Ya he escrito antes que en estos momentos yo tengo más preguntas que respuestas y que creo que necesitamos una profunda reflexión sobre la estrategia política y sobre el modelo de partido.
Pero pasa el tiempo y el “partido” en el Partido avanza y es necesario ir fijando ideas, posiciones y propuestas sobre el futuro inmediato.
En este contexto se celebró la Asamblea de la Agrupación Municipal del PSOE de Granada lugar donde hemos encajado una derrota histórica pues, en concejales, en número de votos y en porcentaje, hemos tenido los peores resultados en unas elecciones municipales (con la excepción del año 79 en el que mapa político no es comparable).
Las Asambleas del PSOE de Granada son un poco como su Feria (del Corpus). A la pregunta “¿A dónde vas?”, se responde, (con alegría e ilusión), “Pa la Asamblea/Pa la Feria”. Pero a la vuelta, a la salida, “¿De dónde vienes?” se contesta, (con cansancio y decepción): “De la Asamblea/de la Feria”. Y además se parecen también porque están en crisis, de identidad, de ubicación, de participación.
Antes de acudir a una reunión de un órgano del Partido siempre pienso qué respondería a mis hijas, a mis compañeros de trabajo o a cualquier amigo que me preguntara sobre el contenido y fines de la reunión. Y siempre pienso si después de la reunión puedo contestar, a mi gente o a “la gente” en general, de qué ha servido, qué hemos decidido o si sólo hemos cubierto un trámite.
Así, con esta sensación, acudí a la última Asamblea Municipal con muchas ganas de escuchar a mis compañer@s sobre cómo veían la situación del Partido, cómo analizaban la campaña electoral y sus resultados y qué proponían para la etapa que se nos avecina con unas elecciones generales y autonómicas, trascendentales (como todas), a la vista. La anterior campaña electoral municipal la viví como coordinador general y en ésta mi papel ha sido más modesto y más distante de la primera línea por lo que tenía casi más curiosidad “científica” que política, de hacer comparaciones.
Y también iba con ganas de intervenir, de tomar la palabra, (por primera vez desde hace casi tres años en una asamblea local), para aportar mi visión y alguna que otra propuesta “constructiva”. Pero el formato cerrado de las Asambleas, la larga, (excesiva intervención del secretario general para lo poco interesante que dijo), y el elevado número de personas que querían hablar, (normal no hay mucho espacio para la participación en el Partido y cuando se abre una pequeña válvula hay escape), hizo limitar los turnos a 4 minutos, (que además fueron excedidos por muchos de los que me precedieron en el uso de la palabra).
Total, que me tocó hablar cuando habían pasado casi tres horas del inicio de la Asamblea, lo que significaba que a esas alturas había más gente fuera (en la puerta y fuera del todo) que dentro. A estas circunstancias hay que sumarle que la asistencia fue baja (el día, la hora y el lugar no eran los más adecuados por un lado y por otro hay muchos militantes que han desertado ya de acudir a las Asambleas y a otros actos del Partido, desilusionados, desmotivados, decepcionados, defraudados o por otras causas).
Hago un paréntesis para decir que hacer coincidir la Asamblea con el debate del Estado de la Nación y de la Comunidad condujo a que faltaran, lógicamente, muchos de los “notables” del Partido. No sé si fue un error o se hizo a propósito por parte de la Ejecutiva Municipal y no sé que es peor, pero lo cierto es que la fecha elegida propició que muchos de nuestros responsables institucionales, (diputados, senadores, parlamentarios autonómicos), estuvieran ausentes en esta Asamblea e impidiera su derecho, y obligación casi en estos momentos, de hablar, pero sobre todo nos privó a los demás de nuestro derecho a que tuvieran la obligación de que ellos nos escucharan.
“El hecho cierto” es que me subí al atril, para intentar resumir algunas de las muchas ideas que había ido elaborando de manera previa y durante la propia Asamblea, en esos breves minutos adjudicados, cuando ya sólo quedaban unas cincuenta personas, muy atentas eso sí, entre las que estaban, de manera obligada, la mayor parte de la Ejecutiva Municipal.
Cinco minutos antes tuve la tentación de renunciar a mi turno (“si lo que vas a decir no es más bello que el silencio…”) porque me creía incapaz de aportar algo nuevo e interesante sin la posibilidad de desarrollar con amplitud mi posición política actual, pero decidí rebuscar entre mis notas qué podía seleccionar para aprovechar la oportunidad y finalmente me decidí a intervenir siquiera para saludar a mis compañeros y mostrarme, una vez más, dispuesto y disponible, para echar una mano en esta dificilísima situación actual de los socialistas granadinos (y por extensión, los andaluces y españoles).
Porque si algo define mi posición política actual es que soy de los que creo que debemos hacer lo posible por ganar/no perder las próximas elecciones y para este empeño no debemos dedicar (todo) el tiempo en ver los fallos, los errores, en la labor del gobierno y las carencias del modelo actual del PSOE. Si perdemos el tiempo sólo inventando el futuro dejaremos que la derecha gobierne el presente y lo hipoteque. Eso significa que hay que arrimar el hombro y no gastar todas las energías en los análisis ni quedarse al margen esperando la hecatombe para proponerse y disponerse a gestionar las ruinas, los restos del naufragio. Siempre he pensado, parafraseando a Marx (“aunque no esté de moda en estos días”), que ha habido ya muchos analistas que han descrito la triste realidad y lo que se necesita ahora es gente con ideas y con fuerza para transformarla.
Volviendo a la Asamblea, diré que quise aprovechar mi intervención, en primer lugar, para pedir más democracia, más participación. “¿Cómo vamos a abrir el Partido a la sociedad si no hemos aprendido a oír dentro a los propios militantes?”. “¿Cómo pedir a los militantes que participen en las redes sociales, que hagan política 2.0 si no la hacemos en el interior del Partido?. La propia Asamblea, la multitud de intervenciones y el tono y contenido de ellas demostraron que el principal capital político del PSOE son sus militantes que han estado, y están, por encima de muchos de sus dirigentes y representantes públicos en repetidas ocasiones.
En ese sentido hice una propuesta concreta y es que se articulen mecanismos, fórmulas, canales de participación, que nos permitan ensanchar la participación, la capacidad de formular propuestas, de comunicarnos entre los militantes. Y una herramienta muy útil debe ser volver a la lista de correo de la agrupación local, con un código de buenas prácticas si se quiere, (ya existen y funcionan en empresas y medios de comunicación), y que no paguemos “justos por pecadores” los usos y abusos de dicho canal de comunicación que se hicieron en el pasado por parte de unos cuantos militantes.
Por otro lado, lancé una reflexión en torno a preguntas que no contesté pero que dejé implícita mi respuesta. ¿Está el PSOE de Granada mejor (de ánimo y de funcionamiento) que hace dos años y medio cuando llegó esta Ejecutiva Municipal? ¿Ha sido la campaña acertada?
Pues a pesar de lo que se escuchó en la Asamblea (y lo que no se escuchó pero se piensa), la dirección local ha reaccionado con un “todo sigue igual y vamos a seguir haciendo lo que hemos hecho” que me parece un suicidio colectivo al que nos quieren arrastrar. Sólo escuché algunas propuestas de creación de Grupos de Trabajo de análisis de los resultados, del voto urbano y de reflexión en torno a la próxima Conferencia Política Federal. Y tuve la sensación de que había por parte del secretario general y de su equipo una actitud de resignación, de impotencia, de falta de reflejos o, lo que sería peor, de falta de voluntad de impulsar cambios, y de no asumir responsabilidades.
En mi breve intervención, apenas pude esbozar dos líneas de acción que me parecen necesarias e inaplazables y me hubiera gustado desarrollar. La primera va relacionada con la urgente y necesaria renovación de la Ejecutiva Municipal, (ya que no se ha tenido la osadía de poner los cargos a disposición de la Asamblea o se ha considerado no oportuno), para que sea capaz de integrar los diferentes matices (hice una metáfora sobre la paleta de colores que representa la militancia) que existen en nuestra agrupación local y que se ignoran, se desprecian o se combaten como enemigos. El PSOE ha tenido siempre un problema de gestión de su enorme biodiversidad –que yo entiendo como un elemento positivo- pero en esta época de cambios es absolutamente necesario incrementar la resiliencia de nuestro ecosistema socialista que es lo que hará que incrementemos nuestra capacidad de adaptación y de supervivencia al Cambio de Época en el que ya estamos inmersos.
La otra línea de trabajo sería la de reforzar la coordinación y unidad de acción con la dirección provincial, que hubiera sido bueno haber realizado mejor de aquí para atrás pero, que no abordar de ahora en adelante, de cara a unas elecciones generales y autonómicas, se me antoja un error de incalculables consecuencias. Sobre este tema escribiré con mayor profundidad en el futuro pero adelanto que no podemos seguir en una estrategia contradictoria entre el nivel local y el provincial (que también tiene que hacer un ajuste, y no precisamente fino, de sus planteamientos).
Y como se me echaba el tiempo encima tuve que “rematar” la faena de aliño con una verónica sobre el desgaste que tiene el partido por la desafección general a los políticos y los casos de corrupción que tienen una asimetría en cuanto a las dimensiones, origen y en las consecuencias políticas, para el PP y el PSOE. Digamos que es injusto que se trate a todos los políticos y a todos los partidos políticos por igual, “nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio”. Pero mi reflexión al respecto es que a mí me parece bien que no nos juzguen igual a la derecha y a la izquierda, que nuestro electorado sea exigente, muy exigente, con nuestros actos y comportamientos. Lo que me parece un problema más grave es que la gente nos confunda, que no distingan entre el comportamiento y la acción de unos y otros. Ese es un problema más nuestro que de los ciudadanos. Y aquí la injusticia la pagamos los militantes que tenemos que soportar que representantes nuestros no sean los ejemplos, los modelos éticos (y estéticos) que la sociedad y nosotros mismos reclamamos, exigimos.
Cómo es normal terminé arrimando el ascua a mi sardina diciendo que la salida a la crisis no está mirando a la derecha ni a la izquierda sino hacia dentro; no se trata tanto de refundar el Partido como de volver a hacer algo que se nos daba muy bien: ser socialistas. Por otro lado aproveché y aprovecharé cualquier escenario, cualquier tribuna, para decir, para reclamar, que la alternativa a la crisis no está copiando las recetas de la derecha y rindiéndose a las exigencias de los “mercados”, sino girando hacia la sostenibilidad (económica, ambiental y social).
Pero pasa el tiempo y el “partido” en el Partido avanza y es necesario ir fijando ideas, posiciones y propuestas sobre el futuro inmediato.
En este contexto se celebró la Asamblea de la Agrupación Municipal del PSOE de Granada lugar donde hemos encajado una derrota histórica pues, en concejales, en número de votos y en porcentaje, hemos tenido los peores resultados en unas elecciones municipales (con la excepción del año 79 en el que mapa político no es comparable).
Las Asambleas del PSOE de Granada son un poco como su Feria (del Corpus). A la pregunta “¿A dónde vas?”, se responde, (con alegría e ilusión), “Pa la Asamblea/Pa la Feria”. Pero a la vuelta, a la salida, “¿De dónde vienes?” se contesta, (con cansancio y decepción): “De la Asamblea/de la Feria”. Y además se parecen también porque están en crisis, de identidad, de ubicación, de participación.
Antes de acudir a una reunión de un órgano del Partido siempre pienso qué respondería a mis hijas, a mis compañeros de trabajo o a cualquier amigo que me preguntara sobre el contenido y fines de la reunión. Y siempre pienso si después de la reunión puedo contestar, a mi gente o a “la gente” en general, de qué ha servido, qué hemos decidido o si sólo hemos cubierto un trámite.
Así, con esta sensación, acudí a la última Asamblea Municipal con muchas ganas de escuchar a mis compañer@s sobre cómo veían la situación del Partido, cómo analizaban la campaña electoral y sus resultados y qué proponían para la etapa que se nos avecina con unas elecciones generales y autonómicas, trascendentales (como todas), a la vista. La anterior campaña electoral municipal la viví como coordinador general y en ésta mi papel ha sido más modesto y más distante de la primera línea por lo que tenía casi más curiosidad “científica” que política, de hacer comparaciones.
Y también iba con ganas de intervenir, de tomar la palabra, (por primera vez desde hace casi tres años en una asamblea local), para aportar mi visión y alguna que otra propuesta “constructiva”. Pero el formato cerrado de las Asambleas, la larga, (excesiva intervención del secretario general para lo poco interesante que dijo), y el elevado número de personas que querían hablar, (normal no hay mucho espacio para la participación en el Partido y cuando se abre una pequeña válvula hay escape), hizo limitar los turnos a 4 minutos, (que además fueron excedidos por muchos de los que me precedieron en el uso de la palabra).
Total, que me tocó hablar cuando habían pasado casi tres horas del inicio de la Asamblea, lo que significaba que a esas alturas había más gente fuera (en la puerta y fuera del todo) que dentro. A estas circunstancias hay que sumarle que la asistencia fue baja (el día, la hora y el lugar no eran los más adecuados por un lado y por otro hay muchos militantes que han desertado ya de acudir a las Asambleas y a otros actos del Partido, desilusionados, desmotivados, decepcionados, defraudados o por otras causas).
Hago un paréntesis para decir que hacer coincidir la Asamblea con el debate del Estado de la Nación y de la Comunidad condujo a que faltaran, lógicamente, muchos de los “notables” del Partido. No sé si fue un error o se hizo a propósito por parte de la Ejecutiva Municipal y no sé que es peor, pero lo cierto es que la fecha elegida propició que muchos de nuestros responsables institucionales, (diputados, senadores, parlamentarios autonómicos), estuvieran ausentes en esta Asamblea e impidiera su derecho, y obligación casi en estos momentos, de hablar, pero sobre todo nos privó a los demás de nuestro derecho a que tuvieran la obligación de que ellos nos escucharan.
“El hecho cierto” es que me subí al atril, para intentar resumir algunas de las muchas ideas que había ido elaborando de manera previa y durante la propia Asamblea, en esos breves minutos adjudicados, cuando ya sólo quedaban unas cincuenta personas, muy atentas eso sí, entre las que estaban, de manera obligada, la mayor parte de la Ejecutiva Municipal.
Cinco minutos antes tuve la tentación de renunciar a mi turno (“si lo que vas a decir no es más bello que el silencio…”) porque me creía incapaz de aportar algo nuevo e interesante sin la posibilidad de desarrollar con amplitud mi posición política actual, pero decidí rebuscar entre mis notas qué podía seleccionar para aprovechar la oportunidad y finalmente me decidí a intervenir siquiera para saludar a mis compañeros y mostrarme, una vez más, dispuesto y disponible, para echar una mano en esta dificilísima situación actual de los socialistas granadinos (y por extensión, los andaluces y españoles).
Porque si algo define mi posición política actual es que soy de los que creo que debemos hacer lo posible por ganar/no perder las próximas elecciones y para este empeño no debemos dedicar (todo) el tiempo en ver los fallos, los errores, en la labor del gobierno y las carencias del modelo actual del PSOE. Si perdemos el tiempo sólo inventando el futuro dejaremos que la derecha gobierne el presente y lo hipoteque. Eso significa que hay que arrimar el hombro y no gastar todas las energías en los análisis ni quedarse al margen esperando la hecatombe para proponerse y disponerse a gestionar las ruinas, los restos del naufragio. Siempre he pensado, parafraseando a Marx (“aunque no esté de moda en estos días”), que ha habido ya muchos analistas que han descrito la triste realidad y lo que se necesita ahora es gente con ideas y con fuerza para transformarla.
Volviendo a la Asamblea, diré que quise aprovechar mi intervención, en primer lugar, para pedir más democracia, más participación. “¿Cómo vamos a abrir el Partido a la sociedad si no hemos aprendido a oír dentro a los propios militantes?”. “¿Cómo pedir a los militantes que participen en las redes sociales, que hagan política 2.0 si no la hacemos en el interior del Partido?. La propia Asamblea, la multitud de intervenciones y el tono y contenido de ellas demostraron que el principal capital político del PSOE son sus militantes que han estado, y están, por encima de muchos de sus dirigentes y representantes públicos en repetidas ocasiones.
En ese sentido hice una propuesta concreta y es que se articulen mecanismos, fórmulas, canales de participación, que nos permitan ensanchar la participación, la capacidad de formular propuestas, de comunicarnos entre los militantes. Y una herramienta muy útil debe ser volver a la lista de correo de la agrupación local, con un código de buenas prácticas si se quiere, (ya existen y funcionan en empresas y medios de comunicación), y que no paguemos “justos por pecadores” los usos y abusos de dicho canal de comunicación que se hicieron en el pasado por parte de unos cuantos militantes.
Por otro lado, lancé una reflexión en torno a preguntas que no contesté pero que dejé implícita mi respuesta. ¿Está el PSOE de Granada mejor (de ánimo y de funcionamiento) que hace dos años y medio cuando llegó esta Ejecutiva Municipal? ¿Ha sido la campaña acertada?
Pues a pesar de lo que se escuchó en la Asamblea (y lo que no se escuchó pero se piensa), la dirección local ha reaccionado con un “todo sigue igual y vamos a seguir haciendo lo que hemos hecho” que me parece un suicidio colectivo al que nos quieren arrastrar. Sólo escuché algunas propuestas de creación de Grupos de Trabajo de análisis de los resultados, del voto urbano y de reflexión en torno a la próxima Conferencia Política Federal. Y tuve la sensación de que había por parte del secretario general y de su equipo una actitud de resignación, de impotencia, de falta de reflejos o, lo que sería peor, de falta de voluntad de impulsar cambios, y de no asumir responsabilidades.
En mi breve intervención, apenas pude esbozar dos líneas de acción que me parecen necesarias e inaplazables y me hubiera gustado desarrollar. La primera va relacionada con la urgente y necesaria renovación de la Ejecutiva Municipal, (ya que no se ha tenido la osadía de poner los cargos a disposición de la Asamblea o se ha considerado no oportuno), para que sea capaz de integrar los diferentes matices (hice una metáfora sobre la paleta de colores que representa la militancia) que existen en nuestra agrupación local y que se ignoran, se desprecian o se combaten como enemigos. El PSOE ha tenido siempre un problema de gestión de su enorme biodiversidad –que yo entiendo como un elemento positivo- pero en esta época de cambios es absolutamente necesario incrementar la resiliencia de nuestro ecosistema socialista que es lo que hará que incrementemos nuestra capacidad de adaptación y de supervivencia al Cambio de Época en el que ya estamos inmersos.
La otra línea de trabajo sería la de reforzar la coordinación y unidad de acción con la dirección provincial, que hubiera sido bueno haber realizado mejor de aquí para atrás pero, que no abordar de ahora en adelante, de cara a unas elecciones generales y autonómicas, se me antoja un error de incalculables consecuencias. Sobre este tema escribiré con mayor profundidad en el futuro pero adelanto que no podemos seguir en una estrategia contradictoria entre el nivel local y el provincial (que también tiene que hacer un ajuste, y no precisamente fino, de sus planteamientos).
Y como se me echaba el tiempo encima tuve que “rematar” la faena de aliño con una verónica sobre el desgaste que tiene el partido por la desafección general a los políticos y los casos de corrupción que tienen una asimetría en cuanto a las dimensiones, origen y en las consecuencias políticas, para el PP y el PSOE. Digamos que es injusto que se trate a todos los políticos y a todos los partidos políticos por igual, “nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio”. Pero mi reflexión al respecto es que a mí me parece bien que no nos juzguen igual a la derecha y a la izquierda, que nuestro electorado sea exigente, muy exigente, con nuestros actos y comportamientos. Lo que me parece un problema más grave es que la gente nos confunda, que no distingan entre el comportamiento y la acción de unos y otros. Ese es un problema más nuestro que de los ciudadanos. Y aquí la injusticia la pagamos los militantes que tenemos que soportar que representantes nuestros no sean los ejemplos, los modelos éticos (y estéticos) que la sociedad y nosotros mismos reclamamos, exigimos.
Cómo es normal terminé arrimando el ascua a mi sardina diciendo que la salida a la crisis no está mirando a la derecha ni a la izquierda sino hacia dentro; no se trata tanto de refundar el Partido como de volver a hacer algo que se nos daba muy bien: ser socialistas. Por otro lado aproveché y aprovecharé cualquier escenario, cualquier tribuna, para decir, para reclamar, que la alternativa a la crisis no está copiando las recetas de la derecha y rindiéndose a las exigencias de los “mercados”, sino girando hacia la sostenibilidad (económica, ambiental y social).
1 comentario:
Otra vez totalmente de acuerdo...
Ser socialistas es la única salida y ser realmente compañeros alejados del elitismo es la otra. Solo si se trabaja con humildad y se deja que participen realmente los compañeros y compañeras podremos hacer algo. Y hay que empezar ya contando con el problema de que algunos/as no nos dejan...
Lucha por lo que crees y defiendelo a muerte que bajo mi punto de vista estás en el camino.
Saludos y no dejes de ser tu mismo.
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