Esta semana he atacado de nuevo con una leyenda de Sierra Nevada, la del Cerro del Tesoro, de las menos conocidas aunque hay un texto completo de Wilkomm que la recopila. Ya escribí hace tiempo un articulo titulado Una Montaña cubierta de leyendas, en el que hacía especial hincapié en las de la Laguna de Vacares y en las del Mulhacén. Por cierto este fue uno de mis "éxitos", uno de los mas leídos tanto en el periódico como en mi blog. va a ser verdad que soy un cuenta cuentos y/o que las leyendas, y en especial las de Sierra Nevada, tienen mucho tirón.
Aquí podéis encontrar la edición digital. http://www.granadahoy.com/article/opinion/2288698/busca/tesoro.html y así quedó la edición en papel.
SIERRA NEVADA, MONTAÑA DE OPORTUNIDADES
EN BUSCA DEL
TESORO
Según una
antigua leyenda el Cerro del Tesoro encierra en sus entrañas un rico tesoro de
joyas y
piedras preciosas.
Son muchas y
variadas las leyendas sobre tesoros en Sierra Nevada, la mayoría ligadas a la
etapa musulmana. Muchas de ellas son exclusivas del Reino de Granada y otras
son de argumento común con otros lugares. Se basan en supuestos tesoros
escondidos por “los moros” tras la conquista de Granada o cuando fueron
expulsados los moriscos de la Alpujarra definitivamente. Suelen mezclar
elementos mágicos, siguiendo una
tradición oriental, con hechos históricos y parajes reales.
Una de las
más completas aunque desconocidas para mucha gente es la conocida como la
leyenda del Cerro del Tesoro recopilada por Moritz Willkomm en su libro “Las
leyendas de Sierra Nevada”, junto a la de la Fuente de los Castaños, (típica
historia entre hermosa cristiana ‘vieja’ y apuesto jefe morisco), y la de la
Peña de los Enamorados (transcripción de la popular leyenda de Antequera).
LEYENDA
DEL CERRO DEL TESORO.
Está
ambientada en la época musulmana. Un jeque árabe, Abu Kazar proveniente de
Córdoba se establece en el valle del Monachil con permiso de las autoridades
granadinas. Allí construye un castillo en el monte y sitúa a su familia más
abajo en el valle junto al río. Ganadero y agricultor, hombre afable, modesto y
laborioso, hace fortuna con estas tareas agropecuarias y manda a educar a sus
hijos a la ciudad, casándolos con hijas de nobles a las que “no les tiraba” el
campo. Ismael el biznieto del fundador del clan y cabeza de la familia de los
Beni al Kazar un siglo después, va a echar por tierra el patrimonio familiar y
la buena fama convirtiéndose en un tirano que gobernaba a sus súbditos con mano
de hierro. Conforme dilapidaba su fortuna, y el de una rica heredera con la que
casó, subía los impuestos, haciéndose acreedor de odios y temores. Al
arruinarse sólo le quedaba una carta, la de su bella hija Fátima, que utilizaba
como señuelo para atacar a los caballeros que iban a cortejarla, ninguno
considerado suficientemente rico para sus pretensiones.
Un día llegó
un anciano mago proveniente de Damasco que buscaba unas hierbas mágicas que
crecían en la Sierra y que había oído hablar de la belleza de la hija de
Ismael. Al encontrarse con el tirano
ambicioso y comprobar la belleza de su hija, le prometió, que si le concedía la mano de Fátima, lo
convertiría en el hombre más rico del mundo, gracias al poder de esas plantas,
capaces de descubrir tesoros.
Hecho el
acuerdo, en el solsticio de verano, momento en el que la planta talismán
buscada florecía, se adentraron por una vereda tortuosa y recóndita en el monte
hasta llegar a un lugar en el que el mago, utilizando su vara mágica adormeció
a Ismael para buscar la “hierba de herradura”; a su regreso lo despertó y le mostró una flor roja, muy bella y
extraña, la “llave” que abriría montañas de tesoros. Efectivamente, cuando la
flor se giró y señaló un lugar en las rocas, éstas se abrieron y pusieron al
descubierto un inmenso tesoro de joyas y piedras preciosas.
Los tesoros fueron almacenados en el castillo pero cuando el mago reclamó su parte del trato, Ismael se negó a cumplirlo, intentado arrebatarle la flor mágica y atacar al viejo y, pensaba, desvalido mago. Pero por un lado la flor, perdía sus efectos en manos de personas impuras y quedó mustia en contacto con el avaro Ismael. Sin embargo en manos de la dulce, pura y virgen Fátima, la flor recuperó su belleza y propiedades. Y, además, el anciano no era débil ni inválido y cogió su vara y tocándola en el suelo, se abrió un enorme agujero en el que quedaron sepultados Ismael, su hija y todos los tesoros acumulados. Al poco el castillo se deshizo en llamas sepultado por un rayo de una inesperada y repentina tormenta seca de principios de verano.
Otras versiones rematan la historia haciendo desaparecer al brujo con la hija, y el tesoro, en una gruta que quedó sellada tras la intervención de la vara mágica, haciendo inútiles los esfuerzos del padre en intentar perforar la roca. Ismael hundido en una desesperación profunda y cuando iba a ser arrestado por sus múltiples vilezas cometidas, bajó al sótano y se ahorcó en el mismo instante en que el cadí pedía la entrada en el castillo para su detención.
La leyenda
cuenta que un joven puro y honrado puede abrir el cerro y descubrir los tesoros
escondidos con la ayuda de la susodicha y desconocida planta mágica cogida en
la noche de San Juan, y de paso liberar y casar con la bella y virgen Fátima
que estará aguardando impaciente. Nadie
ha conseguido coger esta planta ya que rápidamente se vuelve mustia al ser
pisada aunque un pájaro carpintero, el pito real, hace sus nidos con ella.
Moritz Willkomm (1821-1895) fue un insigne botánico y
geógrafo alemán, que adquirió un gran prestigio en su época sobre todo por sus
grandes aportes en el campo de la Sistemática vegetal, además de ser un gran
divulgador en el terreno de la Patología Vegetal, Geografía y Jardinería. Es
sobre todo conocido por ser el autor junto al botánico danés John Lange del
Prodromus Florae Hispanicae... una de las publicaciones más importantes sobre
la flora de la península ibérica. De sus tres viajes a Granada escribió dos
libros, “Las sierras de Granada” y “Las leyendas de Sierra Nevada”; en este
último se encuentra la narración más
completa de la Leyenda del Cerro del Tesoro.
CERRO DEL TESORO
El Cerro del
Tesoro, tiene una altitud de 2.002 m. Recibe
otros nombres como Pico del Tesoro, Cerro de Cortichuela o de la
Cortichuela y también Peña o Peñas del
Tesoro; se encuentra situado entre el Collado de Matas Verdes a (1.896 m.), que
lo separa del Cerro del Mirador y de las lomas de los Panaderos y de Dílar, y
el Collado de Ruquino a 1.757 metros. Para
llegar hasta este pico de la media montaña nevadense, la manera que
recomendamos es la de realizar el tramo 1 del sendero de gran recorrido GR-240,
conocido como Sulayr, desde el Jardín Botánico de La Cortijuela en dirección
hacia el Dornajo. Hasta este punto llegaremos desde La Zubia a Cumbres Verdes,
Fuente del Hervidero y, continuando por la pista forestal, llegaremos hasta La
Cortijuela. Aquí seguiremos las balizas y señales hasta el Collado de Matas
Verdes. Desde aquí llegaremos en unos minutos hasta la cima del Cerro del
Tesoro.
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