Esta semana he estado en Ciudad Real en una jornada sobre sanidad animal de la fauna silvestre organizada por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y el Instituto de Recursos Cinegéticos (Universidad de Castilla-La Mancha y CSIC). Mi ponencia fue sobre seguimiento sanitario de la población de jabalíes en Sierra Nevada. Me acompañó José Enrique Granados, mi compañero (valga la redundancia) y sin embargo amigo, que le tocó hacer la parte sobre la evolución de la sarna en la población de cabra montés nevadense. Además hemos presentado una comunicación escrita sobre nuestra experiencia de teleseguimiento de la cabra montés y su aplicación en la gestión.
Nuestra participación ha sido muy positiva y bien valorada por las casi doscientas personas participantes. Fue una buena oportunidad para validar nuestra gestión desde el punto de vista científico y técnico y para sacar un poco de pecho. Como anécdota diré que me confundieron con un veterinario y es que mi experiencia como profesor de sanidad ambiental me dió cierta propiedad para hablar de "enfermedades"
He comprobado que en este mundillo hay dos luchas latentes. En la primera batalla, de un lado están algunos veterinarios que piensan en la erradicación de las enfermedades y quieren aplicar los criterios de la sanidad ganadera a la gestión de las poblaciones silvestres; en el otro bando estamos los ecólogos, los que tenemos una visión integral de los espacios y de las especies y sus interdependencias y los ambientólogos que tomamos datos de todas las disciplinas.
La segunda dialéctica tiene su origen en quién es el que contagia a quién: el ganado doméstico al salvaje o al revés. En un foro de ganaderos la culpa de las enfermedades la tendrá siempre la fauna salvaje. En un foro de cazadores la responsabilidad recaerá en los ganaderos. Si se juntan ambos hay que salir corriendo porque seguro que se ponen de acuerdo para culparnos a la Administración, sobre todo si es ambiental y mucho más si somos los de los espacios naturales protegidos.
Pero la discusión más importante la he tenido fuera de este debate y fuera de la jornada formal de intercambio de información sobre sanidad animal. Se refiere al debate que he mantenido sobre el cambio climático. Hoy al grupo de detractores, disfrazados de escépticos, sobre el cambio climático con los que tengo que lidiar con frecuencia, se ha incorporado una de las ponentes en la jornada que ha hablado sobre Cambio Global y Enfermedades emergentes. Al exponerle mi punto de vista sobre una parte de su intervención me ha comentado que ella no “cree” en el cambio climático, (ahora es una cuestión de fe), por la (peregrina) razón de que Agata Ruiz de la Prada y otros políticos retirados (imagino que se referiría a Al Gore y a Manuel Marín por ejemplo) se dedican a campañas contra el cambio climático. Vamos que le damos una patada a lo que dice el Panel Científico del IPCC, a la ONU y a lo que haga falta porque alguien que no me cae bien defiende esa postura. Ya he explicado lo de cuando alguien señala la Luna en otro post pero entiendo, con el mismo razonamiento, que se podría decir que no colaboramos en la lucha contra el hambre en el mundo porque hay modelos tontas y cantantes que desafinan, o podemos decir que no vamos a luchar contra el SIDA (incluso podemos negar su existencia) porque hay gays y culturetas que se han sumado a campañas sin saber la diferencia entre un retrovirus y un adenovirus.
Pero lo más gracioso del tema es que la señora, de la que omitiré el nombre, acabó su ponencia reclamando “dineros” para hacer seguimiento, vigilancia y gestión adaptativa (a lo que nos dedicamos ya algunos) y habló de las enfermedades emergentes apuntándose al carro para pedir financiación de los fondos destinados a la lucha contra el cambio climático. No sé con sus prejuicios qué resultados saldrán.
Nuestra participación ha sido muy positiva y bien valorada por las casi doscientas personas participantes. Fue una buena oportunidad para validar nuestra gestión desde el punto de vista científico y técnico y para sacar un poco de pecho. Como anécdota diré que me confundieron con un veterinario y es que mi experiencia como profesor de sanidad ambiental me dió cierta propiedad para hablar de "enfermedades"
He comprobado que en este mundillo hay dos luchas latentes. En la primera batalla, de un lado están algunos veterinarios que piensan en la erradicación de las enfermedades y quieren aplicar los criterios de la sanidad ganadera a la gestión de las poblaciones silvestres; en el otro bando estamos los ecólogos, los que tenemos una visión integral de los espacios y de las especies y sus interdependencias y los ambientólogos que tomamos datos de todas las disciplinas.
La segunda dialéctica tiene su origen en quién es el que contagia a quién: el ganado doméstico al salvaje o al revés. En un foro de ganaderos la culpa de las enfermedades la tendrá siempre la fauna salvaje. En un foro de cazadores la responsabilidad recaerá en los ganaderos. Si se juntan ambos hay que salir corriendo porque seguro que se ponen de acuerdo para culparnos a la Administración, sobre todo si es ambiental y mucho más si somos los de los espacios naturales protegidos.
Pero la discusión más importante la he tenido fuera de este debate y fuera de la jornada formal de intercambio de información sobre sanidad animal. Se refiere al debate que he mantenido sobre el cambio climático. Hoy al grupo de detractores, disfrazados de escépticos, sobre el cambio climático con los que tengo que lidiar con frecuencia, se ha incorporado una de las ponentes en la jornada que ha hablado sobre Cambio Global y Enfermedades emergentes. Al exponerle mi punto de vista sobre una parte de su intervención me ha comentado que ella no “cree” en el cambio climático, (ahora es una cuestión de fe), por la (peregrina) razón de que Agata Ruiz de la Prada y otros políticos retirados (imagino que se referiría a Al Gore y a Manuel Marín por ejemplo) se dedican a campañas contra el cambio climático. Vamos que le damos una patada a lo que dice el Panel Científico del IPCC, a la ONU y a lo que haga falta porque alguien que no me cae bien defiende esa postura. Ya he explicado lo de cuando alguien señala la Luna en otro post pero entiendo, con el mismo razonamiento, que se podría decir que no colaboramos en la lucha contra el hambre en el mundo porque hay modelos tontas y cantantes que desafinan, o podemos decir que no vamos a luchar contra el SIDA (incluso podemos negar su existencia) porque hay gays y culturetas que se han sumado a campañas sin saber la diferencia entre un retrovirus y un adenovirus.
Pero lo más gracioso del tema es que la señora, de la que omitiré el nombre, acabó su ponencia reclamando “dineros” para hacer seguimiento, vigilancia y gestión adaptativa (a lo que nos dedicamos ya algunos) y habló de las enfermedades emergentes apuntándose al carro para pedir financiación de los fondos destinados a la lucha contra el cambio climático. No sé con sus prejuicios qué resultados saldrán.
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