La trucha común es una especie muy sensible a las variaciones ambientales. |
Esta semana continúo con la serie de artículos dedicados a explicar cómo podemos descubrir las señales del cambio climático en un espacio natural privilegiado para el seguimiento de este fenómeno como es el macizo montañoso de Sierra Nevada. Una manera de ir desgranando, de manera sencilla, las cocnclusiones del primer informe global de resultados del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada
Enlace a la edición digital del periódico Granada Hoy.
http://www.granadahoy.com/article/granada/2227890/las/truchas/miran/cielo.html
LA HUELLA DEL CAMBIO GLOBAL EN SIERRA NEVADA
LAS TRUCHAS MIRAN AL CIELO
El seguimiento que se está realizando de la trucha común en los
ríos de Sierra Nevada confirma una estrecha relación entre el régimen de
precipitaciones y el tamaño de las poblaciones de esta especie.
Los ríos de Sierra Nevada constituyen ambientes
extremadamente sensibles a los cambios ambientales. La temperatura del agua de
los ríos (muy correlacionada con la del aire) se ha incrementado en las últimas
décadas alrededor de los 2°C. Este calentamiento progresivo de los sistemas
acuáticos se ve potenciado por un paulatino deterioro de la vegetación de
ribera, que provee a los ambientes riparios de una barrera que amortigua las
oscilaciones térmicas. Estos cambios
tienen repercusiones de suma importancia sobre los procesos físico-químicos y
las comunidades biológicas de los ríos.
Una especie que está siendo especialmente
afectada por este fenómeno del cambio global es la trucha común, que además de
estos condicionantes sufre los problemas de la introducción de la trucha arco
iris procedente de Norteamérica. La suelta de truchas alóctonas es muy
perjudicial considerándose en la actualidad la introducción de especies
impropias de un ecosistema una de las amenazas más graves para la conservación
de la biodiversidad.
Sierra Nevada alberga las
poblaciones de trucha común más abundantes de toda Andalucía. Las mayores
densidades y biomasas de trucha común en toda la región se han localizado en
Sierra Nevada, en las cuencas de los ríos Guadalfeo y Genil. De todas las
poblaciones muestreadas, sólo las poblaciones de los ríos Chico de Soportújar y
Lanjarón se pueden considerar abundantes en términos de biomasa, lo que
evidencia el delicado estado de este salmónido en Andalucía.
Ríos de aguas limpias y frías es el hábitat óptimo para la trucha común |
Además de la presión del
cambio climático, con una clara
tendencia al incremento de las temperaturas y a la disminución de las
precipitaciones, los ríos nevadenses se encuentran sometidos a fenómenos de
desecación de sus cauces por extracciones para su aprovechamiento en centrales
hidroeléctricas (Dílar y Monachil, por ejemplo) y para las tomas de las
acequias (Trevélez, Bérchules, Mecina,
Andarax …), lo que supone, aparte de otras consecuencias ecológicas, un grave factor de amenaza para las menguadas
poblaciones de trucha común .
Una escala 'truchera' realizada que elimina barreras para el
paso de la especie.
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Por estas razones cobran
especial relevancia los estudios que se realizan en los últimos años, de manera
sistemática, por parte del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada sobre
esta emblemática especie. De ellos se ha podido establecer una relación clara
entre el caudal de los ríos y la abundancia de truchas. La relación detectada
entre el régimen pluviométrico anual y las variaciones en densidad de las
poblaciones de trucha común parece indicar que esta especie es muy sensible a
las variaciones ambientales, tal como demuestran la influencia de las sequías y
lluvias torrenciales en el número de ejemplares detectados en los muestreos.
Respuestas diferentes:
En los estudios realizados
dentro del Programa de Seguimiento del Parque Nacional y Natural de Sierra
Nevada, a cargo de los equipos de la Agencia de Medio Ambiente y Agua, se ha
observado que la respuesta poblacional de las truchas a las variaciones en el
caudal de los ríos no es inmediata, sino que presenta un retardo de dos años.
Es decir, ante un año de sequía, la población de truchas disminuye durante los
dos años siguientes, mientras que ocurre el proceso inverso tras un año
lluvioso. Del mismo modo, los datos recabados por el Observatorio de Cambio
Global también han podido constatar el efecto nocivo de las lluvias
torrenciales sobre la disminución de las poblaciones de trucha común. En este
caso, la recuperación de las poblaciones tras las avenidas (que producen
descensos bruscos en las comunidades estudiadas) se produce de manera
prácticamente inmediata. Estas respuestas probablemente se deban a la
adaptación de las poblaciones de trucha común a estos fenómenos relativamente
frecuentes en Sierra Nevada.
Sin embargo hay factores que
limitan esta recuperación de la especie ya que aunque aumente considerablemente
el número de alevines tras estos fenómenos, la presencia de ejemplares de
tamaños mayores no consigue aumentar apenas. La escasa disponibilidad de
refugio para los adultos durante determinadas épocas del año parece constituir
la parte más importante de este factor limitante, a lo que habría que unir
otros aspectos como las desecaciones debidas a acciones del hombre y la
depredación por otras especies.
Realización de pesca eléctrica para estudio de las
poblaciones.
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En un escenario en el que
estos eventos meteorológicos extremos, lluvias cada vez más escasas y en
determinadas ocasiones con carácter torrencial, se prevén más repetidos, la gestión del agua
por los organismos de cuenca debe ser orientada a que la cantidad y calidad de las aguas que
circula por nuestros ríos de montaña, respete siempre los caudales ecológicos,
realizando un aprovechamiento sostenible y entendiendo los ríos como cauces de
vida y no sólo como “tuberías” que conducen el agua.
UNA ESTRATEGIA ADAPTATIVA: AMPLIACIÓN DEL PERIODO REPRODUCTOR.
Generalmente, la trucha
común se reproduce en otoño o invierno; tanto más pronto en el año cuanto mayor
sea la latitud y altitud debido a las bajas temperaturas del agua y los
periodos de incubación más largos. En su área de distribución natural la fecha
media de freza tiene lugar entre principios de octubre, en países del norte de
Europa como Finlandia o Noruega y
febrero en poblaciones más meridionales como las de Picos de Europa o las
andaluzas. En estudios realizados en el río Castril se observó un período de
reproducción muy extenso (5 meses), registrándose la construcción del último
nido a principios de abril. En los
trabajos realizados por la Consejería de Medio Ambiente en ríos de Sierra
Nevada, se han detectado ejemplares reproductores, algunos incluso de pequeño
tamaño, desde el mes de octubre hasta la primera quincena de mayo.
Este periodo reproductivo de
las truchas en Sierra Nevada es el más extenso de los descritos en toda la literatura
científica para la especie, y supone una ventaja en un régimen hidrológico
altamente impredecible, como el de esta parte de la Región Mediterránea.
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