Recuerdo que leí este aforismo en un libro sobre cuentos africanos y lo utilicé en un prólogo de "Granada, ciudad educadora". Ahora con el cuento de Saramago, "la flor más grande del mundo" convertido en cortometraje y que gracias al diario El País podemos ver los internautas, me ha vuelto a la cabeza esta frase y he decidido que debía formar parte de mi blog.
La flor más grande del mundo fue nominada en la pasada edición de los Goya en la categoría de Mejor Corto de Animación y pone de actualidad una técnica que a pesar de las modas digitales resiste dentro de la cinematografía española: el stop-motion, vamos lo de las figuras esas de plastilina animadas. Apenas diez minutos para hablar de la importancia de las cosas pequeñas y, sobre todo, de todo lo que nos rodea. Diez minutos para reflexionar sobre la infancia, la naturaleza y la ficción.
(Si quieres bajarte el cuento en pdf pincha aquí).¿Y si las historias para niños fueran de lectura obligatoria para los adultos? ¿Seríamos realmente capaces de aprender lo que, desde hace tiempo, venimos enseñando?
José Saramago y yo.
¿Y si las ciudades fueran diseñadas con ojos de niño?
Francesco Tonucci y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario