martes, 19 de enero de 2016

¿Qué les ocurre a los pájaros?



El acentor alpino es la única especie propiamente de carácter alpino que queda en Sierra Nevada. En el siglo XX desaparecieron especies como el treparriscos, el gorrión alpino o la chova piquigualda. (foto: J. Miguel Barea)
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LA HUELLA DEL CAMBIO GLOBAL EN SIERRA NEVADA

¿Qué le está ocurriendo a los pájaros?
En las últimas décadas se están observando importantes cambios en las comunidades de aves nevadenses. El clima y los cambios de usos del suelo son los responsables.

CAMBIO GLOBAL Y BIODIVERSIDAD

El cambio global constituye un problema emergente que amenaza el futuro de los ecosistemas y su capacidad de proporcionar bienes y servicios a nuestra sociedad. Uno de los aspectos en los que se ha demostrado que los impactos de este fenómeno son de mayor envergadura es sobre la biodiversidad. En Sierra Nevada los efectos son similares a los que se están produciendo en  otras regiones montañosas de nuestro continente con la particularidad de tratarse de un macizo montañoso aislado, con un amplio gradiente altitudinal y un mosaico variado de ecosistemas, y por su latitud meridional, en el cruce entre diferentes regiones biogeográficas.

Los cambios en la distribución y abundancia de las especies  constituyen quizás la respuesta más evidente a las alteraciones ambientales. El seguimiento de las tendencias poblacionales es una herramienta esencial para evaluar la capacidad de adaptación de las especies en un contexto de cambio global como el que estamos viviendo.

Uno de los patrones más comunes, (en Sierra Nevada y en otros sistemas montañosos), entre diferentes grupos taxonómicos consiste en un desplazamiento altitudinal hacia cotas superiores buscando entornos climáticos más frescos en los que resguardarse de unas temperaturas que están experimentando un incremento significativo. 

CAMBIOS EN LAS COMUNIDADES DE PÁJAROS

En el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada se han estudiado con detalle los cambios en la composición y abundancia de las comunidades de paseriformes en un gradiente altitudinal, comparando los datos obtenidos por el profesor de la Universidad de Granada, Regino Zamora, mediante censos realizados en un gradiente atitudinal (1.450 a 3.000 m) y en hábitats diferentes (robledal, matorral espinoso, enebral-sabinar y ambientes de altas cumbres) a principios de los años 80, con los transectos de seguimiento que se realizan, anualmente, desde el 2008 hasta la actualidad, por el parque nacional y natural de Sierra Nevada, bajo la coordinación de José Miguel Barea.

Los resultados indican que Sierra Nevada se comporta como una isla biogeográfica sujeta a fluctuaciones espacio-temporales que está muy influenciada por el territorio circundante. Los principales motores de cambio global en nuestro entorno, cambios en los usos del suelo y cambio climático, tienen efectos diferentes en función de los distintos ecosistemas y del rango temporal analizado y, por sí solos, no parecen explicar las sustanciales modificaciones en las comunidades de aves acaecidas a lo largo de los últimos 30-35 años. El desacople observado entre cambios ambientales y cambios en las comunidades se relaciona con el carácter  insaturado de las comunidades de montaña, expuestas a constantes entradas y salidas de especies.

En los últimos años se ha detectado un incremento moderado de las poblaciones de aves paseriformes reproductoras de Sierra Nevada que ha corregido la disminución poblacional significativa de muchas especies en la última parte del siglo pasado. (Entre el año 1980 y el 2. 000 se había reducido a casi un tercio la densidad de aves en algunos ecosistemas como el robledal o el matorral de alta montaña). 

Este aumento actual es muy patente en determinados ecosistemas como los robledales y algo menos acentuado en la orla de matorral espinoso. En los ecosistemas de alta montaña esta tendencia es menos clara, con patrones estables en los enebrales-sabinares y un predominio de tendencias ligeramente negativas en las localidades situadas en las altas cumbres.

Lo que sí parece confirmarse es la tendencia a que la comunidad de aves nevadenses, en los pisos bioclimáticos oro- y crioromediterráneo,  va perdiendo su carácter alpino, homogeneizándose con las condiciones mediterráneas de su entorno, debido a la matorralización de la alta montaña y al efecto del cambio climático. En 1982 se localizaron sólo 3 especies reproductoras,  mientras que actualmente la cifra total asciende a 5.

Por el contrario, la evolución hacia etapas más maduras de los ecosistemas situados a baja y media altitud, tanto por el abandono de los cultivos como por el efecto de las políticas activas de conservación y de gestión adaptativa, están teniendo un balance positivo sobre buena parte de estas aves paseriformes.   

Unos ganan y otros pierden

Las aves son consideradas unas mensajeras y centinelas de los efectos del cambio global. Diversos estudios sobre el impacto del cambio climático en las aves europeas advierten de la reducción del área de distribución de la mayoría de las especies de aves, aumentando el riesgo de extinción de muchas de ellas. Además, muchas aves no podrán modificar su distribución a la velocidad con la que avanza el cambio climático, teniendo como resultado declives poblacionales. El primer indicador a escala mundial de los impactos del cambio climático sobre la fauna salvaje se ha encontrado en la variación de las poblaciones de aves europeas a causa del calentamiento global. Aquellas especies mejor adaptadas al cambio climático han registrado un incremento en sus poblaciones mientras que aquellas especies menos adaptadas al cambio climático han visto cómo sus poblaciones se veían reducidas. En todo caso se constata que el cambio climático generará más ‘perdedores’ que ‘ganadores’, ya que, según los informes de SEO-Birdlife, se calcula que hasta tres veces más de aves son afectadas negativamente por el cambio climático que las que se ven afectadas positivamente. 

Sierra Nevada tiene un comportamiento diferente debido a sus peculiaridades biogeográficas y a la combinación de los efectos del cambio climático y los cambios de uso del suelo. Estos últimos, en la media montaña, están favoreciendo ambientes forestales cada vez más maduros y densos, lo que permite la recuperación de especies como muchos páridos (carboneros común y garrapinos y herrerillos común y capuchino), el chochín o la reciente colonización y expansión del trepador azul. Por el contrario, otras especies como el mirlo común o el zorzal charlo presentan una tendencia negativa. Esto es debido a la reducción de claros en el bosque por el abandono agrícola y ganadero.

Conforme ascendemos en altitud, los efectos del cambio climático se hacen más patentes y dominantes. El calentamiento está generando ambientes cada vez más propicios para especies generalistas de montaña como el colirrojo tizón o el pardillo.  Por el contrario, especies tradicionalmente dominantes en estos ecosistemas y en los enebrales y sabinares de alta montaña van desapareciendo progresivamente como es el caso de la collalba gris. Este migrador de larga distancia se está rarificando, no sólo en Sierra Nevada sino también en el resto de Europa. Los migradores transaharianos están en franca regresión como consecuencia de una combinación de factores de lo que ocurre en sus territorios de reproducción, en sus zonas de invernada (a miles de kilómetros) y en los largos y extenuantes viajes a los que se enfrentan dos veces al año.

En descenso (pierden). La collalba gris y el roquero rojo son dos ejemplos de especies en regresión en el macizo nevadense.





En aumento (ganan). El chochín y el carbonero son especies que han tenido un incremento fuerte en sus poblaciones en la última década. 

Pie de foto: Ascienden de cota. El colirrojo tizón y el pardillo cuentan con un mayor número de territorios reproductores en las zonas altas y cada vez crían a mayor altitud.



Pie de foto: En el matorral de alta montaña se está produciendo la sustitución de la curruca zarcera por su ‘prima’ la curruca tomillera, especie más termófila.
Pie de foto. El trepador azul apareció en Sierra Nevada hace aproximadamente una década y sus poblaciones crecen a una tasa anual del 20%.


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