Aunque la entrada de este post pudiera evocar el título de la famosa canción de Merche, me voy a referir a la gran incertidumbre en cuanto a la lucha contra el cambio climático con la que acaba este año.
Por un lado, la XIV Conferencia de Cambio Climático (COP14, en sus siglas en inglés) que la ONU ha organizado en Poznan este mes de diciembre (Cumbre del Clima), que ha acabado con un acuerdo de mínimos y con la demostración de que la negociación en 2009 para conseguir un tratado que sustituya al Protocolo de Kioto será a cara de perro. Los 187 países reunidos en la ciudad polaca lo dejaron casi todo para el año que viene, para la nueva cumbre en diciembre próximo en Copenhague. En Bali, hace 12 meses, la cumbre se dio dos años para renovar Kioto. Ha pasado uno sin avances y ahora el plazo para alcanzar un acuerdo tan complejo parece insuficiente, según muchos delegados.
Los países ricos se han negado a aumentar las ayudas a un fondo de adaptación para los países pobres, que reaccionaron airados ante el Pleno de la Cumbre. Una vez claro que no saldrían de Poznan cifras de reducción de emisiones, los países en desarrollo, de China a Gabón, insistieron en salir con un Fondo de Adaptación con el que pagar obras (desaladoras o diques, por ejemplo) contra los impactos del calentamiento. Los países ricos cedieron sólo a medias. Aceptaron poner en marcha ese fondo en 2009 (oficialmente ya existía pero no funcionaba). Desde diferentes ámbitos se ha criticado la pérdida de esta oportunidad y se ha lamentado la falta de compromiso político de muchos representantes de los países más desarrollados.
Parece que son cuestiones ligadas a las complejas técnicas negociadoras en las que hay que integrar voluntades e intereses contrapuestos y en las que los diferentes países juegan cada uno con sus armas. Al menos se ha conseguido un avance ya que en Poznan, todos los países han hablado de reducir o limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. La clave está en cuánto paga cada uno, en cuánto va de los ricos a los pobres. "La cumbre ha ido bien porque no hemos acordado nada", resumió en los pasillos un delegado de un gran país asiático. En Poznan ha habido palabras, bellas palabras en algunos casos; en 2009 debe haber números. Y pasar de la política a la economía es extremadamente complicado.
Por otro lado, la UE en su Cumbre de Bruselas ha comunicado que pretende reducir las emisiones un 20% en 2020 respecto a 1990. Es el plan más ambicioso del mundo para luchar contra el cambio climático, al que se ha llegado tras un acuerdo político que protege a la industria europea de la competencia desleal de otras zonas más laxas y concede exenciones especiales a los países del Este.
El acuerdo consolida el compromiso de la UE de reducir en un 20% las emisiones de gases responsables del calentamiento del planeta en el año 2020 respecto a su nivel de 1990, de reducir el consumo energético en un 20% en el horizonte del 2020 y de que el uso de energía de fuentes renovables alcance el 20% en ese mismo año.
En este caso Sarkozy quería cerrar su mandato al frente de la Unión Europea con un “éxito” y al menos desde el punto de vista mediático lo ha conseguido, aunque como todo avance en Europa es lento y diferido. El próximo semestre le toca a Polonia la presidencia de turno de la UE, con lo que es poco probable nuevos avances en la construcción europea.
El año próximo 2009 veremos si la crisis económica y financiera global tapa la amenaza del cambio climático o por si el contrario es una oportunidad para un nuevo modelo económico y energético, para un (nuevo) orden internacional.
Por un lado, la XIV Conferencia de Cambio Climático (COP14, en sus siglas en inglés) que la ONU ha organizado en Poznan este mes de diciembre (Cumbre del Clima), que ha acabado con un acuerdo de mínimos y con la demostración de que la negociación en 2009 para conseguir un tratado que sustituya al Protocolo de Kioto será a cara de perro. Los 187 países reunidos en la ciudad polaca lo dejaron casi todo para el año que viene, para la nueva cumbre en diciembre próximo en Copenhague. En Bali, hace 12 meses, la cumbre se dio dos años para renovar Kioto. Ha pasado uno sin avances y ahora el plazo para alcanzar un acuerdo tan complejo parece insuficiente, según muchos delegados.
Los países ricos se han negado a aumentar las ayudas a un fondo de adaptación para los países pobres, que reaccionaron airados ante el Pleno de la Cumbre. Una vez claro que no saldrían de Poznan cifras de reducción de emisiones, los países en desarrollo, de China a Gabón, insistieron en salir con un Fondo de Adaptación con el que pagar obras (desaladoras o diques, por ejemplo) contra los impactos del calentamiento. Los países ricos cedieron sólo a medias. Aceptaron poner en marcha ese fondo en 2009 (oficialmente ya existía pero no funcionaba). Desde diferentes ámbitos se ha criticado la pérdida de esta oportunidad y se ha lamentado la falta de compromiso político de muchos representantes de los países más desarrollados.
Parece que son cuestiones ligadas a las complejas técnicas negociadoras en las que hay que integrar voluntades e intereses contrapuestos y en las que los diferentes países juegan cada uno con sus armas. Al menos se ha conseguido un avance ya que en Poznan, todos los países han hablado de reducir o limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. La clave está en cuánto paga cada uno, en cuánto va de los ricos a los pobres. "La cumbre ha ido bien porque no hemos acordado nada", resumió en los pasillos un delegado de un gran país asiático. En Poznan ha habido palabras, bellas palabras en algunos casos; en 2009 debe haber números. Y pasar de la política a la economía es extremadamente complicado.
Por otro lado, la UE en su Cumbre de Bruselas ha comunicado que pretende reducir las emisiones un 20% en 2020 respecto a 1990. Es el plan más ambicioso del mundo para luchar contra el cambio climático, al que se ha llegado tras un acuerdo político que protege a la industria europea de la competencia desleal de otras zonas más laxas y concede exenciones especiales a los países del Este.
El acuerdo consolida el compromiso de la UE de reducir en un 20% las emisiones de gases responsables del calentamiento del planeta en el año 2020 respecto a su nivel de 1990, de reducir el consumo energético en un 20% en el horizonte del 2020 y de que el uso de energía de fuentes renovables alcance el 20% en ese mismo año.
En este caso Sarkozy quería cerrar su mandato al frente de la Unión Europea con un “éxito” y al menos desde el punto de vista mediático lo ha conseguido, aunque como todo avance en Europa es lento y diferido. El próximo semestre le toca a Polonia la presidencia de turno de la UE, con lo que es poco probable nuevos avances en la construcción europea.
El año próximo 2009 veremos si la crisis económica y financiera global tapa la amenaza del cambio climático o por si el contrario es una oportunidad para un nuevo modelo económico y energético, para un (nuevo) orden internacional.
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