) retraso en las obras del AVE para replantear el tema de la entrada en la ciudad y la nueva estación.


Pincha aquí para acceder al Independiente de Granada: Enterrar, desenterrar, soterrar


Este artículo debe clasificarse bajo la etiqueta, (hashtag le llaman ahora), de #políticaficción (que para los más ‘anglofilizados’ sería #PoliticalFiction). Y arranca con un futurible pluscuam-imperfecto: si yo fuera el alcalde de Granada.

Si yo ocupara en este momento la alcaldía de Granada aprovecharía la
coyuntura del momento complejo e incierto del futuro del gobierno en el
ayuntamiento y el interregno en el gobierno de la nación para enterrar
el hacha de guerra en el asunto del AVE y articularía un pacto sellado
con sangre entre todos los partidos políticos que blindara, hacia dentro
y hacia fuera, una solución consensuada y vinculara a todas las fuerzas
políticas, a sabiendas de que cualquiera de ellas puede convertirse, en
unos días, en unas semanas, en posibles impulsores y ejecutores de la
propuesta acordada. Y si yo fuera el alcalde, seguimos con política
ficción, mañana mismo convocaría, paralelamente, a los “interlocutores
sociales”, a los clásicos (sindicatos, empresarios, asociaciones de
vecinos…) y a los nuevos movimientos sociales (que en este caso estarían
representados por la “marea amarilla”, los amigos del ferrocarril y
otros colectivos sociales). Entre todos “pintaríamos” una solución a la
entrada del AVE en la ciudad de Granada, con una estación no sólo digna
sino que fuera un nuevo icono arquitectónico motivo de orgullo para los
habitantes de Granada y objeto de reconocimiento para nuestros múltiples
visitantes, (bastaría con retomar la propuesta de Rafael Moneo, pero no
impondría esta solución por mi talante conciliador),  a la altura del
envidiable y hermoso “marco incomparable”  de su emplazamiento.


Enterrada el hacha de guerra, habría que desenterrar
el protocolo-convenio-acuerdo firmado hace ya unos cuantos años entre
Ayuntamiento, Ministerio de Fomento y Junta de Andalucía y fijamos un
objetivo común, no habrá gobierno autonómico, ni central que no apoye
dicha solución. Podremos discutir plazos, ritmos, aportaciones de cada
una de las partes pero significará que avanza la mejor propuesta  para
el urbanismo de la ciudad, para la conexión ferroviaria y para la
movilidad, integrando la intermodalidad necesaria para la mejor
funcionalidad de la estación.


Enterrada el hacha y desenterrado el consenso y la lucha común y
colectiva por el bien de la ciudad, acabaría la discusión sobre si soterrar
o no la entrada del tren por la Chana, por mi Chana, que se convertiría
en una cuestión de tiempo y un tema técnico, para estudiar las posibles
soluciones para no retrasar más, las hay, la llegada de la Alta
Velocidad (subráyese que hablo de la alta velocidad para distinguirlo de
un tren de alta velocidad que no es lo mismo).


En definitiva que de lo que se trataría con enterrar, desenterrar y soterrar es de que todos los grupos políticos pensaran más en las próximas generaciones que en las siguientes elecciones.

Ya advertí que iba a escribir sobre política ficción, ni yo soy el
alcalde, (ni he hecho nada para merecerlo ni Granada nada para soportar
este castigo),  ni el actual es capaz, siquiera, de intentar esta
aventura;  “tuviste una oportunidad y la dejaste escapar”, le
cantarían con razón parodiando a Los Secretos, a diestro y siniestro.
Pero además se correría el riesgo de tener éxito y eso obligaría a hacer
extensiva la estrategia al resto de infraestructuras y conllevaría una
forma de gobernar diferente, al servicio de la ciudadanía y no al
dictado de las consignas de los altos mandos, que explotan el rédito que
hasta ahora le ha dado la confrontación y eso sí que es política
ficción.

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