Decálogo del buen directivo público
Mi
decálogo es personal, aunque espero que sea transferible, ya que esta semana ha coincidido con un viaje fuera de
la comunidad a un curso en el que no he podido “jugar” con mis
compañer@s de trabajo ni tenía
facilidad para contactar con otros miembros del curso.
Empezaré
diciendo que soy un directivo un poco peculiar ya que formo parte del
Equipo
de Gestión
del parque nacional y natural de Sierra Nevada, (formado
por el director, la gerente y yo como conservador, la santísima
trinidad para los cachondos),
coordinando un área, (Conservación e Investigación), bajo la
batuta del director del parque y además bajo la dependencia orgánica
del director general y de dos delegados territoriales. Es
decir que en mi trabajo estoy siempre mirando hacia arriba y hacia
abajo y desde el principio hace una década he entendido que esto no es ni bueno ni malo sino una
oportunidad para influir con mi trabajo en los dos sentidos.
Siguiendo
el símil deportivo me sitúo por tanto como jugador-entrenador y me
voy a apoyar en esta metáfora para establecer mi decálogo para la
dirección pública.
Para
mí en un equipo hay que ser solidarios y cooperativos. En nuestro
trabajo hay tareas más gratas y otras menos y se trata de compartir
las duras y las maduras y esto es especialmente necesario cuando hay
bajas o nuevas incorporaciones. Con una parte del equipo (Granada)
estoy en constante y directa relación, pero con la otra (Almería)
tengo que aprovechar las reuniones trimestrales de coordinación,
algunas salidas de campo y las aplicaciones informáticas y el correo
electrónico y el WhatsApp para estar conectado, accesible.
El
trabajo lo hemos organizado por áreas geográficas y por temas lo
que permite una base común de tareas y otras específicas en
las que cada técnico se va especializando o aprovecha su
especialidad profesional (ingeniería forestal, biología, geología).
Yo
me he situado en
este sentido más
que como directivo
como
uno más del equipo, un centrocampista que reparte juego,
aprovechando
las
cualidades de cada miembro del grupo; si alguien es rápido le
lanzo balones en
profundidad, si alguien es más técnico, más
lento, hay que colocarle el balón
en
el pie, reposar
el juego y
aprovecharle para los lanzamientos de faltas o saques de esquina.
Como
medio centro a
mí me toca llevar
el tiempo y el ritmo del partido, pero
también tengo que ceder este puesto en ocasiones para evitar la
excesiva dependencia de mi presencia y acción. Como entrenador
procuro
sacarle
partido a toda la plantilla incluso jugando con las rotaciones que
ahora están de moda en el fútbol pero llevan mucho tiempo en las
estrategias de otros deportes como el baloncesto o el balonmano.
Mi
idea es
que todos sepan cuál es el esquema de juego del equipo, el estilo,
(la visión y la misión) y puedan aportar tanto
sus
fortalezas como
cubrir
las debilidades de los compañeros. Siguiendo
con el ejemplo deportivo
en
mi equipo quiero porteros que paren pero también que sepan iniciar
la jugada o un rápido contraataque. Quiero delanteros ‘killer’
en el área pero que muerdan también en la presión al equipo
contrario (sin tomarlo literalmente como algún uruguayo que no
miento), cuando
la ocasión es necesaria.
Como en el fútbol, en la Administración cada semana hay ‘partidos’ que hay que afrontar con planteamientos diferentes, por lo que no hay un único 'dibujo táctico' sino que hay que tener una estrategia variable pasando por esquemas distintos en los que a veces hay alguien que se sacrifica y hay
ocasiones para el lucimiento de distintos
jugadores. Lo importante al fin y a la postre es el número de puntos que conseguimos entre
todos al final de la temporada que en nuestro caso es el momento,
cada año, en el que presentamos ante el órgano de coordinación
administrativa y de participación social la memoria balance de
actividades y resultados. No
siempre ni en todos los centros administrativos se tiene la
oportunidad de presentar en directo a toda la cabeza de la Consejería
una memoria de gestión y
nosotros aprovechamos esta oportunidad.
Como directivo no me quedo con la labor de medio volante sino que también tengo que desarrollar y comprender las tareas del resto del equipo y en
ocasiones tengo que asumirlas. Es decir que en ocasiones hay que hacer
de portero y parar los lanzamientos que nos hacen desde el equipo
contrario, y
en otras hay que decidir entre hacer una asistencia a un compañero
en mejor posición o rematar a puerta. Pero sobre todo hay que estar
dispuesto a asumir la responsabilidad de lanzar el último penalti de
la serie en una final de Copa.
Para
dirigir
un equipo hay que saber llorar con él, reír
con él, sudar la camiseta en verano, pasar frío y mancharte de
barro en invierno, es decir compartir
y ser compañero.
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Compartir:
Dar
parte de lo que tiene una persona para que otra lo pueda disfrutar
conjuntamente con ella.
Usar o poseer una cosa en común o realizar algo conjuntamente.
Compañeros:
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