miércoles, 11 de julio de 2007

Me gusta el fútbol (lo siento)

Aunque soy de los que dicen que donde se pongan las corridas que se quite el fútbol, tengo que reconocer que a mí me gusta el fútbol: jugar al fútbol (ayer lo hice por primera vez en el césped artificial del campo de mi Chana en un partido de “empresa” y hoy tengo agujetas, ver fútbol, (cada vez cuesta más trabajo ver fútbol aunque hay muchos partidos en las teles), ,y sobre todo, discutir de fútbol.

Batallita. Yo jugué el primer trofeo de promoción del Granada 74, cuando todavía no estaba terminado el campo del 74 en la Chana y jugamos en la Ciudad de los Niños. Romualdo un compañero del instituto Juan XXIII metido en estos líos, hizo un equipillo para la ocasión fichando a gente en el patio y en las plazas del barrio (entonces se jugaba en la Encina, en el corralón, en los Transportes (ahora Plaza de la Paz,- otro día contaré cómo rebautizamos esta Plaza-, antes de Huéscar). Denominó al equipo Atlético Orgaz (su apellido) y me sirvió para pasar de los desafíos de barrio a la competición en campos con las líneas pintadas, redes en las porterías, vestuarios...

(Bueno me refiero a los campos “grandes” porque yo ya había triunfado con el equipo del colegio Santa Micaela en el trofeo que organizaban los Salesianos en su antigua ubicación por el Triunfo).
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Tenía 12 años y jugaba de medio centro a la antigua usanza. Conocí entonces a Carlos Marsá, en el primer partido del trofeo y tuve la suerte de meter un par de goles (uno con la izquierda desde fuera del área y otro de cabeza, y los cito aparte de que los tengo como recuerdos nítidos más que los de otros partidos y jugadas interesantes, porque yo le pegaba mal con la derecha, que era la buena, y entonces todavía me conocían en casa por el pitirri debido a mi escasa estatura y peso, por lo que tenían más mérito los dos chicaritos).

Al acabar aquél partido se me acercó Carlos, me felicitó y se interesó por mí (futbolísticamente hablando). Pero no había visto los goles y luego supe que en lo que se había fijado era en “como paraba y entregaba la pelota” y que jugaba "con la cabeza levantada" (algo inusual para la edad).

Por avatares de la pandilla luego no aterricé en el 74 hasta los juveniles porque preferí estar con los amigos en el Barriada (de las Angustias) y ya llegué al equipo más crecido, más hecho, aunque casi con el mismo peso todavía.

Con el Granada 74 viajé mucho por toda Andalucía, llegué a la selección juvenil en dos ocasiones, disputé la liguilla de ascenso a la categoría nacional, fui a probar con el Sevilla, gané medallas y trofeos… e hice amigos, buenos amigos, que hoy mantengo. Por entonces pasé a jugar de medio volante por la derecha. Menos líder, más peón. Un jugador de equipo que de vez en cuando “decidía” en una acción hábil, inteligente o arriesgada. Un poco como luego me ha ocurrido en la vida profesional o política.

Del 74 salté, al acabar la etapa juvenil al Chana, en un viaje hacia atrás porque era el equipo del barrio pero yo no había jugado nunca. Pero no obtuve la carta de libertad del 74 y tuve que pasar un año en el fútbol modesto. Fue un paréntesis breve porque luego jugué en el Recreativo, filial del Granada y en la Zubia, equipo con el que subimos a Tercera División. Pero entonces ya era sólo un reto de estar y una afición secundaria porque yo ya estaba metido en la carrera y en otras cosas y el fútbol no era mi vida. Ya había cogido peso y pasé a jugar en la defensa (lateral o central) aunque cómo me gustaba el ataque en el trofeo Rector jugaba con la Facultad de Ciencias de media punta, entrando preferentemente por la izquierda. Ese equipo lo llevaba un tal Javier Jiménez que ahora preside la Cámara de Comercio.

¿El Granada CF es la historia? Para mí, como para otros muchos, (y algunas) la historia del fútbol base es el 74 donde jugué con Rafa Paz una temporada, con Benito (policía local más serio que el Viti), con el Coco, Narciso, Rubio, Alberto, Francis Bueno, Cheti, Manolo Bohórquez, Manolo Dote... Conocí a Flores, ex jugador del Granada y el entrenador que más me ha enseñado, (junto al pibe Pellejero que lo tuve de “míster” en el Recreativo), a Gabriel "Lázaro" (un entrenador y un tío listo pero que me dejó fuera de la selección juvenil después de ser su capitán y luego me echó de menos), a Miguel Álvarez, (primer médico del club que me regaló mi primer chándal, padre del asesor de Zapatero), a Lorenzo el cuidador de las instalaciones, utillero, consejero que vio crecer a sus hijos allí en el campo de la Chana, al Calancha masajista “pofesional”…

Luego está la Historia del fútbol en Granada. Yo me colaba con mi padre en el antiguo Los Cármenes con su amigo Santiago del Zaidín de portero, con mi hermano Ángel vi desde lo alto de las torres de los focos, (pa habernos matao), algún que otro partido y recuerdo el olor a hierba y el sonido al golpear la bota en el cuero, que entonces le decíamos "de reglamento". Yo he visto en aquél campo a Amancio y Pirri , a Cruyff y Neeskens en Los Cármenes y he vibrado con el Granada CF con las peleas con los boquerones (ahora mola más a los rancios meterse con lo que huela a Sevilla y se debe sufrir con dos equipos en Primera y los éxitos de las dos últimas temporadas del Club de Nervión). Pero aquél Granada sí que es historia, no tiene nada que ver con el club actual del que ya escribiré más adelante.

Ahora podría iniciase otra historia con el Granada 74. Este club, malgré tout, merece, después de más de 30 años de su historia, la oportunidad de jugar en Los Cármenes y Granada merece la oportunidad de que se pueda volver a ver fútbol de categoría, al menos en segunda, y quien sabe si poder soñar con el retorno a la primera división. Eso no le quita nada al Granada histórico aunque los Sanz y otros que ahora especulan con el club y el alcalde se empeñen en arruinar esta posibilidad.

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