sábado, 22 de marzo de 2008

Sinvergüenzas de la vergüenza de Irak

Aún recuerdo cómo intentaban justificar lo injustificable. No sólo eran Aznar y los dirigentes del PP sino muchos acérrimos de la gaviota que en las conversaciones de calle, en el café, nos querían vender la burra. Recuerdo la cara que puso mi Ángeles, (entonces todavía no tenía los tres años), cuando yo discutí con un hooligan de los de la banderita de España a la vuelta de la manifestación del No a la Guerra.

Primero utilizaron los argumentos de que era una guerra legal, igual que la del Golfo que había apoyado el PSOE y Naciones Unidas (mentira); después que había armas de destrucción masiva y bases terroristas (mentira); luego que bajaría el petróleo y habría más seguridad… Mentiras, mentiras y mentiras.

En el quinto aniversario de la invasión de Irak, lo más grave y patético ha sido escuchar al peor presidente de los EEUU (para su país y para el mundo entero), decir que “la guerra de Irak ha sido una victoria estratégica que compensa el alto coste de vidas y económico que está produciendo” y afirmar que la actuación de las tropas americanas ha mejorado la situación del país irakí. "Mi administración entendió que EEUU no podía retroceder ante el terrorismo. Sabíamos que si no actuábamos, la violencia que consumía a Irak habría empeorado, se habría propagado y, en última instancia, habría llegado al nivel de genocidio” ha dicho, (me imagino que con los dedos cruzados detrás del atril), el presidente americano.

Pero en sostenella y no enmendalla le ha ganado su acólito Josemari Aznar. El monaguillo de las Azores, que junto a su amigo Toni Bleeer, causó una división en la Unión Europea con su apoyo a la intervención militar sin la autorización de Naciones Unidas, ha ido más allá que el propio George Bush afirmando que “la situación en Irak no llega a idílica pero es muy buena”. Ya sabíamos que a Aznar le gusta el vino, pero no sabíamos hasta que punto bebe sin moderación.

Aznar y sus colaboradores de la FAES o del GEES se han lanzado en este quinto aniversario de la guerra de Irak a cantar sus excelencias diciendo sin rubor que no hay nada de que avergonzarse ni de arrepentirse. “La decisión fue la adecuada, los ciudadanos pueden “participar en elecciones” y hay una mayor “libertad”, ha añadido Aznar para confirmar que hoy “actuaría de la misma forma”. “Es un momento personalmente difícil para mí, pero mi convicción, mi conciencia, mi mente, es clara. Tomamos la decisión adecuada”, concluyó el presidente de honor del Partido Popular.

Pero las cifras cantan y las hemos podido ver en todos los periódicos estos días al igual que hemos podido repasar las sangrientas imágenes en todos los reportajes que las televisiones han realizado sobre esta guerra ilegal, injusta e innecesaria por mucho que la maquillen los neocons del otro lado del charco y los próximos a la derecha extrema española.

Han sido cinco años de horrores y errores. Detrás de la foto de las Azores hay cientos de miles de muertos, un país descoyuntado con una guerra civil latente, atentados a diario, millones de desplazados, el setenta por ciento de la población sin agua potable… El balance no puede ser más desolador.

El mundo no es más seguro, el terrorismo internacional de raíz islamista no está más débil y Oriente Próximo sigue siendo un avispero. Como efecto rebote, ha provocado un repunte imparable del precio del barril de petróleo, que se ha multiplicado casi por cuatro en este periodo. Si me encuentro con el facha que me quería convencer de que si no había guerra el petróleo iba a subir más del doble le doy cuatro hostias y que me quedo tan a gusto porque a estos no se les puede razonar.

Cinco años después cuando se han ido cayendo las vendas de muchos ojos confiados, cuando la evidencia ha confirmado lo que casi todo el mundo sospechaba, sólo el cinismo de los principales protagonistas de la vergüenza de la guerra de Irak, es capaz de mantener un discurso político que no sea el reconocimiento del error histórico de la “guerra preventiva”, del fracaso militar y político de la intervención y de las nefastas y duraderas consecuencias sobre la inestabilidad política de Oriente Medio.

Si al menos Aznar no fuera tan chulo y tan prepotente y hubiera habido una actitud menos soberbia, alguna disculpa, una pizca de remordimiento, una excusa una petición de perdón o algún reconocimiento de error, habría alguna esperanza. Pero me temo que en la guerra de Irak como en el 11 de marzo no habrá rectificación. Ni quieren ni pueden ya.

Hoy me sumo de manera testimonial a la plataforma del juicio a Aznar y coloco su video para recordar la verdadera historia de esta abominable guerra. Y me pongo a rezar a la Virgen de Santa María de la Alhambra y a la Aurora para que el duelo de las primarias entre Obama-Clinton no deje a los dos candidatos demócratas tocados y puedan sumar sus fuerzas para derrotar al republicano McCain en la auténtica pelea que se debe librar en Norteamérica para dar marcha atrás a este histórico error. Mientras, pienso que difícilmente se les puede caer la cara de vergüenza a los que no tienen ninguna (vergüenza) y la tienen muy dura (la cara).

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