Aunque por el título lo parezca esta entrada no está dedicada al futbol (que tanto me gusta), por eso no se encontrará la etiqueta correspondiente sino al 9-M, a la política.
El PP ha fichado de manera sorprendente, en una gestión de última hora a Manuel Pizarro, el empresario ligado a ENDESA que acababa de fichar por Telefónica. Por la manera por la que ha salido a la arena de la pelea política, pegando “cornás” se advierte que ya estaba en ella, instalado en el anti PSOE, anti ZP. Lo único que ha ocurrido es que ha salido de las bambalinas, como ha dicho Solbes, desde las que apoyó a Aznar (situado ahora en la tramoya manejando, más que nunca, los hilos del destino actual, y parece que también el futuro, de la derecha española). El fichaje estrella del PP, como número dos por Madrid, detrás de Rajoy, se ha destapado como un hooligans, un neocon militante acérrimo, que comulga con las (malas) ideas de la derecha extrema que manda en el partido popular, cada vez más alejado del centro que buscan desde hace 20 años. ¿Desde tan lejos vienen que no llegan nunca?.
Pizarro se ha convertido en el ariete del ala más dura del PP justificando su presencia utilizando espúreamente el tema del terrorismo. Me lo imagino con la banderita en el reloj, el polo naranja y la sintonía de campaña en el móvil para hacerse querer por las bases.
Ya sabemos que a Botín, el banquero, le ha encantado el fichaje, ¿por qué será? Y todavía hay gente que quiere hacernos creer que no hay diferencia entre la derecha y la izquierda.
La manera con la que la Espe lo ha presentado diciendo que no viene a servirse ni a ser divo es una manera de dar pábulo a pensar lo contrario (excusatio non petita, acusatio manifesta) y parece un dardo envenenado a su “compañero” Alberto Ruiz Gallardón, cuyo fichaje fallido ha sido más sonado que el de Pizarro.
En clave local también hemos conocido otro fichaje por parte del PP como cabeza de lista al Congreso de los Diputados. Concha de Santa Ana, una ingeniera de caminos, joven, sin experiencia en la gestión pública, que se presenta por la dirección de su partido como una persona que “no está maleada” con lo que deja en muy mal lugar a sus propios compañeros y compañeras. Sobre la bisoñez de la novata, ja parlarem, pero ahora me interesa más comentar su salida a la palestra porque llega como el Pizarro, con aires chulescos, prepotente y con una actitud poco pedagógica porque en sus primeras declaraciones y entrevistas ya ha insultado y mentido como si llevara toda la vida en esto de la política. Para ser la única cabeza de lista del PP en Andalucía “no quemada” que acompaña a Arenas, campeón de las derrotas en las elecciones andaluzas (Mariteo en Cádiz , Menoslobos en Málaga, la Sole Becerril en Sevilla…) se ha destapado con el mismo lenguaje, el mismo discurso rancio y las mismas cantinelas que las viejas glorias. Para la línea de victimismo y del quejío que caracteriza al nacionalprovincialismo que ha impuesto Sebastián Pérez hijo, (del de la Falange), va fenomenal, te lo juro. Para sentarse en un escaño y pintar menos que follatabiques en Madrid y largar mucho en Granada, como sus predecesores, parece que apunta maneras. Continuará.
El PP ha fichado de manera sorprendente, en una gestión de última hora a Manuel Pizarro, el empresario ligado a ENDESA que acababa de fichar por Telefónica. Por la manera por la que ha salido a la arena de la pelea política, pegando “cornás” se advierte que ya estaba en ella, instalado en el anti PSOE, anti ZP. Lo único que ha ocurrido es que ha salido de las bambalinas, como ha dicho Solbes, desde las que apoyó a Aznar (situado ahora en la tramoya manejando, más que nunca, los hilos del destino actual, y parece que también el futuro, de la derecha española). El fichaje estrella del PP, como número dos por Madrid, detrás de Rajoy, se ha destapado como un hooligans, un neocon militante acérrimo, que comulga con las (malas) ideas de la derecha extrema que manda en el partido popular, cada vez más alejado del centro que buscan desde hace 20 años. ¿Desde tan lejos vienen que no llegan nunca?.
Pizarro se ha convertido en el ariete del ala más dura del PP justificando su presencia utilizando espúreamente el tema del terrorismo. Me lo imagino con la banderita en el reloj, el polo naranja y la sintonía de campaña en el móvil para hacerse querer por las bases.
Ya sabemos que a Botín, el banquero, le ha encantado el fichaje, ¿por qué será? Y todavía hay gente que quiere hacernos creer que no hay diferencia entre la derecha y la izquierda.
La manera con la que la Espe lo ha presentado diciendo que no viene a servirse ni a ser divo es una manera de dar pábulo a pensar lo contrario (excusatio non petita, acusatio manifesta) y parece un dardo envenenado a su “compañero” Alberto Ruiz Gallardón, cuyo fichaje fallido ha sido más sonado que el de Pizarro.
En clave local también hemos conocido otro fichaje por parte del PP como cabeza de lista al Congreso de los Diputados. Concha de Santa Ana, una ingeniera de caminos, joven, sin experiencia en la gestión pública, que se presenta por la dirección de su partido como una persona que “no está maleada” con lo que deja en muy mal lugar a sus propios compañeros y compañeras. Sobre la bisoñez de la novata, ja parlarem, pero ahora me interesa más comentar su salida a la palestra porque llega como el Pizarro, con aires chulescos, prepotente y con una actitud poco pedagógica porque en sus primeras declaraciones y entrevistas ya ha insultado y mentido como si llevara toda la vida en esto de la política. Para ser la única cabeza de lista del PP en Andalucía “no quemada” que acompaña a Arenas, campeón de las derrotas en las elecciones andaluzas (Mariteo en Cádiz , Menoslobos en Málaga, la Sole Becerril en Sevilla…) se ha destapado con el mismo lenguaje, el mismo discurso rancio y las mismas cantinelas que las viejas glorias. Para la línea de victimismo y del quejío que caracteriza al nacionalprovincialismo que ha impuesto Sebastián Pérez hijo, (del de la Falange), va fenomenal, te lo juro. Para sentarse en un escaño y pintar menos que follatabiques en Madrid y largar mucho en Granada, como sus predecesores, parece que apunta maneras. Continuará.
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