He vuelto por tercera vez a este cercano, y desconocido para la inmensa mayoría de mi entorno, país del norte de África. Es curioso este desconocimiento o la imagen tan alejada de la realidad que tiene mucha gente con la que he comentado estos días mi lugar de vacaciones. En realidad yo tampoco conozco mucho ya que sólo he estado en unos cuantos lugares tunecinos, aunque en algunos de ellos (Cartago, Tunis capital, Sidi Bou Said) he estado ya en tres ocasiones: en 1995, hace cuatro años y ahora.
Pero en esta ocasión, sobre todo, ha sido un destino para disfrutar del sol, de playa y de piscina, para leer, para comer bien, desconectar del día a día y, muy especialmente, para pasar todo el tiempo con MA y con mis hijos pequeños, Ignacio, (que ha disfrutado de su segundo veraneo enormemente trasnochando y comiendo de todo) y Ángeles, (que ya lo cuenta ella en su propio blog personal).
Jazmine Hammamet, donde hemos estado, es un destino para turismo europeo que ha cumplido con nuestras exigencias y expectativas en cuanto a calidad, seguridad y oportunidades de ocio y de excursiones, un poco diezmadas en esta ocasión por la edad de Ignacio jr. que nos ha limitado un poco la “movilidad” e impedido la posibilidad de pasar una noche en un oasis en el desierto y ver anochecer y amanecer rodeados de arena como me hubiera gustado. Dejamos también para otras ocasiones otros lugares de la costa (para cuando tenga el yate) y del interior tunecino que he descubierto y que me han interesado mucho como un gran anfiteatro romano en el que hay un festival internacional de música, o la mezquita de Kairouan, una de las más grandes y antiguas del continente africano.
Para no dar demasiada envidia evitaré contar muchas historias y diré que en el vuelo Madrid/Túnez perdimos un bolso maleta, que habíamos comprado en nuestro viaje a China y al que teníamos un cariño especial, cargado con todo el calzado de MA y de los niños, el botiquín de emergencias, mis gafas de bucear y algunas otras cosillas. No ha aparecido todavía ni ya es probable que vuelva porque pienso que esta vez no fue culpa de la compañía aérea, sino de alguna otra de las "compañías" del vuelo, que se adelantaron en la cinta de recogida de equipajes ya que fuimos los últimos en salir del control policial y cuando llegamos ya había desaparecido casi todo el mundo y quedaban sólo unas cuantas maletas girando. Y además tampoco fue todo bien porque jugando al fútbol en la playa me lastimé un dedo y todavía tengo molestias.
A la vuelta de Túnez y antes de volver al trabajo en mi (lo utilizo en sentido afectivo, no posesivo) parque nacional y parque natural, he pasado unos días de nuevo en este maravilloso e inmenso espacio natural protegido. En esta ocasión nos hemos instalado en las Cuevas del Tío Tobas, en el área de Influencia Socioeconómica de Sierra Nevada, establecimiento pionero en nuestro proyecto de
Así que he terminado las vacaciones (por ahora) cómo y dónde las empecé: en Sierra Nevada este admirado y admirable espacio natural al que vuelvo ahora a trabajar en su conservación y/o desarrollo sostenible. Un trabajo que me gusta y en un lugar que me encanta: “un trabajo por todo lo alto”.
Pero aún quedan días de verano para…
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