domingo, 27 de diciembre de 2009

Copenhague: punto y ... seguido

Hace dos semanas que finalizó la cumbre climática de la ONU, una Conferencia celebrada en Copenhague en la que han participado 193 naciones y que se ha convertido en la reunión climática más grande e importante de la historia. Tras dos semanas de negociaciones contenciosas se cerró sin un Tratado formal y tuvo que consolarse con tomar nota del Acuerdo Express tomado por unos cuantos países a propuesta de Estados Unidos. Dicho Acuerdo entrará en vigor en 2010, y pone encima de la mesa la financiación a corto (30.000 millones de euros) y largo plazo (100.000 millones anuales a partir de 2020). Mientras, retrasa hasta enero de 2010 el establecimiento de las cifras de compromisos de reducción de emisiones de CO2 de los países ricos y las acciones voluntarias de mitigación de los países en desarrollo.

He esperado para hacer mi crónica final sobre la Cumbre del Clima celebrada en la capital danesa para poder reflexionar tranquilamente, bucear por distintos foros y sobre todo testar mis conclusiones con mis amigos y familia, con un grupo de gente menos implicada en este debate. Siempre utilizo estos puntos de apoyo para aproximarme a la verdadera percepción que llega al “común de los mortales” de estos magnos acontecimientos y temas. De esta manera busco el equilibrio entre la opinión pública y la opinión publicada a veces tan distantes y tan distintas.

Lo primero que tengo que decir es que no podemos decir que esta Cumbre haya concluido con un punto y final a pesar de las expectativas, ilusiones y esperanzas puestas en ella por miles, por millones de personas en todo el planeta. Más bien un punto y seguido aunque está por ver para dónde seguimos.

Como en los toros (ahora que está de nuevo en boga el debate sobre la “fiesta nacional”), ha habido “división de opiniones” sobre el cierre de la COP16. La Cumbre ni ha sido un éxito ni ha sido un fracaso sino todo lo contrario. Vamos que lo más proable es que quién sabe. En mi opinión todavía no se ha digerido bien el final de la Cumbre, no tanto por el resultado final, a todas luces por debajo de las expectativas de la mayoría de los participantes, como por la forma en la que se organizó y desarrolló la Cumbre y, sobre todo, por las últimas horas de negociaciones.

Todos los países echan balones fuera y se culpan unos a otros de no haber logrado un acuerdo vinculante para actuar con decisión contra el cambio climático. Barack Obama, reconoció al acabar la Cumbre que el llamado Acuerdo de Copenhague no era suficiente. “Hemos avanzado, pero sabemos que hay más por hacer”. El presidente de Estados Unidos, ha afirmado después que las personas tienen razón en estar decepcionadas por el resultado de la cumbresobre cambio climático que tuvo lugar en Copenhague, aunque ha valorado que "en vez de ver un total colapso en Copenhague, sin que se hubiese hecho nada -lo que hubiera sido un gigante retroceso-, al menos pudimos mantenernos más o menos donde estábamos y no hubo un gran paso atrás".

Los chinos están encantados de haber tenido un papel protagonista jugando como potencia mundial o como país en desarrollo según convenía. Además han querido arrimar el ascua a su sardina apuntándose al principio de "responsabilidades comunes pero diferentes". No son los responsables de la situación actual pero son la principal amenaza del futuro y su actitud obstruccionista y su juego a dos bandas es uno de los escollos más difíciles de superar para avanzar.

El barullo del final ha permitido también que el presidente venezolano, Hugo Chávez, haya sacado sus extraordinarias dotes de demagogo y haya copado muchos titulares con frases sensacionalistas de cara a la galería. Hugo Chávez ha querido aprovechar para abanderar una posición que no le corresponde como uno de los principales países productores de petróleo. Pero la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero y aunque han sido muchas las voces que lo han expresado quizás la que más ha resonado ha sido la suya al advertir que "EEUU tiene más de 750 mil millones de dólares de presupuesto militar y ha gastado más de 800 mil millones de rescate a banqueros", y ahora para salvar el planeta las cifras barajadas eran ridículas.

Entre los países europeos, Suecia calificó el acuerdo de "desastre para el medio ambiente", mientras que el primer ministro británico, Gordon Brown, dijo que fue "defectuoso y caótico". En muchas de las valoraciones hay una posición política de consumo interno y en buena medida expresan los celos por el protagonismo que han tenido otros líderes políticos.La canciller alemana, Angela Merkel, por su parte ha defendido el Acuerdo describiéndolo como un primer paso que facilita medidas para actuar. Merkel ha comentado que Copenhague "es un primer paso hacia un nuevo orden climático mundial, nada más, pero tampoco nada menos”. Merkel ha señalado que "cualquiera que simplemente critica a Copenhague se dedica a hacer lo mismo que aquellos que ponen el freno en lugar de avanzar''.

Desde nuestro gobierno se ha declarado que se intentará "ensanchar al máximo el traje" del llamado Acuerdo de Copenhague, durante la presidencia española de la UE, en la que se seguirá impulsando el cumplimiento de la Estrategia Europea de Cambio Climático conocida como 20-20-20 (20 por ciento de reducción de emisiones, 20 por ciento de mejora de la eficiencia energética y 20 por ciento de energías renovables en 2020). El papel de la UE, a la que la COP16 le ha pillado en pleno proceso de cambios para adecuarse al Tratado de Lisboa, ha quedado mermado por la estrategia particular de varios líderes europeos como, más preocupados de brillar personalmente que de fortalecer la posición de la Unión Europea.

El presidente español que tuvo una breve, aunque brillante y valiente intervención en el Pleno de la Cumbre en su recta final, tiene la oportunidad durante el próximo semestre de hacer valer la posición europea, y liderar un incremento de los compromisos europeos para pasar de la estrategia 20-20-20 en 2020 a una estrategia 30-30-30 en la misma fecha.

“Tenemos que lograr unir el mundo para salvar la tierra, nuestra Tierra, en la que viven pobres demasiados y demasiado pobres, y ricos, demasiados y demasiado ricos. Pero la Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”. (José Luís Rodríguez Zapatero).

El secretario de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo de Boer, ha marcado a los líderes mundiales lo que hay que hacer a partir de ahora: dejar de discutir acerca del resultado de la Cumbre de Copenhague y centrarse en cómo lograr un mejor resultado el año próximo en la Conferencia que se realizará en México a finales de noviembre. “Ahora el desafío debe consistir en convertir lo acordado políticamente en Copenhague en algo tangible, medible y verificable”.

Curiosamente han coincidido en los balances más negativos y en los discursos más feroces desde los dos polos más opuestos en este debate. Las grandes ONGs internacionales y los sectores negacionistas han lanzado las voces más críticas sobre el resultado final aunque los primeros han mostrado su decepción por la oportunidad perdida, y a los segundos se les ha visto más arrogantes, diría que felices, y su lamento del resultado final de la Cumbre ha sonado bastante hipócrita.

La organización ambientalista Greenpeace, (cuyo presidente de España en estos momentos continúa detenido en Copenhague por irrumpir en la cena de gala ofrecida por la reina danesa), lamentó el día de la clausura que había sido un “día negro” para la Humanidad, porque los gobernantes tuvieron en sus manos cambiar el futuro del mundo y sólo aprobaron una resolución “llena de vacíos”.

Los think tanks neoliberales lo han celebrado con champán y no voy a hacer más propaganda de sus boutades en mi blog que ya tienen bastantes lugares en los que expresarse y demasiados “liberados” desparramando sus diagnósticos y recetas. Un ejemplo de cómo se ha vivido la Cumbre de Copenhague en esa Banda (perdón quería decir en ese bando): no había transcurrido una hora desde que Obama efectuó su discurso en la sesión matinal de la COP-15 cuando varios diputados estadounidenses del Partido Republicano celebraron una conferencia de prensa para negar que el cambio climático fuera causado por emisiones de combustibles fósiles, o sea del petróleo, el carbón y el gas natural. Las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y de decenas de academias científicas de todo el mundo son sospechosas, agregaron los legisladores, ninguno de ellos científicos y todos procedentes de estados con poderosos intereses en el sector automotor o de combustibles fósiles (toma del frasco Carrasco).

He de confesar que personalmente esperaba de Copenhague un acuerdo ambicioso, justo y jurídicamente vinculante, lo que se conoce como un Pacto "FAB", en la jerga de las organizaciones internacionales: justo (fair), ambicioso (ambitious) y vinculante (binding). Un pacto que supusiera un compromiso de mitigación de gases de al menos el 40% para el 2020, y un compromiso por parte de los países desarrollados de transferencia de recursos financieros y tecnologías para la adaptación de los países pobres más vulnerables al cambio climático y para reforzar su crecimiento económico desde un planteamiento de desarrollo sostenible. Se hablaba de un compromiso de 130 mil millones de euros anuales para los países del Sur en el 2020. Desde esta expectativa, evidentemente no se han cumplido los objetivos principales de la cumbre de Copenhague y se ha fracasado.

El Acuerdo de Copenhague sin embargo, reconoce algunos elementos destacables en el proceso de diálogo mundial sobre el medio ambiente y el calentamiento del planeta. Se ha asumido el criterio de la comunidad científica de no sobrepasar el aumento de temperatura en 2º C de media mundial, para no llegar a una situación de cambios bruscos e irreversibles en los ecosistemas del planeta. Se ha avalado la propuesta científica de una disminución de gases de al menos el 80% para el 2050, aunque no se han puesto medios para lograrlo. Se ha reconocido la necesidad por parte de los países menos desarrollados, de recibir fondos económicos adecuados, previsibles y permanentes, así como apoyo tecnológico. Incluso ha habido un compromiso de ofrecer 30 mil millones de dólares a estos países en los próximos tres años, lo cual es un paso en la buena dirección, aunque muy por debajo de las necesidades reales. En este sentido podemos decir que en Copenhague ha habido también éxitos parciales. Pero mientras todas estas manifestaciones de buena voluntad no se enmarquen en un acuerdo con objetivos concretos para cada país y dentro de un marco jurídico vinculante, corren el peligro de no ser más que eso, buenas palabras que se lleva el viento del que hablaba Zapatero, en clara alusión al famoso mensaje del indio americano Noah Seattle que tantos años presidió la pared de mi cuarto.

Yo ceo que hemos avanzado mucho desde el lejano Bali pero nos queda mucha distancia hasta llegar a Méjico, penúltima oportunidad antes de que expiren los acuerdos de Kyoto. Entretanto debemos ir entendiendo mejor que el cambio climático de origen antropogénico es un fenómeno causado por nuestro modelo de desarrollo, basado en el uso de energías fósiles contaminantes, y en un modelo económico que se sustenta en la explotación de los recursos naturales como un stock sin límites y en una sociedad de consumo que no se rige por la necesidad, sino por el lucro, en la que importa más el poder y el tener que el ser y compartir.

El estilo de vida promovido por este modelo de desarrollo es insostenible. El mundo no tiene capacidad para satisfacer esta demanda, ni en el presente (más de mil millones de personas pasan hambre en el mundo) ni en el futuro. Por tanto, hablar de cambio climático y de desarrollo sostenible, en realidad supone cuestionar nuestro propio estilo de vida y nivel de consumo. Asumir los desafíos de la sostenibilidad no solamente supone caminar hacia una manera distinta de obtener la energía que necesitamos, o de reciclar nuestra basura doméstica; implica un cambio de hábitos, costumbres, creencias y valores, que muy pocos están dispuestos a aceptar. Hay un problema de Educación antes que de Educación Ambiental. Y los políticos no han ido más lejos porque la sociedad no ha llegado todavía, en su conjunto, a comprender y a asumir que se requiere una gran transformación en la política, la economía y la sociedad que debe reunir las siguientes características según el argot de las ONGs participantes en la Cumbre:

Global. Con ciencia. Equitativa. Transformadora. Anticipatoria. Prospectiva. Participativa.


Sea cual sea nuestra valoración, el éxito o el fracaso de la Cumbre es colectivo y las consecuencias también lo serán para todos nosotros y para las generaciones venideras. Por tanto, todos podemos y debemos hacer más de ahora en adelante.

Claves del Pacto

- EMISIONES. Los países "subrayan que el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo" y que hay actuar para "estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que prevenga una interferencia antropogénica con el clima (...) por lo que el aumento en la temperatura global debería estar por debajo de dos grados centígrados". Para ello se comprometen a "cooperar para conseguir que las emisiones nacionales toquen techo lo antes posible". El acuerdo no incluye la concentración de CO2 necesaria -450 partes por millón- para ese objetivo, ni el año del máximo de emisiones, entre 2015 y 2020, según el IPCC, ni la necesidad de que las emisiones en 2050 sean la mitad que en 1990.

- PLANES NACIONALES. Los países desarrollados "se comprometen a presentar objetivos de reducción de emisiones antes del 1 de febrero de 2010". "Estas reducciones y la financiación a los países en desarrollo serán declaradas, medidas y verificadas" por la ONU.

Los países en desarrollo podrán "implantar medidas de mitigación" de emisiones que comunicarán antes de febrero de 2010. Estas acciones serán objeto de "declaración, medida y verificación nacional" y cada dos años informarán a la ONU y habrá un sistema "internacional de consulta y análisis bajo guías claramente definidas que aseguren que se respeta su soberanía nacional". Las acciones financiadas con dinero internacional estarán sujetas a la supervisión normal de la ONU.

- "Los países menos desarrollados y las pequeñas islas podrán realizar acciones voluntarias si reciben apoyo".

4 comentarios:

siro dijo...

Ignacio, te adjunto enlace por si fuera de interés. Saludos. Ángel Alonso.

http://www.ecoportal.net/content/view/full/90494

siro dijo...

Ignacio,te adjunto enlace por si fuera de interés. Saludos. Ángel Alonso.

http://www.ecoportal.net/content/view/full/90494

siro dijo...

Ayer; en la charla de Jesús Caldera; se refirió a la catástrofe global y no al cambio global, como apelativo más acorde con lo que está pasando.
Veo poco interés o más bien desconocimiento en nuestro partido por los temas medioambientales. Tenemos que hacer una labor de educación-concienciación sobre lo que está ocurriendo en este pequeño mundo o no habrá nada que hacer en pocos años.
Hemos de trasladar a la ciudadanía el compromiso del PSOE con estos problemas y las soluciones que propone. Así mismo tenemos que mostrar la hipocresía que tiene un partido como el PP y demostrar que su sistema nos conduce a la muerte como bien decía ayer el compañero J.A. Pérez Tapias.
Saludos.

siro dijo...

Ayer; en la charla de Jesús Caldera; se refirió a la catástrofe global y no al cambio global, como apelativo más acorde con lo que está pasando.
Veo poco interés o más bien desconocimiento en nuestro partido por los temas medioambientales. Tenemos que hacer una labor de educación-concienciación sobre lo que está ocurriendo en este pequeño mundo o no habrá nada que hacer en pocos años.
Hemos de trasladar a la ciudadanía el compromiso del PSOE con estos problemas y las soluciones que propone. Así mismo tenemos que mostrar la hipocresía que tiene un partido como el PP y demostrar que su sistema nos conduce a la muerte como bien decía ayer el compañero J.A. Pérez Tapias.
Saludos.