lunes, 29 de mayo de 2017

Avispas con muchas 'agallas'

Agalla y adulto de Diplolepis mayri en rosal silvestre.  
Este fin de semana le tocaba de nuevo a la sección sobre biodiversidad en mi colaboración en el periódico Granada Hoy y la he dedicado a un grupo de insectos himenópteros, las avispillas de las agallas. Agradezco a José Luis Nieves, especialista en este grupo y autor de un artículo al respecto en el libro "Los insectos de Sierra Nevada: 200 años de historia", que me haya cedido las fotografías y haya revisado el texto.

Pincha aquí para acceder a la edición digital:

Y así quedó la doble página a color en el papel:


SIERRA NEVADA, PARAÍSO DE BIODIVERSIDAD

Agallas de Cynips disticha en quejigo

Avispas con muchas agallas


Un grupo de pequeñas avispas representa una de las interacciones planta-insecto más curiosas. Al ‘picar’ en los tejidos vegetales para inocular los huevos, inducen la formación de agallas que les darán protección y servirán de alimento a las larvas.


Las avispas de las agallas pertenecen a la familia de los cinípidos, un grupo de himenópteros apócritos, emparentado con abejas, avispas y hormigas. Son de pequeño tamaño, (entre 1 y 8 mm), y cosmopolitas aunque predominan en el Hemisferio Norte. Son fitófagas, esto es, se alimentan exclusivamente de tejido vegetal. Este hecho las distancia bastante de otros grupos de avispas, la mayoría carnívoras o parasitoides de otros insectos. Se han descrito unas 1.400 especies, unas 350 aproximadamente en el continente europeo. Como todos los representantes del grupo, las avispas de las agallas tienen una forma de cuerpo distintiva, con una conexión estrecha entre el tórax y el abdomen, la llamada ‘cintura de avispa’.
Hembra de la generación sexual de Trigonaspis spp.
En el ciclo biológico se alternan dos generaciones de morfología diferente: una de machos y hembras de reproducción sexual y otra asexual con hembras que se reproducen partenogenéticamente sin necesidad de machos.

Las hembras no presentan el ovopositor transformado en un aguijón, como ocurre en otras avispas, sino que este órgano conserva su función original, que es la inoculación de los huevos. Las larvas crecen absorbiendo los tejidos nutritivos de las agallas, donde además están bien protegidas de efectos ambientales adversos externos. Las plantas hospedantes y el tamaño y forma de las agallas son específicos de cada especie. Se pueden encontrar agallas en diferentes partes de las plantas, (hojas, flores, ramas, raíces…).

¿Qué son las agallas?

Las agallas son malformaciones de los tejidos vegetales inducidas por este grupo de avispas cuando las hembras inoculan los huevos en sus interior. La ‘picadura’ de la avispa provoca una reacción de la planta, con deformación y engrosamiento de diferentes órganos vegetales. Los mecanismos moleculares últimos que disparan la formación de las agallas son todavía poco conocidos. Sin embargo, investigaciones recientes indican que el proceso se inicia cuando las hembras adultas inoculan los huevos en el interior del tejido vegetal. A partir de ese momento, la agalla crece alrededor de los huevos, quedando éstos incluidos dentro de una o diversas cámaras.  

Corte de una cápsula de Papaver con agalla de Barbotinia oraniensis

Agallas de Cynips quercus en quejigo
En su interior, las larvas se alimentan de los tejidos vegetales nutricios de la agalla  al amparo de las inclemencias ambientales; se cree también que el propio rascado de las larvas para alimentarse potenciaría el crecimiento de la agalla. Una vez formados, los adultos se abren paso a través de la gruesa pared de la agalla para alcanzar su superficie y salir al exterior, proceso en el que invierten mucho tiempo y energía. Por lo general, los adultos no se alimentan y dedican su corta vida a la reproducción.
La avispilla Biorhiza pallida produce unas grandes y características agallas en el quejigo. 

No todas las agallas son producidas por avispillas. Hay muchos grupos de organismos con capacidad para provocar la formación de agallas en multitud de especies botánicas, desde algunos grupos de hongos hasta ciertos ácaros, pero sobre todo en el grupo de insectos (escarabajos, mariposas, pulgones…), aunque los dos grandes grupos inductores de agallas son los mosquitos cecidómidos y los himenópteros de las familias Tentredinidae y Cynipidae. Este último grupo es el responsable de las agallas de de formas y estructuras más variadas y complejas, además de ser las más abundantes, sobre todo en los robles y otras quercíneas. Cada especie suele inducir una tipología de agalla concreta. Frecuentemente, la determinación de la especie es muy simple observando las agallas producidas más que al insecto en sí.
Agallas de Andricus quercusramuli en amentos de quejigo.

Agallas de Andricus curvator en hojas de quejigo.
Agallas de Plagiotrochus quercusilicis
Hembra adulta de  Plagiotrochus quercusilicis

Una ‘casa’ muy concurrida

El microhábitat que suponen las agallas es un lugar propicio para la supervivencia de otros insectos. En su interior habitualmente emergen individuos de otras especies, además de los adultos de las avispas que las han inducido. Unos se alimentan de los tejidos nutricios de la agalla para completar su desarrollo, otros parasitan las larvas de diferentes avispillas, causando su muerte y alguno se desarrolla únicamente al final de la vida útil de la agalla.
Los parasitoides son uno de los grupos más importantes que se desarrollan dentro de las agallas. La mayoría pertenece a otro grupo de avispas. Inoculan los huevos en el interior del cuerpo de las larvas de diferentes cinípidos mediante sus largos ovopositores mientras estos se encuentran dentro de las agallas. En el interior emergerán, mayoritariamente, los adultos de las avispas parasitoides.
Un caso especial lo constituyen algunas especies de avispillas que han perdido la capacidad para inducir la formación de agallas y parasitan a otras especies. Las hembras inoculan los huevos en el interior de agallas en formación y sus larvas ‘roban’ el tejido nutricio de la agalla en la que se desarrollan.
Finalmente hay inquilinos secundarios de las agallas. Escarabajos, mariposas, moscas y otras especies viven en su interior y generalmente se desarrollan una vez salen las avispillas.
Avispilla de los castaños’. 



Es una especie invasora de reciente introducción en España. Originario de China empezó a propagarse por Japón (1941) y Corea (1963). En EEUU se detectó en 1974 y a Europa llegó en 2002, entrado por Italia. En los últimos años se ha extendido por diferentes países europeos, introduciéndose en España en 2012, inicialmente en Cataluña. Tras aparecer en Andalucía en 2014, el año pasado se produjo la primera cita de esta ‘avispilla del castaño”, (Dryocosmus kuriphilus), en la provincia de Granada, en la localidad de Lanjarón.




Esta plaga es muy peligrosa para el castaño ya que puede producir una pérdida de hasta el 80% del fruto. Se están ensayando programas de lucha biológica para combatirla con liberación de un parasitoide, Torymus sinensis, procedente también del continente asiático.


Avispas de las agallas en Sierra Nevada

Hasta la actualidad se han encontrado 30 especies de este grupo en el Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada que representan algo más del 20% del total de las 140 especies citadas en la península ibérica. Sin embargo, José Luis Nieves-Aldrey, del Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias Naturales, especialista en estas avispillas, estima que con un mayor esfuerzo de estudio este número podría incrementarse notablemente. Basándose en la extensión y altitud del territorio, su posición geográfica y composición botánica, este autor ha calculado que la riqueza potencial de cinípidos de Sierra Nevada estaría entre 60 y 80 especies.

La riqueza de especies de avispillas de agallas de Sierra Nevada es mayor a niveles bajos y medios donde se distribuyen la mayoría de sus plantas hospedadoras, especialmente las especies del género Quercus: encina (Quercus ilex), coscoja (Q. coccifera), quejigo (Q. faginea) y roble melojo (Q. pyrenaica), a las que están ligadas las dos terceras partes de las especies. Por ahora no se conocen o no se han descrito especies endémicas de avispas de las agallas en Sierra Nevada, pero se considera probable su existencia, especialmente entre las especies inductoras de agallas en plantas herbáceas, dada la presencia de varios géneros de plantas hospedantes con especies endémicas de Sierra Nevada, como Centaurea, Papaver, Salvia… que aún no han sido investigados respecto a los posibles cinípidos asociados.

Agallas de Trigonaspis baetica, especie endémica amenazada de Andalucíaen roble melojo
La especie más interesante de Sierra Nevada desde el punto de vista de la conservación se denomina Trigonaspis baetica, que fue descrita de bosques de Quercus canariensis de la provincia de Cádiz y ha sido citada también en la localidad alpujarreña de Bubión sobre Quercus faginea. Esta especie es endémica de Andalucía y está incluida en el Libro Rojo de los Invertebrados de Andalucía.


Variadas formas y colores

Agallas de una especie indeterminada del género Trigonaspis, en roble melojo

Agallas de Plagiotrochus coriaceus en hojas de encina 

Agallas de Plagiotrochus coriaceus en hojas de encina 
Agallas de Neuroterus numismalis en roble 


Agallas de Andricus solitarius en ramas de roble

Agallas de Neuroterus tricolor en quejigo 

Agallas de Cynips disticha en quejigo

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