En los próximos comicios europeos, los votantes de Europa nos enfrentamos a una elección política fundamental. En un momento en el que el mundo se enfrenta a desafíos sin precedentes –recesión económica y aumento del desempleo derivados de la crisis financiera global, aumento del coste de los alimentos y los carburantes, menor poder adquisitivo y mayor riesgo de pobreza, cambio climático global y amenazas a la seguridad que van desde el terrorismo hasta el crimen–, se trata de una elección entre partidos políticos con ideas muy diferentes respecto al futuro de la Unión Europea.
Se trata de elegir entre una visión conservadora de Europa, que la concibe sólo como mercado, u otra progresista, preocupada en los social, en la extensión de los derechos individuales y colectivos, una Europa en la que la ciudadanía, los Estados miembros y las instituciones, deben trabajar conjuntamente para abordar las cuestiones que más preocupan a los europeos.
Como europeo, socialista y orgulloso de serlo, me dispongo a animar a la participación en este importante debate y a acudir a las urnas el 7 de junio.
Dejo aquí un extracto del Manifiesto que he suscrito como miembro del Partido Socialista Europeo.
Los partidos de la izquierda progresista y de centro izquierda que gobiernan a escala regional o nacional ya están marcando la diferencia en la vida de las personas. Allí donde la izquierda está en el poder, ya podemos ver pruebas palpables de lo que son capaces de conseguir los socialistas y los socialdemócratas. A lo largo de los últimos cinco años, los conservadores han tenido la mayoría en Europa – en la mayor parte de los Estados miembros y en las instituciones de la UE –. ¿Qué han hecho con esta mayoría? ¿Han hecho frente a la crisis financiera global? ¿Han abordado el aumento de los precios de los alimentos y de la energía? ¿Han luchado contra la pobreza y las desigualdades? ¿Es la sociedad más justa hoy que hace cinco años? ¿Apoyaron nuestras iniciativas para ofrecer más y mejores puestos de trabajo? Ellos se guían por el mercado. Nosotros nos guiamos por nuestras convicciones.
Los conservadores hablan a menudo de las crisis económicas y sociales como si se tratara de algo inevitable, una ley de la naturaleza. Pero no hay nada inevitable respecto a las crisis. Se trata de opciones políticas. Si bien es cierto que vivimos tiempos de riesgo y de cambio global, no es menos cierto que vivimos un momento de grandes oportunidades. Debemos promover una mejor cooperación en Europa para hacer que la globalización beneficie al conjunto de la ciudadanía. Ellos dicen que hay que adaptarse al mercado.
Nosotros decimos que tenemos que determinar nuestro futuro. Necesitamos una amplia mayoría progresista en Europa para introducir las reformas progresistas que resultan esenciales para asegurar un futuro de bienestar a la ciudadanía europea y al conjunto de la sociedad. Se trata de reformas vitales para aliviar la presión que pesa sobre las personas en toda la UE que, debido a la recesión económica, se enfrentan a: una lucha diaria para llegar a fin de mes; a la subida del coste de la vida; al aumento del desempleo, con casi 17 millones de personas sin trabajo en Europa y muchas más con empleos precarios, que son las primeras afectadas por la desaceleración del crecimiento; al riesgo permanente de perder sus hogares; y a las desigualdades sociales, con cerca de 78 millones de personas –muchas de ellas niños y niñas– que viven por debajo del umbral de la pobreza o están en riesgo de caer en la pobreza.
La crisis financiera global ha puesto al descubierto las debilidades de un mercado no regulado. Son tiempos muy difíciles para la economía global. Durante el último año hemos vivido dos impactos sin precedentes: la peor crisis crediticia desde la década de los treinta y una subida récord de los precios de la energía y los alimentos. Necesitamos una cooperación activa en Europa y a escala global para abordar los problemas de los sistemas financieros nacionales e internacionales; y tenemos que adoptar medidas proactivas para transformar la economía, mediante inversiones en áreas prioritarias claves, con el fin de garantizar un futuro próspero y sostenible para todos y todas en Europa.
Los conservadores han practicado una política de fe ciega en el mercado, al servicio de unos pocos y no de la ciudadanía en general, y ahora estamos viendo el daño que pueden hacer mercados mal regulados. Pero sabemos que podemos hacer algo a este respecto. Podemos relanzar la economía europea y crear una sociedad más justa y segura para todos y todas en una nueva Europa social.
Nuestra exhaustiva agenda de reformas progresistas destinada a transformar la cooperación europea – sobre la base de nuestros valores de igualdad, democracia, dignidad humana, solidaridad, libertad y justicia – puede hacer realidad el cambio que la ciudadanía europea necesita tan desesperadamente.
Nosotros y nosotras, socialistas, socialdemócratas y demócratas progresistas compartimos valores y una visión comunes. Trabajaremos juntos por una Europa más justa, más segura y más verde. Juntos somos una fuente de cambio.
Podemos construir una sociedad más justa poniendo a las personas primero. Cambiemos el rumbo de Europa en junio de 2009.
Se trata de elegir entre una visión conservadora de Europa, que la concibe sólo como mercado, u otra progresista, preocupada en los social, en la extensión de los derechos individuales y colectivos, una Europa en la que la ciudadanía, los Estados miembros y las instituciones, deben trabajar conjuntamente para abordar las cuestiones que más preocupan a los europeos.
Como europeo, socialista y orgulloso de serlo, me dispongo a animar a la participación en este importante debate y a acudir a las urnas el 7 de junio.
Dejo aquí un extracto del Manifiesto que he suscrito como miembro del Partido Socialista Europeo.
Los partidos de la izquierda progresista y de centro izquierda que gobiernan a escala regional o nacional ya están marcando la diferencia en la vida de las personas. Allí donde la izquierda está en el poder, ya podemos ver pruebas palpables de lo que son capaces de conseguir los socialistas y los socialdemócratas. A lo largo de los últimos cinco años, los conservadores han tenido la mayoría en Europa – en la mayor parte de los Estados miembros y en las instituciones de la UE –. ¿Qué han hecho con esta mayoría? ¿Han hecho frente a la crisis financiera global? ¿Han abordado el aumento de los precios de los alimentos y de la energía? ¿Han luchado contra la pobreza y las desigualdades? ¿Es la sociedad más justa hoy que hace cinco años? ¿Apoyaron nuestras iniciativas para ofrecer más y mejores puestos de trabajo? Ellos se guían por el mercado. Nosotros nos guiamos por nuestras convicciones.
Los conservadores hablan a menudo de las crisis económicas y sociales como si se tratara de algo inevitable, una ley de la naturaleza. Pero no hay nada inevitable respecto a las crisis. Se trata de opciones políticas. Si bien es cierto que vivimos tiempos de riesgo y de cambio global, no es menos cierto que vivimos un momento de grandes oportunidades. Debemos promover una mejor cooperación en Europa para hacer que la globalización beneficie al conjunto de la ciudadanía. Ellos dicen que hay que adaptarse al mercado.
Nosotros decimos que tenemos que determinar nuestro futuro. Necesitamos una amplia mayoría progresista en Europa para introducir las reformas progresistas que resultan esenciales para asegurar un futuro de bienestar a la ciudadanía europea y al conjunto de la sociedad. Se trata de reformas vitales para aliviar la presión que pesa sobre las personas en toda la UE que, debido a la recesión económica, se enfrentan a: una lucha diaria para llegar a fin de mes; a la subida del coste de la vida; al aumento del desempleo, con casi 17 millones de personas sin trabajo en Europa y muchas más con empleos precarios, que son las primeras afectadas por la desaceleración del crecimiento; al riesgo permanente de perder sus hogares; y a las desigualdades sociales, con cerca de 78 millones de personas –muchas de ellas niños y niñas– que viven por debajo del umbral de la pobreza o están en riesgo de caer en la pobreza.
La crisis financiera global ha puesto al descubierto las debilidades de un mercado no regulado. Son tiempos muy difíciles para la economía global. Durante el último año hemos vivido dos impactos sin precedentes: la peor crisis crediticia desde la década de los treinta y una subida récord de los precios de la energía y los alimentos. Necesitamos una cooperación activa en Europa y a escala global para abordar los problemas de los sistemas financieros nacionales e internacionales; y tenemos que adoptar medidas proactivas para transformar la economía, mediante inversiones en áreas prioritarias claves, con el fin de garantizar un futuro próspero y sostenible para todos y todas en Europa.
Los conservadores han practicado una política de fe ciega en el mercado, al servicio de unos pocos y no de la ciudadanía en general, y ahora estamos viendo el daño que pueden hacer mercados mal regulados. Pero sabemos que podemos hacer algo a este respecto. Podemos relanzar la economía europea y crear una sociedad más justa y segura para todos y todas en una nueva Europa social.
Nuestra exhaustiva agenda de reformas progresistas destinada a transformar la cooperación europea – sobre la base de nuestros valores de igualdad, democracia, dignidad humana, solidaridad, libertad y justicia – puede hacer realidad el cambio que la ciudadanía europea necesita tan desesperadamente.
Nosotros y nosotras, socialistas, socialdemócratas y demócratas progresistas compartimos valores y una visión comunes. Trabajaremos juntos por una Europa más justa, más segura y más verde. Juntos somos una fuente de cambio.
Podemos construir una sociedad más justa poniendo a las personas primero. Cambiemos el rumbo de Europa en junio de 2009.
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