viernes, 13 de julio de 2007

Avenida de la Desolación

En verano esta avenida, que fue de Calvo Sotelo y ahora es de la Constitución, será de la Insolación si no se diseñan y realizan unas pérgolas y otros artefactos para mitigar los efectos del Sol. Pero comparto con mi amigo Fernando que al final será la avenida de la Desolación.

Ya no quiero entrar en cuestiones estéticas, ni sobre la funcionalidad para la movilidad del obrón de la Avenida de la Constitución+Gran Vía (unidas por el mamotreto con el banderín). A mí lo que me han parecido sobre todo estas obras y su coste es una inmoralidad, un despilfarro y un ejemplo de chapuza y de improvisación.

Ahora la polémica se ha suscitado en torno a la razón por la que se han secado un montón de los árboles plantados hace unos pocos meses en esa avenida. Lo curioso es que nadie se extraña del suceso en sí porque se puede decir que esa sí que era la crónica de una muerte anunciada y no la de los olmos que pretendieron “asesinar” con los falsos argumentos de su enfermedad, fin del ciclo vital, riesgo de caída, etc. La que nos cayó a los que peleamos para salvar el máximo número de árboles posible y ni una disculpa por las gratuitas acusaciones que recibimos.

Yo disiento de los que han dicho que los árboles venían mal del vivero, porque me he interesado por el tema y me he cerciorado de que la planta venía en buenas condiciones.

También disiento de los que dicen que los trasplantes no se hicieron en su tiempo y esa es la causa de la marra.

Disiento académicamente de mi colega y amiga Consuelo sobre que el arce no es de aquí y por eso tienen dificultades de adaptación. Hay especies de arces autóctonas y otras variedades perfectamente adaptadas al clima de nuestra ciudad por distintos jardines y plazas que lo atestiguan. Otra cosa es si ha sido una decsón acertada el empleo en ese sitio de esos ejemplares.

Disiento de Pepe Titos de que los transplantes no salen bien y el fracaso estaba asegurado por esta razón. Es verdad que hay transplantes que se hacen para cubrir el expediente y se pierden muchos árboles pero no hay que condenar a todos los árboles trasplantados porque el problema está en cómo se llevan a cabo los trasplantes y las medidas previas y los cuidados posteriores que necesitan. Una afirmación tan rotunda de que los trasplantes no tienen éxito es una coartada perfecta para no gastar un duro en la posibilidad de salvar muchos árboles.

Si estoy con los que dicen que los árboles no tienen fondo suficiente para crecer bien aunque todavía es pronto para ver estos efectos. En pocos años los que sobrevivan, con un buen manejo, convertirán el ¿“bulevar”? en el Paseo de los Bonsáis Gigantes aunque parezca una contradicción.

La razón de la muerte de los árboles, el fallo más grande del trasplante de dichos árboles, por el contrario, es que se hicieron para la foto, para la inauguración. Se debían haber hecho podas severas previas aunque hubieran tenido una peor imagen el día de la inauguración. Las “rebajas” de la parte aérea debieron ser muy grandes para haber dejado una copa muy reducida. Como no se hizo así, los árboles no han podido tirar en esas condiciones, incluso si han sido luego cuidados convenientemente.

Nota: Veo durante el día el centro de la avenida de la Constitución desierto y a la gente esperando el semáforo, hablando por el móvil, paseando, a la sombra de aquellos olmos enfermos, podridos, que amenazaban con caerse. Menos mal que no los talaron todos y eso que algunos de los que dejaron estaban en peores condiciones que los que fueron víctimas del arboricidio del verano pasado.

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