He incorporado, de manera divulgativa, unas notas sobre ¿por qué caen las hojas? y sobre el cambio de color de las hojas en otoño. Espero haber sido 'suficientemente' claro.
Me han venido muy bien, otra vez, los consejos e imágenes de mis amigos y compañeros José Miguel Muñoz y José Miguel Barea.
Así quedó la versión digital:
http://www.granadahoy.com/granada/Bosques-metamorficos_0_1179482287.html
y así la versión impresa.
Sierra
Nevada, Paraíso de Biodiversidad
Bosques
‘metamórficos’
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En el otoño se produce la transformación de los robledales, los únicos bosques de caducifolios que podemos encontrar en Sierra Nevada.
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Los robledales nevadenses son los mas extensos de la Península, están situados en el límite meridional y se sitúan a mayor altitud de toda el área de distribución de la especie.
ROBLEDALES
O MELOJARES
Los
robledales o melojares son unas formaciones vegetales escasas y raras
del mediterráneo occidental: Península Ibérica, noroeste de
Marruecos y Francia occidental. Este roble está bien adaptado a los
climas continentales, soportando heladas y sequías.
Se
localizan en el piso supramediterráneo, en
laderas montañosas entre los 400 y 1.500 metros de altitud,
sobre sustrato silíceo, constituyendo el límite altitudinal del
bosque. Aparecen
en aquellos enclaves mas húmedos y de menor índice de insolación,
con
suelos desarrollados, alternándose
con los encinares silicícolas. Requieren
precipitaciones
por encima de los 600 mm que
tienen que estar bien repartidas. En la época estival, cuando
alcanza la plenitud vegetativa, necesita de 100 a 200 mm.
El
roble melojo o rebollo (Quercus pyrenaica) puede
alcanzar los 20-25 metros de altura y un diámetro de un metro de
grosor aunque
esta situación
es excepcional ya que esta especie ha sido sometida a talados
intensos para la obtención de leña y carbón vegetal. En estas
circunstancias los robles no suelen pasar de los 5-10
metros de altura.
Las
hojas son caducas y están hendidas en 4 a 8 pares de lóbulos
profundos e irregulares. Tiene su floración en mayo o junio, y las
bellotas, de sabor amargo, maduran en otoño.
Robledales
en Sierra Nevada
Los
robledales nevadenses son los mas extensos de la Península están
situados en el límite meridional de distribución de la especie.
También los que se sitúan a mayor altitud de toda el área de
distribución, (en un rango que oscila entre los 1189 hasta los 2035
m.). En Sierra Nevada estas formaciones aparecen en barrancos de la
zona occidental (ríos Alhama de Lugros, Maitena, Vadillo, Genil,
Monachil, Dílar y Dúrcal), en orientación norte y en la Alpujarra
en lomas y barrancos (loma de Cáñar, barranco del Poqueira, loma de
Pitres-Busquístar) de orientaciones este, que se consideran
relictos y que se benefician tanto de las precipitaciones encubiertas
que proporcionan las nieblas que ascienden frecuentemente desde la
costa mediterránea, como de las aportaciones extra de las acequias
tradicionales.
Además
de en Sierra Nevada, en Andalucía los podemos encontrar en el parque
natural de Cazorla, Segura y las Villas (Jaén) y en el parque
natural de Tejeda-Almijara (Granada-Málaga) y otras manchas de
cierta extensión en Sierra Morena y la Sierra del Aljibe.
Acompañantes.
El
roble melojo (Quercus
pyrenaica) es
el
árbol dominante y en ocasiones forma bosques
monoespecíficos, pues posee una gran capacidad de regeneración,
tras las talas e incendios. Junto
a él aparecen
acompañantes con claras diferencias entre las especies de los
robledales de las diferentes zonas. En los de la Alpujarra, el
cortejo florístico es más parecido al de los encinares próximos
que al de los robledales de la zona norte y parece que tiene una gran
influencia la gestión y los usos que se hayan hecho en los dos
últimos siglos.
Podemos
citar especies como el rascaviejas (Adenocarpus decorticans),
mostajo, (Sorbus aria), lastón fino (Festuca elegans),
el escobón (Cytisus scoparius) o la orquídea Cephalantera
longifolia. En los lugares más húmedos los melojares se hallan
enriquecidos con otros elementos arbóreos y arbustivos como el arce
granadino, el fresno, el espino cerval (Rhamnus catharticus),
serbal (Sorbus torminalis), cerezo silvestre, majuelos
y rosales silvestres,
Tendencia
de los robledales
Al
igual que otros bosques autóctonos mediterráneos los robledales se
han visto afectados por la fuerte presión antrópica (roturaciones
para cultivos y pastos; explotación de leña para uso doméstico e
incluso industrial, incendios forestales, sustitución por
pinares…). Este 'pasado' pesa fuertemente en la estructura y en la
composición florística de los robledales de Sierra Nevada.
El
abandono de la agricultura y las políticas de conservación de la
naturaleza de las últimas décadas propicia una tendencia progresiva
desde formaciones de matorral a robledal o de robledal aclarado a
robledal mas denso pero la mayoría se encuentran en un estado de
degradación significativo.
Según
los estudios de simulación de escenarios de cambio climático el
robledal tenderá
a una
disminución de su área de ocupación por aumento de las
temperaturas y competencia con los encinares, y
a 'sufrir'
una migración altitudinal, mostrando un área de contracción a
altitudes mas bajas así como un área de expansión a mayores
altitudes.
Secuencia de imágenes del robledal del Camarate
¿Por
qué caen las hojas?
Al
llegar el otoño, cada año,
los
árboles caducifolios
como los robles pierden el follaje. Las hojas de las plantas son
como 'paneles solares'
destinados
a tomar mediante la fotosíntesis
y
a aportar
nutrientes para
su desarrollo y crecimiento. Con
la disminución de las horas
de luz y
de la intensidad de la radiación
solar la productividad de las hojas disminuye y
la estrategia 'más rentable' que desarrollan estas especies es
perder las hojas y pasar
la estación desfavorable en un estado de baja actividad. Se
retira el suministro de savia (y
de clorofila para la realización de la fotosíntesis)
y
se crea una
película entre la rama y la base de la hoja, que queda abandonada a
su suerte. El viento y la lluvia completarán
las acciones para hacerlas
caer al suelo que quedará tapizado y se irán descomponiendo por la
acción de otros seres vivos integrándose en el ciclo de la vida.
¿Por
qué cambian de color?
Al
inicio de la etapa otoñal los
árboles de
hoja caduca dejan atrás
sus vivos
colores
verdes y se tiñen de amarillo,
marrón, anaranjado
y rojo
antes
de perder las hojas y renovarlas con la llegada de la primavera.
Conforme los días se van acortando la ausencia de la luz que llega a
las hojas hace que
la producción
de tres de sus pigmentos más importantes disminuya. La
clorofila es
la
responsable de que
las hojas tengan su característico color verde. Es
el
pigmento encargado
de la fotosíntesis y
el responsable de absorber la radiación solar. Durante
el verano y la primavera es el pigmento más abundante. Debido
a su poca estabilidad, al disminuir las temperaturas y reducirse la
exposición solar
se descompone y empieza a perder
presencia.
Otros
pigmentos como los
carotenoides también
absorben la radiación solar y colaboran en la fotosíntesis pero en
menor escala. Cuando la clorofila comienza a descomponerse queda el
color amarillo propio de estos
pigmentos.
Por
su parte, las antocianinas son
las responsables de los colores rojizos y son otro pigmento presente
en las hojas. El alimento que sobra en una hoja (en
forma de glucosa)
también puede dar estos tonos a las hojas.
ETIMOLOGÍA
Quercus:
nombre genérico del latín
que
designaba igualmente al roble
y
a la encina.
Este
género engloba además a alcornoques y quejigos que comparten la
bellota como frutos.
Pyrenaica:
epíteto
geográfico
que alude a su localización en los Pirineos,
pero es poco apropiado, ya que falta casi por completo en los
Pirineos.
Este
'error nominal' se
debe a que se lo puso el botánico
alemán Carl Ludwig von Willdenow (1765-1812),
basándose
en unas muestras secas de herbario
que
le llegaron con una etiqueta
que
le atribuía esa procedencia. Prevalece sobre otro que fue mucho más
usado, Quercus
toza,
pues así lo exigen las reglas de nomenclatura
botánica.
Este
tipo de roble es
llamado
vernáculamente melojo, (término peyorativo
que
viene del latín malum
folium =
mala hoja) o también
rebollo,
(nombre vulgar que se usa también en algunos lugares para denominar
a su
'primo' el quejigo
y
a
otros
árboles de
la familia).
Se
le
conoce asimismo como marojo, roble negro y tozo.
Los
'hermanos mayores' del roble melojo, con hojas muy parecidas,
presentes en la Península,
son el roble carballo (Quercus
robur )
y
el
roble albar (Quercus
petraea).
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