Rajoy tira p'al Centro

Mariano Rajoy ha tenido un gran éxito en el 16 Congreso Nacional del Partido Popular. Lo ha ganado sacudiéndose el dedo con el que había llegado a la dirección del PP, "matando al padre" en la terminología freaudiana. Y además de obtener la imagen de un líder autónomo (del pasado, de los medios de comunicación, de las baronías y de algunos poderes fácticos), ha proyectado un nuevo viaje al Centro Político en el que ofrece diálogo (hasta con los malditos nacionalistas) y preocupación por las políticas sociales. Abandona la política de confrontación de la pasada legislatura escaldado por los resultados del 9-M y por los análisis postelectorales. Quiere aprovechar que la crisis económica sopla a su favor y "posicionarse" donde ningún voto vaya al PSOE para que no gane al PP.
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Ya escribí que aunque los resultados electorales no habían producido grandes cambios en el panorama político, nada sería igual a partir de las elecciones pasadas.

Rajoy se ha movido con frialdad en estos meses y ha hecho que su partido cambie, más de estrategia, y de imagen que de otra cosa, y colocando a nuevas caras en la dirección del partido y del grupo parlamentario, femineizando las portavocías (en proporción las mujeres en la nueva dirección del PP siguen siendo muy minoritarias) y relegando a muchos de los que han estado en primera línea, agradeciéndoles los servicios prestados.

Falta saber si esta reforma le hará ensanchar su base social o si por el contrario sólo hará aflorar la teoría de que la derecha española es como una manta escasa, y al tirar de un lado se va a quedar destapado el otro, como parece indicar Aznar y los críticos. Y falta saber si los sacudidos y sus aliados externos se van a quedar quietos o plantearán batalla, ahora o más adelante.

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A partir de ahora Rajoy estará continuamente examinándose (elecciones vascas, europeas, gallegas, debates sobre el Estado de la Nación...), pero ahora ha conseguido el control directo del partido y se la juegan con él otros muchos más. Por lo pronto ha colado, de rondón, su nominación automática para las próximas elecciones generales y ha dejado fuera de la cúpula a los más díscolos, incluida la lideresa madrileña, Esperanza Aguirre, la gran perdedora del Congreso. Las ganadoras, Soraya Sáenz de Santamaría (que había sido aupada con anterioridad) y M. Dolores de Cospedal que permiten a Rajoy aparecer libre de ataduras y con un equipo nuevo, propio. Las tres aparecieron de rojo, el día de la clausura, como la selección española, para compensar tanto azul corporativo en un Congreso en el que los asesores de imagen eliminaron casi por completo las corbatas y aconsejaron elegancia pero informalidad en los atuendos.

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Pronto llegará el 37 Congreso Federal del PSOE (la historia del socialismo español es bastante más larga). Zapatero y la dirección socialista harían mal si piensan que la renovada victoria electoral significa que todo está bien. Hay muchas cosas que cambiar en el PSOE, y este es el momento, y la situación del país no permite complacencia ni "dormirse en los laureles". Zapatero, en sentido contrario a lo que se propone Rajoy, tiene que hacer que la gente vote al PSOE en las próximas elecciones por lo que hace el gobierno socialista y no para evitar la vuelta de la derecha. Y la crisis económica y los vientos de Europa (inmigración, jornada laboral) soplan en contra. Los socialistas tienen que hacer un Congreso mirando hacia fuera y no cómo el del Partido Popular que ha estado enfocado de puertas adentro y sólo se ha proyectado hacia fuera como un teatro. El PSOE está obligado por su base social a hacer un Congreso que mire hacia la gente, hacia lo que pasa en el país, en el mundo. Un Congreso en el que se hable de la crisis económica sí, pero también del cambio climático, de la seguridad alimentaria, de la inmigración, del papel de España en el mundo... de todo lo que ha carecido la agenda del congreso de la derecha del pasado fin de semana.

Nota: Aznar se ha comportado en este Congreso con la soberbia de los enanos ambiciosos acomplejados, que han llegado más alto de lo que merecían. Esa actitud distante, de "apoyo responsable" pero no convencido y su discurso quisieron ser una condena pero Rajoy lo va a vender como su salvación.