Aunque aún quedan días de verano (del veranillo de los membrillos), hoy se acaba oficialmente el verano, que dicho así se convierte en una manera lastimosa, tendente a la depresión, de afrontar este cambio de estación que podría y debería formularse de otra manera, en positivo, esto es, el otoño ya ha llegado; así deberíamos saludar el comienzo de esta etapa maravillosa, llena de colores, de contrastes, de matices, una época que en Sierra Nevada es especialmente bella, que nos traerá estupendas estampas en la Alpujarra , en el “San Juan”, en el Camarate y en otros muchos parajes de este extenso parque nacional y parque natural. Y nos traerá también una nueva temporada de setas, que espero que este año sean abundantes y acudiré de nuevo a la cita de Abla a degustarlas.
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Yo voy a recibirlo como el año pasado, acudiendo a la vecina Sierra de Baza a escuchar la “berrea” de los ciervos y tengo previsto disfrutar de este otoño de manera intensa saboreando sus frutos, contemplando sus atardeceres, recargando mi espíritu con la energía que dejan las tormentas en el ambiente y disfrutando del olor a tierra mojada.
Quizás esté exagerando pero me parece que ni el verano es la hostia ni el otoño es la puñeta y que lo importante es la actitud con la que afrontamos cualquier momento, cualquier situación, y yo estoy dispuesto a que este otoño sea la mejor etapa de mi vida. Y lo mismo espero del extraordinario invierno que le sucederá y de la hermosa primavera posterior y así llegaremos al verano, esa etapa también maravillosa, limpia y llena de luz.
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