Los resultados de las elecciones generales (y autonómicas en Andalucía), celebradas este domingo 9 de marzo han configurado un mapa electoral muy similar al de hace cuatro años. Pero lo más probable es que originen cambios en la política española en los próximos años. Los votantes han sido, por lo general, fieles a los partidos que votaron en las anteriores elecciones y nada de lo mucho ocurrido en esta última legislatura ha hecho perder la memoria política de aquella noche del 14 de marzo de 2004. Pero eso no significa que la mayoría de los ciudadanos que hemos respaldado a Zapatero querramos que se repita la misma historia y muchos pedimos al presidente que siga haciendo el máximo esfuerzo por intentar desbloquear la situación política actual y disminuir la crispación y la confrontación sufrida, especialmente en los últimos meses.
Eso va a depender, en gran medida, de lo que haga Rajoy, (mal augurio el discurso de la noche del domingo y las primeras reacciones de los hooligans ante la nueva derrota del Partido Popular). Si Rajoy quiere, y le dejan, seguir dirigiendo el PP debe cambiar su estrategia y “equipo” y debe abrir una nueva etapa en la derecha española que le lleve a asumir definitivamente que hay una mayoría amplia de españoles, (la España real, compleja, diversa, heterogénea), que no va a permitir, democráticamente, que la derecha extrema, envuelta en la bandera del españolismo trasnochado, alimentando enfrentamientos entre comunidades autónomas, con el encendedor cerca de la mecha de la xenofobia y bajo el palio de la conservadora jerarquía católica, tenga oportunidad de gobernar.
No sé si seguir dando consejos al “enemigo” pero la lección está clara. No se pueden ganar unas elecciones generales siendo una fuerza residual en Cataluña y poco importante en el País Vasco. Sobre la enésima derrota en Andalucía escribiré en otro momento porque requiere un capítulo aparte. Pero adelanto que la nueva victoria del PSOE debe abrir cambios en ambos bandos: de Arenas no lo espero pero intuyo que Chaves sabe y ha interiorizado que tiene que volver a tener un papel muy importante en el socialismo pilotando una transición hacia una “evolución” del gobierno andaluz que responda a las exigencias de la mayoría que le ha aupado a esta nueva y clara victoria y propicie un cambio sin rupturas que debe empezar a visualizarse en la conformación del Consejo de Gobierno y en la estructura territorial de la Junta de Andalucía.
Eso va a depender, en gran medida, de lo que haga Rajoy, (mal augurio el discurso de la noche del domingo y las primeras reacciones de los hooligans ante la nueva derrota del Partido Popular). Si Rajoy quiere, y le dejan, seguir dirigiendo el PP debe cambiar su estrategia y “equipo” y debe abrir una nueva etapa en la derecha española que le lleve a asumir definitivamente que hay una mayoría amplia de españoles, (la España real, compleja, diversa, heterogénea), que no va a permitir, democráticamente, que la derecha extrema, envuelta en la bandera del españolismo trasnochado, alimentando enfrentamientos entre comunidades autónomas, con el encendedor cerca de la mecha de la xenofobia y bajo el palio de la conservadora jerarquía católica, tenga oportunidad de gobernar.
No sé si seguir dando consejos al “enemigo” pero la lección está clara. No se pueden ganar unas elecciones generales siendo una fuerza residual en Cataluña y poco importante en el País Vasco. Sobre la enésima derrota en Andalucía escribiré en otro momento porque requiere un capítulo aparte. Pero adelanto que la nueva victoria del PSOE debe abrir cambios en ambos bandos: de Arenas no lo espero pero intuyo que Chaves sabe y ha interiorizado que tiene que volver a tener un papel muy importante en el socialismo pilotando una transición hacia una “evolución” del gobierno andaluz que responda a las exigencias de la mayoría que le ha aupado a esta nueva y clara victoria y propicie un cambio sin rupturas que debe empezar a visualizarse en la conformación del Consejo de Gobierno y en la estructura territorial de la Junta de Andalucía.
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