sábado, 3 de octubre de 2020

Día Internacional de las Aves

 Coincidiendo con la celebración del Día Internacional de las Aves me llega la revista "El Senado" editada por el Aula de Mayores de la Universidad de Granada en la que se incluye un artículo mío sobre las Aves de Sierra Nevada.  A pesar de los recortes de la Junta de Andalucía sufridos por este colectivo, su directiva ha conseguido sacar un nuevo número de esta revista en la que se incluye un balance de  las actividades del curso e interesantes reportajes de contenido variado. Desde hace varios años colaboro con artículos temáticos de contenido divulgativo sobre Sierra Nevada. En esta ocasión he querido explicar la extraordinaria biodiversidad de la avifauna nevadense y las adaptaciones de las aves a la vida en la montaña. 






LAS AVES DE SIERRA NEVADA

Del acentor alpino al camachuelo trompetero

  

Sierra Nevada es un lugar de extraordinaria biodiversidad de avifauna habiéndose citado la presencia de 214 especies hasta el momento. La diversidad de ecosistemas que alberga nuestra gran montaña mediterránea, que va desde la Vega granadina en el extremo occidental hasta las estribaciones orientales de la confluencia entre los almerienses ríos Nacimiento y Andarax; entre la altiplanicie del Marquesado del Zenete, por el Norte, y la comarca alpujarreña a lo largo de todo el flanco sur. Otra de las razones es su elevado gradiente altitudinal de más de 3.000 metros que va desde el desierto frío de la alta montaña, desde la cumbre del Mulhacén, hasta los ecosistemas semiáridos contiguos al desierto de Tabernas en el borde Este. 

Otro elemento que explica el amplio catálogo de especies que podemos encontrar en Sierra Nevada se atribuye a que el macizo nevadense actúa como un partidor de rutas migratorias generando autovías invisibles, una suerte de ‘pasillos de altura’ por los que la migración se activa cada año, permitiendo que una variedad formidable de aves utilicen en sus desplazamientos las cumbres, collados y puertos nevadenses de camino, o de regreso, hacia el continente africano a través del Estrecho de Gibraltar.


A estas dos razones habría que sumar que Sierra Nevada incluye una pequeña zona húmeda pero de gran importancia estratégica como son las Turberas y Humedales de Padul que elevan la tasa de especies incorporando al listado de aves forestales, esteparias y migradoras, la singular avifauna acuática asociada a los ecosistemas palustres.


De esta manera encontramos en Sierra Nevada un variado elenco de especies entre las nidificantes (locales y reproductoras), las que vienen a pasar el invierno o las estivales y las que utilizan Sierra Nevada como pasillo migratorio y estación de servicio hacia sus cuarteles de invierno o de regreso de ellos.


La pobreza en especies propiamente alpinas en el macizo nevadense, (el acentor alpino es el único que puede considerarse de este origen), viene compensada por la variada comunidad de especies que, como la alondra común o la collalba gris, en general propias de pastizales, han sido capaces de adaptarse a las durísimas condiciones de vida y a la brevedad de los periodos estacionales productivos de la alta montaña, alcanzando en Sierra Nevada las mayores altitudes conocidas en el conjunto de Europa. También resulta de mucho interés la presencia de núcleos de especies como el acentor común y el verderón serrano que, a buena distancia de las poblaciones más próximas, ubicadas en los sistemas Central e Ibérico, alcanzan aquí las latitudes más meridionales en nuestro continente.


"DEL ÁTICO A LA PLANTA BAJA”

Hay dos especies que representan de manera muy clara esa ocupación de todos los pisos de la gran montaña mediterránea: el acentor alpino y el camachuelo trompetero.

ACENTOR ALPINO. (Prunella collaris). De pico fino con base de la mandíbula inferior amarillenta, zona gular blanquinegra estriada, pecho rojizo y bordes de las coberteras blancas, es el paseriforme más característico de Sierra Nevada encontrándose en época de cría hasta la misma cumbre del Mulhacén, a 3.479 metros de altitud, la más elevada de toda el área de distribución de la especie.

Su voz es en reclamo corto, tipo gorjeo, errático, cuando está posado o en vuelo. Su nido es herbáceo, en fisuras de la roca, con 3 a 5 huevos. Se alimenta picoteando en el suelo pequeños insectos y arácnidos, aunque completa su dieta con bayas y semillas. Se le conoce como nevero debido a su afición a visitar en verano, los restos de nieve que quedan en las cumbres para recolectar los insectos que quedan atrapados.

De carácter confiado, es un ave típica de la zona de altas cumbres, de cascajares y terrenos rocosos desnudos, que ha progresado gracias al uso del territorio por parte de montañeros, esquiadores y senderistas, a los que escolta con la esperanza de obtener comida fácil.

Como el resto de las aves de alta montaña, está sujeto a movimientos de trashumancia invernal que le llevan a zonas de la media y baja montaña donde podemos encontrarlo en bosques y en zonas de matorral. Es muy posible que los acentores alpinos invernantes que se han citado en las vegas de buena parte de Andalucía e incluso en zonas costeras alejadas, (hay referencias que llegan hasta el Algarve portugués), provengan de Sierra Nevada.

CAMACHUELO TROMPETERO (Bucanetes githagineus) El nombre le viene del canto, muy distinto al de los demás pájaros, que consiste en una nota estridente con un timbre metálico que recuerda una trompeta. Posee un llamativo pico rojizo, aspecto rechoncho y color rosado. Raramente se posa en árboles, seleccionando el hábitat de matorral de caméfitos asociado a ramblas y al modelado yesífero y arcilloso de los bad-lands en las zonas más cálidas Sierra Nevada, sobre los 450-500 metros de altitud. Tras la dispersión juvenil pudieran invernar, al igual que las subpoblaciones del desierto de Tabernas y Gorafe, en las zonas costeras arenosas de Almería. 

Por su aspecto parece un pinzón algo rechoncho de plumaje gris uniforme, el cual se vuelve de un tono anaranjado en los machos durante la época reproductora. Se caracteriza por el pico corto y fuerte, de color anaranjado, apto para romper semillas duras, aunque también come otras partes de las plantas e incluso insectos. La puesta suele ser de cuatro a seis huevos en primavera y la incubación sólo dura dos semanas. Otras dos semanas más tarde, los polluelos abandonan el nido. 

Es el fringílido más raro y quizás también la más reciente incorporación a la avifauna reproductora nevadense. A pesar de conocerse la cría en zonas cercanas fuera del macizo, no se localizó su presencia en la parte almeriense de Sierra Nevada hasta bien entrada la primera década de este siglo.

ADAPTACIONES DE LAS AVES A LA MONTAÑA

En Sierra Nevada el factor principal que condiciona la distribución y desarrollo de las diferentes especies de aves son las bajas temperaturas y las fuertes oscilaciones térmicas. Para mitigar su efecto y mantener la temperatura corporal, han adquirido diferentes adaptaciones evolutivas que le permiten colonizar los ambientes de la alta montaña. Algunas de estas adaptaciones son fisiológicas como la acumulación de energía en forma de grasa, mucho más rentable, o la capacidad para aletargarse, quedando en stand by, con mínimo consumo energético, de los carboneros. Para compensar la falta de oxígeno en altura disponen de otros mecanismos fisiológicos: presencia de sacos aéreos adicionales, hemoglobina con mayor afinidad por el oxígeno o una mayor capacidad cardiovascular y de vasodilatación.



Otras de las adaptaciones son de carácter anatómico o morfológico. La capa interna de plumón y el manto externo de las plumas coberteras permite a las aves retener una capa aislante de aire que es alimentada con el calor corporal. En invierno las aves adoptan formas más redondeadas para reducir la superficie de contacto con el exterior, adquiriendo más grosor mientras esponjan su plumaje y minimizan la pérdida de calor. A algunos de los pájaros más pequeños que viven en nuestras latitudes (chochín, mito), esta estrategia les ha permitido colonizar los rudos ambientes de las cumbres.

Otras adaptaciones son de comportamiento. Los hábitos gregarios y la formación de dormideros, (chovas y pinzones), además de otras funciones de carácter social, suponen ventajas competitivas en determinados hábitats. Muchas especies en invierno se vuelven familiares y sus concentraciones les sirven para disminuir los riesgos de ser cazados por sus enemigos a la par que produce calor de grupo. Igual efecto tiene la localización de oquedades y agujeros en la tierra o en los árboles o el refugio en masas forestales, convenientemente seleccionadas al abrigo de corrientes. 

El viento es otro de los factores que influye decisivamente en el comportamiento y en la forma de las aves. Algunas especies como las chovas piquirrojas son verdaderos acróbatas gracias a sus alas anchas y redondeadas de fácil maniobrabilidad o los cernícalos que aprovechan las corrientes de ladera para mantenerse literalmente clavadas en sus vertiginosos descensos para capturar sus presas. Para las grandes rapaces planeadoras como el águila real o el buitre leonado, el aprovechamiento de las corrientes térmicas, con un mínimo batir de ala, les permite largos movimientos con un mínimo esfuerzo. Otras especies como la perdiz o pequeñas aves de alas cortas, sortean los vientos realizando pequeños desplazamientos sin apenas elevarse del suelo. 

Otro problema de la vida en la alta montaña deriva de la obtención de alimento, ya que durante varios meses del año la superficie suele estar cubierta de nieve, ocultando las fuentes de energía y originando un mayor gasto en la búsqueda de recursos para la supervivencia. Unas especies solucionan este problema realizando desplazamientos en altitud. Por ejemplo la alondra, el escribano montesino o las chovas descienden hasta el altiplano del Marquesado del Zenete o hasta las vegas del litoral para buscar alimento. Otras como el mirlo acuático o la lavandera cascadeña se mudan hasta los tramos inferiores de los cursos fluviales llegando incluso hasta la misma ciudad de Granada por el río Genil.

La collalba gris, el roquero rojo o el escribano hortelano, realizan movimientos de mayor envergadura emigrando a finales de verano a sus cuarteles de invernada africanos. Por el contrario hay otras especies que llegan a Sierra Nevada precisamente en otoño-invierno, procedentes del centro y norte de Europa, ocupando los hábitats desalojados de matorrales de hoja caduca y enebrales en la época de fructificación. Es el caso del mirlo capiblanco uno de nuestros dispersadores de semillas más activos y eficaces.

En ocasiones la nieve funciona como frigorífico que almacena el alimento (insectos, semillas) arrastrado por el viento hasta los neveros donde acuden con frecuencia acentores, colirrojos tizones o lavanderas blancas (que reciben por esta costumbre el nombre local de aguzanieves).

Finalmente hay estrategias especialmente curiosas como la del alcaudón, que forma una despensa con su presas convenientemente empaladas en los pinchos de los espinos, o el arrendajo que entierra bellotas que luego va rebuscando cuando escasea el alimento. 

El incremento de actividades humanas en la alta montaña, como las de la estación de esquí, montañeros y senderistas, es una fuente extra de alimento que aprovechan los especialistas de las cumbres como el acentor alpino como hemos indicado anteriormente pero también también otras especies oportunistas como el gorrión común y el chillón o el mirlo.

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