Dice mi hija, "¿cómo te las apañas para unir la velocidad y el tocino?".
Respuesta: " Pues porque la ingestión del tocino acelera la velocidad de la sangre según un estudio publicado en Sciencie de la prestigiosa universidad de..."
Pues que he unido a la Cifuentes a Torres Hurtado y a Sebastián Pérez en un artículo al que adjunto el enlace:
http://www.elindependientedegranada.es/blog/madrid-granada-casos-cosas-pp
Madrid
y Granada, casos y cosas del PP
La
caída de Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid
que hasta ‘anteayer’ se había autoerigido en adalid de la
transparencia y la lucha contra la corrupción, ha sido producto de
la conjunción de varias fuerzas físicas: las que empujaban para
tirarla y las que la han dejado caer, a las que hay que sumar todos
los esfuerzos que ha hecho la propia Cristina para despeñarse por
cuenta propia, con su conducta ilegal e inmoral.
Los
representantes de Ciudadanos han declarado que la dimisión/renuncia
de la presidenta supone el fin del “caso Cifuentes”, aunque
todavía hay muchas cosas que aclarar en este affaire. De la
investigación abierta de algunas de ellas, -como la falsificación
de documentos públicos en la Universidad Juan Carlos I o el
almacenamiento de las imágenes del supermercado que debieron haberse
destruido-, derivarán consecuencias tanto en el plano jurídico como
en el político.
Pero
aunque Albert Rivera crea que “muerto el perro se acabó la
rabia”, (perdóneseme la metáfora, no hay animus
injuriandi), el asunto no se acaba con el cambio por un candidato
interino hasta las próximas elecciones. Porque el caso Cifuentes, no
es un caso aislado, es el caso PP de Madrid y la metástasis de la
formación se extiende por toda la Comunidad, (Púnica, Gürtel,
Mercamadrid, Canal de Isabel II, Lezo, Acuamed…), que
afecta/infecta a toda su nómina de dirigentes, unos ya en la cárcel,
otros investigados, salpicando ya a casi la mitad de los 48 diputados
elegidos en 2015, que han tenido que renunciar a sus actas.
Ciudadanos
en Madrid debe entender que la regeneración democrática que tanto
pregona no puede hacerse con el PP en el gobierno de la Comunidad y
que, si los azules populares encontraran un candidato blanco,
presuntamiente limpio, los naranjas no deberían apoyarlo porque eso
sería un auténtico marrón para la democracia y para esa región
durante los próximos meses hasta las elecciones autonómicas y
municipales de mayo.
En
Granada se vive una situación análoga. El PP también ayudó a caer
a Torres Hurtado que se rindió con la condición de arrastrar en su
salida del ayuntamiento a Sebastián Pérez, sin que se aclarara
nunca el por qué de esta vinculación y por qué, (o a cambio de
qué), aceptó la dirección regional del PP esta exigencia.
El
presidente provincial del PP se ha convertido ahora en el aspirante
de la derecha a recuperar la alcaldía, apareciendo como si fuera
“nuevo en la Plaza” (del Carmen) donde ha vagado durante muchos
años. El ahora alcaldable pepero ha estado más de veinte años de
concejal, empezando a principios de los 90 en la oposición al PSOE,
luego a la sombra en la alcaldía del Kiki, volviendo luego a la
oposición cuando Moratalla fue alcalde y volviendo de nuevo al
gobierno municipal de la mano de Torres Hurtado, al que siempre tuvo
el deseo de arrebatarle la vara de mando. Mientras le llegaba la hora
se ha entretenido siendo, (aparte de los cuatro años de presidente
de la Diputación), simultáneamente senador en varias legislaturas,
de las que se desconoce cuáles han sido los frutos conseguidos para
Granada. Igualmente desconocidos son los méritos profesionales y
académicos, fuera de la Política, porque por mucho que se rastrea
en las webs del Partido, del Senado o en la wikipedia, sólo se
consigue encontrar un vago “no acabó sus estudios de Ciencias
Políticas”, que más bien induce a sospechar que tras él se
esconde más bien que apenas los comenzó.
En
Granada, el caso Torres Hurtado, afecta directamente al ex alcalde
pero también es el caso PP, el de su partido, cuyo presidente era y
es Sebastián Pérez; porque este partido consiguió sus votos con el
uso y abuso de los medios públicos, verbigracia la manipulación de
la televisión municipal, o con ‘los intrusos de los muertos’
trabajando en su sede, como hemos sabido por las investigaciones
poliicales-judiciales. Y además Sebastián Pérez no puede escurrir
el bulto de su responsabilidad institucional también porque es
‘cómplice’ y ‘cooperador necesario’ de muchas de las
acciones ilícitas de los casos destapados en su condición de
concejal del equipo de gobierno de Torres Hurtado. En este caso no
puede escaparse de rositas, bien porque estaba al tanto de las
operaciones, bien por culpa in vigilando como jefe de
la formación política, que tenía el deber de vigilar (y estaba
muy cerca) la limpieza y la legalidad de la acción del gobierno
municipal del PP.
Porque
‘el caso Torres Hurtado’, mejor dicho los n-casos, (Serrallo,
Nazarí, Emucesa, TG7, Casa Agreda…), son también en este caso,
valga la redundancia, ‘los casos del PP granadino’, y se
corresponde con una forma de gestionar la cosa pública como si fuera
un (su) cortijo privado y una manera de entender la política en
beneficio propio, y de los propios, que el PP no ha pagado aún ni en
las urnas ni socialmente, en buena medida porque ha jugado ‘dopado’
en cada elección apoyado en una trama de intereses económicos,
sociales y mediáticos que ha silenciado, maquillado o trucado la
realidad para conseguir el apoyo de una mayoría de ciudadanos que ha
ido menguando progresivamente pero que aún parece mantener un
colchón electoral importante.
Madrid,
Granada, Valencia, España no pueden tropezar con las mismas cosas,
con los mismos casos, con las mismas piedras.
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