domingo, 14 de julio de 2024

Los invertebrados + inteligentes

Esta semana estoy dando la del pulpo con mi artículo titulado "Los invertebrados + inteligentes". La serie La Mar de Biodiversidad en Granada Hoy va sumando protagonistas. La idea surgió al repasar videos tomados por mi cuñado Juan Fernando y comentar la enorme biodiversidad de algunos lugares de nuestras costas en el que había un video de un pulpo que al final resultó ser de la especie Callidoctopus macropus que cumplía con lo que quería mostrar.

En esta ocasión me he propuesto dos objetivos divulgativos principales:

* informar sobre la inteligencia ecológica o habilidades cognitivas de los pulpos (también las sepias son muy listas y están muy ricas)-

* ayudar a distinguir entre las dos especies de pulpos que podemos encontrar en el mercado.

Y aparte contar algunas cosas curiosas, como lo de los nueve cerebros, los tres corazones y la sangre azul, la visión desarrollada, que son maestros del engaño y que se 'reproducen por la pata'. ¿Lo sabías?

Enlace a la edición digital: Los invertebrados + inteligentes (granadahoy.com)

Y aquí cómo quedó la versión en papel.

Nota: La inteligencia artificial me proponía algunas imágenes para utilizar en el artículo...



... pero he optado por algo más 'natural' que me han facilitado algunos colegas.

Transcribo aquí la versión original.

LA MAR DE BIODIVERSIDAD

Ignacio Henares

Los invertebrados + inteligentes

Los pulpos tienen un gran cerebro, son capaces de realizar tareas complejas y una buena memoria.


Los pulpos son octópodos, moluscos del grupo de los cefalópodos junto a sepias, chocos y calamares. También forman parte de los cefalópodos los nautilos, (los únicos del grupo que tienen una gran concha calcárea externa), auténticos fósiles vivientes, ya que son más antiguos que los dinosaurios al desarrollarse en el Paleozoico, al final del Cámbrico.

Los pulpos son reconocidos por su impresionante inteligencia, junto a la de sus ‘primas’ las sepias, la mayor en todo el grupo de los invertebrados, que incluye además de todos los diferentes grupos de moluscos, a los artrópodos (insectos, arácnidos, miriápodos y crustáceos), equinodermos, (estrellas, erizos, ofiuras, pepinos y lirios de mar), esponjas, cnidarios (medusas, corales), anélidos y los gusanos cilíndricos y planos.

Esta inteligencia sólo es superada por la de animales del grupo de los vertebrados entre los que podemos destacar la de los cetáceos, algunas aves como loros o córvidos y, por supuesto, todos los primates. El cerebro de los pulpos es el más grande entre los invertebrados, cuenta con medio millón de neuronas y tienen la mayor ratio de peso cerebral respecto al cuerpo en su clasificación, lo que es un indicador común para inferir la inteligencia. Además, son capaces de realizar tareas complejas y tienen una buena memoria a corto y a largo plazo (relativamente ya que suelen vivir entre 1 o 2 años, rara vez llegando a los 5 ).


La palabra pulpo proviene del griego (polipus). Polis significa mucho y pus significa pie, es decir ‘muchos pies’. Los pulpos tienen ocho pies de ahí el nombre en inglés (‘octopus’) que es también el nombre del género más importante del grupo de los octópodos, con más de 100 especies. La especie más pequeña es Octopus wolfi, una especie del Pacífico occidental que mide alrededor de 2,5 cm y pesa menos de 1 g. La especie más grande es Enteroctopus dofleini, conocido como pulpo gigante de California que llega a los 9 metros de largo, pesa entre 10 y 50 kg y tiene unos tentáculos de hasta 4 metros.

Inteligencia ecológica

El cerebro de los pulpos funciona de forma sorprendentemente parecida al nuestro y su curiosidad y su deseo de explorar nos recuerdan nuestra propia sed de conocimiento. En realidad sería más correcto hablar de habilidades cognitivas que podemos definir como los procesos mediante los que la información percibida del entorno se procesa, transforma y retiene y posteriormente se utiliza para tomar decisiones y actuar. Se trata por tanto de una inteligencia que podríamos encuadrar como ‘ecológica’.


Entre estas habilidades se encuentra la gran flexibilidad en su comportamiento, ya sea en su entorno natural o en los acuarios en los que se exhiben o se estudian, ajustándolo a circunstancias cambiantes y a nuevas situaciones.

Los pulpos adaptan sus mecanismos de ataque a la gran variedad de presas que consumen. Usan su visión y camuflaje para cazar, sus brazos para explorar, tocar y ‘saborear’ el entorno y atrapar cualquier alimento a su alcance. Pueden tener interacciones específicas para cooperar con peces como los meros para encontrar presas escondidas o tener cuidado con los cangrejos que transportan anémonas y evitar que les piquen. Aprenden a forzar la apertura del caparazón de moluscos con pequeñas piedras o el lugar donde inyectar una toxina paralizante.

De igual manera esas habilidades cognitivas les sirven para evitar los depredadores, imitando su entorno, (cambiando el color, textura y forma de su cuerpo), soltando tinta o saliendo propulsados a gran velocidad, según sea la amenaza. Al carecer de escudo protector otra estrategia es la del ‘escondite’, preferiblemente una cavidad en una roca que pueden reforzar usando piedras, conchas o arena para cerrar la entrada. Se han observado casos en los que el refugio se transporta, comportamiento que puede ser considerado como el uso de una herramienta. Estas habilidades están siendo motivo de diferentes estudios científicos en los que se analiza la capacidad de memoria y de planificación del pulpo común.

Los pulpos también sobresalen en el aprendizaje discriminatorio habiendo respondido en experimentos a atacar a objetos en función de diferentes características, (color, forma, sabor), a cambio de una recompensa. Pueden retener en la memoria varios meses este aprendizaje y son capaces de generalizar una tarea compleja expandiendo la regla a nuevos objetos con similitudes. Muestran también discriminación condicional, lo que significa que pueden modificar una elección en función del contexto, como atacar a un objeto sólo en presencia de burbujas y quedar inactivos en su ausencia.

Finalmente podemos destacar que los pulpos pueden aprender por imitación, observando a otros ejemplares, lo que resulta especialmente sorprendente porque los pulpos son generalmente animales solitarios y asociales.

Curiosidades de los pulpos.

Nueve cerebros

Los pulpos tienen un cerebro central, sin embargo cada uno de sus ocho tentáculos tiene su propio cerebro. Así que el cerebro principal sólo necesita enviar un mensaje simple a uno de los brazos, donde se encuentran dos tercios de las neuronas del pulpo. Esto significa que si se corta un brazo del pulpo, el brazo todavía puede reaccionar como lo haría si estuviera conectada al pulpo, lo que supone una facilidad para la regeneración de las extremidades.

Tres corazones y sangre azul

Un corazón llamado sistémico recoge la sangre de las branquias y la transporta a todo el cuerpo; los otros dos corazones branquiales la bombean para que se oxigene en las dos branquias. Para sobrevivir en el fondo del océano, los pulpos desarrollaron un tipo de sangre a base de cobre, en vez de hierro. Por eso,en lugar de hemoglobina, como nosotros, tienen hemocianina, un compuesto más eficaz para transportar oxígeno cuando la temperatura del agua es muy baja. Se trata de una proteína que también está presente en la sangre de otros moluscos, en crustáceos y arácnidos. Por eso su sangre es azul. Sin embargo, este mismo sistema hace que sean extremadamente sensibles a cambios de acidez. Si el pH del agua baja demasiado, no pueden hacer circular suficiente oxígeno. Por eso preocupa cómo les afectará la acidificación de los mares y océanos producida por el cambio climático.


Visión desarrollada

Los pulpos tienen dos ojos en la parte superior de la cabeza, unos órganos análogos a los de los vertebrados pero de distinto origen evolutivo y embrionario que, como un claro ejemplo de convergencia adaptativa, han llegado a una estructura similar con cristalino, esclerótica, retina y humor acuoso. Las pupilas son rectangulares lo que les confiere un aspecto misterioso e intimidante.

A diferencia de los humanos que tenemos tres tipos de células en la retina para detectar los colores rojo, verde y azul, los pulpos solo tienen un tipo de fotorreceptor. Sin embargo, pueden ajustar su visión para percibir diferentes colores dependiendo de la profundidad del agua en la que se encuentran. En aguas costeras, ven en tono verde, y a mayores profundidades, su visión cambia al espectro de los azules.

Adicionalmente la piel funciona como si fuesen ojos debido a que es capaz de detectar el color de su alrededor. La explicación reside en que está constituida por una serie de redes en el músculo especializados con células pigmentarias y por ello es capaz de mimetizarse con su entorno y escapar así de sus enemigos. Esta adaptación les permite imitar con precisión los colores de su entorno para camuflarse o para comunicarse.

Maestros del engaño

Para defenderse de los depredadores han desarrollado diferentes estrategias como el uso de tinta, el camuflaje con la mimetización con su entorno cambiando de color, o el  comportamiento deimático, es decir, su capacidad para impulsarse rápidamente a través del agua, y su facilidad para esconderse gracias a su cuerpo musculoso y flexible que le permite alojarse en grietas y cavidades diez veces más pequeñas que su cuerpo o bien enterrarse en la arena.

Reproducción ‘por la pata’

El proceso de reproducción de los pulpos es fascinante y complejo. Arranca con un cortejo en el que los machos muestran cambios en los patrones de colores y exhiben sus ventosas para atraer a las hembras. Una de las ocho patas de los machos (hectocótilo) es un órgano reproductivo que usa para transferir los espermatóforos (capsulas con esperma) a una cavidad que tiene la hembra donde puede almacenarlos durante un tiempo hasta que estén listas para la fecundación. Un vez fertilizados la hembra pone y cuida los huevos en un refugio, protegiéndolos y oxigenándolos. Durante este tiempo la hembra no se alimenta y muere poco después de la eclosión de los huevos.





Pulpo rico, pulpo pobre.

El pulpo ‘cabezón’ es menos valorado económica y gastronómicamente que su ‘primo’ el pulpo común.

Octopus vulgaris es el pulpo más común en nuestras costas, (y en nuestras mesas), aunque se encuentra en declive por diversas causas, lo que se nota en la subida del precio que está experimentando. A pesar de su apellido, pasa por ser la especie más noble, apreciada y valorada en el mercado, frente al pulpo conocido como cabezón o blanco. Bajo esta denominación se engloban dos especies muy difícil de distinguir, Eledone cirrhosa y E. moschata, siendo el primero más pálido de aspecto. Ambos tienen los tentáculos pequeños y una desproporcionada cabeza en relación a las patas, (de la que deriva la denominación más popular que reciben), y tienen una sola hilera de ventosas, lo que lo diferencia del pulpo común con sus dos filas paralelas de adherencias.

Otra de las grandes diferencias es el tamaño con una longitud máxima de unos 50 centímetros, aunque el tamaño medio es de unos 15 centímetros. El pulpo común es más grande, unos 60 centímetros aunque pueden llegar al metro de longitud total entre la cabeza y las patas.

Los colores, en vivo, de Eledone spp. van del anaranjado al marrón rojizo en la parte dorsal y entre crema y verde iridiscente en la zona ventral pero tras su captura se vuelve de un color blanco muy característico, (de donde le viene otra de las denominaciones que recibe). Octopus vulgaris tiene en general un tono marrón-verdoso aunque puede cambiar su color de piel, e incluso la textura para mimetizarse con su entorno.

Habitan fondos arenosos o rocosos desde aguas superficiales hasta grandes profundidades, llegando el pulpo blanco hasta los 700 metros, aunque normalmente se encuentra entre los 50 y los 300 metros; el pulpo común se encuentra en aguas menos profundas y no supera los 100 metros. Su alimentación es prácticamente omnívora siendo ambos depredadores activos de peces, crustáceos decápodos y otros moluscos, especialmente bivalvos. 

      Las dos especies de pulpo, antes de pasar por los fogones. 


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