Es curioso que los que se oponen a que recuperemos la memoria histórica quieran imponer su historia de la misma manera que impusieron un régimen dictatorial, por la fuerza, con violencia. La derecha de entonces y la de ahora tienen poca fe democrática y no saben perder aunque son capaces de todo por ganar.
¡Qué hipocresía la de los que se empecinan en hablar de las víctimas del terrorismo y el respeto a su memoria y se dedican a echar palas de mentiras, de silencios y de olvido a las víctimas de la sublevación, del terrorismo de estado y de la represión franquista!
Me pregunto si esta vieja y nueva hornada de fachas, fachillas y fachosos serán todos unos ignorantes o unos cínicos. A los rancios de la carcundia, herederos y nostálgicos del régimen (como Sebastián Pérez hijo, por poner un ejemplo local), que se distinguen por la peculiar mezcla del olor a alcanfor y a D&G, nostálgicos del Cuéntame televisivo, se han sumado algunos anarcofascistas de los del “contra Franco vivíamos mejor” tipo Jiménez Losantos o el ex etarra Atxurmendi (ni sé como se escribe el nombre del hijo puta ese ni me importa), que también podían incluirse en el grupo de “con JoseMari nos iba guay”. Todas las derechas juntas se disponen a darse un lavado de cara y un bronceado playero, o de rayos uvas, para lanzarse, tras el paréntesis veraniego, a la reconquista del poder que nunca debió escapárseles de la mano y que por derecho natural piensan que les corresponde.
Yo por mi parte siempre he asociado el 18 de julio al día en el que se aprobó la Ley del Inventario de Espacios Naturales de Andalucía, entre los que se incluyó Sierra Nevada como parque natural, hace ahora 18 años, y en la que se declaraba el 20 % de nuestra región bajo alguna figura de protección y nos convertíamos en pioneros del desarrollo sostenible. La casualidad ha querido que otra ley importante para la defensa del medio ambiente fuera publicada el año pasado, también el 18 de julio, una ley por la que se regulan los derechos de acceso a la información, de participación pública y de acceso a la justicia en materia de medio ambiente, que incorpora normativa comunitaria al respecto.
Con estos recuerdos así tengo algo que celebrar el 18 de julio y no me quedo sólo con el amargo recuerdo de la etapa más triste de nuestra historia en el siglo pasado.
Para este 18 de julio me gustaría lanzar una propuesta: que se rebautice el centro social polivalente de la calle Gracia (vale para tantas cosas que no tiene valor para casi nada) para que no haya que referirise a él como el antiguo hospital 18 de julio y reciba el nombre de algún granadino o granadina ilustre y especifico la posibilidad de que sea mujer para ir compensando el déficit y la injusta invisibilidad en los nombres de calles y centros públicos de la ciudad de las mujeres granadinas. Para que no me acusen ni propios ni extraños de revanchista ni de alimentar polémicas no hago ninguna propuesta concreta para que se haga por consenso entre todos los grupos municipales.
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