DOS
AÑOS Y UN DÍA
Repaso
con atención las crónicas periodísticas y las reacciones políticas
al segundo aniversario de la llegada de Paco Cuenca a la alcaldía de
Granada. Para el PP este aniversario debe resultar una condena y en
buena medida lo es porque el relevo en la alcaldía tuvo como
principal motor la detención “entre cartones” de Torres
Hurtado que dejó acartonados a los granadinos que veían con estupor
y decepción como la ciudad ocupaba un lugar relevante en el mapa
español de la corrupción y todos los medios de comunicación
nacionales se hacían eco de esta nefasta y vergonzosa propaganda.
No
debió ser agradable para el alcalde actual, hace dos años y un día, asumir la vara de mando
de la ciudad en circunstancias como esas y, para más inri,
encontrar las arcas municipales vacías. A la penosa herencia
económica recibida conocida se han sumado nuevas hipotecas, otras
‘patatas calientes’ que el gobierno anterior había dejado como
bombas retardadas que han ido explotando y engrosando la ya abultada
deuda municipal.
Cuando
salta el escándalo Nazarí que se lleva por delante a ‘Hurtado’
y este arrastra en su caída a Sebastián Pérez, el PP se queda sin
relevo ya que tenía pringados a más de la mitad de sus ediles y esa
cuestión se había convertido en una conditio sine qua non
para la formación naranja que no podía soslayar.
Con el tiempo, hemos sabido que el líder provincial
de Ciudadanos Luis Salvador había pactado con el presidente del PP y
ahora candidato a la alcaldía, Sebastián Pérez, que no se ahondara
mucho en esa posibilidad de otra candidatura del PP que pudiera
frenar las expectativas (personales) de ambos en el futuro. “Vayamos
a pollas”, pensarían, que se consolide.
Por eso ni intentaron buscar una
salida coaligada como la pactada al inicio del mandato por cálculo
electoral general de las dos derechas y particular de ambos
‘líderes’, dicho sea sin el menor recochineo, sino con toda la
lamentación en esta consideración. Ciudadanos hizo el paripé de dar su voto pero no para apoyar sino para tirar al ruedo al nuevo alcalde. Paripé que repitieron los dos amigos luego con el amago de moción de censura que ninguno quería.
PP y
Ciudadanos han jugado al “pasa palabra” con la idea de dejar que
alguien se quemara en la etapa difícil y oscura que se abría desde la detención de PepeTorres mientras iban recolocándose internamente y se aclaraba el panorama
judicial. Que alguien haga el trabajo sucio y ponga orden en el
marrón que dejaba el gobierno municipal. Que ya volveremos nosotros
(Pérez y Salvador) a resolver el asunto en un almuerzo y pactar el
futuro dentro de unos años.
Las
izquierdas unidas-desunidas llegaron hace dos años y un día a una conclusión parecida. No
podían permitir que por su culpa volviera a caer en manos de las
derechas la alcaldía pero no querían ‘mancharse’ en un gobierno
de coalición. Ponerse a tirar de un carro para sacar a la ciudad del
pozo de la corrupción y de la ruina económica no era apetecible. La
vieja izquierda y la nueva son más de ‘pensar, de inventar’ que
de arremangarse en los asuntos empantanados. Son más de conquistar los cielos y no de bajar al infierno que se había convertido la Plaza del Carmen. Confiaban quizás en el
sorpasso que debía de llegar, pensaban en las mareas en las que
subirse para dejarse arrastrar por la corriente en mejores circunstancias. Hicieron también
sus cálculos electorales y llegaron a la conclusión de que
facilitarían la llegada del PSOE al gobierno pero que no le harían
nada fácil la tarea.
Desde
ambos ‘frentes’ se coincidía casualmente en una estrategia:
dejar que el PSOE se hiciera con la alcaldía pero dejarlos solos
ante el peligro. Propiciar un gobierno débil, en absoluta minoría y
boicotear desde el Pleno las iniciativas, lo consideraron lo mejor
para la ciudad. Por distintas razones pensaron que ese era el mejor
escenario para llegar, ellos, en buenas condiciones a las siguientes
elecciones. En este análisis los problemas de la ciudad, la gestión
de los servicios municipales y ‘esas cosas’ no tuvieron cabida.
Se apuntaron a la teoría rajoyniana de “cuanto peor mejor”.
Pero
estos dos años y un día no han marchado como esperaban ‘las
distintas oposiciones’ o como habrían querido que discurriera. Su
estrategia conveniada para que Paco Cuenca hiciera de ‘liebre’
durante este periodo y se quemara no le está saliendo como habían
diseñado. Por eso conforme ha avanzado el tiempo no sólo no ayudan
a la acción de gobierno sino que han pasado a poner palos en las
ruedas y trabas a cualquier iniciativa y se apuntan a un bombardeo
con fuego cruzado ante cualquier asunto.
Uno,
que ya va sabiendo más por viejo que por diablo, sospecha que no les
está saliendo bien la estrategia cuando se suceden las críticas,
desde ambos bandos, de que el alcalde sale mucho en las fotos. Estas
cosas se dicen cuando se va constatando que el rival crece en
popularidad, se va consolidando. No confiaban ni las derechas ni las
otras izquierdas varias en que Paco Cuenca llegaría tan lejos en
algunos asuntos, que fuera capaz de desbloquear temas importantes y
ahora ven con preocupación que ‘el interino’ al que habían
facilitado que accediera al puesto, le ha puesto ilusión y esfuerzo
y temen que se esté ganando la plaza.
El
exiguo gobierno municipal con 8 concejales -incluido el propio
alcalde- de los 27 del Pleno va sacando, ¿con muchas dificultades?,
es cierto, ¿sorteando obstáculos?, verdad, ¿haciendo
malabarismos?, en algunas ocasiones. Como decía aquél las
zancadillas, no le han hecho caer sino que les ha hecho avanzar y
levantar la persiana de la ciudad todos los días contra (casi) todos
los pronósticos. En fin que veo a los enemigos políticos más
preocupados de que la ciudad vaya saliendo adelante malgré tout
que de lo contrario, como debería ser.
Pero
lo que más les jode (perdón he querido decir fastidia) es que Paco
Cuenca se haya consolidado en este tiempo como el alcalde, como la
referencia política ante la ciudadanía y ante el resto de
instituciones. Con eso no contaban y les duele porque pensaban,
querían, (y han hecho todo lo posible para ello), que tendría un
liderazgo débil, cuestionado socialmente. No tengo encuestas
(tampoco me fío mucho de ellas) pero sé lo que dice la voz de la
calle, conozco la opinión de muchas personas, incluso muchas que no
lo votaron, que valoran bien el esfuerzo que se está haciendo y se
sienten solidarias con el alcalde cuando lo atacan e intentar
acorralarlo desde los cuatro vértices del cuadrilátero municipal
(dos a la derecha, dos, por ahora, a la izquierda). Porque mucha
gente está apreciando la valentía y responsabilidad que se asumió
hace ahora dos años y un día y están viendo no sólo los
resultados de la gestión sino el trabajo incansable de todo el
equipo de gobierno municipal cuyas responsabilidades no se dividen en
áreas municipales sino en hectáreas.
Estamos
a poco más de un año de las próximas elecciones municipales. Va a
ser un año muy difícil para Paco Cuenca y su equipo. El hambre por
recuperar la alcaldía de la derecha es muy grande y me temo que van
a embarrar el terreno de juego confiando en que se mueven mejor en
ese terreno. A esas alturas es difícil vaticinar la apuesta y las
propuestas que surgirán del entorno de Izquierda Unida y de
Podemos/Vamos o lo que se inventen. Está por ver si irán juntos
para luego separarse por “un quítame allá esas pajas” como ha
ocurrido en este mandato entre sus miembros, está por ver si habrá
otras candidaturas ciudadanas en las que se integren los egos y las
aspiraciones personales de algunos personajes locales… Un año es
mucho tiempo en política y más en estos tiempos pero lo que no está
por ver sino que ya es constatable es que el alcalde quiere a
Granada, está peleando por ella y en momentos en los que otros se
arrugaron se tiró para adelante para sacar la ciudad del atolladero
en el que la había sumido el Partido Popular. Y estamos viendo qué
Granada quiere con el proyecto que se ha ido desarrollando en estos
dos años y un día y que está en marcha. Granada es Cultura,
Granada smart-city, Ciudad de la Innovación, más habitable,
movilidad sostenible, más inclusiva... Eslóganes para la oposición
pero ideas que conforman un modelo de ciudad por el que merece la
pena seguir trabajando hasta las próximas elecciones, para las
siguientes generaciones. En ello estamos.
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