lunes, 9 de octubre de 2017

Bosques 'metamórficos'

Esta semana he querido dedicar mi artículo a los robledales de Sierra Nevada viendo sus cambios, desde dos perspectivas: primero mostrar su evolución 'natural' a lo largo del año, como ejemplo de bosques caducifolios y también mostrar su evolución "a lo largo de los años", principalmente como ejemplo del cambio global, el inducido por la acción antrópica, incluidos los efectos del cambio climático, (aunque en este caso el principal 'motor' de cambio es los usos del suelo que a lo largo de los siglos hemos realizado de estos ecosistemas singulares).

He incorporado, de manera divulgativa, unas notas sobre ¿por qué caen las hojas? y sobre el cambio de color de las hojas en otoño. Espero haber sido 'suficientemente' claro.

Me han venido muy bien, otra vez, los consejos e imágenes de mis amigos y compañeros José Miguel Muñoz y José Miguel Barea.

Así quedó la versión digital:

http://www.granadahoy.com/granada/Bosques-metamorficos_0_1179482287.html

y así la versión impresa.



Sierra Nevada, Paraíso de Biodiversidad
Bosques ‘metamórficos’



  • En el otoño se produce la transformación de los robledales, los únicos bosques de caducifolios que podemos encontrar en Sierra Nevada.
  • Los robledales nevadenses son los mas extensos de la Península, están situados en el límite meridional y se sitúan a mayor altitud de toda el área de distribución de la especie.

ROBLEDALES O MELOJARES

Los robledales o melojares son unas formaciones vegetales escasas y raras del mediterráneo occidental: Península Ibérica, noroeste de Marruecos y Francia occidental. Este roble está bien adaptado a los climas continentales, soportando heladas y sequías.

Se localizan en el piso supramediterráneo, en laderas montañosas entre los 400 y 1.500 metros de altitud, sobre sustrato silíceo, constituyendo el límite altitudinal del bosque. Aparecen en aquellos enclaves mas húmedos y de menor índice de insolación, con suelos desarrollados, alternándose con los encinares silicícolas. Requieren precipitaciones por encima de los 600 mm que tienen que estar bien repartidas. En la época estival, cuando alcanza la plenitud vegetativa, necesita de 100 a 200 mm. 

El roble melojo o rebollo (Quercus pyrenaica) puede alcanzar los 20-25 metros de altura y un diámetro de un metro de grosor aunque esta situación es excepcional ya que esta especie ha sido sometida a talados intensos para la obtención de leña y carbón vegetal. En estas circunstancias los robles no suelen pasar de los 5-10 metros de altura.

Las hojas son caducas y están hendidas en 4 a 8 pares de lóbulos profundos e irregulares. Tiene su floración en mayo o junio, y las bellotas, de sabor amargo, maduran en otoño.

Robledales en Sierra Nevada

Los robledales nevadenses son los mas extensos de la Península están situados en el límite meridional de distribución de la especie. También los que se sitúan a mayor altitud de toda el área de distribución, (en un rango que oscila entre los 1189 hasta los 2035 m.). En Sierra Nevada estas formaciones aparecen en barrancos de la zona occidental (ríos Alhama de Lugros, Maitena, Vadillo, Genil, Monachil, Dílar y Dúrcal), en orientación norte y en la Alpujarra en lomas y barrancos (loma de Cáñar, barranco del Poqueira, loma de Pitres-Busquístar) de orientaciones este, que se consideran relictos y que se benefician tanto de las precipitaciones encubiertas que proporcionan las nieblas que ascienden frecuentemente desde la costa mediterránea, como de las aportaciones extra de las acequias tradicionales.

Además de en Sierra Nevada, en Andalucía los podemos encontrar en el parque natural de Cazorla, Segura y las Villas (Jaén) y en el parque natural de Tejeda-Almijara (Granada-Málaga) y otras manchas de cierta extensión en Sierra Morena y la Sierra del Aljibe.
Acompañantes.

El roble melojo (Quercus pyrenaica) es el árbol dominante y en ocasiones forma bosques monoespecíficos, pues posee una gran capacidad de regeneración, tras las talas e incendios. Junto a él aparecen acompañantes con claras diferencias entre las especies de los robledales de las diferentes zonas. En los de la Alpujarra, el cortejo florístico es más parecido al de los encinares próximos que al de los robledales de la zona norte y parece que tiene una gran influencia la gestión y los usos que se hayan hecho en los dos últimos siglos.

Podemos citar especies como el rascaviejas (Adenocarpus decorticans), mostajo, (Sorbus aria), lastón fino (Festuca elegans), el escobón (Cytisus scoparius) o la orquídea Cephalantera longifolia. En los lugares más húmedos los melojares se hallan enriquecidos con otros elementos arbóreos y arbustivos como el arce granadino, el fresno, el espino cerval (Rhamnus catharticus), serbal (Sorbus torminalis), cerezo silvestre, majuelos y rosales silvestres,

Tendencia de los robledales

Al igual que otros bosques autóctonos mediterráneos los robledales se han visto afectados por la fuerte presión antrópica (roturaciones para cultivos y pastos; explotación de leña para uso doméstico e incluso industrial, incendios forestales, sustitución por pinares…). Este 'pasado' pesa fuertemente en la estructura y en la composición florística de los robledales de Sierra Nevada.

El abandono de la agricultura y las políticas de conservación de la naturaleza de las últimas décadas propicia una tendencia progresiva desde formaciones de matorral a robledal o de robledal aclarado a robledal mas denso pero la mayoría se encuentran en un estado de degradación significativo.

Según los estudios de simulación de escenarios de cambio climático el robledal tenderá a una disminución de su área de ocupación por aumento de las temperaturas y competencia con los encinares, y a 'sufrir' una migración altitudinal, mostrando un área de contracción a altitudes mas bajas así como un área de expansión a mayores altitudes.

Secuencia de imágenes del robledal del Camarate



¿Por qué caen las hojas?

Al llegar el otoño, cada año, los árboles caducifolios como los robles pierden el follaje. Las hojas de las plantas son como 'paneles solares' destinados a tomar mediante la fotosíntesis y a aportar nutrientes para su desarrollo y crecimiento. Con la disminución de las horas de luz y de la intensidad de la radiación solar la productividad de las hojas disminuye y la estrategia 'más rentable' que desarrollan estas especies es perder las hojas y pasar la estación desfavorable en un estado de baja actividad. Se retira el suministro de savia (y de clorofila para la realización de la fotosíntesis) y se crea una película entre la rama y la base de la hoja, que queda abandonada a su suerte. El viento y la lluvia completarán las acciones para hacerlas caer al suelo que quedará tapizado y se irán descomponiendo por la acción de otros seres vivos integrándose en el ciclo de la vida.

¿Por qué cambian de color?

Al inicio de la etapa otoñal los árboles de hoja caduca dejan atrás sus vivos colores verdes y se tiñen de amarillo, marrón, anaranjado y rojo antes de perder las hojas y renovarlas con la llegada de la primavera. Conforme los días se van acortando la ausencia de la luz que llega a las hojas hace que la producción de tres de sus pigmentos más importantes disminuya.  La clorofila es la responsable de que las hojas tengan su característico color verde. Es el pigmento encargado de la fotosíntesis  y el responsable de absorber la radiación solar. Durante el verano y la primavera es el pigmento más abundante. Debido a su poca estabilidad, al disminuir las temperaturas y reducirse la exposición solar se descompone y empieza a perder presencia.

Otros pigmentos como los carotenoides también absorben la radiación solar y colaboran en la fotosíntesis pero en menor escala. Cuando la clorofila comienza a descomponerse queda el color amarillo propio de estos pigmentos. Por su parte, las antocianinas son las responsables de los colores rojizos y son otro pigmento presente en las hojas. El alimento que sobra en una hoja (en forma de glucosa) también puede dar estos tonos a las hojas.


ETIMOLOGÍA

Quercus: nombre genérico del latín que designaba igualmente al roble y a la encina. Este género engloba además a alcornoques y quejigos que comparten la bellota como frutos.

Pyrenaica: epíteto geográfico que alude a su localización en los Pirineos, pero es poco apropiado, ya que falta casi por completo en los Pirineos. Este 'error nominal' se debe a que se lo puso el botánico alemán Carl Ludwig von Willdenow (1765-1812), basándose en unas muestras secas de herbario que le llegaron con una etiqueta que le atribuía esa procedencia. Prevalece sobre otro que fue mucho más usado, Quercus toza, pues así lo exigen las reglas de nomenclatura botánica.

Este tipo de roble es llamado vernáculamente melojo, (término peyorativo que viene del latín malum folium = mala hoja) o también rebollo, (nombre vulgar que se usa también en algunos lugares para denominar a su 'primo' el quejigo y a otros árboles de la familia). Se le conoce asimismo como marojo, roble negro y tozo.

Los 'hermanos mayores' del roble melojo, con hojas muy parecidas, presentes en la Península, son el roble carballo (Quercus robur ) y el roble albar (Quercus petraea).

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